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«¿Qué pasó aquí? Lo acabo de actualizar, ¿alguien me lo puede explicar?».
El mensaje, plasmado sobre una imagen que mostraba los resultados de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, lo escribió este miércoles en un chat de WhatsApp Adam, un adolescente venezolano que no lograba entender las cifras.
Su perplejidad tenía sentido. Esos números mostraban que la candidata demócrata, Hillary Clinton, había conseguido mayor número de votos que su rival republicano, Donald Trump, quien había sido anunciado como el ganador de la carrera por la Casa Blanca.
Este miércoles en la noche, los datos aún preliminares otorgaban a Clinton 59.916.932 votos, mientras que Trump obtenía 59.690.096.
¿Cómo puede ser?
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Colegio Electoral
La causa reside en el hecho de que la elección presidencial en Estados Unidos es una votación indirecta.
Los ciudadanos con su voto, en realidad, lo que escogen es el llamado Colegio Electoral, un organismo conformado por 538 electores procedentes de todos los estados y de la capital Washington D.C.
De acuerdo con la cantidad de habitantes que tienen, a cada estado se le permite elegir a un número determinado de miembros del Colegio Electoral para representar de forma proporcional a la población del país.
Pero las reglas de la mayoría de los estados establecen que el candidato que obtenga la mayoría de votos allí obtendrá todos los votos que corresponden a ese estado en el Colegio Electoral.
La consecuencia de ello es que para ganar las elecciones resulta más útil ganar en muchos estados aunque sea por un voto de ventaja que ganar en unos pocos estados por una abrumadora ventaja de millones de votos.
En el caso de Hillary Clinton, aunque consiguió unos 200.000 votos más que Donald Trump, sólo ganó en 20 estados y en Washington D.C., acumulando 228 sufragios correspondientes al Colegio Electoral.
Por su parte, Trump triunfó en 30 estados y sumó 279 votos del Colegio Electoral: 9 más de los 270 requeridos para hacerse con la presidencia de Estados Unidos.
¿Antidemocrático?
Para quienes están acostumbrados a la elección presidencial directa, el sistema de Colegio Electoral puede parecer injusto y antidemocrático.
Su aplicación ha sido objeto de numerosas polémicas.
De hecho, si la tendencia actual se confirma al terminar el conteo, con Hillary Clinton será la quinta vez que un candidato presidencial gana el voto popular pero resulta derrotado en el Colegio Electoral.
La ocasión anterior se produjo en el año 2000, cuando el candidato demócrata Al Gore perdió la presidencia ante el republicano George W. Bush, pese a aventajarle en más de 500.000 votos.
Los defensores del sistema de Colegio Electoral afirman que este método evita que en las elecciones sean ignorados los estados pequeños y las zonas rurales en favor de las grandes capitales, por lo que garantiza que los candidatos se vean forzados a buscar apoyo en todo el país.
Los críticos del sistema argumentan que, en la práctica, los candidatos ahora suelen concentrar sus esfuerzos en una decena de estados, como Florida u Ohio, considerados clave debido a que sus votantes no guardan de forma mayoritaria fidelidad a ninguno de los dos grandes partidos.
Aunque las encuestas señalan que la mayor parte de los ciudadanos son favorables a la adopción de un sistema de elección presidencial directa y el tema ha sido objeto de debate público, resulta poco probable que vaya a ser adoptado en el corto plazo.
La última vez que el tema fue debatido seriamente en el Congreso estadounidense fue en 1934, cuando una propuesta para eliminar el Colegio Electoral fue derrotada por apenas dos votos.