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En la medida en que vinculamos el estatus moral de los animales con características más allá de la sintiencia, mantenemos la arrogancia humanocéntrica que es el especismo. Decir que quienes importan son los animales “como nosotros” se asemeja a decir que los humanos que tienen piel clara importan más que los humanos que tienen piel oscura.
No es una cuestión de cuán “inteligentes” son los animales o si tienen capacidades mentales a las que reconocemos como parecidas a las nuestras. Si son sintientes, ésa es la única característica que necesitan para que nosotros tengamos el deber moral de no usarlos como nuestros recursos.
El “movimiento animalista”, el cual, además de su promoción de la explotación “feliz”, sigue teniendo una obsesión con los grandes simios no humanos, los animales marinos, los elefantes, etc., está atascado en el especismo. Este enfoque es gravemente problemático, al menos por dos razones:
1. Ignora que las características cognitivas más allá de la sintiencia son moralmente irrelevantes para determinar si usamos un ser exclusivamente como un recurso humano. Comprendo esto en el contexto humano. Es decir, ser “inteligente” puede importar para algunos propósitos, tales como si le damos a alguien una beca, pero es completamente irrelevante en cuanto a si usamos a alguien como un donante forzado de órganos, como un sujeto sin consentimiento informado en un experimento biomédico. Debemos comprender esto también en el contexto de los animales nohumanos.
2. Establece un estándar en cuanto a que los otros animales, por mucho que sean “como nosotros,” nunca pueden ganar. Por ejemplo, nosotros hemos sabido durante mucho tiempo que los grandes simios no humanos son muy parecidos a los humanos de muchísimas maneras, pero continuamos explotándolos. Por mucho que los animales sean “como nosotros,” ellos nunca son suficientemente “como nosotros” como para traducirlo en una obligación de nuestra parte de cesar de explotarlos.
Lo que llamo el enfoque de las “mentes similares” implica un juego que los animales nunca pueden ganar. Ellos nunca serán suficientemente “como nosotros.”
Para terminar: centrarse en la sintiencia ¿establece en sí mismo una jerarquía de la sintiencia sobre la no-sintiencia? No, porque la sintiencia es una característica necesaria tanto como suficiente para que un ser tenga intereses (preferencias, deseos o intenciones) en primer lugar. Una roca no es sintiente; no hay ninguna clase de mente que prefiera, desee o quiera algo. Una planta está viva, pero no tiene ninguna clase de mente que prefiera, desee o quiera algo.
Es interesante notar que el mismo “movimiento animalista” perpetúa la noción de que a los pollos, el animal más explotado en términos de puros números, le faltan todas esas características cognitivas “especiales”, y pueden seguir siendo usados por los humanos como un recurso si lo hacen “humanitariamente.” Y aunque la lista de los siete animales de la que aquí se habla, incluye a otros animales además de los que los defensores de animales usualmente fetichizan, continúa aún excluyendo a los pollos y a nuestro recurso principal de vacas-lecheras. Qué conveniente.