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65- Cuando en el tránsito te percatas de que has fallecido y hay aceptación.
Cuando en el tránsito te percatas de que has fallecido y lo aceptas, ¿qué ocurre? Pues de manera natural se abren las puertas a dos vivencias que conducen directamente al “túnel de luz” y a la entrada, a través de él, en otro plano de vida intangible e inefable:
+Primeramente, la “visualización” íntegra e instantánea de la vida física que se ha dejado atrás, comprendiendo que no hay errores, la interrelación causa-efecto en todo lo vivido y que cada experiencia tuvo su sentido profundo, su porqué y para qué.
+Y seguidamente, se percibe con claridad que en el tránsito no se está solo, sino muy bien acompañado de seres de luz que en su anterior encarnación humana fueron seres queridos del que ahora transita y de los que éste consideró en su vida física como guías y referentes espirituales.
66- El post-transito: la entrada en el plano de luz manteniendo la percepción de una identidad.
Con la toma de consciencia acerca de la muerte física y su aceptación, queda expedito el acceso al “túnel de luz” y, a través de él, la entrada en el plano de luz. ¿Qué acontece entonces? Se abren dos grandes posibilidades conscienciales: la continuación en la asociación consciencial a una identidad o la desaparición de ésta.
La primera supone el mantenimiento de una percepción de existencia de “uno mismo”, con vida y presencia propia, y la consiguiente ligazón en consciencia a algún tipo o forma de identidad, que ya no será física –ésta ha quedado atrás durante el tránsito-, pero sí de carácter álmico o espiritual. De hecho, es lo que viven la mayoría de los que llegan al plano de luz tras haber estado encarnados en el plano humano y realizar el tránsito. Supone, fundamentalmente, la visión de “uno mismo” como “alma”: un alma que no sólo ha estado encarnada en la última vida física, sino en otras muchas vidas –cadena de vida o reencarnaciones- que, además, pueden haberse desarrollado no sólo en el plano humano, sino, igualmente, en otros planos y mundos. Esto conlleva la visión consciencial de una “historia personal” y, por tanto, de una determinada identidad, resultado de la acumulación de experiencias por la citada cadena de vidas. Ésta es la razón por la que diversas escuelas espirituales se refieren al alma como “alma-personalidad”. Y como consecuencia de esa “historia personal”, de esa “personalidad” álmica, se suele tomar la decisión en consciencia de volver a encarnar en el plano humano, en una nueva vida física y un nuevo coche, para desplegar una serie de experiencias relacionadas con las vividas en reencarnaciones anteriores y tanto en referencia a “uno mismo” como a cuestiones pendientes con otras almas debido a pactos suscritos entre ellas (pactos de amor entre almas) y, frecuentemente, a sistemas familiares en los que tales pactos se plasmaron en vidas previas.
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