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«Cuando os despertáis por la mañana, tenéis a veces el cerebro nublado y os resulta difícil encontrar nuevamente el contacto con los poderes creativos y luminosos de la vida. Esto depende mucho de la manera en que habéis vivido el día anterior y, en particular, las horas antes de acostaros.
La mañana va unida a la tarde, la tarde va unida a la mañana y cada momento debe estar preparado de antemano. Al igual que por la mañana debéis pensar en la tarde que viene, por la tarde debéis pensar también en la mañana siguiente. Es muy importante que por la noche, antes de dormiros, no os vayáis al otro mundo en cualquier estado interior, porque tenéis que presentaros ante potestades celestiales. Debéis pues prepararos para este viaje con el recogimiento y el silencio de vuestra alma. Y si, una vez acostados, sentís una perturbación, una angustia, no os quedéis en la cama. Se necesita una gran fuerza interior para poder ser capaces de defenderse contra esta clase de malestares permaneciendo tumbados; de pie, es más fácil reaccionar. Así pues, levantaos, caminad un poco, ejecutad lentamente algunos movimientos, concentraos en la luz,y no os volváis a acostar hasta que os sintáis tranquilizados.»
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