www.prosveta.com
«La verdad es un problema filosófico, pero es también un problema práctico. Porque una verdad no es completa si nos quedamos en el plano del intelecto, del pensamiento. Para que sea completa, hay que hacerla descender al plano del sentimiento y, más abajo todavía, al de la acción.
Teóricamente, intelectualmente, cada uno puede estar dispuesto a admitir una verdad: mientras se trate de teoría no le compromete a gran cosa. Pero tiene que aceptar después esta verdad en su corazón y, finalmente, llegar a concretizarla con actos. Y entonces, ¡cuántas dificultades!
Tomemos un ejemplo muy sencillo. Teóricamente, es bastante fácil admitir como verdad que todos los hombres son hermanos. Pero tener sentimientos fraternales hacia todos ellos ya es mucho más difícil. Y en cuanto a actuar fraternalmente, cualesquiera que sean las personas y las circunstancias, eso es lo más difícil del mundo y hay que reconocerlo, lo que menos se ha realizado.
Cuando les explicamos lo que es justo y bueno, hay muchos que dicen: «Lo he comprendido, lo he comprendido…», pero actúan después de forma contraria a todas las leyes de la justicia y de la bondad, porque no tienen conciencia de que el corazón debe decir también su palabra y la voluntad debe movilizarse para realizar. Sin embargo, una idea que no se realiza es algo casi inútil.
Cuando alimentamos un pensamiento justo, debemos llegar a amarlo suficientemente para poder actuar conforme a él.»
***