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Tras el comentario de la enviada de Estados Unidos ante la ONU, Samantha Power, quien aseguró que las acciones de Rusia en Siria son «una barbarie», la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova, ha respondido en su cuenta de Facebook que no hay nada en la historia moderna que sea más brutal que los actos de EE.UU. en Irak y Libia.
Este domingo, la enviada estadounidense ante el organismo internacional arremetió contra Rusia durante una reunión del Consejo de Seguridad, en la que acusó a Moscú de las bajas civiles que se han producido en Alepo (Siria) tras el fracaso del último alto el fuego:
«Lo que Rusia patrocina y hace no es la lucha contra el terrorismo, sino una barbarie», señaló la diplomática norteamericana.
Durante su intervención, Power acusó a Rusia y Siria de atacar a trabajadores humanitarios, infraestructuras civiles y zonas residenciales, aunque omitió el hecho de que algunos grupos armados —incluido elFrente Al Nusra, la rama de Al Qaeda— controlan grandes zonas de Alepo y emplean a la población como escudo humano.
Zajárova ha destacado que la embajadora estadounidense empleara el término «barbarie» cuando «desde el punto de vista histórico, (…) un bárbaro es alguien que no pertenece a un imperio y hoy en día solo tenemos uno» y ha recordado que las acciones de Washington en Irak y Libia fueron «lo más brutal que ha visto el mundo en la historia moderna».
La portavoz de la Cancillería rusa estima que el motivo de las declaraciones de Power era desviar la atención del ataque estadounidense contra las tropas sirias cerca de Deir ez Zor, que ocurrió durante el cese de las hostilidades y casi provocó que el grupo terrorista Estado Islámico invadiera posiciones del Ejército sirio.
Por su parte, Moscú culpa a EE.UU. del fracaso de la tregua porque piensa que Washington fue incapaz de frenar a los grupos rebeldes que no se comprometieron a respetar el proceso de paz y no estuvo de acuerdo a la hora de designarlos como objetivos legítimos.
Samantha Power, que realiza sus funciones actuales desde 2013, fue una de las defensoras más encendidas del denominado intervencionismo militar por motivos humanitarios.
La invasión de Irak y el derrocamiento de Muamar Gadafi en Libia son dos ejemplos de esa manera de pensar.
Esas intervenciones, cuya supuesta intención era prevenir el sufrimiento de la población civil, causaron estragos a largo plazo.