Las nuevas vacunas contra el COVID-19 necesitan grandes cantidades de materia prima y trabajo para ser producidas

Hasta mediados del año pasado, muy pocas personas fuera de los círculos científicos sabían que existía algo llamado ARN, incluso menos personas sabían que había algo que hoy conocemos como ARNm (mensajero).

Esta tecnología, desarrollada por biólogos y biotecnólogos, es la que ha permitido crear una vacuna contra el SARS-CoV-2  con tanta rapidez.

La primera vez que se identificó a un coronavirus fue a mediados de la década de 1960. Desde entonces, se han identificado siete tipos de coronavirus que pueden contraer los humanos. De estos siete coronavirus, cuatro causan enfermedades respiratorias de leves a moderadas. Mientras que los tres tipos restantes causan enfermedades respiratorias que pueden llegar a tener consecuencias muy graves.

Estos tres tipos son: SARS-CoVMERS-CoV y SARS-Cov-2. Este último, causante de la enfermedad del COVID-19.

Gracias a las investigaciones que se han hecho desde los años 60 del siglo pasado y la cooperación de la comunidad científica internacional, el desarrollo de la vacuna contra el SARS-CoV-2 fue bastante rápido.

La comunidad científica tiene un mejor entendimiento de cómo funcionan los coronavirus, además de que biólogos y biotecnólogos ya estaban avanzados en la investigación para desarrollar vacunas de ARNm.

Este nuevo virus nos ha mostrado una pequeña parte de lo que es la ciencia y de cómo funciona. Sin embargo, hasta ahora, muchos de nosotros probablemente no nos habíamos puesto a reflexionar sobre la fabricación en masa de las vacunas y lo que eso implica, desde materiales hasta personal calificado para su transportación.

Esta es la primera vez que se aprueba la fabricación masiva de este tipo de vacunas, recordemos que la producción es muy reducida cuando se trata de ensayos clínicos.

Tan sólo el gobierno de Estados Unidos ordenó 100 millones de dosis extra para julio de este 2021, esto es el doble de lo que originalmente se había comandado.

Pfizer y su alianza con BioNTech planean distribuir 1.3 mil millones de vacunas alrededor del mundo, pero esto sólo significa que primero se tienen que asegurar los materiales necesarios para su fabricación, además de que hay muy pocos lugares que cuentan con la tecnología para producirlas.

Las vacunas de ARNm usan procesos químicos mucho más rápidos que las vacunas tradicionales que se fabrican a partir de virus debilitados que crecen en huevos de pollos. Quienes son responsables de la fabricación comienzan con una secuencia genética que construye una especie de bloques para los picos de proteína del nuevo coronavirus, el cual entra en las células para infectarlas. Después, líneas robóticas de ensamblaje transforman esa secuencia primero en una plantilla de ADN y luego en la sustancia de la vacuna ARNm. Para proteger al ARNm, que es muy inestable, los productores lo empacan en una nanopartícula lípida aceitosa que, además, facilita su absorción por las células humanas. Finalmente, las células reproducirán los picos de este virus en su superficie para que el sistema inmune aprenda a reconocerlas y combatirlas, acabando con el virus.

La gran mayoría de los materiales necesarios tienen un acceso limitado: material químico, vidrio para los viales, metal para las jeringas, etc.

Patrick Boyle, el responsable del área de investigación y desarrollo de la compañía de biología sintética Ginkgo Bioworks en Boston, dijo que las polimerasas, un tipo de enzima que convierte el ADN en ARNm y los ingredientes utilizados para fabricar las nanopartículas lípidas son algunas de las materias primas más importantes para las vacunas. También dice que los fabricantes necesitan un mejor acceso a una sustancia poco común llamada enzima Vaccinia Capping (VCE), que ayuda a evitar que el ARNm se degrade y le da una apariencia engañosamente humana para evitar que la maquinaria de fabricación de proteínas de las células lo rechace.

El equipo de Boyle ha calculado que fabricar las 10 libras de VCE necesarias para generar 100 millones de dosis de vacunas de ARNm que ha ordenado EEUU, superaría la capacidad de los biorreactores (los contenedores que se utilizan para llevar a cabo las reacciones bioquímicas) y costaría 1,400 millones de dólares. Sin embargo, los precios del VCE deberían bajar a medida que los procesos de fabricación y los esfuerzos para aumentar su producción mejoren.

Afortunadamente, las vacunas de ARNm no han sido las únicas desarrolladas en el combate contra el COVID-19. Otras compañías, como Johnson & Johnson y AstraZeneca, han trabajado para desarrollar vacunas fabricadas con otros enfoques, que además sus ensayos clínicos ya se encuentran en las últimas etapas para ser finalmente aprobadas.

El escenario ideal sería que estos esfuerzos contribuyeran con millones de dosis adicionales, no sólo para las naciones más ricas (quienes han acaparado y asegurado millones de dosis), sino también para los países con ingresos más bajos.

Esta última categoría incluye 67 países en las que sólo una de cada 10 personas puede ser inmunizada el próximo año, según un análisis que reclama la «vacuna para el pueblo», una alianza que incluye a organizaciones como Amnistía Internacional y Oxfam.

https://pijamasurf.com/2021/01/las_nuevas_vacunas_contra_el_covid-19_necesitan_grandes_cantidades_de_materia_prima_y_trabajo_para_ser_producidas/

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