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Tal vez has escuchado este nombre entre indígenas cuando has salido de vacaciones y hasta incluso tengas uno en tu casa y no lo sepas, pero probablemente has pensado que se trataba solamente de leyendas o mitos que son muy populares entre los grupos nativos.
Justamente, lo que para el ciudadano es sólo un mito o una curiosidad, para estos grupos indígenas significa una realidad ya que ellos son los que más probabilidades tienen de comunicación con los Elementales, primero porque están más cerca de la Naturaleza y segundo porque su ingenuidad y respeto los hace muy valorados por estos seres, siendo que su conocimiento sobre ellos es transmitido de generación en generación en forma verbal por las tribus nativas.
Al menos, los nativos te van a decir que cuides la Naturaleza “porque todo tiene su dueño” y van a advertirte, si tienen confianza contigo y se dan cuenta que no te burlarás de ellos, que no se trata sólo de recorrer libremente el campo y servirse a voluntad de aquellos elementos, ya sean frutos, flores, hasta agua y sombra.
Ellos piden permiso al supuesto “dueño” de un árbol cuando se sientan a su sombra a descansar. Piden permiso al arroyo para beber de sus aguas y jamás orinarían en un río o laguna, sabiendo que pueden despertar la furia del “dueño” de ese lugar.
Y si bien, las personas “civilizadas” no creen en sus conocimientos y muchas veces se burlan de lo que ellos consideran “mitos” o simplemente “supersticiones”, eso no les protege de la ira de los Elementales dueños del bosque, de los ríos, de los lagos, de las rocas.
Los Ekekos pertenecen al grupo de los Gnomos que se incorporan en rocas y minerales en un proceso que comúnmente se denomina “habitar” y entonces al elemento así poseído se lo conoce como Kobold o Kobolt (del alemán, dado que estos personajes provienen de los bosques alemanes y han llegado a estas tierras del mismo modo que los inmigrantes).
Suelen habitar rocas de formas muy particulares, que llaman la atención a las personas; pero si estas rocas son rotas o dañadas de alguna manera, ellos lo consideran como una profanación a su cuerpo y desencadenan hechos muy negativos que luego serán incomprensibles para los ciudadanos de paseo y que provocarán una sonrisa callada en los nativos del lugar.
Las consecuencias de la ira de estas tribus, del tipo Sutil-Tierra-burdo, pueden ir desde graves “accidentes”, muertes incomprensibles o destrozos que el ser humano desprevenido llamará “casualidad” o “accidente”. También pueden llegar a “cabalgar” (término utilizado cuando el Elemental toma posesión del cuerpo y de la mente de las personas involucradas en los hechos) al responsable causándole enfermedades graves y hasta perturbaciones psicológicas y psicosis.
La gente del campo sabe que tiene que moverse con respeto y agradecimiento, puesto que estos Elementales siempre están dispuestos a protegerlos así como a su ganado y a sus plantas y árboles. Por ejemplo, una buena medida, además de pedir permiso con simples palabras, es mantener una piedrita del lugar en la boca cuando uno se interna en terrenos desconocidos que visita por primera vez. Evitará posibles accidentes e incluso la persecución de insectos voladores.
Estos Elementales necesitan de una forma física que los contenga y que posiblemente habitarán en silencio durante muchos años hasta que mueran. La destrucción de estas formas físicas originará un enloquecimiento del gnomo hasta el punto de desear ocasionar la muerte del autor; esto dependerá de lo que vean en él, sea sólo descuido o bien, maldad o deseos de destruir.
Estos gnomos, también pueden encontrarse, pero no muy frecuentemente, en la ciudad, dado que no suelen gustar de los comportamientos vulgares del ser humano, si bien, en principio son amistosos o a lo sumo, indiferentes con él, pero se ocupan de cuidar y proteger sus jardines y su casa, de otras entidades malignas que quieran habitarlas. A veces, viajan miles de kilómetros cuando detectan una forma especial que les agrada, por ejemplo, cuando se colocan los conocidos “enanos de jardín”, que cuanto más bellamente trabajados y refinados en sus detalles, más atractivos les serán.
Su misión de vida es proteger a la Naturaleza; son los “vigilantes” ocultos y silenciosos de bosques, lagos, arroyos, cerros con formas de piedras inusuales, y son incansables y muy celosos de sus protegidos.
Cuando su Kobold es roto, ya sea por la misma acción de la Naturaleza, pueden mudarse a otro “cuerpo”, pero si es una persona o un animal, el responsable, pobre de él. Puede evitarse estas consecuencias reemplazando inmediatamente el “habitáculo” con otra figura bella y refinada, diciendo en voz alta que éste es un mejor cuerpo y mucho más agradable que el anterior, y que está dispuesto a servirles de hogar.
Algunas personas, en el afán de congraciarse con el gnomo, suelen hacerle ofrendas, tales como caramelos, tabaco, alcohol o comida, pero esto es peligroso porque si por alguna razón la persona deja de hacerlo porque viaja o abandona la casa por unos días, el gnomo resentido hará destrozos en la vivienda, a veces provocando incendios. Lo mismo cuando se le piden favores y se les hacen ofrendas; si luego del favor realizado, ya no se les ofrenda, se sentirán usados y se enfurecerán, con las desagradables consecuencias que ello acarreará.
En algunos casos, estos gnomos son introducidos en las casas a fin de solicitarles favores y se les ofrece tabaco, comida o bebidas espirituosas. En estos casos decimos que se trata de un Ekeko. Si la figura que los contiene llega a ser rota por falta de prevención o las ofrendas suspendidas, desatará su furia contra los habitantes de la casa; en otras palabras, es como tener consigo un arma cargada y amartillada, lista para disparar sin que se sepa cuando puede hacerlo por accidente.
Del mismo modo, figuras, cuadros, dibujos en la ropa, etc pueden ser vistos por el Ekeko como posible Kobold y decidirse a habitarlo; el problema surge cuando estos objetos se desgastan o se rompen. También suelen koboltizar muñequitos de enanos, brujitas, pequeñas figuras humanoides, pero en estos casos también cabe la posibilidad de que sean koboltizados otros tipos de Elementales con intenciones diabólicas, no hay que olvidarse que algunas tribus sirven a la Luz y otras, a la Oscuridad.
Debería evitarse imágenes, figuras o muñecos de apariencia diabólica que puedan ser koboltizados por seres oscuros y agresivos, por las consecuencias que traerán cuando las personas o animales cercanos tengan fracturas en sus cuerpos astrales por donde pueden penetrar con facilidad. Cabe agregar que es muy difcil y peligroso, sin saber los rituales y códigos con los que se manejan estos seres, intentar desprenderlos de su habitáculo. Como sugerencia, trata de no atraer a un Ekeko a tu hogar o a tu jardín y menos aún, si no sabes cómo tratarlo.
El Sendero Del Ser. Bendiciones. Leo
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