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«Coméis algunas frutas y he aquí que esta comida, una vez digerida y asimilada, contribuye al buen funcionamiento de todo vuestro organismo.
¿Qué Inteligencia ha encontrado el medio de aportar a cada órgano de nuestro cuerpo lo que necesita para que podamos continuar viviendo?…
¿Cómo no sentir admiración ante ella? Gracias a este alimento continuáis viendo, oyendo, respirando, degustando, tocando, hablando, cantando, caminando. Y también se beneficiarán vuestros cabellos, vuestras uñas, vuestros dientes, vuestra piel, etc. Sí, ¿cómo no sentir admiración ante esta Inteligencia? En lo sucesivo, debéis pensar más en ella y manifestarle vuestro reconocimiento.
Lo que es esencial en la comida, no es la materia de los alimentos, sino las energías que contienen, la quintaesencia aprisionada en ellos, porque es ahí donde está la vida. La materia del alimento sólo es un soporte. A través de esta materia, lo que debemos tratar de recoger es pues la quintaesencia, con el fin de alimentar también nuestros cuerpos sutiles. Es un error creer que comemos sólo para alimentar nuestro cuerpo físico: comemos para alimentar también nuestro corazón, nuestro intelecto, nuestra alma y nuestro espíritu.»
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