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Según se destaca en un estudio elaborado por Elliot Wise, miembro de la Universidad Brigham Young, la fragancia del incienso ha impregnado la tierra y la cultura egipcias durante milenios, especialmente durante las dinastías intermedias y posteriores. El autor cita relieves y textos de papiros en los que se describe que el incienso, además de ser utilizado por los sacerdotes en ceremonias de purificación, tenía para ellos una estrecha relación con el Ojo de Horus o el cuerpo de los dioses.
“Las representaciones más comunes de incienso en el antiguo Egipto provienen de tumbas y templos donde las escenas estándares presentan a un faraón o sacerdote durante el proceso de purificación de una momia o estatua de un Dios. En las antiguas tumbas excavadas en la arena caliente aún se pueden sentir los restos de resina [incienso] y el olor dulce de las flores de loto que florecen a lo largo del Nilo”, describe Elliot Wise, destacando las flores de loto, representadas frecuentemente por los antiguos egipcios, y que en Oriente simbolizan la pureza.
Así, en el relieve del templo de Seti I, faraón de la dinastía XIX, en Abidos, se muestra un “clásico ejemplo de la fumigación [con incienso] como culto”, señala el autor:
Seti se inclina hacia delante, hacia la estatua del dios Amón-Ra. Con su mano derecha vierte agua sobre un ramo de flores de loto, mientras que con la mano izquierda dirige el humo hacia el Dios, desde un incensario con forma de brazo.
Detalle del relieve del templo de Seti I, faraón de la dinastía XIX, en Abidos, Egipto.
Estos incensarios, con forma de brazo humano, sostenían un cuenco lleno de carbón. El oficiante seleccionaba las bolitas de resina de un pequeño compartimento situado a lo largo y las echaba en el cuenco. Los faraones llegaban incluso a cultivar árboles de incienso, o se importaban las resinas para los templos y tumbas egipcias. Al incienso se le atribuían múltiples propiedades, como la fertilidad o la capacidad de dar la vida.
“El incienso significa reverencia y oración, pero en un nivel más profundo evoca incluso la presencia real de la divinidad mediante la creación de la “fragancia de los dioses”, explica Wise citando un antiguo texto que decora los muros de un templo egipcio.
Algunas de las citas hablan de unas deidades determinadas y específicas según los aromas o tipos de incienso. Además, en los muros del templo de Horus ubicado en Edfú, se detallan algunos de los secretos de las recetas: “Los mejores inciensos de mirra ‘nacen de la mirada del rey’”, indica uno de sus textos.
Para algunos, el incienso de ládano representaba las lágrimas que caían del ojo del dios Horus, en referencia a la leyenda de Horus ofreciendo el ojo “perfumado” a su Padre como prueba de su victoria sobre el dios Seth.
Antiguo incensario egipcio de bronce. (Siglo VII a. C.). Museo de Arte Walters de Baltimore, Estados Unidos.
Los textos también hacen alusión al carnero de Osiris, ya que estos animales mientras comían atrapaban el ládano, que luego se endurecía, en sus barbas, cosechándose el incienso al rapárselas. Los recintos sagrados de Egipto solían tener “el olor de la tierra divina”. Según el propio Wise, para el sacerdote del templo llamado Hepusonb, por ejemplo, el culto del incienso era muy importante, ya que incluyó imágenes de este oficio en las paredes del propio templo.
Las descripciones de los relieves egipcios con incienso suelen citar los ojos de Thot, a Osiris, la parte posterior de Horus, los miembros divinos y los huesos de los dioses. También en las pirámides y obeliscos se destaca “el aroma del ojo de Horus” y el simbolismo del Sol. El rey suele aparecer en una flor de loto, y la fragancia de la flor se eleva cada mañana, tal y como sucede en la irrigación del incienso realizada a lo largo de una ceremonia al dios. El ojo de Horus fragante luce como la presencia del dios, según explica Wise.
Asimismo, en las paredes del templo funerario de Hatshepsut, ubicado en Deir el-Bahari, se observan filas de hombres que llevan árboles de incienso. El investigador estima que los egipcios aprendieron “cuidadosamente a transportar y almacenar el incienso y la mirra”. De hecho, las trataban siempre “como si fueran emblemas de los cuerpos de sus dioses”. Posteriormente, los sacerdotes coptos cristianos también adoptaron los incensarios para purificar sus altares. Hoy, en cambio, las perfumerías los exportan a todo el mundo.
En este relieve aparecen representados árboles de incienso y mirra traídos por Hatshepsut de su expedición a Punt