Aida. Bisfenol A, el veneno silencioso

por Cristina Santiago

Cómo ya sabéis, hace unos meses escribí un artículo hablando sobre Los tóxicos en el agua Grifo vs Embotellada.

En ese artículo hacía hincapié en los disruptores endocrinos, hoy vamos a hablar de algo relacionado, el más relevante es el BPA (Bisfenol A).

Aquí podéis ver un vídeo relacionado con los tóxicos que hay en el plástico del agua y cómo estos pasan al agua y de ahí a nuestro cuerpo. Además de la gran contaminación de plástico a la que asumimos al planeta y cómo nos engañan vendiéndonos el agua a más de 1.000% de su valor.

¿Qué es el BPA (Bisfenol A) y dónde lo encontramos?

Es una sustancia química que afecta el sistema endocrino, puede ser encontrada en productos plásticos, en la mayoría de los revestimientos de los alimentos enlatados,  envolturas de plástico, botellas de agua, resinas epoxi, policarbonatos, tintas, tonners, DVDs, CDs, empastes dentarios, equipos eléctricos y electrónicos, automóviles, envases de comida y bebida, biberones infantiles (prohibido en la UE desde 2011), tapones, papeles térmicos, en las carcasas de nuestros ordenadores , en nuestro material óptico, en los faros de nuestros coches, en cristales antibalas, en incubadoras para bebés, en aparatos de diálisis, en las tuberías que nos traen el agua, en recubrimientos usados en el interior de nuestras viviendas e incluso en contacto con la comida que ingerimos.

Realmente, ¡está por todas partes!

Desde los años 30 están documentados los riesgos del Bisfenol A para la salud, pero aún después de 80 años todavía no se ha podido prohibir su uso debido a que la gran industria ejerce una fuerte presión en el sistema para continuar con su negocio.

El problema es la fuerte migración que existe del BPA desde los plásticos hasta el cuerpo humano. Por ejemplo, los recipientes de plástico donde guardamos la comida de nuestros bebés, cuando los hervimos y los lavamos se produce migración (1). Desde las latas también se produce migración hacia la comida que guardan en su interior, incluso los plásticos tipo papel film para envolver los bocadillos también tienen BPA y este migra hacia el alimento, pasando después a formar parte de nuestro cuerpo cuando lo ingerimos (2).

Incluso los pacientes que están sometidos a hemodiálisis son expuestos a BPA a través de los riñones artificiales ya que estos contienen policarbonatos (3).

La conclusión de nuestros niveles de BPA en sangre es que recibimos la mayor parte por la vía alimentaria, por la migración de este químico a los alimentos y de ahí a nuestro cuerpo.

Según este estudio, bastaba evitar durante tres días ciertas comidas enlatadas o la práctica de poner plásticos en el microondas o no usar vasos o botellas con ciertos plásticos, entre otras medidas, para que los niveles de Bisfenol A en la orina se redujesen hasta un 75%.

Algunos estudios se han dedicado a estimar la exposición total al Bisfenol A desde todas las fuentes conocidas de contaminación con la sustancia. Fuentes como la contaminación del agua, el aire, los suelos… junto con la contaminación alimentaria debida a los revestimientos de latas o a envases plásticos. La cantidad de Bisfenol A

que entraría en el cuerpo humano diariamente estaría en torno a algo menos de 1 microgramo por kilo de peso corporal según alguna investigación realizada (4).

Aunque un comité científico de la Comisión Europea (5) estimaba que serían hasta 1.6

microgramos/kg de peso corporal diarios por la vía alimentaria, y un estudio sobre los neozelandeses hablaba de unos 4.8 microgramos diarios solo a través de la dieta (6).

Hay que tener en cuenta de que a pesar de encontrar BPA en infinidad de productos que están en contacto con la comida, la migración de este compuesto se multiplica como podemos ver en los estudios realizados por científicos de la Miyazaki University (Japón)(7) o el de las Universidades de Nagasaki o Kumamoto(8). En este último, al calentar a 100 grados centígrados el agua contenida en una de estas latas la concentración de Bisfenol A en el agua crecieron de 1.7 a 55.4 veces.

Lamentablemente la mayoría de nosotros estamos expuestos al BPA y obviamente lo tenemos en nuestro cuerpo, segun estos estudios [123] realizados en la Unión Europea y Estados Unidos.

 En cualquier utensilio fabricado con productos plásticos encontramos BPA

¿Con qué patologías o problemas se relaciona el BPA?

El BPA es una sustancia que afecta al sistema endocrino, ya en 2013, investigadores de University of Texas Medical Branch descubrieron que incluso las concentraciones diminutas —menos de una parte por billón–de BPS pueden perturbar el funcionamiento celular. Los trastornos metabólicos como la obesidad, la diabetes, e incluso el cáncer, podrían ser el resultado de dichos trastornos.

La gran investigación realizada en 2010 por la EFSA, el comité de expertos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, revisó la ingesta diaria tolerable considerada como segura, 0,05 mg/kg por día, y concluyó que esta cantidad debía reconsiderarse porque algunos estudios planteaban incertidumbres al respecto. En estudios realizados con animales, se demostraron efectos toxicológicos relevantes, como cambios bioquímicos en el cerebro.

No obstante aunque de momento sus «conclusiones» son de cautela, es curioso quesólo eligen 300 estudios favorables de 800, los cuales el resto no son favorables al uso de esta sustancia debido a sus efectos perjudiciales.

Como comenta Carlos de Prada en sus investigaciones, se han encontrado BPA en todas las etapas del ciclo vital desde fetos hasta personas adultas, algunos de esos estudios los podéis encontrar a continuación:

– Determination of bisphenol A in human serum by high-performance liquid chromatography with multi-electrode electrochemical detection.

ESTUDIO: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/11129074

– Bajas concentraciones de p_NP y BPA actúan sobre las células trofoblásticas que alteran los procesos fisiológicos principales de desarrollo de la placenta.

ESTUDIO: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26027920

– BPA y p-NP se encuentran en cordones umbilicales humanos
ESTUDIO: Takada et al. (1999). Bisphenol A and nonylphenols in human umbilical cords. Proceedings of the International Scientific Conference on Environmental Endocrine Disrupting Chemicals. Monte Verita, Ascona (Suiza). 7-22 March 1999.

– La concentración de BPA es mayor en la sangre de los fetos que en la de la madre

ESTUDIO: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/12417499

– BPA en sangre puede estar relacionado con los ovarios poliquísticos

ESTUDIO: https://www.sciencedaily.com/releases/2011/01/110113082720.htm

ESTUDIO 1: https://www.sciencedaily.com/releases/2010/06/100621143602.htm

– Adultos más expuestos a BPA podrían ver alterado su sistema inmune
ESTUDIO: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3060004/

– Relacionan niveles de BPA en sangre con peor calidad del semen
ESTUDIO: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/24786630

ESTUDIO 1: http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/21035116

Un estudio realizado por la Universidad de Granada estimó esa liberación en un rango de entre 4 y 23 microgramos por lata (9) comprobándose cómo al exponer a un cultivo de células de cáncer de mama humano al contenido de las latas, las células de cáncer

de mama proliferaban extraordinariamente, hecho que confirmaba el carácter hormonal estrogénico de este contaminante.

El BPA, que imita la hormona estrógeno, se ha relacionado con:

De acuerdo con un informe de la Organización Mundial de la Salud (WHO, por sus siglas en inglés) y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (PNUMA), titulado «State of the Science of Endocrine Disrupting Chemical” (Estado de la Ciencia de los Disruptores Endocrinos),» (20) publicado en 2014, los disruptores endocrinos tendrían que ser prohibidos en todos los ámbitos con el fin de proteger a la salud de las generaciones futuras.

Los efectos en la salud de los productos químicos que alteran las hormonas son tan evidentes que cada persona tendría que tomar medidas preventivas para evitarlos, según la Endocrine Society (21)(22).

El problema es que los disruptores endocrinos imitan a las hormonas naturales, llegando a «engañar» al cuerpo. Entonces se aumenta o disminuye la producción de hormonas o bloquean las señales hormonales al unirse a los receptores celulares. Esta es la razón por la que los compuestos que interfieren con estos procesos vitales pueden producir tales efectos profundos en concentraciones tan mínimas.

Dado que las hormonas naturales operan en concentraciones de partes por millón e incluso en partes por billón, muchos expertos creen que no hay un nivel seguro de exposición a los EDCs. En cuanto a la cantidad de BPA que podría exponer a través de los alimentos enlatados, se deben tener en cuenta los siguientes estudios:

  • Un estudio realizado en 2011 (23) encontró que el consumir sopa enlatada durante cinco días aumentó en más de 1 000 % las concentraciones de BPA en la orina de los participantes, en comparación con comer sopa recién hecha.

  • En 2014, los investigadores mostraron que después de beber leche de soya enlatada, los niveles de BPA en la orina de los participantes aumentaron alrededor de 1 600 % en comparación con los que tomaron leche de soya en envase de vidrio. (24)

  • Un estudio realizado en 2015 (25) por investigadores de la Universidad de Stanford, reveló que los niños pueden estar expuestos a niveles potencialmente tóxicos de BPA a través de los almuerzos escolares.

Algunos estudios han dado lugar a noticias como estas:

“El Bisfenol A aumenta el riesgo de cáncer en el tejido de próstata humana“

“El riesgo de que los compuestos químicos pasen del envase a la comida“

“Un contacto continuo con recibos impresos, vinculado a niveles elevados de bisfenol A“

«El Bisfenol A, ligado a cáncer de próstata»

Por tanto, lo más recomendable es, en la medida de lo posible, desterrar todo alimento que pueda estar en contacto con plásticos, latas, papel tipo «film»…

Bibliografía y estudios:

(1) Brede , C (2003). Increased migration levels of bisphenol A from polycarbonate baby bottles after dishwashing , boiling and brushsing. Food Addit Contam; 20 (7): 684-689.

(2) López Cervantes J y Paseiro Losada P (2003). Determination of bisphenol A in, and its migration from, PVC stretch film used for food packaging. Food Addit Contam. 20

(3) Yamasaki et al. (2001). Determination of bisphenol A in effluents of hemodialyzers. Nephron; 88 (4): 376-378.

(4) Kang J-H, Kondo F, Katayama Y. Human exposure to bisphenol A. Toxicology. 2006;226:79-89.

(5) European Commission Opinion of the Scientific Committee on Food on Bisphenol A . Abril 2002. (http://ec.europa.eu/food/fs/sc/scf/out128_en.pdf )

(6) Thompson BM, Cressey PJ, Shaw IC. Dietary exposure to xenoestrogens in New Zealand. J Environ Monit. 2003;5:229-35.

(7) Kang J-H, Kito K, Kondo F. Factors influencing the migration of bisphenol A from cans. Journal of Food Protection. 2003;66:1444-7.

(8) Takao Y, Lee HC, Kohra S, Arizono K. Release of bisphenol from food can lining upon heating. Journal of Health Science. 2002;48:331-4.

(9) Brotons JA, Olea-Serrano MF, Villalobos M, Olea N. Xenoestrogens released from lacquer coating in food cans. Environ Health Perspect. 1994;103:608-12

(10) (11) New York Times August 28, 2014

(12) (17)(19) Medical News Today September 26, 2014

(13) Exposure to Bisphenol A From Drinking Canned Beverage Increases Blood Pressure

(14) NBC News December 8, 2014

(15) New York Times December 8, 2014

(16) International Business Times August 22, 2014

(18) Time March 25, 2016

(20) WHO February 19, 2013 Press release

(21) Endocrine Society Scientific Statements

(22) Medicinenet.com September 28, 2015

(23) JAMA. 2011 Nov 23;306(20):2218-20.

(24) Hypertension December 8, 2014 [Epub ahead of print]

(25) Journal of Exposure Science & Environmental Epidemiology September 23, 2015

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