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En este extraño 2016 dos imposibilidades electorales se hicieron realidad: Gran Bretaña aprobó el Brexit y Donald Trump es candidato a presidente. Ahora, en Islandia, el Partido Pirata puede ganar las elecciones del sábado.
Birgitta Jónsdóttir, líder del Partido Pirata.
Las elecciones nacionales de Islandia pueden arrojar un resultado sorprendente según la última encuesta, que sugiere que ganará el Partido Pirata. Se trata de un partido que no existía hace cuatro años, pero que en ese lapso se transformó de pequeño grupo radical de la periferia en el partido con más probabilidades de ganar. Está formado por anarquistas, hackers, libertarios y bichos de la Web que llevan adelante una campaña anticorrupción contra la élite financiera y política.
La encuesta, realizada por el Instituto de Investigaciones en Ciencia Sociales de la Universidad de Islandia, revela que uno de cada cinco votantes se inclina por el Partido Pirata. Esa cifra pone al partido en primer lugar con 22,6% de los votos y 1,5% por delante del Partido Independencia, actualmente en el poder, el partido de centro-derecha que constituye el establishment pues ha gobernado el país durante gran parte de la historia moderna. Pero también fue el partido que quedó mortalmente dañado por su administración de la burbuja económica en los años previos a la crisis del 2008.
«La gente todavía está indignada por eso» dice Birgir Ármannsson, un miembro del partido de gobierno en el Parlamento. «Sigue habiendo mucha desconfianza en la política tradicional y en los políticos tradicionales». «Y es comprensible, debido a la escala de la caída económica de Islandia».
Pero también dijo que los votantes deberían dar crédito al gobierno por el resurgimiento económico de la isla, pues el país ha vuelto a tener poco desempleo, baja inflación y un presupuesto equilibrado, todo lo cual correría peligro si los Piratas llegaran al poder.
El triunfo sería histórico para el Partido Pirata, liderado por Birgitta Jónsdóttir, poeta, desarrolladora web y ex activista de WikiLeaks. El apoyo a esa agrupacioón creció 43% luego de la renuncia en abril del Primer Ministro David Gunnlaugsson cuando se reveló que él y su familia habían escondido dinero en cuentas offshore. La causa del partido recibió la ayuda de los Panama Papers, que revelaron que otros prominentes políticos del país habían hecho lo mismo.
Los extranjeros pueden creer que un gobierno manejado por los Piratas es una broma. Pero «los votantes piensan que una broma es mejor que lo que tenemos ahora», dice Benedikt Jóhannesson, líder de otro partido insurgente, todavía más joven que el de los Piratas y que ha logrado bastante apoyo. Jóhannesson se apresura a aclarar que no ve a los piratas como una broma. El partido que él lidera, en cambio, está compuesto por miembros más acartonados: tecnócratas, académicos y ejecutivos de empresas, nada que ver con el espíritu rockero y punk de los Piratas. Pero los dos están en conversaciones por si el sábado, como se espera, ningún partido logra la mayoría que necesita para gobernar. No coinciden en muchos temas pero al menos comparten la necesidad de un cambio fundamental.
Para lograr que voten los jóvenes, el partido pidió a los desarrolladores de la app Pokemon Go que conviertan a los lugares de votación en «Pokestops», o sea estaciones donde los jugadores pueden recoger los elementos necesarios para atrapar pokemones. El partido, que se financió con «crowdfunding» también ha prometido aceptar el bitcoin, despenalizar la droga, dar a los votantes participación directa en las decisiones de gobierno y dar asilo a Edward Snowden, el norteamericano que reveló los WikiLeaks.