Por Jennifer Hoffman
- Todos tienen una historia de víctima, un recuerdo de una situación en la que se sintieron impotentes, fuera de control o indefensos. Los detalles de la historia de víctima son muy reales y sirven como un recordatorio de que a pesar de nuestros mejores esfuerzos, podemos ser superados por personas o eventos y nuestra vida puede cambiar en un instante. Sin importar cuándo comenzó por primera vez la historia de víctima, cada detalle está grabado en nuestra mente como un recordatorio de que estamos a un paso del desastre. Pero esta no es la intención de nuestras experiencias de víctima. Todos nosotros pasamos por diferentes aspectos de ser una víctima en nuestra vida, comenzando con la niñez cuando somos vulnerables y dependientes, hasta la adultez en donde tratamos de lograr nuestros sueños ante los que pueden parecer retos insuperables. Somos enfrentados con elecciones de ser una víctima o elevarnos sobre nuestras limitaciones percibidas para volvernos victoriosos y pararnos en nuestro poder. El paradigma de víctima es algo que toda la humanidad debe – y puede – superar, y liberarlo es parte de nuestro viaje espiritual individual y colectivo.
Nuestra historia de víctima puede comenzar en la niñez cuando recordamos incidentes de ser intimidados por otros, donde nuestros padres no estaban disponibles emocional o físicamente o donde nuestras necesidades no fueron satisfechas de alguna manera. O quizá algo sucedió, como una enfermedad, abuso, o una vida hogareña difícil, la muerte de nuestros padres o hermanos que crearon trauma y comenzaron a crear el paradigma de víctima en nuestra vida. Sin darnos cuenta de ello, ese paradigma se convierte nuestro diseño de vida y determina el curso que nuestro camino tomará. Entonces atraemos personas y situaciones que se relacionan e incluso realzan nuestro diseño de víctima porque esa es la energía con la que vibramos. Cuando nos preguntamos por qué las personas no son respetuosas, no nos honran o parecen salirse de su camino para bloquearnos en cada esquina, o por qué la vida es difícil, no somos felices, no tenemos suerte o estamos insatisfechos, la respuesta yace en nuestro paradigma de víctima. Si bien podemos sentirnos muy solos con nuestra historia de víctima, cada persona tiene la suya. Incluso la persona más consumada alberga un miedo secreto mediante el cual se puede convertir en víctima por algún incidente pasado olvidado, un recién llegado que la ensombrecerá o se enfrentará con una lucha que revelará una debilidad.
Mientras que quizá no nos llamemos víctimas, nuestros pensamientos, creencias y acciones dicen otra historia. Una víctima tiene muchos problemas, decepciones, expectativas no logradas y sueños no cumplidos. Con frecuencia ellos piensan que otros parecen ser más suertudos, más dotados, bendecidos o conectados de lo que ellos están. Una víctima comparte sus historias de víctima con todos porque quiere compasión y saber que no está sola en su infelicidad. Ella puede haber recibido «entrenamiento para víctima» de su familia, lo cual puede acarrear patrones generacionales de creencias de víctima. Y ella se convierte en víctima de su propia historia de víctima. Entonces ella atrae víctimas y a aquellos que se aprovechan de ella porque cuando somos una víctima atraemos tiranos, personas que necesitan controlar, manipular o dominar a los demás para sentirse poderosos.
Cuando estamos operando desde el paradigma de víctima enviamos un mensaje en silencio a los demás de que no somos poderosos y que ellos son más poderosos que nosotros. Cuando necesitamos ayuda podemos encontrar a alguien que responda al llamado pero si le entregamos nuestro poder a cambio de su ayuda, estamos empujándonos más hacia el paradigma de víctima. Entonces nuestro salvador y rescatador puede convertirse en la persona que nos controle, entonces el salvador se vuelve un tirano y nos paramos de un papel de víctima a otro. ¿Cómo podemos liberar el paradigma de víctima, algo que muchos Trabajadores de la Luz han venido a hacer? Primero debemos entender la razón del paradigma de víctima y después tomar una decisión aunque podamos estar en un ciclo de víctima cuando estamos eligiendo.
Nuestro viaje espiritual puede ser comparado con la ceremonia Nativa Americana de recuperación del alma, en donde un chaman lleva al buscador en un viaje para recapturar las piezas del alma que han sido perdidas en traumas de vidas pasadas. En cada vida se nos proporcionan oportunidades para sanar traumas antiguos que están enterrados dentro de nuestra memoria del alma y ADN emocional y para regresarnos a nosotros mismos a lo espiritual y la totalidad emocional. Estas situaciones se nos revelan en formas diferentes en que nos sentimos como víctimas, en los varios entrenamientos de «victimismo» que se nos ofrecen, por aquellos que están de acuerdo en crear oportunidades de víctima para nosotros. El viaje a la totalidad comienza con nuestra habilidad para encontrar nuestro centro espiritual, en donde podemos comenzar a reconectarnos con nuestro poder y comenzar el viaje a la re-conexión con el mismo.
Esta también es la historia del viaje de la humanidad desde su inicio hasta ahora, el tiempo en el que estamos cambiando hacia nuevas vibraciones de ser. Como una familia humana tenemos la oportunidad de salirnos del paradigma de víctimas y recordad nuestra conexión con la Fuente, la divinidad y nuestro poder. Nuestras historias de víctima están basadas, de hecho, en esta vida y en anteriores. Existen situaciones en donde las personas abusaron de nosotros, se aprovecharon de nosotros o no hicieron lo que creímos que deberían haber hecho. Pero dentro de cada una de estas historias de víctima hay una lección kármica, un contrato del alma, y un punto de inicio para nuestro viaje al perdón, transformación y cierre.
Tenemos una elección para permanecer como víctima y continuar sufriendo en impotencia o unir las piezas heridas de nuestra alma y volvernos victoriosos maestros espirituales que entienden la imagen más grande y pueden elegir la sanación sobre el dolor, el momento presente sobre el pasado y una vida de abundancia y satisfacción sobre carencia y pena. A todos se nos da una oportunidad para reconocer nuestro estado de víctima y elegir otra opción, crear un paradigma de nuevo mundo en donde no haya víctimas y liberemos este paradigma de la energía de la tierra para siempre.
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