El estudio, publicado en la revista Social Psychological and Personality Science, preguntó a 5.000 adultos, cuando tenían entre 20 y 75 años de edad, sobre sus rasgos de personalidad y cómo pensaban que cambiarían sus vidas en la próxima década. También sobre su satisfacción laboral, de salud, en sus relaciones y en su vida.
Una década después, los investigadores les sometieron a las mismas preguntas y compararon las respuestas obtenidas en las dos encuestas, teniendo en cuenta las variables que se habían producido con respecto a la edad, los ingresos económicos y el nivel educativo.
Descubrieron que las personas que pensaban no cambiar mucho en la próxima década se sentían mucho mejor diez años después que los que habían imaginado escenarios muy diferentes, tanto en sentido positivo como negativo, para su futuro a medio plazo.
Otro dato significativo de esta investigación: los que pensaron que su nivel económico mejoraría en los próximos 10 años, estaban menos satisfechos consigo mismos diez años después, que los que no esperaban mejorar su situación económica.
“Cuantas más personas predijeron inicialmente que seguirían siendo las mismas, más satisfechos estarían con sus vidas diez años después”, explica Joseph Reiff, coautor del estudio, en un comunicado.
Este resultado es constante, independientemente de las circunstancias de la vida que puedan afectar el bienestar, como la clase socioeconómica, concluye esta investigación.
Decisiones previsibles
Los autores señalan que cuando pensamos en un futuro previsible y estable para nosotros mismos, tomamos decisiones ajustadas a lo que pensamos que vamos a ser dentro de diez años, como por ejemplo hacer ejercicio cada semana, comer sano o ahorrar para la jubilación.
Sin embargo, si pensamos que nuestra vida será muy diferente dentro de diez años, nos sentimos incapaces de planificar nuestra vida porque no sabemos muy bien cuáles serán las mejores decisiones. Nos dejamos ir y luego nos sentimos peor con nosotros mismos.
La conclusión de los investigadores es que es importante imaginar un futuro para nosotros mismos, pero sobre bases realistas. Hay que ser conscientes de que los objetivos que nos proponemos en la vida requieren por lo general de una estrategia que debemos pensar y poner en práctica.
Además, debemos asumir de antemano que tendremos obstáculos que superar y probablemente más de un fracaso, aspectos que no hay que ver como algo negativo, sino como circunstancias que nos llevan a hacer mejor las cosas que nos proponemos realizar en la vida, señala otro de los investigadores, Hal Hershfield, en la revista Time.
Esta investigación se basa en un creciente cuerpo de literatura psicológica que sugiere que percibir la similitud del presente con el yo futuro es generalmente beneficioso para decisiones y resultados a largo plazo, señalan los investigadores.
Otras investigaciones señalan los aspectos negativos de imaginar un futuro muy diferente para nosotros. Un estudiopublicado el año pasado en la revista Emotion descubrió, por ejemplo, que no es bueno empeñarse mucho en conseguir la felicidad porque eso nos lleva a obsesionarnos con el fracaso y genera estrés.
Otro estudio, publicado en 2002 en Journal of Personality and Social Psychology, fue todavía más categórico: fantasear sobre nuestra vida futura nos trae generalmente resultados negativos en la vida, porque esa actitud resta importancia al empeño necesario para alcanzar objetivos y al final nos aleja de la posibilidad de alcanzar nuestros sueños.
En un futuro, Reef y sus colegas se proponen entender por qué algunas personas confían en su estabilidad futura, mientras que otras, por el contrario, creen que cambiarán con el tiempo, para bien o para mal. Los investigadores intentan descubrir qué forma exactamente la opinión de la gente sobre el futuro «yo».
Identity Over Time: Perceived Similarity Between Selves Predicts Well-Being Ten Years Later. Joseph Reiff, Hal Hershfield, Jordi Quoidbach. Social Psychological and Personality Science. DOI: https://doi.org/10.1177/1948550619843931