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Rennes-les-Bains (Francia).El investigador Ben Hammott aseguró haber descubierto la que parece ser la tumba de María Magdalena en una impracticable cueva escondida en estos parajes. Ben Hammott es el seudónimo de un investigador particular que un día de 1997 se sintió fascinado tras ver un documental de Henry Lincoln, uno de los autores de “El Enigma Sagrado” y uno de los primeros en tratar abiertamente sobre esta línea de investigación.
Ni corto ni perezoso decidió ponerse rumbo a este pequeño pueblo de Francia y empezar él solo su propia investigación desde cero, intentando descifrar las claves que el enigmático párroco Sauniere dejó dispersas en la iglesia y otros emplazamientos del lugar. En la tumba descubierta por Hammott hay una momia de 2000 años de antigüedad procedente de oriente medio, que posiblemente sea María Magdalena.
Hammott no es el único que afirma tal cosa; investigadores franceses como Gerard Thom y Daniel Duges piensan que hay un templo judío bajo una de las montañas en el área de Rennes-les-Bains que podría contener los cuerpos no solamente de María Magdalena sino de Cristo y sus hijos. En su web, Hammott hace un interesante relato de cómo descubrió la tumba dentro de una gruta o caverna, a la cual llegó tras interpretar a su modo unas decoraciones de la iglesia de Sauniere dedicadas a María Magdalena. Habiendo sorteado toda clase de obstáculos, identificado el emplazamiento probable y comprobado que el estrecho pasaje resultaba inaccesible, se las ingenió para introducir una cámara en el lugar mediante un improvisado artilugio (una rama con gancho), pero de inmediato la cámara desapareció por un agujero. Cuando logró recuperarla y ver lo que había filmado, supo que su interpretación de las decoraciones era correcta y había descubierto la tumba que buscaba. El soporte para maniobrar la cámara fue mejorado en posteriores incursiones y finalmente reemplazado por un equipo que le proporcionó Bruce Burgess, director y guionista de documentales.
Apreciándose la tumba cubierta por una gran cruz (quizás de origen templario según su descubridor) y junto a esta otros objetos como antiguas monedas, cálices y un extraño libro o códice en evidente estado de descomposición, que plantea desde su roída portada nuevos enigmas por descifrar. Hammott cree que todo aquello fue escondido allí por los propios templarios antes de la caída de la orden y persecución de la misma, confiando el secreto y cuidado de la misma a alguna familia del lugar, cayendo esta responsabilidad generación tras generación en las familias de nobles del pueblo y posteriormente en sus sacerdotes, recibiendo su visita y culto por las personas que eran conocedoras del secreto y celebrando en ella, a decir por los objetos que guarda, algún tipo de ceremonia o ritual. Posteriores investigaciones de Ben Hammott le llevarían a intentar hacerse, mediante el uso de otros rudimentarios “alargadores”, de algunos cabellos del cuerpo que se halla dentro del ataúd, depositando la muestra orgánica en los laboratorios de ADN de la Universidad de Lakehead (Canadá), donde fue analizada y daría como resultado su extrañeza, más todavía si tenemos en cuenta el lugar donde ha sido recogido ya que sería originario de Oriente Próximo, lo que comprendería a la población de Jerusalén y a la de otros lugares limítrofes.
Analizando también los rasgos del cráneo tomados por algunas fotografías, una antropóloga determinaría que se trataría del cuerpo de una mujer. Todas estas conclusiones, sumadas a las tradiciones del lugar y numerosas y arcaicas leyendas que apoyarían el hecho, llevan al investigador a creer que el cuerpo podría pertenecer con mucha probabilidad a María Magdalena. Hammott sólo quiere una placa: “Mi deseo es que luego de que la tumba sea oficialmente excavada todos los objetos se exhiban en un museo. Y si hay una pequeña placa que diga ‘Descubierto por Ben Hammott’, será algo de lo que ciertamente me enorgulleceré”….