Los republicanos controlan el Congreso y el Senado y podrían maniobrar para minar la capacidad de tomar decisiones del banco central
La insólita victoria del demagogo e impredictible Donald Trump en Estados Unidos tendrá consecuencias políticas y económicas difíciles de predecir por la misma idiosincrasia del personaje. Pero está claro que el mundo sufrirá un vuelco empujado por la senda que siga la primera potencia económica mundial. El programa electoral de Trump en materia económica se basa en grandes bajadas de impuestos a las empresas, que beneficiarán sin duda a los más ricos, y en más proteccionismo (América para los más americanos) sazonado con recetas populistas para seducir a las clases trabajadoras.
Los mercados han reaccionado al alza tras su triunfo, con una lógica triste. El argumento podría ser el siguiente: los estímulos fiscales mejorarán el beneficio de las empresas, empujarán la economía (Trump dijo que el PIB crecería un 4%, un chiste) y disparán el déficit y la deuda pública. La bolsa sube con la expectativa de que las empresas incrementarán sus beneficios, sobre todo las energéticas y de infraestructuras.
Esta es la conclusión cortoplacista del mercado especulativo. Pero hay otras cosas a tener en cuenta. La primera es que si EEUU crece con vigor, el dólar se fortalecerá. Y eso perjudicará a las exportaciones de las empresas. Alrededor del 40% de los beneficios de las firmas S&P500 se obtienen en el extranjero.
Después está por ver qué política seguirá Trump respecto a los acuerdos comerciales. El último presidente que estimuló al dólar y se entregó al proteccionismo fue Ronald Reagan. La situación se volvió insostenible y al final claudicó: debilitó el dólar y accedió a iniciar negociaciones comerciales.
Pero quizás lo más incierto es qué hará Trump respecto a la independencia de la Reserva Federal, el banco central que dirige la política monetaria del país. Durante la campaña no ha ahorrado críticas a su presidenta, Janet Yellen, a la que acusa de inundar el mercado de liquidez para ayudar a Obama. Todo apunta a que los tipos de interés empezarán a subir.
Parece improbable que Trump fuerce su salida (su mandato vence en el 2018). Pero maniobrará para incorporar personas afines a sus políticas en la junta de gobierno de la entidad. La Fed es un banco central independiente dado que sus decisiones no tienen que ser ratificadas por el presidente de EEUU. Pero está sujeta a la supervisión del Congreso, controlado por Trump, y el presidente y el vicepresidente son designados por el presidente de EEUU y confirmados por el Senado, cámara también controlada por los republicanos. La nueva era Trump bien podría acabar con el poder de los bancos centrales en la economía. Y quizás con su independencia.
Pueda ser que lleguemos a ver esa lucha, y que comience la liberación del planeta de esa mafia globalista satánica …