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El informe de la campaña de VSF Justicia Global pone de manifiesto que 90.000 personas mueren al año en el Estado español por enfermedades relacionadas con la alimentación insana. Las mujeres y las familias con menos ingresos son las que sufren con mayor intensidad los efectos del exceso de azúcares añadidos, sal y grasas insalubres.
¿Qué ha ocurrido con nuestra dieta para que los alimentos, más que una fuente de nutrientes, puedan ser causa de enfermedad?
La causa es el excesivo consumo de alimentos procesados, cargados de sal, azúcares añadidos y grasas insalubres
Solo en el Estado español, cada año mueren 90.000 personas por enfermedades relacionadas con la alimentación insana.
De hecho, se le pueden atribuir entre un 40-55% de las dolencias cardiovasculares, un 45% de los casos de diabetes y entre un 30-40% de algunos tipos de cáncer, como el de estómago y colon.
La suma de estas tres enfermedades da como resultado 6 millones de enfermos en todo el mundo cuyo principal factor de riesgo ha sido la alimentación insana. Son las conclusiones del informe “Viaje al Centro de la Alimentación que nos enferma”, de VSF Justicia Global, presentado esta semana en Madrid
Las ventas de productos ultraprocesados han aumentado un 43,7% en solamente trece años (de 2000 a 2013), con diferencias importantes entre las regiones.
Algunos mercados (Europa Occidental y Norteamérica) están ya absolutamente invadidos por este tipo de alimentos, mientras que en el resto están creciendo de manera alarmante.
“En los alimentos procesados viajan los ingredientes ocultos peligrosos para nuestra salud”, denunciaba Ferrán García durante la presentación del informe .
La desigualdad también está presente a la hora de contabilizar afectadas por estos patrones alimentarios. La prevalencia de sobrepeso y obesidad entre las mujeres profesionales y empresarias es del 25%, mientras que en las clases obreras se ha duplicado.
Ferran García: «Las clases populares y las mujeres son las que más sufren los problemas derivados de la alimentación industrial»#DameVeneno
La alimentación insana no es un problema individual. Se trata de una pandemia cuyas principales causas son sistémicas y estructurales. Actualmente, el 70% de nuestra dieta se basa en alimentos procesados.
Y no estamos hablando de procesos de manipulación tradicionales como el corte en rebanadas, deshuesado, picado, pelado, trituración, corte, limpieza, desgrasado, descascarillado, molido o refrigeración, ni de otros procesados mínimos, sino de la predominancia de productos con ingredientes añadidos con el fin de alterar sus cualidades organolépticas (sabor, aspecto y textura) o sus características de conservación, transporte, almacenado o precio.
Agricultura abandonada
Las corporaciones alimentarias se han convertido en un agente poderosísimo con enorme capacidad de condicionar el sistema de producción y consumo alimentario.
Su enorme peso también influye de manera notable en las decisiones políticas, habiéndose convertido en uno de los principales lobbies en el mundo y también en el Estado y el resto de Administraciones.
La progresiva industrialización de nuestros alimentos es un factor, pero también lo son la progresiva desconexión entre la población y los alimentos, su origen, variedad, temporalidad, cocina y cultura, combinado con un sofisticado uso constante de promoción y persuasión por parte de las grandes corporaciones alimentarias.
Nuestra dieta ha cambiado y hoy en día consumimos un exceso de azúcares, grasas insalubres y sodio. Estos ingredientes críticos viajan a través de la alimentación procesada. En el Estado español se ha incrementado muy considerablemente el consumo de dichos ingredientes, a pesar de que la inmensa mayoría de la población sabe que hay que reducirlos. Esta aparente contradicción es el resultado de uno de los grandes trucos de magia de la industria alimentaria: están en todas partes, pero nadie los ve. Son los ingredientes B, están en la sombra.
La industrialización de la alimentación significa que la mayor parte de nuestros alimentos ya no vienen del campo. La predominante dieta insana y la desaparición de los sistemas alimentarios locales de base campesina son las dos caras de la misma moneda.
Se ha abandonado la agricultura sostenible, campesina y familiar, centrada en la producción de alimentos saludables, cercanos, diversos y de temporada. Ahora es la gran industria alimentaria la que fabrica los alimentos y los procesa con una buena carga de componentes insanos. En el ámbito de la distribución, las grandes cadenas se han adueñado de la comercialización. Todo esto significa que se han abandonado los circuitos cortos de producción, comercialización y consumo alimentario.
En el marco de la II Conferencia Internacional sobre Nutrición organizada por la FAO y la OMS, que tuvo lugar en Roma a finales de 2014, ambas organizaciones señalaron que la principal causa de la situación alimentaria del mundo y la vulneración constante del derecho humano a una alimentación adecuada es el fracaso del actual sistema agroalimentario, generador no solo del alarmante estado alimentario del mundo, sino también de otros efectos altamente negativos, tanto sociales (impacto en las poblaciones rurales, especialmente en las mujeres, desequilibrios territoriales, impactos sobre la cultura de las sociedades) como ambientales (cambio climático, pérdida de biodiversidad, contaminación de las aguas, erosión de los suelos).