La propia Comisión Nacional de Salud reconoció ayer la escasez de trajes protectores y mascarillas, ya que la mayoría de las fábricas están cerradas por las vacaciones del Año Nuevo Lunar. En Hubei, la provincia en cuarentena por ser el foco del brote, hacen falta 100.000 trajes al día, lo que significa tres millones al mes. Pero en China solo hay 40 productores que pueden fabricar 30.000 trajes al día. Aunque las autoridades han conseguido recuperar el 40 por ciento de su producción, no es suficiente para satisfacer toda la demanda. Con el fin de aumentar los suministros, se recurrirá también a productores que fabrican 50.000 trajes protectores para la exportación.
Además de destinar 1.000 millones de yuanes (130 millones de euros) a las zonas afectadas, el Gobierno ha enviado 1.300 médicos y prepara otro millar. En una rueda de prensa a la que los periodistas acudieron con mascarillas quirúrgicas, el ministro de la Comisión Nacional de Salud, Ma Xiaowei, confirmó que “los científicos ya han conseguido aislar al nuevo coronavirus y están trabajando en una vacuna”. Pero esta todavía tardará varios meses o incluso años. La vacuna contra el SARS (síndrome respiratorio agudo y severo), que mató a casi 800 personas entre 2002 y 2003, no se autorizó para ensayos humanos hasta noviembre del año pasado, después de haberse probado con éxito en monos. De momento, lo único que pueden hacer los médicos es darle a los enfermos antirretrovirales contra el sida, que parecen estar funcionando en algunos casos. En concreto, se trata del Lopinavir/Ritonavir que están dispensando hospitales de Pekín y Shanghái.
Propagación acelerada
Para colmo de males, el coronavirus, que es distinto al del SARS, puede contagiarse entre los seres humanos incluso durante el periodo de incubación en una persona, que oscila entre un día y dos semanas. Como han descubierto los médicos, también puede ocultar sus síntomas, como fiebre, tos y problemas respiratorios, lo que dificultaría su detección y aceleraría su propagación.
Ma justificó la decisión de imponer la cuarentena a toda la provincia de Hubei, donde viven casi 60 millones de personas, porque “era un momento crítico para contener la epidemia” y también por el peligro que suponen las vacaciones del Año Nuevo Lunar, en las que 350 millones de personas viajan por todo el país. Durante la operación salida del sábado, las restricciones a los transportes redujeron el número de pasajeros de tren un 41 por ciento, de coche un 25 por ciento y de avión un 42 por ciento. Pero todavía queda el retorno y las autoridades preparan más medidas para reducir y vigilar los desplazamientos.
Tras las órdenes del presidente Xi Jinping de atajar la epidemia por todos los medios, se aplicarán medidas más drásticas como prohibir las aglomeraciones, cerrar los lugares públicos, suspender los autobuses en muchas ciudades y provincias y alargar “sine die” las vacaciones escolares por el Año Nuevo Lunar. Aprovechando que este es el país con mayor control y vigilancia sobre sus ciudadanos, hasta se va a buscar a los habitantes de Hubei que han estadoviajando durante las dos últimas semanas para comprobar su salud y, si están infectados, ponerlos en cuarentena.
Solo de Wuhan, la capital provincial, podrían haber salido durante la última semana cinco millones de personas por miedo a la epidemia y por las vacaciones del Año Nuevo Lunar. Según informa el periódico “South China Morning Post”, así lo calcula el alcalde de la ciudad, Zhou Xianwang, quien cree que quedan otros nueve millones de habitantes tras la entrada en vigor de la cuarentena. De las 2.700 personas que permanecen en observación en Wuhan, estima que mil tienen la enfermedad.
Para atender a los pacientes, que han desbordado los hospitales, las autoridades han añadido 2.400 camas más y en los próximos tres días destinarán otras 5.000. Pero todo parece quedarse corto para una epidemia que, según calculan los expertos, todavía no ha alcanzado su pico. Debido a los mayores controles, los expertos esperan que en las próximas jornadas y semanas siga subiendo el número de infectados y víctimas mortales. Aunque los más vulnerables son los mayores de 40 años con problemas de salud que han mermado su sistema inmunológico, ya se han detectado contagios también en menores, como un bebé de nueve meses en Pekín y una niña de dos años en la provincia sureña de Guangxi.