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El amor es un estado mental que empieza dentro de la propia persona. Si uno se quiere a sí mismo, podrá entonces querer a los demás. Pero ese amor no radica en conseguir un fin propio, ese amor no significa ver o utilizar a los demás como un objeto, sino que radica en considerar al otro como un sujeto, como una persona. Es decir, el amor no es utilizar a los otros para beneficio propio, sino animarlos, inspirarlos y ayudarles a que desarrollen todo su potencial. Esta es la idea principal que defiende el neurobiólogo y divulgador alemán Gerald Hüther, en su último libro La evolución del amor. «El amor es la única manera que tenemos para desarrollar el verdadero potencial de los demás».
Cuando dos personas están enamoradas y experimentan eso que llamamos amor, saben que pueden cambiar el rumbo, y el mundo.Cuando dos personas sienten amor, saben que pueden cambiar y mover el mundo entero porque en ese estado se es lo más feliz que alguien puede ser. «Si yo me quiero y tengo el amor de otra persona, a ambos nos llevará a querer a todos los demás. Se convierte así como en una red de amor.»
De hecho, esta descripción de amor hace que las personas de una misma comunidad o de un grupo estén conectadas por su corazón. Es decir, están conectadas no sólo por hacer lo mismo o entender igual una misma idea, sino conectadas por su corazón. Y si experimenta lo fantástico que puede ser aquello, tendrán también el poder para convertirse en atractivo para los que les rodean. La gente pensará: «¿Qué pasa ahí? ¿Por qué están felices? Me gustaría pertenecer a ellos».
La sociedad actual, se basa en el hecho de que utilicemos a los demás como si fuesen objetos, animada por el espíritu de competencia. Pero hoy en día, surgen nuevas formas de ver el mundo. Una nueva generación tiene otras intenciones, otras motivaciones y entiende que lo más importante en el mundo actual son las relaciones sociales. Que compartir es más importante que poseer. «Esta nueva generación necesita argumentos para describir esta forma de ver el mundo, y yo quiero ayudarles a que puedan cambiarlo. No es que yo quiera cambiar el mundo, porque nadie puede hacerlo. Pero sí podemos, entre todos, cambiar esas fuerzas motoras que están creciendo. Ayudar a que el río pueda correr, en vez de intentar pararlo». Este es, realmente, el verdadero objetivo . Ayudar al cambio, un cambio del que sólo hay que ser conscientes de un principio básico y fundamental: tratar a las personas como sujeto y no como objeto. «Ese es el verdadero secreto del cambio»,
El amor no puede ser confundido con el deseo, con la sed de posesión, con el apego personal. En su expresión más pura es la búsqueda de la unión. Todo ser humano ha buscado este principio de unidad , porque el espíritu humano ha estado siempre reclamando por la realización y el éxtasis que sólo el poder del amor otorga.