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«La vida es una escuela a la que hemos venido a hacer un periodo
de prácticas y en esta escuela ignoramos de hecho quiénes son
los profesores y quiénes son los alumnos. Niños, mendigos,
pueden instruirnos; pero también los seres que nos son
hostiles… sí, sobre todo estos seres, porque son ellos los que
nos obligan a hacer los mayores esfuerzos.
Sería a veces bastante fácil responder a las calumnias, a los
ataques, pero no todas las maneras de responder son buenas. El
que responde corre siempre el peligro de rebajarse al nivel de
aquéllos que le atacan y de chapotear en la misma ciénaga que
ellos. No está prohibido responder, siempre que seamos capaces
de mantenernos muy arriba sin ponernos al nivel de nuestros
adversarios en la mezquindad y la maldad; porque, aunque en
apariencia salgamos victoriosos, en realidad también perdemos
mucho. ¡Es necesario dar prueba de gran inteligencia y fuerza de
carácter para aguantar y defenderse sin emplear las mismas armas
que nuestros adversarios! Es por eso que nuestros adversarios son
tan útiles para nuestra evolución.»

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