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Mañana 30 de Octubre cruzamos el umbral de la Luna nueva.
El Sol y la Luna hacen su encuentro mensual en el grado 7 de Escorpio, Mercurio está a dos grados cerca de la Luna nueva.
En esta Luna la influencia de Mercurio en el signo de Escorpio nos habla de un viaje hacia la intensidad del Reino del Silencio, de los secretos espectrales, de lo oculto detrás de los velos de la percepción.
Una travesía cuyo propósito es el rescate y la liberación de memorias ocultas y reprimidas. Memorias emocionales, espirituales. Improntas del trauma. Voces silenciadas del dolor. Decretos, pactos , votos y promesas que nos atan a la represión y la prohibición, a algo antiguo que nos carga y enferma.
Mercurio es el mensajero de los Dioses y es el único que puede viajar al inframundo y volver al reino de los vivos ileso. Está autorizado.
En este sentido Mercurio representa un aspecto de nuestra conciencia que se mueve en el tiempo capaz de recuperar energía congelada del pasado para traerla a la luz del presente.
Representa un aspecto de nuestra psiquis que puede moverse hacia el Reino de los Muertos y volver sin peligro de perderse en el olvido, sin peligro de no encontrar el camino de vuelta al hoy.
Mercurio es el que sostiene el hilo de nuestra historia en una narrativa coherente y dinámica.
Nos habla un proceso de comprensión e integración.
Comprensión de nuestra vida, de lo que nos ha condicionado, de lo que hemos absorbido, integrado, digerido y hecho nuestro.
También nos habla de lo que no hemos podido digerir, integrar, aceptar o comprender.
La Luna, el Sol y Mercurio en Escorpio hacen un ángulo armonioso y benéfico con Neptuno en Piscis y con el Nodo Sur de la Luna (el karma que hemos heredado y creado). Bajo esta Luna tenemos la oportunidad de integrar y digerir algún aspecto de nuestro pasado que hasta ahora no estaba accesible a nuestra capacidad de comprensión e integración. Algo que hasta ahora no podíamos ver, digerir, sentir, nombrar se presenta para que lo liberemos.
En Escorpio purificamos y transformamos la energía.
El trauma, el dolor, las memorias encarceladas en el olvido, son energía inerte, energía congelada, energía muerta.
Cuando viajamos conscientemente al pasado, literalmente vamos a visitar a estas energías. Éstas son las energías que llamamos fantasmas y demonios, porque nos dan miedo, porque han sido rechazadas, porque se han tenido que esconder. Ahí están en el inconsciente, en nuestro submundo.
Energías que acogidas y reconocidas nos revelan tesoros y dones ocultos ya que la energía no muere, sólo se transforma.
Mercurio nos ayuda a ir hacia estos reinos internos para rescatar nuestra verdadera historia del olvido y de narrativas y creencias que nos limitan y reprimen hoy. La energía muerta del pasado es revivida por la luz de la conciencia de Mercurio (planeta más cercano al Sol) y regresa a nosotros para integrarse al presente. Con esta energía abrimos las puertas a la materialización de nuestros sueños, a nuestro camino creativo.
Dentro de la estructura del calendario Gregoriano, la Luna nueva de mañana se sincroniza con la fiesta de Samhain, la celebración de Todos los Santos, el Día de los Muertos, el 1 de noviembre y celebrada la noche antes el 31 de Octubre. La tradición heredada de la Vieja Europa- cuyas festividades honraban los ciclos de la Tierra – celebran esta festividad en honor a los ancestros. Es la efeméride que marca el comienzo del Reino de la Muerte, ciclo que culmina el primero de Mayo con la vuelta del Reino del Día. Esta antigua celebración pagana llamada Samhain se ha sincretizado con la festividad cristiana de Todos los Santos y también hace parte del imaginario colectivo popular gracias a la celebración popular llamada Halloween. El 31 de Octubre nos permitimos representar los fantasmas, demonios y demás personajes de la oscuridad como una manera de despertar en nuestra psiquis la memoria de un encuentro sagrado y antiguo. Éste es un eslabón frágil que nos conecta con una sabiduría ancestral necesaria para nuestra integridad energética y espiritual.
Tal vez hemos olvidado la sacralidad de este momento porque hemos demonizado la sombra, hemos hecho de la muerte un tema tabú y olvidamos la importancia de cuidar la continuidad y la memoria del linaje. La esencia de esta celebración, de esta fiesta ancestral, es recordar y honrar las almas de nuestro árbol genealógico, las almas de la humanidad y las almas de todo los seres vivientes del planeta. Es una comunión con nuestro linaje. Honrar a todos los muertos que nos ha precedido, honrar la muerte misma como parte de la vida, honrar las almas desencarnadas de la humanidad es sagrado. Es una fiesta. Es un honra la vida.
Nuestros ancestros viven en nuestra sangre, están codificados en nuestro ADN. Honrarlos de manera festiva y agradecida es una manera de fortalecer nuestra presencia y consciencia en la narrativa de nuestra vida. No somos un eslabón aislado. Somos la continuidad de una historia. Esta historia, con sus dones y carencia, sus virtudes y sus vicios, sus amores y desamores, tiene raíces profundas. Está conectada a un tiempo del pasado que vuelve al hoy para ser reconocido, valorado, mirado desde la conciencia del presente. La comprensión, la intención y el amor del hoy viaja e ilumina el pasado.
La integración de la historia de nuestro linaje, la comprensión de dónde venimos, de las historias que nos habitan, son necesarias para ejercer nuestra soberanía creativa : nuestra capacidad de elegir, crear y caminar nuestro sueño. Nuestro árbol genealógico nos apoya en este movimiento evolutivo. Nos da fuerza y vitalidad en la medida en que lo honramos, lo recordamos, lo amamos. Si no atendemos esta mirada consciente hacia el pasado, hacia los mundos invisibles que moran del otro lado del velo, si pretendemos seguir nuestro camino sin dar este sagrado paso de gratitud y amor hacia la continuidad de la vida en nuestra sangre, estamos nutriendo una grieta . Una grieta que nos separa.
En la medida en que no honramos el pasado, el pasado nos llama para que lo honremos. De ahí que en nuestro interior también habiten los miedos y terrores, las prohibiciones, el dolor, la corrupción y los traumas de nuestra sangre. Voces que nos frenan, que nos dicen, “No. Es peligroso. Eso no se puede”. Éstas son sólo las voces de los erros, creencias, pactos y voluntades de nuestros ancestros. Voces de su inconciencia e ignorancia. Voces de la época en que tuvieron que vivir. Voz del oscurantismo, la represión, la violencia y el engaño a las que sus almas fueron sometidas.
En el momento en que nos colocamos en nuestro lugar en la espiral de la vida y damos el paso hacia la integración y comprensión de la historia de nuestro linaje, iluminamos estas oscuridades. Sin miedo, sin juicio, sin vergüenza le damos la bienvenida a todos, los invitamos a todos a evolucionar con nosotros : les damos y mostramos la libertad que no tuvieron. Ésa es nuestra ofrenda. Nuestros ancestros evolucionan a través nuestro. Entonces estas voces nos dicen “Escúchame. Recuérdame. Libérame” y se transforman en aliadas. Así nuestros ancestros participan y apoyan nuestros pasos hacia nuestro devenir, nos ofrecen su fuerza, sus dones, su luz, su amor. Y todo aquello que latió vivo en sus vidas y que no se pudo expresar, cualquier don, deseo, talento que hubiesen querido desarrollar, se convierten en energía vital, creativa, viva, a nuestra disposición.
Entonces, de alguna manera, los antiguos no solamente reconocían el valor de tomarnos el tiempo para hacer este trabajo sino y sobre todo reconocieron que había un tiempo y momento propicio para hacerlo. En este sentido la fiesta de Samhain nos habla de la celebración de nuestro linaje y también nos habla de un tiempo espacio en el calendario de la Tierra en la que los antiguos habían reconocido que se abría una puerta, una brecha al mundo invisible. De ahí que se dice que en Samhain los velos entre los mundos se rasgan y se abre un portal en el tiempo de la espiral. Es un tiempo en que, al rasgarse los velos que separan el mundo de los vivos y de los muertos, tenemos acceso a comunicarnos con nuestros ancestros. Un momento que nos devuelve al misterio, a abrirnos a la magia antigua viva y a honrar a la Tierra. Un momento que tal vez nos conecta con el miedo y la represión en la medida que no reconocemos esta magia y la rechazamos.
En este sentido la Luna nueva de mañana y Mercurio en Escorpio tan cerca de esta festividad nos habla de que se abre una brecha en nuestra mente, un camino de conciencia en el cual nos podemos permitir que ciertas creencias mueran, que ciertas prohibiciones se disuelvan, para dar paso a un proceso de aceptación y sanación de nuestra relación con nuestros ancestros y linaje.
Para entender la relevancia de Samhain a nivel energético y espiritual vale la pena comprender que esta fiesta hace parte de una rueda de cuatro fechas del calendario pagano antiguo. Estas cuatro fiestas están vinculada a la Tierra, a la relación de la Familia Humana con la Tierra: al alimento, la cosecha, la sobrevivencia. Nos hablan de la relación y la unión entre la Tierra, la Tribu y el Tiempo. La voz de esta unión y celebración es el Fuego. Estas cuatro festividades paganas son también celebraciones de Fuego. El fuego como la luz del Sol en la Tierra: el fuego del cobijo y del calor del hogar, el fuego que alimenta, el fuego que reúne, el fuego que no salva del frio y la oscuridad.
Nuestros ancestros los antiguos eran finos observadores del cielo y las estrellas. De ahí que muchas festividades en honor a la Tierra coinciden en diferentes partes del planeta, ya que tienen en común algún evento astronómico. La astronomía- el movimiento y estructura de los cuerpos celestes- es la base para la astrología que es el lenguaje simbólico y arquetípico, la narrativa que se adhiere desde los mitos más antiguos a esta relación del Ser Humano con la Tierra y los Astros.
Desde el punto de vista astrológico estas cuatro fiestas paganas de la Vieja Europa se da en los signos de Tauro (mayo), Leo (agosto), Escorpio (noviembre) y Acuario (febrero).
Cada una de estas fiestas corresponde al lugar en la rueda zodiacal en la que la posición del Sol está equidistante entre los Equinoccios y los Solsticios.
Samhain es el punto medio entre el Equinoccio de Septiembre y el Solsticio de Diciembre.
Si nos basamos en el principio de que estas festividades se honraban en sincronía con la posición del Sol con relación a la Tierra, las fechas de celebración del calendario Gregoriano no pueden ser exactas.
Estas fiestas paganas se celebraban en sincronía con el Tiempo Natural.
De la misma manera que los Equinoccios y los Solsticios no tienen una efeméride fija, tampoco la tienen estas fiestas.
El hecho de que Samhain se celebre la noche del 31 de Octubre y el 1ero de Noviembre es resultado de una decisión política, práctica que responde a un proceso de cristianización del calendario pagano. Si bien honra la festividad y la intención, no honra la conexión con la Tierra y menos aún honra la posibilidad de que un velo entre dimensiones del tiempo se rasgue para dar paso a una conexión. En este sentido el calendario Solar-Lunar poco a poco va siendo devorado por la practicidad del calendario Gregoriano.
¿Es necesario celebrar Samhain en la fecha correcta? Si decidimos honrar la narrativa de nuestros antiguos pareciera que lo más coherente es que sí. Eso no quiere decir que no podemos hacer un bello trabajo de conexión con nuestro linaje el 31 de Octubre y el 1ero de Noviembre. Son festividades populares que se llevan celebrando en comunidad hacen cientos de años y no hay duda que al darle continuidad contribuimos a preservar su memoria. La mantenemos viva. Sin embargo para quien quiera aprovechar la invitación de esta Luna a liberarnos creativamente de antiguas prohibiciones y pactos oscurantistas muy arraigados en nuestra memoria, tal vez vale la pena presentarnos en la fecha Solar. Presentarnos en la fecha en que los velos se rasgan y experimentar de primera mano la Magia del Misterio y el Poder del Tiempo Antiguo.
Esta celebración antigua corresponde con el momento en que el Sol está equidistante entre el Equinoccio de Septiembre y el Solsticio de Invierno. Este momento es cuando el Sol está en el grado 15 de Escorpio. Según este principio, este año los velos entre mundos se abren la noche entre el 6 y el 7 de Noviembre. Quien sienta el llamado a viajar por este umbral que sepa que Mercurio es el mensajero de la Luz y que como tal es la voz y palabra del poder de nuestra intención. Es nuestra intención la que lleva la antorcha de la luz e ilumina las sombras. No hay magia sin intención.
Esto nos lleva a la narrativa de esta Luna, que nos habla de que éste es un tiempo para conectar con nuestras verdaderas motivaciones. Es en el núcleo profundo e íntimo de nuestro ser que encontraremos la verdad de lo que somos y queremos y deseamos expresar, crear, materializar. Éste es un tiempo de encuentro íntimo con nuestra luz y nuestra sombra, de aceptación de nuestro dolor, de permitirnos el duelo de lo perdido, de despedir con amor lo que ya fue, de acoger lo que sentimos sin exigencia, sin durezas.
Es un tiempo para encontrar el punto de aceptación que traspasa las barreras traumáticas de la humillación y la vergüenza ocultas en nuestras sombras y que dominan nuestras motivaciones. Es un buen momento para interrogar todo lo que callamos, dejamos de hacer y reprimimos por miedo a la humillación y la vergüenza. Es un tiempo para ir hacia las raíces de estas voces en nuestro pasado, en nuestro linaje.
Escorpio nos habla de tres tabús : la muerte, el sexo y el dinero. Tal vez Mercurio en esta Luna nos ayuda a tener una conversación íntima y profunda con alguna persona vinculada a unos de estos temas. Tal vez es una conversación y comprensión íntima interna con nosotros mismos con relación al dinero, la abundancia, la carencia, la prohibición al placer, el miedo a expresarnos, el miedo a morir, a entregarnos. Tal vez es un tiempo en que las raíces de estas manifestaciones energéticas emergen desde nuestro linaje y podemos reconocer, aceptar e integrar la narrativa de algún ancestro o ancestra que visibiliza una herida sexual o una herida económica o un trauma con la vida y la muerte.
Escorpio nos invita siempre a honrar los descartes, la composta creativa de un duelo hecho con conciencia. Tal vez algunos ancestros aún lloran a través nuestro sus penas y pérdidas. Cuando hablamos de honrarlos lo que hacemos es darles las gracias por su vida, reconocerlos, verbalizar nuestra gratitud. Les ofrendamos los alimentos, las aguas, la luz, las imágenes que representen este sentimiento de honra y gratitud para que cuando los velos se rasguen y se acerquen a nuestro mundo vean que pensamos en ellos, que no los hemos olvidado y abandonado. Que los amamos en nosotros.
Aparte de nuestros ancestros de sangre y familia, podemos honrar y agradecer los ancestros de nuestra tierra de origen, de nuestro lugar de nacimiento; o los ancestros de la humanidad. Seres que nos inspiran, nos nutren y nos hacen de espejo para nuestro andar en la Tierra. Hombres y mujeres que han caminado en esta Tierra de una manera que nos inspira y nos da fuerza para nuestro camino. También los podemos invitar a la fiesta, darles las gracias y honrarlos.
Hay magia y misterio en el aire. Por esto también es el Nuevo Año de las brujas y brujos, guardianes de los saberes de la Tierra, cuidadores de la conexión sagrada. Esas ancestras y ancestros que fueron quemados en la hoguera nos recuerdan que estos saberes tan profundamente poderosos y hermosos no pueden ser borrados ni eliminados. Al contrario: son recordados. Es tiempo de encender un fuego. Un fuego que ilumina la frontera entre los mundos. Un fuego en nuestro altar. Luz en nuestra conciencia.
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