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Las islas británicas han sido siempre uno de los mejores lugares para invertir. Pero después de su «independencia» de Europa, las multinacionales van a estudiar muy bien si les conviene invertir en el Reino Unido. Ya hay advertencias.
Pocos países han sido económicamente tan exitosos como Gran Bretaña. El último informe de Ernst & Young que allí la IED creó más empleo que en cualquier otro país de Europa. En 2014, dice ese estudio, hubo en Gran Bretaña nada menos que 887 proyectos respaldados por empresas extranjeras.
Pero ahora los atractivos del reino se ven oscurecidas por las incertidumbres que introduce su separación de la Comunidad Europea. La posible pérdida de acceso a los mercados europeos, la amenaza de aranceles impuestos por la UE a productos fabricados en Gran Bretaña y los impedimentos que surgen al libre movimiento de trabajadores hábiles y baratos. Todo eso preocupa.
Ya se ven algunas manifestaciones. Por ejemplo, la advertencia de Carlos Ghosn, jefe de Nissan, de que podría detener toda nueva inversión en su planta de Sunderland plant, desde donde sale casi un tercio de los autos hechos en Gran Bretaña, a menos que el gobierno lo indemnice en c aso de tener algún impacto financiero adverso como resultado del Brexit. El gobierno de Theresa May hace denodados esfuerrzos por tranquilizarlo.
Luego Fujitsu anunció la semana pasada que recortaba 1.800 puestos de trabajo insistiendo que la decisión no tiene relación con el Brexit, pero la medida no parece indicar que la compañía tenga grandes ambiciones financieras en el país.
El informe de EY muestra que Gran Bretaña ha caído del segundo al séptimo lugar en el ranking de los destinos más deseables para inversiones extranjeras.