Hablamos tanto del ego, hay tantas interpretaciones de su significado, hay tanto atribuido y de lo que el pobre es culpable, que al final es difícil entre su no tener entidad propia del budismo, a ser el culpable número uno de nuestra infelicidad, nos deja sin saber de qué estamos hablando cuando mencionamos su nombre.
Cada uno de nosotros lo define y entiende algo diferente y algunas veces totalmente diferente, de cómo es expresado o lo que nos quieren decir los demás, incluso no conseguimos lo que experimentaron los Maestros al hablar de su existencia o inexistencia.
Su relación con egoísmo, con el sentir separación de lo demás y llegar a la violencia por nuestras posesiones y lo que deseamos conseguir.
Culpamos de nuestros errores, de nuestra falta de humanidad, del sentimiento de importancia y superioridad que nos invade y lleva al menosprecio y a pensar que es el ego de los demás el que nos trae la infelicidad y el no poder vivir en paz.
Al final entre la importancia del ego en algunas filosofías y creencias, sobre todo en nuestros problemas, se contradice aparentemente en las palabras de Shakyamuni, cuando hablando sobre el ego dice que: “No hay una entidad que pueda llamarse ego”, que se entiende como que no existe el ego, algo que como tantas frases sueltas, tienen su mitad Yin y su mitad Yang.
En el Universo, en la Creación, hay muchas cosas que nacen de acuerdo con la Naturaleza y sus Leyes. Podríamos decir que dentro de la Vida, estas cosas tienen una entidad propia Natural.
Podríamos decir que una cafetera, por ejemplo, no existe con entidad propia, que llevaría a numerosos debates pues de alguna manera, los padres crean a los hijos, las plantas las flores y el aíre las olas. Pero la cafetera es algo creado con materiales sacados de la mina, con plásticos, y materiales y piezas creadas por nosotros. Difícilmente nacerá una cafetera, de forma Natural, por las Leyes de la Vida Universales.
Obviamente podemos argumentar y no ponernos de acuerdo, con razonamientos correctos en las palabras usadas, pero la cafetera sólo existirá si nosotros la creamos, por nuestra voluntad y deseo.
He argumentado muchas veces acerca del ego, con personas de diferentes ideologías y que ven al ego como algo totalmente diferente de cómo lo ven otros. Al final siempre hay que incluir las orillas para llegar al entendimiento medio.
Es obvio que vivimos más cerca del ego que de su inexistencia, lo que hace que para nosotros sea tan real como la cafetera. Está presente en casi cada ahora de nuestra manifestación, tanto a nivel individual como colectivo.
Pero como dice Shakyamuni, su entidad necesita que nosotros la creemos y mantengamos para que pueda existir, al igual que la cafetera.
Al final es nuestra necesidad de separarnos para sentir la necesidad de agruparnos, la que nos obliga a crear el ego para poder vencerlo y hacerle culpable de nuestro proceder, de nuestra manifestación equivocada en cuanto pensamos que somos Humanos.
Hay algo que podríamos decir que es ego, pero yo trataría de encontrar otro nombre con menos negatividad en su uso. Es la autodefensa, el sistema inmunológico o defensivo, la necesidad de proteger el espacio que ocupamos en cualquier nivel: Físico, síquico y mental, incluso en el alma. Tanto a nivel individual como colectivo.
La Tierra, la Luna, la Vía Láctea, el Universo en Sí mismo, defiende su espacio, su lugar y su ser. A pesar de ello, no podemos evitar el cambio, pues somos la suma de nuestras partes, nuestra individualidad es lo que son todas las individualidades que están integradas en la nuestra.
Es por ello que cuando hablamos del ego, como con tantas otras palabras, hay que definir desde dónde y bajo qué entendimiento estamos mirándolo.
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