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La histórica alianza entre Estados Unidos e Israel volvió a ser ratificada este miércoles con la firma de un documento que vale muchos millones: US$38.000 millones para ser exactos.
Ese es el monto del paquete de ayuda militar que el país norteamericano se ha comprometido a entregar al pequeño estado de Medio Oriente durante la década que va desde el año 2018 hasta el 2028 y que constituye el mayor acuerdo de ayuda militar de la historia estadounidense.
El documento prevé la
entrega de US$3.800 millones anuales, un monto comparable al presupuesto de defensa de Portugal y superior al de países como Perú o Ecuador.
El nuevo acuerdo supera en un 26% el compromiso que ha estado vigente desde 2007, que establecía desembolsos anuales por US$3.000 millones.
Pero, si la defensa militar de Israel resulta muy beneficiada por la ayuda, Estados Unidos también obtiene ventajas muy claras: el acuerdo prevé que Israel tiene que gastar la totalidad de los fondos en adquirir equipamiento militar estadounidense.
De esta manera Israel recibe las armas y Estados Unidos se queda con el dinero y con los puestos de trabajo requeridos para la fabricación del equipamiento.
En el convenio anterior, que aún sigue vigente, Israel podía gastar en torno a una cuarta parte de los fondos en hacer compras a su propia industria militar.
De igual modo, antes podía disponer de parte de los recursos para comprar combustible, algo que ya no podrá hacer y que, según estimaciones de la Casa Blanca, puede significar que ahora gastará en torno a US$1.200 millones más al año en comprar equipos militares.
Un acto de equilibrio
«Este es un difícil acto de equilibrio. Es una forma de demostrar que Estados Unidos aún apoya la existencia de Israel y que le da suficiente respaldo, pero también una forma de decirle a Israel que no puede lograr todo lo que pide», explicó Peter Gourevitch, profesor de la Universidad de California en San Diego, a BBC Mundo.
El experto consideró que en la actualidad hay muchas presiones en torno a estas relaciones, por lo que el acuerdo podrá parecerle insuficiente a quienes son partidarios del apoyo irrestricto de Estados Unidos a Israel y, al mismo tiempo, le parecerá excesivo a quienes cuestionan esa relación.
Gourevitch advierte que, en cualquier caso, la ayuda militar estadounidense a Israel es «totalmente necesaria».
«Israel necesita apoyo. No es China, Rusia, Alemania o Francia, es un país minúsculo. Hay una gran hostilidad en su entorno. Soy muy crítico con Israel, pero creo que la hostilidad y los peligros que enfrenta son muy graves.», dijo Gourevitch.
«Israel está rodeado de países con muchísima más población y con ejércitos mucho más grandes. Es absurda la idea de que es un país rico que puede defenderse por si mismo», agregó.
En los últimos años, organizaciones de derechos humanos le han pedido a Estados Unidos que reevalúe su política de ayuda militar a Israel pues consideran que esta contribuye al conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos.
El apoyo militar estadounidense, según prometió la Casa Blanca, se traducirá en la posibilidad de que Israel renueve su flota de aviones caza.
Esto incluye la adquisición de los supermodernos cazas F-35 de quinta generación, lo que convertirá a Israel en el primer aliado de Estados Unidos en contar con este tipo de aeronaves de combate.
De igual modo, el acuerdo prevé el desembolso de US$500 millones anuales destinados específicamente a la defensa antimisiles.
En el pasado, este tipo de ayuda permitió a Israel dotarse de la famosa Cúpula de Hierro, el sistema de defensa e intercepción aérea que, según la Casa Blanca, permitió salvar numerosas vidas durante la guerra con Hamas en 2014.