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«¿Buscáis el amor? Pues precisamente por eso no lo encontráis. Diréis: «¡Pero tengo tanta necesidad de amor! ¿Cómo lo voy a encontrar si no lo busco?» Si queréis verdaderamente encontrar el amor, empezad por amar vosotros y dejad de buscarlo. Entonces veréis cómo va a ser él el que os persiga, y aunque queráis deshaceros de él, no lo conseguiréis: lo echaréis por la puerta, ¡y volverá por la ventana! Sí, en cuanto dejáis de buscar el amor porque habéis decidido amar vosotros, entonces se presenta. Pero cuanto más lo buscáis, más se aleja. Es como si persiguieseis vuestra sombra: huye delante de vosotros y nunca podéis alcanzarla.
Cuando buscáis el amor de los demás, os concentráis en algo que es exterior a vosotros; os alejáis así de este tesoro que poseéis dentro de vosotros mismos y acabáis perdiéndolo. Las cosas son así. Por tanto, en vez de buscar el amor, dadlo, renovadlo sin cesar en vosotros y os sentiréis siempre habitados por su presencia: estará continuamente con vosotros, sonriéndoos, mirándoos amablemente.»
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