Por Louise Redvers
Varias decenas de manifestantes fueron detenidos por protestar en Luanda. Crédito: Louise Redvers/IPS
|
|
LUANDA, (IPS) – «Al ver a mis hermanos y hermanas viviendo en estas terribles condiciones, cuando el país es tan rico y sin embargo la gente muere de hambre por no tener agua potable o medicinas, decido luchar porque soy angoleño», afirmó Adolfo Andre.
«Lo que necesitamos es que el presidente abandone el poder. Ha estado aquí por demasiados años y es tiempo de que se vaya», dijo categórico.
Andre, de 32 años, nacido dos semanas antes de que Eduardo dos Santos llegara al poder en 1979, es parte de un nuevo movimiento juvenil de protestas que emergió en este país africano a comienzos de año.
Estos jóvenes se inspiran en parte en la Primavera Árabe y en parte en sus propias experiencias de movilizaciones en el exterior, pero principalmente en su frustración por las grandes desigualdades que sufre Angola. El grupo no tiene afiliaciones políticas ni líderes formales.
Comenzó con apenas una decena de jóvenes, pero su base de apoyo creció rápidamente gracias a redes sociales de Internet, como Facebook, y en octubre llegó a movilizar a unas 700 personas en la principal calle de Luanda. Los manifestantes llevaban pancartas que decían «Abajo el dictador», y «Treinta y dos años es demasiado».
Las protestas, aunque todavía pequeñas, no tienen precedentes en un país donde el gobierno controla los medios (tanto estatales como privados) y utiliza sofisticadas redes de clientelismo para asegurarse de silenciar las voces críticas.
«Hay muchas personas en Angola que saben que las cosas no están bien, pero dependen del gobierno y del partido de gobierno para sus empleos y sustento», dijo Andre, quien vivió 15 años como refugiado en Sudáfrica.
«Estas personas están demasiado asustadas para ponerse de pie y desafiar lo que ocurre, por temor a lo que podrían perder», agregó.
«Pero hay millones de angoleños que no tienen alimentos ni hogar ni empleos ni esperanza, y esas personas son las que intentan movilizarse. Creemos que las cosas están cambiando y la gente está empezando a cuestionar», dijo.
En los últimos meses hubo varias protestas no solo en la capital, Luanda, sino también en otras ciudades y localidades.
«Angola todavía está muy lejos de la Primavera Árabe, pero estas protestas son nuevas y muy significativas para Angola. Las cosas están definitivamente comenzando a cambiar», opinó el analista Pedro Seabra, del Instituto Portugués de Relaciones Internacionales y Seguridad, en Lisboa.
Si bien Angola, gracias a su riqueza petrolera, ha gozado de un gran crecimiento desde que terminó la guerra civil de tres décadas en 2002, y espera un incremento del producto interno bruto de 12 por ciento en 2012, solo pocos habitantes gozan de esos dividendos.
Tras el derrocamiento y asesinato en Libia de Muammar Gadafi, quien estuvo 42 años en el poder, Dos Santos compite con Teodoro Obiang, de Guinea Ecuatorial, por el título del presidente con mayor tiempo en el poder en África.
Después de décadas de gobierno, el mandatario angoleño, de 69 años, se convierte en una figura odiada en su país.
«Cada miembro del clan Dos Santos es rico, y sus hijas están entre las mujeres más adineradas de África», dijo Makuta Nkondo, parlamentario del principal partido opositor, la Unión para la Total Independencia de Angola.
«Los miembros del gobierno son ricos, y esta riqueza es escandalosa cuando el pueblo de Angola no tiene agua ni electricidad ni servicios de salud ni educación decente», añadió.
Pero alzarse contra las autoridades angoleñas tiene un costo.
Andre, con experiencia en los sectores de la construcción y bancario, y quien habla fluidamente inglés, dijo que no ha podido encontrar trabajo desde que regresó a Angola en enero. Muchos de los manifestantes han perdido sus empleos.
Participar de la protesta «ha hecho mi vida un poco difícil y me pone en peligro», admitió. «Los servicios de seguridad nos siguen todo el tiempo. Saben siempre dónde estamos. No hay ningún lugar para ocultarse de ellos. Están en todos lados, siempre escuchando y observando».
En septiembre, Andre estuvo entre las varias decenas de manifestantes detenidos por participar de una protesta en Luanda. Pasó más de seis semanas en prisión antes de que su sentencia, por delitos contra el orden público, fuera misteriosamente anulada por la Corte Suprema.
Días antes, contó, un alto general se había acercado a los manifestantes y les había ofrecido automóviles y dinero para que suspendieran la protesta.
«Cuando rechazamos los regalos, el hombre dijo: ‘Ya verán cómo arde el fuego’, y pocos días después, en la protesta, fuimos arrestados y golpeados duramente por la policía».
«Mi familia está preocupada por mí, por supuesto. Tengo un hijo joven y mi novia está embarazada, así que es una preocupación, pero yo no les tengo miedo a esas personas», dijo.
El gobierno condenó la protesta, calificó a los jóvenes de insubordinados y los acusó de pretender reanudar la guerra civil.
Mientras, en forma paralela a cada protesta, el gobernante Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA) organiza sus propios mitines, llevando a personas en autobús a las ciudades, dándoles camisetas, organizando conciertos y llamando al país a trabajar en unidad para preservar la paz en vez de buscar la división.
A la vez, la maquinaria propagandística del Estado trabaja a todo dar, destacando cada proyecto y éxito del gobierno y prometiendo mejorar el suministro de energía y agua. En su discurso a la nación en octubre, Dos Santos negó ser un dictador.
«Aquí no hay dictadura de ningún tipo», subrayó. «Por el contrario, en el país hay una nueva democracia profunda, dinámica y participativa, que se consolida cada día».
El director de la oficina angoleña de la organización Iniciativa Sociedad Abierta para África Austral, Elias Isaac, sostuvo que las protestas estaban afectando a las autoridades.
«Se puede ver que sienten la presión. De lo contrario, no reaccionarían de esta forma», indicó.
Pero el portavoz del MPLA, Rui Falcao Pinto de Andrade, negó que el gobierno estuviera nervioso o que Angola estuviera cerca de experimentar una réplica de la Primavera Árabe.
«No tenemos nada que ver con el norte de África», dijo. «Hemos salido de una larga guerra, y lo que necesitamos es estabilidad para poder desarrollarnos».
«Es fácil ser oposición y criticar todo, poner la mira en las cosas que no están, pero nosotros en el MPLA estamos trabajando duro para una nueva era de desarrollo y paz», agregó.
Angola tiene previsto celebrar elecciones en 2012, aunque Dos Santos todavía no confirmó si se presentará otra vez. Según la nueva Constitución, ratificada en febrero de 2010, es electo presidente el primer candidato de la lista partidaria más votada.
En 2008, en las primeras elecciones celebradas en Angola en 16 años, el MPLA obtuvo 82 por ciento de los votos.
Los manifestantes prevén realizar una nueva protesta en diciembre.
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=99597