La colección otros Mundos de Plaza y Janés, significó un antes y un después en la divulgación de las tesis alternativas.
Buena parte de estos libros no se han digitalizado, y poco a poco van desapareciendo de Las Bibliotecas al no ser demandados por desconocimiento de los lectores.
Sin duda una colección imprescindible para comprender la evolución histórica de nosotros mismos, de buscar respuestas a esas preguntas que el día a día se empeña en ocultarnos.
maestroviejo
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Existe algo que trasciende los sentidos conocidos, asegura el periodista, cineasta y parapsicólogo español Sebastián D’Arbó (1947), desde siempre interesado en el estudio y representación (a través de libros y películas) de todo aquello que concierne al ser humano como potencialidad, en un entorno que se abre por encima del escenario restrictivo de la Tierra, para abrazar uno cósmico. En suma, del ser humano como emisor y receptor de su propio misterio. De tal modo que, lo que motejamos de anormal, puede venir determinado, precisamente, por estas limitaciones sensoriales.
Ante el interés que, en el lector más advertido y cautivado, despierta una disciplina que, finalmente, ha llegado a impartirse en algunas universidades, además de cómo compendio del conocimiento y experiencias de su autor, surge un libro como La parapsicología en profundidad (Plaza & Janés, Colección Otros Mundos, 1979).Como recuerda el profesor D’Arbó en su prólogo, éste se compone de una serie de partes, unidas por un denominador común, el de los fenómenos consignados como paranormales.Pero además, el volumen se presenta bajo el subtítulo de “método científico práctico”, una característica que lo postula por encima de lo puramente anecdótico, y que incide en el aspecto de experimentación práctica de las facetas más puntuales que forman parte de la parapsicología. Un tema apasionante que comienza por abordar las diferencias (complementarias) entre psicología y parapsicología (capítulo I), contenedoras de dimensiones incontroladas, por resultar, en muchas ocasiones, unas manifestaciones inconscientes (es decir, el producto somático del subconsciente humano).
Fenómenos inexplicables, que no imposibles de explicar, palpables o indefinibles, pero en definitiva, fenómenos extra-ordinarios de la mente. Son manifestaciones a las que se aplica un método estadístico, por lo que, gracias a las matemáticas, estas expresiones, ocultas de ordinario, comenzaron a ser cuantificables. De hecho, existen laboratorios parapsicológicos para su confirmación científica, aunque D’Arbó llama la atención acerca de cómo no todos estos fenómenos se prestan a ser reproducidos en tales entornos, dada su naturaleza espontánea. Es por ello que se procede a trasladar dichos laboratorios para, en lo posible, tratar de reproducir los condicionantes. Justamente, a estos fenómenos espontáneos y (casi) impredecibles, está dedicada la segunda parte del libro, la parapsicología empírico-cualitativa.
Para el investigador y escritor, es procedente el epíteto de científico aplicado a tal disciplina, desde el momento en que este es el método que se persigue para su observación y análisis, y como especialidad que, tal cual se ha dicho, es impartida a modo de una ciencia más. Un largo camino desde que vertientes como el espiritismo (la comunicación con los muertos) fuera codificada por Allan Kardec (1804-1869) o la telequinesis confirmada a los atónitos ojos de los investigadores, por medio de personas facultadas como Nina Kuláguina (1926-1990).
D’Arbó recuerda cómo esta fenomenología está muy relacionada con los estados de tensión y de estrés, como puedan estarlo con los de relajación e interiorización. No en vano, el poder de la mente es inmenso y desconocido en gran parte(II). Por lo que se aborda la investigación parapsicológica por medio de la moderna electrónica (VII), o incluso a través de las drogas (VI), con algunos ejemplos contrastados. Sin olvidar la hipnosis. La hipnosis facilita la consecución de un estado especialmente receptivo para los fenómenos parapsicológicos (V). De alguna manera, el ser humano se desdobla involuntariamente cada noche; lo que pasa es que no nos acordamos (V). En este sentido, la proyección astral podría considerarse un desdoblamiento de la misma personalidad.
Son conclusiones llamativas, como la de la transmisión de sensaciones relacionadas con una determinada persona, por medio de un objeto (metagnomía), pero como ya hemos advertido, están debidamente sustentadas por el método científico de comprobación y determinación, reproductividad y refutabilidad. Ello, a pesar de que procedemos a medir en nuestro propio tiempo y espacio, pese a que ahora sabemos que las cosas y los conceptos que las determinan -sabidas o por conocer- escapan a dichos parámetros antropomorfos, enfrentándose a un universo mucho más amplio; sucediendo, además, que las potencialidades del subconsciente son ajenas a nuestros prejuicios.
Radiestesia, regresión, telequinesis, mediumnidad, viaje astral, videncia, telepatía, clarividencia, neurografía, fotogénesis, teleplastia o el vistoso y aterrador poltergeist, conforman un vademécum en el que se pone de relieve la metodología aconsejable (personal o extraída de algún congreso) para toda investigación científica que aspire a un cierto rigor y objetividad. Como ejemplo, el caso de la posesión, identificada con autorizada probabilidad como un grave caso de esquizofrenia o doble personalidad (VIII).
Una tercera parte, La ciencia del futuro, está dedicada a las conclusiones más interesantes de lo anteriormente expuesto. Lo que incluye un práctico diccionario parapsicológico.