Luna D – www.lunadominante.com
Aquellos que tienen la suerte de tener al bello colibrí como animal de poder en su tótem han de aprender una lección de hedonismo y de alegría de vivir.
En este mundo, podemos encontrar muchas razones para ser felices y cientos de motivos para sonreír: Todo depende de si eres capaz de verlos o en cambio, eliges estancarte en la negatividad de un problema. La misma situación puede percibirse de maneras muy distintas según la actitud con la que tú decidas enfrentarla.
¡Haz como el colibrí y sácale todo el néctar a la vida!
Cuando estos ágiles pajarillos se cruzan en nuestro camino lo hacen para recordarnos que debemos adaptarnos a las circunstancias con facilidad y ligereza. Mientras no nos obcequemos siempre es posible avanzar… Se trata de buscar el camino alternativo. Y de apreciar siempre la belleza que encontramos a cada paso. Porque hay pequeños tesoros aguardando que los descubra la sensibilidad del que observa.
A pesar de ser aves muy pequeñas, los colibríes tienen la capacidad de recorrer grandes distancias sin cansarse. Igualmente, nosotros no debemos cejar en la persecución de nuestros sueños. Puede que el camino sea largo, pero sólo aquellos que no lo abandonan, son los que llegan a la meta.
Los colibríes tienen la capacidad de volar hacia atrás. Este movimiento retrógrado es un símbolo de lo mucho que se puede aprender de los errores del pasado. Toda experiencia, por cruda que nos parezca, es un pozo de sabiduría. No vivas en balde y analiza las consecuencias de tus acciones.
Los nativos de los Andes asociaban al colibrí con la resurrección, por el estado de torpor o hibernación en el que pueden permanecer en determinados momentos, para luego volver a renacer con el día. Y es que nada proporciona mayor tranquilidad al espíritu que la certeza de que siempre se puede empezar de cero.
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