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Como aquel Sísifo mitológico que una vez que lograba subir la pesada piedra hasta la cima de la montaña se le caía y debía volver a empezar una vez, dos veces, infinitas, la economía mundial otra vez tambalea, incapaz de ganar altura y resbalándose hacia abajo donde había estado durante algún tiempo. Todas las economías, las avanzadas y las otras, convergen en un estado de bajo crecimiento caracterizado por pocas inversiones, productividad estancada y poca confianza en el sector privado. El sombrío paisaje que pintan dos académicos de la economía mundial.
El índice combinado que realizan todos los años la norteamericana Brookings Institution y el diario británico Financial Times sobre la economía mundial muestra un panorama general de desaliento que contrarresta aisladas señales de fortaleza en algunos indicadores económicos en algunos países. La interpretación de dos académicos, Eswar Prasad y Karinm Foda es que se ha instalado un clima de poco crecimiento, negocios frágiles y escasa confianza de los consumidores, bajas tasas de interés, sistemas financieros bajo presión, tensiones comerciales e inestabilidad política.
En la mayoría de los países parece haber poca perspectiva de que se tomen las medidas políticas fuertes que hacen falta para romper el círculo vicioso. En muchos países los gobiernos, para tapar sus propios fracasos, siguen culpando al cuco externo y alimentan así sentimientos nacionalistas y proteccionistas que en definitiva terminan siendo un tiro en el pie.
La economía norteamericana continúa enviando señales confusas. El crecimiento del PBI y de la producción industrial se debilitaron ligeramente durante el transcurso del año. El crecimiento de la inversión y la productividad estancados, pero la participación de la fuerza laboral se recupera y los salarios también están en alza y la Reserva Federal parece no tener más alternativa que subir las tasas en diciembre.
La zona del euro sigue con problemas. Las presiones deflacionarias cedieron un poco y el crecimiento repuntó en algunos países. Pero el ambiente general de tasas bajas, los cambios en las estructuras regulatorias y los problemas estructurales en el sector financiero desnudaron las debilidades del sistema bancario europeo y amenazan la estabilidad financiera.
En Japón la actividad económica mejoró pero las medidas desesperadas del Banco de Japón para debilitar el yen y contenar la deflación no funcionaron.
La economía británica parece haber sobrevivido lo peor del shock del Brexit. La mayoría de los indicadores financieros se recuperan rápidamente de las declinaciones post Referéndum. La confianza de los consumidores y de las empresas sigue tambaleante y los verdaderos efectos económicos de la salida de la Comunidad todavía no han aparecido.
En los mercados emergentes el crecimiento tocó fondo y algunas de las economías más vulnerables parecían indican una estabilización del crecimiento pero pero también avivan la preocupación por los riesgos que plantea la excesiva inversión. El consumo da buenas señales. La producción industrial crece y el crecimiento del PBI no depende demasiado del desempeño del sector servicios. Sin embargo, el aumento de los préstamos bancarios y de la inversión aumentan las preocupaciones por una capacidad ociosa en la economía y la acumulación de préstamos malos en el sistema bancario.
India sigue siendo un faro de crecimiento. Las recientes señales positivas, como la implementación de l impuesto a los bienes y servicios y el nombramiento de un respetado director del banco central alientan las esperanzas de que el gobierno de Modi finalmente esté dando un impulso a las reformas. La relativa resiliencia de la economía india frente a los shocks externos reduce los riesgos. Pero si no hay reformas en varios sectores, como el bancario y el laboral, esa resiliencia podría no traducirse en crecimiento sostenido.
Brasil y Rusia siguen en recesión. En Brasil el nuevo gobierno detuvo la caída de la confianza en las empresas pero debe solucionar la contracción del empleo, de las ventas minoristas y de la producción industrial. La severidad de la recesión en Rusia ha cedido un poco con el aumento del precio del petróleo. La creatividad y audacia sin límites de los bancos centrales sigue siendo el tema central de la política macroeconómica mundial. Al sacrificar muchas vacas sagradas de la teoría y práctica de la banca central convencional se ha dado nueva fuerza a los mercados financieros. Pero los bancos centrales de las economías más avanzadas no han hecho muchos progresos con relación a sus obligaciones centrales de controlar metas inflacionarias o apoyar crecimiento.
El vacío político fuera de los bancos centrales dañó la confianza, deprimió la demanda interna, afectó negativamente el comerciio mundial y sigue pesando sobre la actividad económica mundial. Arreglar este desequiligrio exige una fuerte resolución política y poderosas medidas políticas. Ambas cosas escasean.