http://carlosagaton.blogspot.com.es/2016/10/el-no-en-colombia-triunfo-de-las.html
Latinoamérica sigue llorando sangre, ¿cuántos siglos agonizando?
El No en Colombia es el resultado de décadas de manipulación mediática, se ha aplicado al centavo la agenda particular del Plan Cóndor en el país con las modalidades del tiempo y tecnología.
La guerra siempre es más rentable para las oligarquías que la paz. En las guerras los muertos siempre los pone el pueblo vulnerado en sus derechos.
Es más rentable para las grandes mafias mundiales, mantener la impunidad estructurada en una falsa lucha contra el narcotráfico; porque son millones de dólares los que se mueven por encima y por debajo de la mesa y van a dar a unas cuantas familias bien instaladas en la política y la oligarquía colombiana y de la región.
Y para maquillar las transacciones está el periodismo corporativo, antiético y de doble moral.
Los medios de comunicación que se encargan de lavar cerebros y manipularlos.
De hacer desaparecer todo rastro de opresión.
Para muestra en el país, el Plan Colombia, con el que Estados Unidos financió una guerra letal contra el narcotráfico.
Quince años en los que militarizó el país y como daños colaterales cientos de niñas, adolescentes y mujeres fueron violadas por militares estadounidenses y paramilitares colombianos, abusos que quedaron en absoluta impunidad.
La misma estrategia se está aplicando en el triángulo norte de Centroamérica con el Plan Alianza para la Prosperidad, y el Plan Mérida en México, sin mencionar el Plan Frontera Sur y el Maya-Chortí, que tienen como eje central: la supuesta lucha contra el narcotráfico.
Pero todos sabemos de qué lado masca la iguana.
En Colombia pueblos enteros desplazados, sin comida, sin trabajo, sin techo y sin ropa. Civiles torturados, masacrados y desaparecidos por paramilitares.
Colombia está llena de fosas clandestinas, como prueba fiel del genocidio de los últimos 40 años.
No sorprende el No, porque en Latinoamérica la clase media siempre ha sido manipulada debido a su falta de identidad y de sentido de pertenencia, a su insensibilidad.
A su carencia de humanidad y de sentido común.
El No y la abstención es la forma en que la clase media dice: no nos importa el país ni el bienestar de los más violentados por el sistema. Mientras no nos molesten dentro de la burbuja en la que vivimos…
Los capitalinos clase media, burgueses y oligarcas que no sufren de emboscadas paramilitares y que no se ven obligados a salir corriendo de sus casas y buscar salvar sus vidas en otro lugar.
Ellos no sufren las carencias de un Estado que mata de hambre a los marginados del sistema.
Que les niega educación, salud, seguridad, y el desarrollo integral para una vida sana.
Abstenerse en este caso es como haber votado No: es humillar nuevamente, es escupir en el rostro, es apuñalar por la espalda al pueblo que sí ha vivido en carne propia los horrores de la guerra.
Es volver a violar niñas, es volver a torturar, a crear fosas clandestinas, es volver a obligar a pueblos enteros a la segregación, es obligar a migrar.
Es abrirle las puertas a Estados Unidos para que continúe su injerencia con el pretexto de luchar contra el narcotráfico que la derecha señala como guerrillero.
No hay una sola razón para decirle No a la firma de La Paz en Colombia, porque firmarla es el inicio de un proceso de reconstrucción, si se hace de buena fe y para el bien del pueblo y no de pequeños grupos lucrativos.
Solo personas insensibles, inhumanas, ignorantes, manipuladas y perversas pueden votar No en un país que clama un alto a la guerra.
Un irresponsabilidad para con la patria es haber votado No o abstenerse. Una deslealtad para con la infancia que tiene derecho a soñar y a vivir en paz. Con los abuelos que tienen todo el derecho a vivir la edad dorada en paz.
El No en Colombia, el Golpe en Brasil, en Honduras, en Paraguay. Los gobiernos neoliberales en el triángulo norte de Centroamérica, Argentina, Perú y México, son el resultado de la excelente aplicación de la agenda del Plan Cóndor en cada región, y su brazo armado es su supuesta lucha contra el narcotráfico (antes era su lucha contra los comunistas guerrilleros). Su as bajo la manga siempre han sido los medios de comunicación de carácter corporativo.
Cualquiera que no tenga los arrestos para hablar de frente y decir que votó No o que se abstuvo porque su inhumanidad es más grande, buscará infinidad de pretextos y entre estos dirá que no iba a dar su voto para que los guerrilleros vivieran libres en impunidad y encima tuvieran derecho político (como les corresponde), porque los muertos…
Cuando los muertos a ellos les importan un comino.
Los muertos los ha puesto el pueblo. Más de uno mencionará a Fidel, Raúl, Chávez, Maduro, “a esos rojos guerrilleros y dictadores” que tuvieron que ver con la Firma de La Paz.
Y escupirán pues, desde el hígado su ignorancia, su mente colonizada y dejarán ver su actuar de monigotes manipulados por un sistema que los utiliza y después los deshecha.
El No en Colombia es el triunfo momentáneo de la oligarquía y de Estados Unidos, pero Latinoamérica sigue resistiendo y el pueblo colombiano no es la excepción, a las puñaladas por la espalda está acostumbrada la Patria Grande, una más no la desvanecerá.
La Paz en Colombia será, como también será un día en cada rincón de América Latina.
Por nuestros muertos, por nuestro mártires, por la infancia, por los campos verdes que florearán en las aradas y en las laderas.
Un abrazo lleno de amor al pueblo colombiano, a quienes han luchado por esta Paz y a quienes la han llorado y añorado.
Coño… que elementales son los gringoládos ( de gringolas ) razonamientos y deducciones de alguien, que esta atrapado en su propio adoctrinamiento inconsciente, y por ende, polarizado en el circulo vicioso de los intereses particulares, que controla el juego de la dualidad, que mantiene a la humanidad coaccionada y dividida, en una insensata retorica conceptual, por parte de aquellos que recurren a ella, con el objetivo de escalar en el Status Quo, en la pirámide del poder.
Están tan segados, o su rango visual es tan estrecho, que son incapaces de ver el bosque, mas allá del tronco del árbol… SUBESTIMAN, la consciencia colectiva de toda una Nación, que ha demostrado que esta plenamente consciente de si misma, por encima de los que pretenden , influenciar su devenir. Una población que esta gravemente herida, con cicatrices que no sanan desde hace mas de 30 años, por la única razón, de no haber visto cristalizada, en sus mandatarios, el ejercicio sincero de lo que significa la palabra JUSTICIA.
Esa dialéctica discursiva rancia, cuyos apelativos de «salvaguarda » que pretenden justificarlo todo, para los autómatas adoctrinados que están o pretenden estar en el poder, que repiten y reiteran palabras como : Oligarcas, derecha, izquierda, revolución, democracia, patria, capitalismo, neo-liberalismo, pueblo, justicia social, causa, etc, etc, etc. Que solo sirven para MAQUILLAR a los payasos del circo que representan.
TIMOCHENKO y cabecillas de las FARC: Si de verdad desean la PAZ en Colombia y son varones a carta cabal ( no solo para asesinar a inocentes, mujeres y niños, a sangre fría , y bajarse los pantalones ante los Castro)… ENTRÉGUENSE A LA JUSTICIA y asuman sus crímenes con responsabilidad de causa… Porque ESO ES LO QUE QUIERE COLOMBIA.
In Lak´ech.
En el segmento de apelativos de » salvaguarda » obvie una muy utilizada : IMPERIO.
Esta persona que escribio este articulo seguramente no tuvo la delicadeza de leer
documento y si lo leyo no lo entendio.
El llamado “plebiscito” es un sistema de consulta profundamente antidemocrático. Suponer que los electores colombianos podemos analizar en un mes un documento complejo de 297 páginas, como es el Acuerdo, y votarlo en bloque con un sí o un no, es una burla a la idea misma de la democracia. Por eso, lo que debió ser un período de análisis y debate se convirtió en una simple oportunidad para gasto desmesurado en publicidad y en espectáculos.
El domingo pasado, con la derrota del Sí, los colombianos quedamos en deuda con las víctimas de 52 años de guerra. Víctimas representadas en militares y civiles muertos y desaparecidos; en soldados y niños mutilados en campos minados; en viudas solitarias y en madres que han tenido que sepultar a sus hijos caídos en los campos; en los menores a los que la violencia les ha arrebatado a sus papás; en campesinos que han tenido que huir del boleteo y la extorsión, pero también de los bombardeos; en los labriegos despojados de sus parcelas…
Esta democracia quedó con un saldo en rojo con muchas de esas víctimas, que nos dieron una lección de vida. Ellos, que saben lo que es el pánico de verdad –pues han sufrido en carne propia los horrores de este medio siglo de violencia–, se convirtieron en un ejemplo de perdón y de reconciliación al votar abrumadoramente por el Sí; mientras buena parte del país les daba la espalda para convertirlos en los mayores derrotados en una jornada triste y deplorable.
En una votación que debería avergonzarnos no solo por la alta abstención, sino por tan mala decisión, los que determinaron el resultado del plebiscito no fueron los que han puesto los muertos en las regiones más pobres y apartadas del país, sino los habitantes de los grandes centros urbanos, que escasamente ven la guerra por televisión; esos que votaron basados en los miedos inventados por los promotores del No.