Fuente: Medical News Today
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Gracias a su bajo costo, rápida acción y pocos efectos secundarios, el acetaminofén se ha convertido en el analgésico más consumido del mundo. Millones de personas lo utilizan para aliviar los dolores musculares, de cabeza, garganta, síntomas de resfriado y hasta síntomas mestruales.
El acetaminofén, también conocido como paracetamol, es uno de los pocos analgésicos que se consideran seguros para ser consumidos por embarazadas. Según datos recientes, sólo en Estados Unidos, el 65% de las mujeres embarazadas consume acetaminofen.
Datos recientes, provenientes del Centro para la Investigación en Epidemiología Ambiental (CREAL, por sus siglas en inglés) ubicado en Barcelona, España, y publicados en la revista International Journal of Epidemiology, cuestionan la seguridad del consumo de acetaminofén en embarazadas y sugieren que podrían afectar el desarrollo neuropsicológico de sus bebés.
Sus resultados exponen una importante relación entre la exposición prenatal al acetaminofen y los síntomas característicos los dos trastornos del desarrollo que más atención han captado durante los últimos 20 años: El autismo (TEA) y el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
La relación entre el acetaminofen, el autismo y el TDAH
Los investigadores encuestaron a más de 2600 mujeres que tenían entre 12 y 32 semanas de embarazo. Se les preguntó si habían consumido acetaminofén durante el mes previo al embarazo y cuán a menudo lo hacían. No se preguntó por cantidad, porque es una medida díficil de estimar, ya que las personas no suelen tener buena memoria sobre cuánto medicamento tomaron. Luego se evaluó, con diferentes escalas estandarizadas, el desarrollo neuropsicológico de los bebés cuando tenían 1 año de edad y luego cuando cumplieron los 5 años.
Los resultados demostraron que el 43% de los niños que fueron evaluados a la edad de 1 año y el 41% de los niños evaluados a los 5 años tenían madres que habían consumido acetaminofen durante las primeras 32 semanas de embarazo.
Los hijos de las madres que consumieron acetaminofen, eran 30% más propensos que los niños que no fueron expuestos, a sufrir de problemas de atención, hiperactividad o imposibilidad a la edad de 5 años. Los resultados fueron aún más desalentadores para aquellos hijos de madres que consumían constantemente acetaminofén.
Otro de los resultados que más preocupación generó fue que los niños varones que habían sido expuestos al acetaminofén eran los que más probabilidades tenían de presentar síntomas clínicos del Trastorno del Espectro Autista (TEA). Esta relación se incrementó en los niños que habían sido expuestos persistentemente al farmaco durante las fases prenatales.
Los autores explican que el cerebro masculino es más vulnerable a las influencias prenatales y que esto podría explicar por qué los varones tenían más riesgo que las niñas.
¿Cúal es la explicación a esta relación?
Los autores escriben que no cuentan con una explicación especifica ante este preocupante hallazgo. Sin embargo, ellos hipotetizan que el acetaminofén podría afectar el desarrollo del sistema inmunológico de los bebés y que podría ser directamente tóxico para algunos fetos que no tienen la capacidad de metabolizar los compuestos químicos del acetaminofén.
Sin embargo, las explicaciones planteadas todavía necesitan más investigación que permitan entender con mayor cabalidad cómo el acetaminofén afecta el desarrollo cerebral de los bebés.
¿Deben las mujeres embarazadas evitar el acetaminofén?
Aquí es donde interviene la mesura y el sentido común de cada uno de nosotros. Como siempre, es importante recordar que éste fue un estudio preliminar, es el primero en encontrar tal relación y todavía no ofrece la evidencia necesaria para prohibir el consumo de acetaminofén en embarazadas. Además, otra de sus limitaciones fue que evaluó los síntomas clínicos de los niños, pero no los diagnósticos específicos de cada trastorno. Lo importante, como en todo tipo de medicamento, es utilizarlo en la medida justa y sólo durante el tiempo que el médico lo ordena, ya que su consumo prologando podría traer otros daños a nivel orgánico.
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