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«En diferentes grados, evidentemente, todo lo que existe está vivo y la vida se caracteriza por la emisión de radiaciones siempre nuevas. Incluso el metal de un collar, de un anillo o de un reloj que lleváis, vibra cada mañana de un modo diferente al del día anterior. Si fuerais verdaderamente sensibles, sentiríais una ligera modificación en el movimiento de las partículas infinitesimales que componen la materia. ¿Por qué? Porque estos objetos están en relación con las corrientes del cosmos que se renuevan constantemente. Como no las sentís, creéis entonces que no hay ninguna diferencia, pero en realidad, nada en ninguna parte permanece absolutamente igual, todo cambia.
Y el Sol, cuando se alza por la mañana, él también es nuevo. Porque hay toda una vida en el Sol: corrientes, emanaciones, erupciones… Y si en el Sol se producen cambios, ¿cómo no podrán repercutir estos cambios en todo el sistema solar y por consiguiente, también en todas las formas de existencia sobre la tierra?»
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