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Cleopatra VII, última reina del Egipto independiente, tuvo cuatro hijos: Cesarión (con Julio César), los mellizos Alejandro Helios y Cleopatra Selene, y Ptolomeo Filadelfo (estos tres últimos con Marco Antonio). Pero su descendencia solo perduró a través de su única hija, Selene, quien se casó con el rey Juba II de Mauritania.
Selene probablemente tuviera a su vez dos niños, tras lo cual su descendencia se pierde en la noche de los tiempos. Pero doscientos años más tarde, Zenobia, reina de Palmira en Siria (y conquistadora de Egipto en el siglo III d. C.) afirmaba ser descendiente de Cleopatra. ¿Es posible que los vástagos de Cleopatra sobrevivieran y prosperaran hasta el punto de llegar a desafiar a su antiguo aliado/enemigo, el Imperio Romano?
CÓMO SOBREVIVIÓ Y SALIÓ ADELANTE LA HIJA DE CLEOPATRA
Como esposa de Juba, rey vasallo del emperador Augusto, Cleopatra Selene reinaba como consorte en Mauritania (no demasiado lejos del hogar ancestral de Juba en Numidia). Este matrimonio constituyó una alianza estratégica para Juba, ya que Selene prácticamente formaba parte de la familia imperial. Tanto ella como sus hermanos fueron criados tras la muerte de su madre por la hermana de Augusto, Octavia, quien era asimismo su madrastra como esposa de su padre Marco Antonio.
Estatua de Juba.
Cleopatra Selene, quien se casó con Juba en algún momento entre los años 25 a. C. y 19 a. C., al parecer reinó junto a su marido. Ambos convirtieron a la capital mauritana de Iol en un paraíso grecorromano. Cleopatra emitió monedas con su efigie (en las que también aparecía Juba) y sacó partido de su ascendencia regia llamando Ptolomeo a su hijo, quien reinó en Mauritania después de su padre. Según la biografía de Calígula incluida en la Vida de los doce Césares de Suetonio, este loco emperador no trató demasiado bien a sus amigos ni a sus parientes.
Moneda del antiguo reino de Mauritania. En el anverso (izqda.), efigie de Juba de Numidia. En el reverso (dcha.), la de Cleopatra Selene.
Esta locura de Calígula incluyó la eliminación de su primo hermano, “Ptolomeo, hijo del rey Juba, primo suyo,” quien fue “recompensado por su parentesco y […] leales servicios con una muerte brutal.” En el caso de Ptolomeo, Calígula le mató “sin más razón que al estar celebrando un espectáculo de gladiadores, observar que cuando entró Ptolomeo en el teatro atrajo la atención del público por el esplendor de su capa púrpura.” Desgraciadamente, no se conoce que Ptolomeo tuviera descendientes antes de su muerte, que se produjo hacia el 40 d. C.
Ptolomeo de Mauritania, Museo del Louvre.
INTERCAMBIO DE MARIDOS EN LA ANTIGÜEDAD
Pero además de Ptolomeo, Juba y Selene podrían haber tenido una hija, llamada quizás Drusila. Tácito se refiere a Drusila como “la nieta de Cleopatra y Marco Antonio” casada con Antonio Félix, un liberto del emperador Claudio (nieto también de Marco Antonio) y procurador de Judea. Lo que resulta aún más confuso es que el historiador judío romanizado Flavio Josefo informa de que Félix estuvo casado con una Drusila diferente, hija de Agripa I de Judea.
[Izquierda] Drusila [Derecha] Antonio Félix.
¿Confundió Tácito a dos mujeres con el mismo nombre? Suetonio afirma que Félix se casó con “tres reinas,” de modo que es posible que más de una de ellas se llamara Drusila. Era éste un nombre relativamente común en la época, ya que era uno de los más habituales en la familia Julio-Claudia, y un rey vasallo de Roma muy bien podría haber optado por poner a su hija uno de los nombres de la familia imperial en honor a sus señores. Otros aducen que Drusila de Mauritania no era hija de Juba y Selene, sino su nieta, hija de Ptolomeo.
De cualquier manera, ¿cómo podría Drusila, casada con un funcionario romano, haber ostentado el título de Regina (reina) como la llama Suetonio al referirse a ella? Quizás se casó con un rey después de Félix. El monarca en cuestión fue probablemente Cayo Julio Sohaemo, rey de Emesa, una próspera ciudad-estado de Siria. La familia acaparó la atención internacional a causa de los amoríos de la esposa de su hermano Aziz, llamada también Drusila e identificada como la ya mencionada esposa de Félix.
Según Flavio Josefo, Félix se enamoró de Drusila de Judea y la obligó a divorciarse de su marido; a cambio, Félix habría tenido que divorciarse de “su” Drusila. No resulta descabellado imaginar que Drusila de Mauritania podría haberse casado con el que había sido el cuñado de Drusila de Judea. A lo largo del proceso, se habría convertido en reina de Emesa. Pero aunque la Wikipedia informa de que Drusila se casó definitivamente con Sohaemo y tuvo hijos con él, llevando el linaje de Cleopatra a la posteridad a través de las generaciones, esta afirmación está muy lejos de ser un hecho demostrado.
Pablo ante Félix, ilustración de 1752. Drusila de Judea aparece sentada a la derecha de Félix.
Esta idea parece cuadrar aún más cuando consideramos la posible identidad de la madre de Drusila de Mauritania, hija de Ptolomeo y nieta de Cleopatra Selene. Disponemos de muy escasa información relacionada con la esposa de Ptolomeo, pero parece que su nombre era (Julia) Urania. No sabemos mucho de ella, pero un historiador francés señaló que el nombre de Urania estaba vinculado a la clase dirigente de… ¿adivinan dónde? ¡Emesa! Si la madre de Drusila era la princesa de Emesa, tendría su lógica que su hija se casara con un miembro de la familia real de la que procedía su madre.
ZENOBIA SE PROCLAMA DESCENDIENTE DE CLEOPATRA
Ya fuera en su primer matrimonio con Félix o en el segundo con Sohaemo, Drusila podría muy bien haber tenido hijos, herederos de su realeza. Los hijos que hubiera tenido con Félix se habrían casado asimismo con miembros de la familia real de Emesa: los aristócratas de Judea a menudo establecían lazos matrimoniales con la familia real de Emesa (basta con ver cómo Drusila, hija de Agripa I, se casó con el rey Aziz de Emesa). La hermana de Aziz, la princesa Iotapa, se casó con Aristóbulo, hermano del ya mencionado Agripa (¿y adivinan cómo llamaron a su hija? ¡Drusila!).
Y los hijos de Drusila y el rey Sohaemo de Emesa muy bien podrían haberse casado con miembros de la familia real de la vecina Palmira, a unos 160 kilómetros de la moderna Homs (la antigua Emesa). Como comenta Barbara Levick en su obra Julia Domna: Syrian Empress, (‘Julia Domna: una emperatriz siria’), estudio sobre esta emperatriz romana nacida en siria, “Emesa mantenía un estrecho vínculo con su vecina Palmira por su prosperidad.” Las dos ciudades probablemente cimentaran su alianza dinástica con un matrimonio; a consecuencia de ello, Zenobia, reina de Palmira, podría haber considerado a Cleopatra “fundadora de su familia,” como ella proclamaba, una afirmación registrada en la Historia Augusta. O, al menos, quizás fuera su esposo, el rey Odenato, quien descendiera directamente de la mítica reina de Egipto.
La reina Zenobia ante Aureliano.
Además de proclamarse descendiente de Cleopatra, Zenobia mantuvo vivo el legado de la última reina de Egipto. Al parecer, el escritor Calinico de Petra, quien probablemente vivió en la corte palmirena, escribió una historia en diez libros de la ciudad de Alejandría, capital de Cleopatra, y se la dedicó a Zenobia refiriéndose a ella como “Cleopatra”.
Pero, ¿implica el hecho de declararse descendiente de Cleopatra que Zenobia fuera realmente de su misma sangre? Quizás la afirmación no fuera más que un acto de propaganda política, destinado a justificar su conquista de Egipto. Al actuar de este modo, se habría presentado como una auténtica monarca helenística y como la mujer más poderosa de su época, siendo reina de un estado que debía poca o ninguna pleitesía a sus señores occidentales—en este caso, literalmente a la manera de Cleopatra. Ambas soberanas reinaron sobre ciudades que eran encrucijadas para el comercio de Oriente, ejercieron el poder por derecho propio (aunque técnicamente gobernaran en ocasiones en nombre de sus hijos o hermanos menores) y tuvieron que vérselas con Roma cuando ésta invadió su sagrado territorio.