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«Sea lo que sea lo que queramos hacer en la vida, y aunque tengamos los mejores proyectos, siempre nos encontramos con dificultades, con obstáculos. Debemos saberlo y tomar precauciones para nunca dejarse llevar por el desánimo, que es una de las peores tentaciones que existen.
Cuando empecéis a sentiros agobiados, sobrepasados por la situación, decíos inmediatamente que este estado no va a durar. Refugiaos en vosotros mismos, como si entraseis en hibernación y permaneced ahí hasta que el soplo de la vida vuelva a visitaros. El desánimo es como el invierno; pero después del invierno llega la primavera. Según los años, la primavera llega más o menos pronto; a veces, llega muy tarde, pero siempre acaba llegando.
Por eso nunca hay que perder completamente la esperanza y el ánimo. En un momento u otro, vuestro entusiasmo, vuestra energía, volverán. ¡Cuántos desistieron apenas unos instantes antes de que las fuerzas de la primavera resurgiesen en ellos! Y es una lástima, por fin iban a ser salvados, pero se dejaron sumergir por el desánimo porque no presintieron ninguna renovación.»
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