por La Gran Época
Según un estudio, 96 organizaciones de EE UU recibieron entre 2011 y 2015 millones de dólares de los dos gigantes de las bebidas azucaradas.
(Foto: Justin Sullivan/Getty Images)
La epidemia de la obesidad (así denominada por la OMS) que afecta especialmente a los países desarrollados no deja de ir en aumento, acompañada de serios problemas para la salud como diabetes o enfermedades cardiacas. Tanto es así que una quinta parte de la población mundial será obesa en 2025 si no se hace nada por remediarlo. En España, el 40% de la población ya tiene sobrepeso. Las culpables, como se ha demostrado en la mayoría de los casos, son las bebidas azucaradas.
Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Boston y publicado este lunes en la revista científica American Journal of Preventive Medicine ha revelado que las dos compañías de refrescos más grandes de EE UU, Coca-Cola y Pepsi, financiaron entre 2011 y 2015 a un total de 96 organizaciones nacionales de salud, incluyendo muchas instituciones públicas del ámbito médico y de la salud, cuyo objetivo es precisamente la lucha contra la obesidad.
En paralelo, durante ese mismo periodo, Coca-Cola y Pepsi se confabularon contra 29 proyectos de ley de salud pública que pretendían reducir el consumo de refrescos o mejorar la calidad de la nutrición.
Coca-Cola y Pepsi “utilizaron sus relaciones con las organizaciones de salud para desarrollar una asociación positiva para sus marcas”, según explica en un comunicado Daniel Aaron, estudiante de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston y coautor del estudio junto al profesor de Ciencias de la Salud Michael Siegel.
Es decir, que se valían de su influencia para ocultar la posible relación de algunos de sus productos con la obesidad. “Neutralizaban cualquier tipo de oposición legislativa invocando a la dependencia financiera de las organizaciones nacionales de salud”, añade Aaron.
Los investigadores indagaron en los patrocinios y las prácticas de lobby por parte de ambas compañías para llegar a elaborar una lista de 96 organismos de salud que aceptaron dinero de Coca-Cola y Pepsi. Doce organizaciones recibieron financiación de ambas empresas, una aceptó solo de PepsiCo y otras 83 aceptaron dinero solo de Coca-Cola.
Entre las asociaciones patrocinadas se encuentran dos que combaten la diabetes, la Asociación Americana de Diabetes y la Fundación de Investigación para la Diabetes Juvenil, un hallazgo “sorprendente” para los autores del estudio, “dado el vínculo que hay entre la diabetes y el consumo de refrescos”.
Entre 2011 y 2014, Coca-Coca invirtió de media en estas prácticas más de 6 millones de dólares (unos 5,3 millones de euros) al año, mientras que PepsiCo gastó más de 3 millones de dólares al año y la Asociación Americana de Bebidas, un millón de dólares al año, asegura este estudio.
El informe también pone de manifiesto que asociaciones como la Academia de Nutrición y Dietética o la Academia Americana de Pediatría decidieron poner fin a estas prácticas y no renovar los contratos que tenían con Coca-Cola a finales de 2015. Los autores del estudio emplazan al resto de organizaciones de salud a hacer lo mismo.
Que entidades especializadas en salud reciban dinero de estos gigantes de la industria alimentaria no es una situación exclusiva de EE UU. También en España, Coca-Cola colabora con organismos y academias de la salud y la nutrición, tal y como publicó en marzo de este año la propia compañía.
Este estudio sobre Coca-Cola y Pepsi no ha sido el único que ha tratado de desenmascarar todo lo que hay detrás de la industria de la alimentación. El pasado mes de septiembre salió a la luz en la revista de la Asociación Americana de Medicina que el lobby del azúcar pagó estudios científicos para que culparan a la grasa como la principal responsable de los problemas cardiacos y la obesidad y así desviar la atención del azúcar.
Algunos países ya han empezado a luchar contra la obesidad estableciendo un impuesto sobre las bebidas azucaradas, como es el caso del Reino Unido, que argumentó para llevar a cabo esta medida que esta enfermedad “cuesta a la economía británica 27.000 millones de libras (35.000 millones de euros) al año”.