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«La transformación del movimiento en calor y en luz, e inversamente la transformación de la luz en calor, son leyes particularmente conocidas y aplicadas en física. Sólo los espiritualistas perezosos no las conocen. Se contentan con meditar, estudiar, reflexionar sin preocuparse de transformar esta luz en calor (sentimientos) y después en movimiento (actos). Si pedís a algunos que hagan un trabajo físico, se escandalizan ¿Cómo se les puede pedir que hagan algo tan indigno de ellos? Pues bien, en esto se equivocan.
El trabajo físico es indispensable para la evolución de cada uno. Incluso si nadie os obliga a hacerlo, debéis obligaros vosotros mismos, si no esto se reflejará de forma negativa sobre vuestra salud física e incluso psíquica. Si supierais solamente la utilidad que tiene la actividad física, incluso para esclarecer la conciencia y el progreso espiritual, haríais todo lo posible por tener algo que limpiar, que lavar, que plantar, que coser o reparar.»
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