Bases teóricas del Vedanta

por SeshaExtracto de: el sendero del dharma
Sesha

El sistema filosófico teórico-práctico oriental denominado Vedanta Advaita propuesto por Sankaracharya puede resumirse en la siguiente afirmación: «el individuo es idéntico a Brahman» (Jiva brahman aika), el absoluto No-dual. Con el fin de soportar teóricamente tal afirmación, el Vedanta ha formulado tres conceptos profundamente inteligentes que desafortunadamente no han sido interpretados de una forma muy clara por los estudiosos occidentales. Intentaremos dar curso a una nueva interpretación con el fin de mostrar las profundas verdades que encierra dicho planteamiento filosófico. Para tal efecto, analizaremos minuciosamente en el presente capítulo tres ideas directrices del pensamiento oriental: los términos mayakarma y no-dualidad.

Maya

La esencia de esta idea es que el absoluto No-dual (Brahman) coexiste con el mundo dual, pero no hay un lugar donde la realidad No-dual (Brahman) se intercepte con la naturaleza individual (jiva). Note cómo la imagen de una falsa serpiente se sobreimpone a una soga real. No existe ningún lugar de la soga o de la serpiente donde ambas realidades se intercepten. Mientras una de ellas se reconozca como existente, la otra no se aprecia. Mientras el temor de un caminante proyecte en su conciencia la existencia de una serpiente, dicho caminante jamás podrá detectar la soga en ningún lugar del bosque donde acontece la sobreimposición. La serpiente existe solamente como una falsa proyección de la mente; de igual forma, la realidad del mundo dual cobra la consistencia de un sueño mientras se lo experimenta. Los objetos que hacen parte del mundo dual poseen similar realidad a la de una serpiente inexistente; así, mientras el mundo dual se advierta como real, su sustrato (la realidad No-dual) no se aprecia; mientras la falsa proyección persista es imposible que la mente detecte la soga, que es en esencia su sustrato.

La explicación de maya como velo de la realidad y sobreimposición de la ilusión va aún más lejos. No solamente la serpiente es una falsa realidad: el «yo» que cree conocerla es tan falso como ella. Maya intenta explicar el error de asumir que conocedor y conocido son diferentes; dicha diferenciación entre objeto y sujeto es sólo aparente. Cualquier atisbo de definición que tenga un perceptor independiente sobre lo percibido es tan erróneo como cualquier juicio de valor que se tiene sobre la serpiente. El mundo no es lo que interpretamos mentalmente, debido a que nuestra cognición está velada por una falsa percepción. Suponer que las cosas son lo que pensamos de ellas es maya, es decir, Maya es asumir que el discurso mental tiene la posibilidad de definir las cosas como entes reales.

Karma

¿Por qué una serpiente inexistente no desaparece al atenderla y al contrario, ejerce la fascinación de su movimiento y aún la vemos aproximarse decidida a atacar? ¿Cómo la ilusión asume continuidad y permite experimentarse en secuencias espacio-temporales? ¿Por qué lo inexistente permanece? Maya perdura en razón del karma. El karma provee sentido de continuidad a la falsa serpiente de nuestro ejemplo. El karma primigenio nace simultáneamente a la dualidad primigenia; tanto karma como individualidad son eventos simultáneos. El «yo» persiste en el tiempo y el espacio gracias al karma; sin karma no habría «yo» ni sentido de diferenciación objeto-sujeto en la mente. Maya imprime a la vida el acto ilusorio; el karma otorga permanencia a la falsa creación.

Mientras exista un «yo» en el pensar y se advierta un «yo» en el hacer, se creará un nexo entre quien cree que realiza la acción y la acción realizada. Asumir que el «yo» piensa o actúa sólo es posible en un marco donde existe pasado y se plantea futuro, puesto que solamente en el pasado y el futuro existe el «yo». La presencia ilusoria de un «yo» crea sentido de tiempo y espacio; toda interpretación dialéctica de cualquier individuo está confinada a tiempo y espacio. El tiempo se subdivide en tiempos y el espacio en espacios; la diferenciación se da por doquier en la interpretación mental dual. Ahora ya todo está consumado: somos espectadores de un universo fraccionado en el que evolucionan nombres y formas. Cada evento existente tiene causa en uno previo; el mundo se convierte en un incesante oleaje de causas y consecuencias entremezcladas. En el temor impuesto por la mente ante la percepción de la serpiente, el caminante intenta huir del peligro que ella representa. Se pone en marcha un universo carente de sentido pero regido por la ilusoria causalidad de un caminante que persevera en cuidar su vida huyendo del mortífero veneno de la serpiente. Llegará a su casa y contará la historia a su familia; todos empiezan ahora a hacer parte de una experiencia inexistente. La información se expandirá y los habitantes, al creérsela, harán también parte de la trama inexistente. Nadie visitará aquellos recónditos parajes donde un caminante estuvo ad portas de ser atacado por una peligrosa y agresiva serpiente. El pueblo ahora teme a una inofensiva soga.

Maya implica el nacimiento del «yo», karma implica la permanencia del «yo». Mientras cualquier acción mental o física se realice bajo la presencia egoica, dicha acción llevará implícita una consecuencia. La presencia del «yo» en la acción genera un sentido de apetencia del fruto de la acción y el sentido de pertenencia del acto realizado. Por ello, para desdibujar el karma y dar término a maya, se apela a realizar la acción sin ninguna mira egoísta y evitando todo fruto en la acción. Este es el sendero del dharma, el camino que convierte la acción en liberación.

No-dualidad

Este es tal vez el concepto más complejo del sistema de pensamiento oriental. La metafísica del Vedanta lo acoge como eje central de su disquisición. La no-dualidad es tal vez la idea más abstracta que nunca ha existido, pues introduce una serie de postulados de una simpleza excepcional que pueden ser probados sólo por la experiencia directa o por la intuición aguzada de cualquier conocedor.

La no-dualidad es un término que establece una caracterización de realidad diferente a la que acostumbramos a estudiar normalmente cuando analizamos los objetos materiales versus la realidad de los objetos ideales. Mientras los objetos materiales están compuestos de sustancia que la física analiza y a la que cataloga mediante las leyes de la naturaleza, la sustancia de los objetos ideales se establece como una realidad perteneciente y dependiente del sujeto mismo.

En el mundo material los objetos son independientes del sujeto que los conoce; en el mundo ideal los objetos tienen una íntima relación con su conocedor, pues dependen enteramente de él.

Para el Vedanta, la definición de realidad no se basa en la sustancia que compone los objetos materiales o ideales, y menos aún en si es el sujeto o el objeto el agente activo de la cognición. Oriente introduce un nuevo paradigma para definir el problema: asume que tanto la sustancia ideal como la material son expresiones de una misma actividad que las resume y a la que denomina «conciencia». Esto es, el universo «materializado e idealizado» es un océano de conciencia No-dual.

La afirmación previa puede aclararse en el ejemplo de un sueño: mientras este ocurre, la mente del soñador asume en el sueño el rol de creador de objetos ideales y materiales. Ambas sustancias, las realidades materiales e ideales que componen el sueño, parecieran diferentes a los ojos de los innumerables personajes del sueño pero finalmente podemos aseverar al despertar que ambos atributos son manifestación de una única entidad cuya esencia es la capacidad de permitir cognición, es decir, son atributos de la conciencia.

Sin embargo, las cosas no son tan simples, pues a cualquier sujeto de un sueño le es imposible reconocer que la conciencia del soñante es la causa no solamente de sí mismo, sino de los objetos que componen el entorno que experimenta. Así entonces, el Vedanta ofrece una nueva idea con el fin de solucionar este dilema. Asume que, mientras el personaje soñado suponga como válida su propia realidad soñada, no podrá reconocer al soñador ni a su conciencia vigílica como razón de él mismo. El Vedanta ofrece un tipo de realidad en la que converge la irrealidad que ofrece la construcción de un imaginario sueño junto con la realidad que no se aprecia como parte de la vigilia. Coexisten entonces simultáneamente irrealidad y realidad. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta en nuestro ejemplo que todo es esencialmente realidad consciente vigílica, pues la diferencia que se encuentra en el sueño es sólo aparente.

La no-dualidad interrelaciona los diversos objetos que constituyen el universo bajo una nueva apreciación, aquella en donde la individualidad coexiste con la totalidad. En esto se parece al holograma, donde cada una de las partes está relacionada con el todo. En el holograma la información no es esencialmente diferenciada sino que toda ella se entremezcla como un todo a la vez que se puede presentar como diferente. La consecuencia más importante del concepto «no-dualidad» es la ausencia de realidad del sentido de individualidad. El «yo», como entidad independiente y generadora de individualidad, es tan aparente como cualquiera de las miles de conformaciones independientes que emergen en un sueño. La realidad del «yo» queda establecida como válida solamente en los universos conscientes donde este es capaz de reconocerse a sí mismo; más allá de estos estados de cognición, el «yo» se parece al espejismo que la mente ofrece en medio de un ambiente soleado y árido.

La experiencia No-dual incluye ser consciente del mundo ideal y real, pero bajo un supuesto de simultaneidad en los eventos conocidos. Para que exista en la mente la opción de una cognición simultánea en el tiempo y ubicua en el espacio, es necesario desalojar de los procesos cognitivos el sentido de yoidad que suele acompañarlos. Cuando el sentido de apropiación del «yo» se erradica de la mente, la conciencia pasa de una apreciación individual a una No-dual. La conciencia por sí misma, como receptáculo del saber, asume el rol de ser agente de cognición, y dicha actividad consciente reconoce que sujeto y objeto no son diferentes de ella misma conociendo; incluso la actividad consciente reconoce que objeto y sujeto son expresión de la misma conciencia que conoce. El universo se convierte en una continuidad de objetos-sujetos no-diferenciados, completamente vivos y sin frontera alguna en la cognición No-dual.

La Meditación

Integración de los Mundos Dual y No-dual

La práctica meditativa se convierte entonces en el eslabón que relaciona los mundos de la dualidad y la no-dualidad. La práctica meditativa permite la experiencia plena de la no-dualidad, y junto con ella el reconocimiento consciente de un universo absoluto. La meditación no anula el universo, simplemente lo descubre a la luz de una consciencia carente de sujeto. Es el mismo universo quien se conoce a sí mismo en toda su extensión de tiempo y espacio.

En los profundos estados meditativos el universo no desaparece. El universo es, seguirá siendo lo que es y lo que ha sido siempre: el universo; lo que desaparece es un sesgo de diferenciación entre sus constituyentes gracias a la extinción del «yo» en la cognición. Extinto el «yo», la conciencia asume por sí misma el rol de conocer; así, su fuerza de saber interpenetra todo lo existente permitiendo una visión simultánea y ubicua de la realidad.

La práctica de la meditación puede ejercitarse mediante dos vías: la de la acción y la del discernimiento. En la vía de la acción se usa como sostén de la atención el mundo externo y los diversos objetos que lo componen; también se denomina la vía del karma yoga. En la vía del discernimiento, la atención ha de posarse en la atención misma interior, y no ha de entremezclarse con los objetos mentales que allí anidan; también se la conoce como la vía del gnana yoga.

Con el fin de realizar una presentación más sencilla de la práctica meditativa, definiremos las vías del karma yoga y del gnana yoga con el nombre de prácticas «externa» e «interna», respectivamente. La práctica externa tiene que ver con el mundo externo, mientras que la práctica interna se relaciona con el mundo interno.

Cuando la mente y sus contenidos inician el proceso de reconocimiento del mundo e intentan emitir juicios de valor sobre la realidad de estos, se pone en movimiento una serie de engranajes que pueden interpretar lo conocido de diferentes maneras. La cognición y la interpretación del mundo que advertimos tienen innumerables variantes. Occidente ha encasillado la cognición en un exclusivo prototipo de funcionamiento al que denomina «dualidad»; dentro de este modelo dual la cognición se advierte exclusivamente conformando los estados de conciencia denominados «vigilia» y «sueño». Tanto en vigilia como en sueño es claro a la experiencia consciente detectar que sujeto y objeto son diferentes. En estos mundos, tanto conocedor como conocidos se experimentan diferentes el uno del otro, hasta el punto de clasificarse la realidad dual como «material» e «ideal».

Dependiendo de que en la cognición aparezcan otras fracciones de la mente no estudiadas en Occidente, es posible advertir la existencia de un ordenamiento diferente de la realidad. Este nuevo ordenamiento se ejemplifica en el Vedanta a través de la aparición de tres nuevos estados de conciencia de los cuales uno es aún dual y los dos restantes son no-duales; nos referimos a los estados de Observación, Concentración y Meditación.

Estados de Conciencia según el Vedanta

Los cinco estados de conciencia se establecen con sus características fundamentales

Estados de Conciencia Mundo Interno Mundo Extero
Sueño Estado dual exento de karma donde la mente se desdobla y actúa a la vez como sujeto y objeto. El «yo» onírico es un pensamiento más, al igual que los restantes eventos que componen el sueño.
Pensamiento Estado dual donde hay presencia de karma. Los objetos de percepción son la memoria, y el sujeto un agente consciente diferente a los pensamientos mismos. Estado dual donde hay presencia de karma. Los objetos de percepción son todo aquello que se experimenta con la intervención sensoria; el sujeto es una actividad interior consciente diferenciada de lo que conoce.
Observación Estado dual carente de karma. Los objetos interiores son la mente en calma sin pensamiento alguno. El sujeto es un testigo consciente diferente al mar de quietud interior que reconoce. Existe la tendencia a que exista solamente sujeto de cognición. Estado dual exento de karma. Los objetos externos son todo aquello que se aprecia mediante los sentidos y el testigo es un agente de cognición que hace parte de la percepción misma. Existe la tendencia a que existan solamente objetos de cognición.
Concentración Estado No-dual exento de karma. Tanto lo conocido como el conocedor son simultáneos y ubicuos en el mundo interior. Estado No-dual ausente de karma. Tanto lo conocido como el conocedor son simultáneos y ubicuos en el mundo externo.
Meditación Estado No-dual carente de karma y de maya. Tanto conocedor y conocido son el mundo interno y externo. La realidad es el universo mismo de percepción que se reconoce simultánea y ubicuamente en todos sus constituyentes.
Fuente: Sesha. El Sendero del Dharma (Asociación Filosófica Vedanta Advaita Sesha – 2011)
https://www.nodualidad.info/textos/bases-teoricas-del-vedanta.html

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