El otro día por medio de Ramitas del Campo, recibí este correo electrónico de Juanjo Mata que publico sin su permiso, puesto que lo considero muy interesante:
Algo del mayo 68 asoma en el 15 M. vuelve la imaginación y vuelven los deseos de un mundo más humano.
Quizás lo más bello de la revuelta es sentir que hacemos algo colectivamente, codo con codo, como hermanos que es lo que en realidad somos,aunque no lo parezca.
Frente a un capitalismo irracional y despiadado que nos ha convertido en seres a-isla-dos, el apoyo mútuo que se respira en el movimiento es el único camino que nos queda como especie (en esta bola, que se ha quedado pequeña para la avaricia de las multinacionales, lo de las razas ya es una mera gilipollez de nazis atrofiados).
Quizás sea la última posibilidad, tal como van las cosas en la mafia del negocio militar del imperio y en la mafia político-financiera.
Por lo menos, respecto al mayo 68, hay dos diferencias subrayables.
Una: El movimiento de indignados es absolutamente pacífico. Vamos a ver un duelo entre un sistema que se mantiene mediante manipulación, la mentira y la violencia, y la herencia en el inconsciente colectivo que nos legaron los Thoreaus, Tolstoys, Gandhis, Luteros king, Lanza del Vasto y tantos menos conocidos que han construido un abanico de movimientos en el siglo XX. Recordemos a nuestros jóvenes insumisos de hace nada.
La violencia del sistema ha funcionado siempre aplastando movimientos minoritarios pero…
Hoy Internet enlaza a tiempo real a los indignados del mundo entero, otra diferencia.
La bestia herida puede dar zarpazos sin control. Libia es el último zarpazo. Siria? Irán? Creo que el movimiento indignado tiene que llegar a enfrentarse con el negocio del monstruo sionista militar.
Anularlo es la única posibilidad de que con esos zarpazos deseperados no acabe con la vida sobre la Tierra.
y también es necesario dar pinceladas rápidas que orienten sobre cuales son las economías que necesitamos para ser compatibles, como especie, con la madre naturaleza.
Las multitudes urbanas, las grandes masas de hormigón se me antojan incompatibles con un mundo compartido.
Ahí entra la Via Campesina con su soberanía alimentaria.
Los tetrabrics y todo tipo de desechables no caben ya en los basureros ni en los mares. La obsolescencia programada tampoco. El confort del primer mundo es la agonía del tercero. Hace falta un proceso urgente de formación de la conciencia planetaria. Será mucho pedir?
Por lo menos algo sabemos: nos movemos juntos, estamos vivos, aportamos algo nuevo y tenemos sentido de especie. Eso nos da energía y esperanza.
abrazos juanjo
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