por La Gran Época
Los días interminables del verano ártico
Los animales estamos condicionados por ritmos y eventos diarios. La noche y el día marcan nuestra vida. Pero existen lugares en el mundo en el que estos ciclos se ven interrumpidos al menos dos veces al año. En estas fechas, cuando es verano en el hemisferio norte, el círculo polar ártico se convierte en un lugar espectacular donde el sol no se pone. El día eterno. O, como es más conocido el fenómeno, el Sol de medianoche ¿Cómo se vive en un lugar así?
Este fenómeno sólo se da en los polos de nuestro pequeño planeta. A medida que nos acercamos al extremo de los círculos polares, bien el ártico o el antártico, este fenómeno se hace más acusado. Pero como sólo hay asentamientos permanentes en el ártico, es mucho más común oír hablar de el Sol de medianoche en esta zona. Países como Finlandia, Rusia, Dinamarca, Canadá… pueden “disfrutar” de este fenómeno que se da entre los meses de verano y otoño. Esto se debe a los movimientos del eje de rotación de la Tierra.
Debido a su inclinación respecto a la elíptica, que es de aproximadamente 23 grados y 27 minutos, el Sol no llega a ponerse del todo. Es más, aún desapareciendo bajo el horizonte, la luz no termina de apagarse, creando un día eterno que puede durar hasta 186 días en los polos. En zonas no tan extremas, el sol puede permanecer sobre el horizonte hasta veinte horas seguidas. Incluso por debajo de los polos, debido a la refracción, algunos países son capaces de apreciar el resplandor del Sol de medianoche.
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En algunos lugares, estos días son celebrados con fiestas propias del lugar, locales, aprovechando la mayor cantidad de horas de luz para realizar festivales y actividades sociales. En los propios polos, en todo el año sólo amanece una vez y anochece una vez. Durante los seis meses de día en el polo, el Sol se mueve continuamente cerca del horizonte, alcanzando su altura máxima en el cielo en el solsticio de verano. Este fenómeno, aunque no se puede apreciar tan bien al bajar un poco el latitud, también puede verse con el sol danzando alrededor del horizonte. Un espectáculo digno de ver.
Vivir sin noche
Pero, ¿qué efectos tiene un sol permanente en la vida de las personas y los animales que viven bajo él? Esta pregunta es importante. Como explicábamos, los animales estamos sujetos a ciclos gobernados principalmente por el día y la noche. Un mecanismo esencial para controlar estos ciclos es nuestro reloj circadiano.
Éste controla diversos aspectos fisiológicos mediante la segregación de hormonas como la melatonina según percibamos luz u oscuridad. Estos ritmos son importantísimos y un desajuste puede llevar a serias dificultades, desorientación, enfermedades o incluso la muerte. Pero, ¿entonces? Empecemos con los animales: Varios estudios muestran que animales como los renos (Rangifer tarandus) hace tiempo que “desconectaron” su reloj biológico. Es decir, estos animales sí que reaccionan hormonalmente ante la luz, pero no poseen ciclos temporales controlados a lo largo de un día por mecanismos automáticos como nosotros.
(Foto: Daniel A. Leifheit)
Otros, como algunos roedores (ardillas, ratones, castores) adaptan sus ritmos aprovechando las temporadas de hibernación. En general, lo animales han adaptado sus hábitos, evolucionando durante miles de años para encajar sus ritmos circadianos a un día (o noche) prácticamente perpetua. Pero, ¿y los seres humanos? Nosotros también, pero nuestra adaptación puede que no haya sido tan buena como la de otros animales. Aunque sí se han encontrado variaciones, lo cierto es que parecen adaptaciones ante una situación irregular.
Es decir, encajar un poco con calzador nuestro reloj biológico en un ambiente extraño. Así, la sensibilidad a la melatonina, la hormona principal de nuestro ritmo circadiano varía según el periodo del año para “atemperar” su producción o falta ante el exceso o defecto de luz. Esto es muy importante, como decíamos, porque estos mecanismos controlan numerosas funciones dentro de nuestra vida.
(Foto: 10kPhotography)
Una de las cuestiones más estudiadas se refiere al papel de sustancias como el carbonato de litio y otros en la depresión derivada del desajuste circadiano. Efectivamente, un aspecto especialmente preocupante de esta disrupción de los ciclos llega no con el Sol de medianoche, que es evitable con una simple persiana, sino cuando llegan los meses de invierno.
Pero volviendo a los largos días, los que suelen sufrir más las consecuencias son, por supuesto, los visitantes. Las personas que no están acostumbradas a estos cambios suelen sentirse un poco desorientadas, despertándose con la sensación de llegar tarde o faltos de sueño pero muy cansados. Para los habitantes acostumbrados, estos efectos no son tan graves y pueden hacer una vida normal. En general, como ya hemos explicado, el Sol de medianoche no es un verdadero problema para quién lo vive, sino una razón para alegrarse y disfrutar antes de que llegue la “noche eterna”.
Artículo original aquí.