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El régimen de Ergodan sigue jugando con fuego al acusar públicamente a EEUU de estar detrás de una compleja conspiración para derrocar al Gobierno turco, según informan varios medios.
Una acusación formal preparada por la Fiscalía y presentada al Juzgado Penal solicita el castigo más duro posible para los 43 presuntos golpistas.
En la acusación, los fiscales alegan que los miembros de la «organización terrorista de Fethullah» fueron entrenados por la CIA y el FBI.
«El FBI y la CIA proporcionaron entrenamiento a los cuadros en los centros culturales pertenecientes al movimiento de Gulen», se indica en el documento de la acusación.
Asimismo, se afirma que las operaciones llevadas a cabo por los fiscales y las fuerzas de seguridad durante el proceso del 17 de diciembre «son un buen ejemplo de esto». Esta mención al proceso del 17 de diciembre hace referencia a un gran caso de corrupción dirigido contra altos funcionarios del Gobierno turco en el año 2013.
«El fallido golpe de Estado tenía el objetivo de debilitar al Estado y todas sus instituciones políticas al eliminar completamente al Gobierno. Los del movimiento de Gulen que trabajan en el sistema judicial y de seguridad habían recibido el mencionado entrenamiento y pasaron a la acción», se apunta en la acusación.
De esta manera, las afirmaciones de la Fiscalía se basan parcialmente en las declaraciones del mismo mandatario turco, quien manifestó el 29 de julio que las autoridades del país sabían quién estaba detrás del fracasado golpe.
En aquella ocasión, el mandatario añadió que al condenar las represalias iniciadas tras el fallido golpe, los estadounidenses «se están delatando a sí mismos».
Además, el 30 de julio, Erdogan afirmó que el clérigo Fethullah Gulen, autoexiliado en EEUU desde 1999, no fue nada más que «un peón» en el fallido golpe mientras que el «cerebro» de la asonada fueron las agencias de inteligencia de EEUU y sus aliados europeos que habían conspirado para derrocarlo.
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El Departamento de Estado de EEUU, por su parte, reaccionó a las acusaciones de Erdogan y las calificó de «completamente falsas y perjudiciales para las relaciones bilaterales».
Aparte de presentar cargos contra las agencias de inteligencia estadounidenses, el presidente turco recriminó al jefe del Mando Central de EEUU, Joseph Votel, el «estar detrás del fallido golpe en Turquía».
Las alegaciones tuvieron como resultado que más de 5.000 manifestantes salieran a las calles marchando hacia la base aérea estadounidense de Incirlik, cerca de la ciudad de Esmirna, y demandaran que los militares de EEUU abandonaran el país.
El 30 de julio, la policía turca se vio obligada a bloquear el acceso a la base con vehículos pesados para prevenir un «sabotaje antiestadounidense».