«Las glándulas salivares» Omraam Mikhaël Aïvanhov.

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«Durante la comida, la mayoría de las veces vuestras preocupaciones no tienen ninguna relación con el acto de comer, ¿no es así?… A partir de ahora, tratad de echar una mirada a lo que habéis puesto en vuestro plato y decid al menos: «Gracias Señor, de poder saborearte a través de estos alimentos que son portadores de tu vida.»
Un pensamiento de reconocimiento, un sentimiento de amor actúan muy favorablemente sobre el funcionamiento de las glándulas salivares. Estas glándulas, una vez activadas, segregan elementos químicos que extraen las energías sutiles contenidas en el alimento. No es el estómago, sino la lengua y la boca quienes, gracias a nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, captan la quintaesencia de los alimentos y los envían al cerebro así como a todo nuestro sistema nervioso. Por tanto, antes incluso de que los alimentos pasen al estómago y después a los intestinos, el organismo ya ha absorbido los elementos etéricos, los que dan la vitalidad y con los que os sentiréis regenerados

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