Este cambio de color, del lago Urmía, en el norte de Irán, ocurrió en cuestión de meses.
Del verde esmeralda de la derecha, en la medida que sus aguas se fueron evaporando, pasó a este rojo sangre, dejando un halo de cristales de sal.
El lago salado, que una vez llegó a ser el más grande de Medio Oriente, lleva décadas encogiéndose debido a la actividad humana.
Y en la medida que se va achicando, se hace más salado; y en la medida que se hace más salado, organismos microscópicos pintan el agua de rojo y naranja.
Este cambio de tono fue captado por el satélite Aqua de la NASA.
Tal y como se aprecia en la imagen, en abril de este año el agua era verde y en poco más de dos meses se hizo tiñó de vino.
Dunaliella salina y Halobacteriaceae
Microorganismos pertenecientes familia de alga llamada Dunaliella salina y a una familia arcaica de bacteria conocida como Halobacteriaceae, están presentes todo el año en el lago.
Lo que ocurre es que en primavera, en el período de de más lluvia de la región y cuando baja el agua de la nieve de las montañas, el lago tiene menor concentración de salinidad.
En la medida que el agua se hace más salado, las microalgas se vuelven rojas «debido a la producción de carotenoides protectivos en sus células», explica el científico de la universidad de Stuttgart, en Alemania, Mohammad Tourian.
«Estudios anteriores sugieren que la Dunaliella salina es responsable del enrojecimiento del lago Urmia», agrega.
Si bien no es la primera vez que el lago Urmía cambia de color con la llegada del verano, expertos advierten que en la medida que continúe la agricultura y se profundice la sequía, el rojo del agua puede ser permanente.
«Si el uso de la tierra y el consumo del agua en la zona se mantiene como ahora, entonces muy pronto desaparecerá el lago (…) a menos que ocurra un inesperado temporal de lluvia, pero no podemos contar con ello», le explicó recientemente a la revista Scientific American Hossein Akhani, biólogo de la Universidad de Teherán.