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«Estar sin hacer nada, no ha sido nunca la mejor manera de descansar. El mejor modo de descansar es cambiar de actividad. El trabajo espiritual, precisamente, es por naturaleza muy diferente de todas las otras actividades a las que estáis acostumbrados. No es como ir cada día al taller, a la fábrica o a la oficina para ganar vuestro sustento, a veces penosamente, y el de vuestra familia. En el trabajo espiritual, se trata de desarrollar esa parte divina de vosotros mismos que, en la existencia cotidiana, está ahogada y reprimida por toda clase de obligaciones y de preocupaciones.
Así pues, he aquí el mejor reposo: aprender a introducir en vosotros el orden y la armonía, permitir a vuestra naturaleza divina expandirse en la luz y el amor, con el fin de llegar a ser un día un factor benéfico para el mundo entero.»
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