Esta gallega de 62 años, médico jubilada, tiene ahora entre sus brazos exactamente lo que quería, su «milagrito», como lo llama ella.
Ese «milagrito» es una hija sana, nacida de su vientre mediante cesárea programada el pasado día 11 de este mes tras someterse a un proceso de fecundación in vitro y que también se llama Lina Álvarez.
«La naturaleza es sabia y es la que establece los límites, no los ginecólogos«, afirma ufana Lina, en un intento por acallar las encendidas polémicas y el intenso debate que ha desatado su caso.
Lina es la última de las madres/abuelas. Mujeres que, por su avanzada edad, habían perdido la posibilidad de traer hijos al mundo de manera natural, pero que con la ayuda de la ciencia y de su tenacidad han logrado su objetivo.
Un total de 3.000 euros (US$3.270) le costó el tratamiento que le permitió hacer realidad su sueño de ser madre dos décadas después de pasar por la menopausia. Pero no ha sido fácil.
Aunque en España no existe ninguna leyque fije la edad máxima a la que una mujer puede someterse a una fecundación in vitro, el código de autorregulación de los especialistas en reproducción asistida fija ese límite en 50 años.
De hecho, Lina no encontró en su Galicia natal ningún médico que quisiera implantarle en su útero sexagenario un embrión obtenido mediante un óvulo donado, fecundado con espermatozoides procedentes también de un donante, ya que ella no tiene pareja.
En lugar de rendirse, Lina siguió buscando y buscando. Y, gracias a internet, en Madrid dio con un médico que aceptó hacerle el tratamiento y cuya identidad se niega a dar, así como la de la clínica de fertilidad donde trabaja, según todos los indicios para protegerles de la avalancha de críticas que recibirían.
Pero seguía siendo muy difícil que el tratamiento llegara a buen puerto. El propio médico que sometió a Lina Álvarez a la fecundación in vitro le indicó que sólo tenía un raquítico 6% de posibilidades de quedarse embarazada.
Pero, ¡bingo!, le tocó la lotería: se quedó encinta a la primera, después de prepararse para la gestación con estrógenos, unas hormonas que son clave ya que estimulan el crecimiento del útero para que éste pueda adaptarse al progreso del feto.
«Tomé durante diez semanas estrógenos para preparar mi útero para albergar el embrión, pero después el cuerpo reaccionó por sí mismo», explicó Lina en los medios de comunicación españoles. «A partir del tercer mes la placenta se encargó de llevar adelante la gestación«.
La mujer asegura que, aunque su hija es un milagro fruto de la ciencia, también lo es de la naturaleza, que ha permitido que el proceso llegara a buen término.
La polémica que ha provocado su caso se centra en la avanzada edad de la madre, que puede suponer un grave perjuicio para su hija, según sus críticos.
Aunque Lina espera vivir mucho más. «La esperanza de vida para las mujeres es cada vez mayor. Cuando mi hija tenga 30 años yo tendré 90. Seré una abuelita. ¿Y qué? Ella ya estará criada», sentencia.
Pero además de eso, también hay quien se escandaliza por el hecho de que Lina haya decidido tener una hija a los 62 años cuando ya tiene un hijo de 10 añosfruto también de un tratamiento de fecundación in vitro.
También tiene otro hijo de 27 años, que concibió de manera natural y que nació con una grave parálisis cerebral, provocada según ella porque le hicieron mal la amniocentesis, la prueba que se suele realizar en el segundo trimestre de embarazo para ver si el feto sufre defectos cromosómicos o enfermedades genéticas. El caso aún está en los tribunales.
Lina considera de hecho que la niña que acaba de traer al mundo es «una recompensa» por todo lo que ha pasado en la vida.