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«Para debilitar a un grupo de personas e imponerse a ellas, basta con dividirlas. Los efectos perniciosos de la división son bien conocidos en el campo político, social, profesional, familiar. Pero en el ámbito interior aún no han sido suficientemente estudiados. Un hombre que duda introduce en él la división en sí mismo; es como si quisiera tomar dos direcciones opuestas al mismo tiempo: sólo hará que vacilar.
Diréis que no siempre es fácil adquirir la certeza que os permitirá tomar firmemente una orientación interior. Ya lo sé, pero para escapar a la duda destructora hay un método, y este método consiste en entrar profundamente en sí mismo diciendo: «Por el momento, yo soy ignorante, no tengo la intuición ni la lucidez necesarias para ver claramente la situación, pero esto no debe ni alterarme ni paralizarme. Tengo fe en el bien, en la luz y continuaré actuando con honestidad, desinterés y valor.» Si sabéis manteneros en este estado de ánimo, terminaréis triunfando sobre todas las dudas.»

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