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«Decís que tenéis dificultades para meditar. ¿Por qué las tenéis? Porque todavía no habéis comprendido bien que cada momento de la existencia no está aislado, sino que va unido con todos los momentos que le preceden: debéis pues estar atentos y preparar las condiciones para poder hacer, llegado el momento, un verdadero trabajo con el pensamiento.
Suponed que hayáis discutido con alguien: al día siguiente, cuando queráis meditar, no dejaréis de rumiar vuestras quejas y querer arreglar cuentas con él. En vez de sentiros liberados y lograr elevaros hasta las regiones del alma y del espíritu, estaréis pegados al suelo, ocupados únicamente en proseguir las discusiones del día anterior. Una vez por una razón y otras veces por otra, la misma historia se repetirá interminablemente y nunca sabréis meditar. Así pues, que os quede claro. Podéis realizar muchas cosas con el pensamiento, pero sólo si tomáis conciencia de que cada momento de vuestra vida, al estar conectado con los que le preceden, el trabajo del pensamiento, como todos los demás trabajos, necesita de una preparación.»
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