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«La risa no es necesariamente sinónimo de ligereza, de despreocupación, de falta de seriedad; y puede incluso actuar más benéficamente sobre el mental que ese aire grave que muchos creen que es la característica del sabio. Porque en la risa hay energías vivas que alimentan al cerebro.
Reír permite también levantarse, ponerse de nuevo en pie. En la vida de cada ser se producen acontecimientos que de entrada no se prestan a la risa, es verdad, hay que reconocerlo, y es normal, al principio, que estemos turbados o apenados. Pero es más fácil no dejarse agobiar si nos acostumbramos a ver el lado cómico de ciertas situaciones que tenemos que afrontar. No os privéis nunca de este medio poderoso que es la risa para mantener vuestro equilibrio interior y hacer más ligera vuestra existencia.
Por otra parte, habéis debido observarlo: cuando algunas dificultades o incidentes que al principio os afectaron, las recordáis más tarde o debéis contarlas, lo que os viene a la cabeza es, sobre todo, su lado cómico.»
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