Este es el primero de una serie de tres artículos que tratan sobre las sorprendentes interrelaciones entre las diversas Sociedades Secretas, basadas en el esoterismo y que actúan en múltiples ámbitos como grupos de poder, incluyendo el político, económico, científico, artístico, militar, etc…, por lo que han influido e influyen notablemente en nuestro devenir histórico, con sus correspondientes luces y sombras. Estas interrelaciones vienen desde la más remota antigüedad y persisten en la actualidad. Muchos de los acontecimientos históricos se explican por estas interrelaciones. Una sociedad secreta, por su propia definición, es un grupo que posee secretos; ya sea conducente a su doctrina o estructura interna, esgrimida como una amenaza o incluso una recompensa para mantener el control sobre sus miembros, o como resultado de actividades clandestinas que presentarían una clara influencia sobre el mundo en su conjunto o parcialmente si alguna vez se revelaran. Además, las distintas sociedades secretas tienen una estructura piramidal en que los verdaderos conocimientos están en los niveles más altos de la pirámide. Y yo tengo la impresión de que existe una gran pirámide que engloba las cúpulas de las distintas sociedades secretas y en cuya cúpula hay los verdaderos gobernantes de la Tierra. Pero, ¿qué entendemos por esoterismo? Esoterismo es un término genérico usado para referirse al conjunto de conocimientos, doctrinas, enseñanzas, prácticas, ritos, técnicas o tradiciones de una corriente de pensamiento que utiliza el secretismo. El esoterismo abarca un conjunto de prácticas, símbolos y rituales, tales como la magia, la adivinación, las predicciones, etc. Por extensión, el esoterismo se refiere a toda doctrina que requiere un cierto grado de iniciación para adquirir ciertos conocimientos en profundidad. No obstante, antes de adentrarnos en la sociedades secretas, facilitaremos alguna información introductoria. Muchas tradiciones, como la Biblia; las antiguas epopeyas de la India, las mitologías sumerias, egipcias, griegas y americanas se refieren a una guerra paleo-antigua entre los «dioses» que no solo fue el terreno fértil para las muchas versiones del catastrofismo, sino también la base que nutrió los antiguos cultos mistéricos y eventualmente las sociedades secretas y los sacerdocios que los sucedieron, cuyos miembros de los más altos niveles estarían en contacto con las élites sobrevivientes del combate cósmico. El Libro de Apocalipsis describe una guerra en el cielo entre ángeles liderados por el arcángel Miguel contra aquellos liderados por «el dragón«, identificado como Lucifer o Satanás, y las Bestias del Apocalipsis, quienes serán derrotados y arrojados a la tierra, en donde se supone gobiernan. La guerra del Apocalipsis en el cielo está relacionada con la idea de los ángeles caídos, y se han propuesto posibles paralelos en la Biblia hebrea y los Rollos del Mar Muerto.
En el libro Enseñanzas secretas de todas las épocas de Manly Palmer Hall, autor canadiense masón que escribió sobre ocultismo, mitología y religiones, hay numerosas referencias a la figura enigmática de Hermes-Thoth, y su papel crucial en la fundación del esoterismo después del supuesto Diluvio Universal. Aparte de sus identificaciones con Enoc y otras figuras en varias tradiciones, la figura de Hermes-Thoth es ”de primera importancia para los eruditos masónicos, porque fue el autor de los rituales iniciáticos masónicos, que fueron tomados de los Misterios establecidos por Hermes”. Esta conexión de Hermes-Thoth con el conocimiento antediluviano y su supervivencia en las tradiciones masónicas se hace aún más evidente por la identificación de Thoth con la figura de Hiram Abiff, una figura que juega un papel central en los rituales de muerte-resurrección de los tres primeros grados de la Masonería. Esta tradición atribuye la identificación a la llamada Tabla Esmeralda de Thoth. Más importantes para el tema de la continuidad esotérica son las numerosas referencias a la supervivencia del conocimiento de Hermes-Thoth en forma de libros o tablillas. En algunas versiones, cuarenta y dos volúmenes de sus obras fueron retirados por «iniciados» de la Biblioteca de Alejandría antes de su quema y los enterraron en el desierto para su custodia. Volviendo ahora al tema de la Tabla Esmeralda de Thoth, otra rama de la tradición esotérica se refiere al llamado Libro Sagrado de Thoth. La tradición esotérica dice que mientras Thoth-Hermes “todavía caminaba por la tierra con los hombres, confió a sus sucesores elegidos el sagrado Libro de Thoth. Esta obra contenía los procesos secretos mediante los cuales se lograría la regeneración de la humanidad y también sirvió como clave para sus otros escritos”. El tema de este libro fue muy probablemente la conexión entre el cosmos y el hombre, una clave puesta de manifiesto por la ley de analogía. Los antiguos creían que la teoría de que el hombre fue creado a la imagen de Dios debía entenderse literalmente. Sostenían que el universo era un gran organismo no muy diferente del cuerpo humano, y que cada fase y función del Cuerpo Universal tenía una correspondencia en el hombre. La más preciosa Clave de Sabiduría que los sacerdotes comunicaron a los nuevos iniciados fue lo que llamaron la ley de analogía. Aquí cabe señalar que un aspecto de la creencia antigua era precisamente la idea de que existían «influencias sutiles» y correspondencias entre el universo y el individuo humano, una variación del tema astrológico.
Este principio de analogía formó la base de la metodología central que informa el trabajo del ocultista francés, estudiante de egiptología y geometría sagrada, René Adolphe Schwaller de Lubicz. En cualquier caso, no se sabe mucho sobre el supuesto Libro de Thoth aparte de que sus páginas aparentemente estaban cubiertas con jeroglíficos y otros símbolos que supuestamente otorgaban a sus poseedores “poder ilimitado sobre los espíritus del aire y las divinidades subterráneas”. Es decir, el Libro de Thoth era, para la tradición esotérica, un libro de alta magia. Es posible que en realidad haya sido un libro de alta ciencia, si uno entiende que los «espíritus del aire y las divinidades subterráneas» significan los principios de la mecánica y la física celestial y terrestre. El misterioso libro de la “magia” de Thoth, al igual que las “Tablas de los Destinos” mesopotámicas, confería una especie de poder universal a su poseedor. Pero según Manly Palmer Hall hay otro significado en el Libro de Thoth: «Según la leyenda, el Libro de Thoth se guardaba en una caja dorada en el santuario interior del templo. Sólo había una llave y esta estaba en posesión del Maestro de los Misterios, el más alto iniciado del Arcano Hermético. Sólo él sabía lo que estaba escrito en el libro secreto. El Libro de Thoth se perdió en el mundo antiguo con la decadencia de los Misterios, pero sus fieles iniciados lo llevaron sellado en el cofre sagrado a otra tierra. El libro aún existe y continúa guiando a los discípulos de esta era a la presencia de los Inmortales. No se puede dar ninguna otra información al mundo al respecto ahora, pero la sucesión apostólica del primer hierofante iniciada por el mismo Hermes permanece intacta hasta el día de hoy, y aquellos que están particularmente capacitados para servir a los Inmortales pueden descubrir este documento invaluable si buscan. sinceramente e incansablemente por ello». Si bien Manly Palmer Hall no da ninguna referencia a estas afirmaciones, es significativo que, para nuestros propósitos, este libro de conocimiento perdido constituye una pieza central en la noción de que la tradición esotérica es continua desde la época del Diluvio Universal. Según algunas tradiciones, este libro estaba inscrito en zafiro, lo que da la impresión de algún tipo de registro digital. Tradiciones similares en el judaísmo registran que la primera entrega de las tablas de la Ley a Moisés también se inscribió en zafiro. Y en algunos casos, se decía que el Libro de Thoth estaba depositado en una caja similar a un «arca«. El Zohar registra que Dios formó originalmente las tablas de la Ley a partir de un «zafiro divino, Schethiya, que el Altísimo, después de quitar de Su propio trono, había arrojado al Abismo para convertirse en el fundamento y generador de los mundos». Pero hay otra asociación bastante significativa del zafiro en la tradición esotérica. Esta es el Lapis Exilis, la “joya de la corona del Arcángel Lucifer”. Una versión de la leyenda dice que el Arcángel Miguel arrancó la joya de la corona de Lucifer, de donde cayó al Abismo.
Una supuesta “guerra cósmica”, como han aludido muchas tradiciones religiosas, está aún en curso. Pero, como indicaremos en futuros artículos, esa última tradición puede haberse equivocado un poco al ver esa “guerra” como una guerra exclusivamente “espiritual”, sin considerar la posibilidad de que también fuera una guerra muy real en un contexto muy real, en un sentido cósmico, luchado en lugares muy reales por personas muy reales que poseían sofisticadas tecnologías muy reales. De esta guerra, que ganó uno de los dos bandos, se supone que sobrevivieron quienes se convirtieron en los «dioses» de la antigüedad, representando a ambos bandos. Como aperitivo tenemos lo que un ex agente de los servicios secretos británicos, William Guy Carr, publicó en su libro Peones en el juego. Se refería a parte de la supuesta correspondencia mantenida en 1870 y 1871 entre Giuseppe Mazzini y Albert S. Pike, ambos Grandes Maestros masónicos e Illuminati, que actualmente se conserva en los archivos de la biblioteca del British Museum, en Londres. En una de las cartas, fechada el 15 de agosto de 1871, Pike le comunica a Mazzini el plan a seguir por los Illuminati: «Fomentaremos tres guerras que implicarán al mundo entero». La primera de ellas permitiría derrocar el poder de los zares en Rusia y transformar ese país en la fortaleza del «comunismo ateo» necesaria como antítesis de la sociedad occidental. Los agentes de la orden «provocarán divergencias entre los imperios británico y alemán, a la vez que la lucha entre el pangermanismo y el paneslavismo». Un mundo agotado tras el conflicto no interferiría en el proceso constituyente de la «nueva Rusia», que, una vez consolidada, sería utilizada para «destruir otros gobiernos y debilitar las religiones». El segundo conflicto se desataría aprovechando las diferencias entre los fascistas y los sionistas políticos. En primer lugar, se apoyaría a los regímenes europeos para que derivaran hacia dictaduras férreas que se opusieran a las democracias y provocaran una nueva convulsión mundial, cuyo fruto más importante sería «el establecimiento de un Estado soberano de Israel en Palestina», que venía siendo reclamado desde tiempos inmemoriales por las comunidades judías, cuyos rezos en las sinagogas incluían siempre la famosa muletilla, «el año que viene, en Jerusalén», expresando así el anhelo de reconstituir el antiguo reino de David. Además, esta nueva guerra permitiría consolidar una Internacional Comunista «lo suficientemente robusta para equipararse al conjunto cristiano».
Los Illuminati preveían que en ese momento podrían disponer así, por fin, de la ansiada antítesis. La tercera y definitiva guerra se desataría a partir de los enfrentamientos entre sionistas políticos y dirigentes musulmanes. Este conflicto debía orientarse «de forma tal que el Islam y el sionismo político se destruyan mutuamente» y además obligara «a otras naciones a entrar en la lucha, hasta el punto de agotarse física, mental, espiritual y económicamente». Al final de la tercera guerra mundial, pronosticaba Pike, los Illuminati desencadenarían «el mayor cataclismo social jamás conocido en el mundo», lanzando una oleada revolucionaria que, por comparación, reduciría la época del Terror en Francia a un simpático juego de niños. «Los ciudadanos serán forzados a defenderse contra una minoría de nihilistas ateos», que organizarán «las mayores bestialidades y los alborotos más sangrientos». Las masas, decepcionadas ante la nula respuesta de las autoridades políticas y religiosas, serían llevadas a tal nivel de desesperación que «destruirán al mismo tiempo el cristianismo y los ateísmos» y «vagarán sin dirección en busca de un ideal». Sólo entonces, según Pike, se revelaría «la luz verdadera con la manifestación universal de la doctrina pura de Lucifer, que finalmente saldrá a la luz». Los Illuminati presentarían al mundo a un nuevo líder capaz de devolver la paz y la normalidad al planeta y que sería identificado como la nueva encarnación de Jesucristo para los cristianos, pero al mismo tiempo como el mesías esperado por los judíos y el mahdi que aguardan los musulmanes, y todo el proceso desembocaría finalmente en la anhelada síntesis. Evidentemente, vista la situación geopolítica actual, no parece que esta supuesta tercera guerra mundial se produzca entre el sionismo y el islam. No obstante, esta terrible profecía, o tal vez planificación del futuro, coincidía con las ideas de Hegel y, sorprendentemente, se ajustaba de una manera bastante fiel a la evolución histórica que conocemos. Asimismo, en el Corán, en el capítulo titulado las Alturas, podemos leer: «Y (Dijimos): ¡Oh Adán! Habitad tú y tu mujer en el jardín; así que comed de donde queráis, pero no os acerquéis a este árbol, porque entonces seréis de los injustos. Entonces Satanás les susurró para manifestarles lo que les estaba oculto por su vergüenza, y dijo: Vuestro Señor os prohibió este árbol sólo para que no os convirtierais en ángeles o en inmortales«.
El principal éxito de las llamadas sociedades democráticas en el mundo desarrollado ha sido su capacidad para disfrazar sus sistemas de control político como independientes del Estado. No obstante, el problema es su dependencia de fuerzas ocultas que operan desde un centro de control desconocido. Existe el peligro de que los que están en el poder decidan lo qué es “real” cuando se trata de verdades políticas, ya que puede usarse como justificación para reprimir el pensamiento crítico, como actualmente pasa en muchos países. Por ejemplo, actualmente la psiquiatría posee una capacidad para el abuso sobre la psique de la gente, que es mayor que en otras áreas de la medicina. Según el psicoanalista Andreas Mayer, en su publicación Hipnotismo introspectivo y autoanálisis freudiano: procedimientos de auto-observación en la práctica clínica: “El diagnóstico de enfermedad mental permite que el estado detenga a un individuo contra su voluntad y luego insistirá en el tratamiento en su propio interés y en los intereses más amplios de la sociedad”. Dicho abuso se descubrió en 1969 cuando se comprobó que los soviéticos usaban drogas antipsicóticas, que sirven para tratar la esquizofrenia y otras enfermedades mentales, así como para castigar y torturar a los disidentes. Desgraciadamente los países occidentales, especialmente Estados Unidos y Gran Bretaña, también adoptaron estas horribles técnicas. A principios de la década de 1970, las instituciones estadounidenses usaban neurolépticos, fármacos que ejercen efectos fundamentalmente sobre el sistema dopaminérgico, para calmar a los retrasados mentales, los ancianos y los delincuentes juveniles, violando así sus derechos constitucionales. En la década de 1970, Martha Beall Mitchell, esposa del Fiscal General de los Estados Unidos, John Mitchell, fue diagnosticada con un trastorno mental paranoico después de afirmar que la administración del presidente Richard M. Nixon, miembro de The Council on Foreign Relations (CFR), estaba involucrada en actividades ilegales. Más tarde, como con el caso Watergate, se demostró que muchas de sus afirmaciones eran acertadas. Noam Chomsky, miembro de la sociedad masónica británica «La Mesa Redonda», así como lingüista, filósofo, politólogo y activista estadounidense de origen judío, en su libro Los guardianes de la libertad dice que «la frase ‘teoría de la conspiración’ es una de las que se mencionan constantemente, y creo que su efecto es simplemente desalentar el análisis institucional«. Incluso la investigación más superficial comienza a revelar montones de evidencias sobre las numerosas actividades perniciosas que infectan los sistemas de poder actuales.
De hecho podemos observar la influencia en nuestro devenir histórico por parte de sociedades secretas, que siguen ritos esotéricos y que, al menos en los niveles más altos, se guían por una gran ambición por alcanzar el poder mundial sin reparar en medios, aunque intentan que sean poco visibles. Ya lo dice la frase atribuida al filósofo y político italiano Nicolás Maquiavelo: «El fin justifica los medios«, aunque en realidad la frase se dice que la escribió Napoleón Bonaparte en la última página de su ejemplar del libro El príncipe (1532), de Maquiavelo. Tenemos, además, que el término esquizofrenia se deriva de una tradición en psiquiatría que está en la raíz de su ideología oculta, que actualmente se conoce como “transhumanismo”, en que la esquizofrenia representaría el estado de conciencia alcanzado por los místicos de antaño, así como por los chamanes del Asia Central, que luego se extendieron a otras zonas, como América, o los que participaban de los Antiguos Misterios. Para Friedrich Nietzsche, que tanta influencia ejerció en el fascismo y el nazismo, la locura era percibida como un distintivo del filósofo que adquiere una visión temporal a las percepciones superiores. Esta experiencia la retrató magistralmente el pintor Edvard Munch en 1893, en su genial obra El grito, que según la biógrafa de Munch, Sue Prideaux, es “una visualización del grito de Nietzsche: ‘Dios ha muerto y no tenemos nada que lo reemplace’”. Nietzsche representó la creencia en los poderes místicos de la locura. Como escribió: “todos los hombres superiores que se sintieron irresistiblemente atraídos por deshacerse del yugo de cualquier tipo de moralidad y formular nuevas leyes, si no estaban realmente locos, no tenían más alternativa que hacerse o fingir estar locos”. No es casualidad el ideal de Nietzsche del «superhombre«, que trasciende los valores de la sociedad humana, convirtiéndose en un dios que se hace a sí mismo. Ello también represente el gran ideal de los transhumanistas, que tienen como objetivo perfeccionar la naturaleza física y psicológica del ser humano, con el objetivo final de lograr la inmortalidad mediante la fusión del hombre y la máquina, tal como se ha mostrado en distintas películas de Hollywood durante las últimas décadas. El transhumanismo es una derivación del darwinismo social y la eugenesia, que surgió a inicios del siglo XX bajo el patrocinio de la Fundación Rockefeller, antes de alcanzar notoriedad a través de los horrores del régimen nazi . Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando estas prácticas fueron importadas a los Estados Unidos, el estudio de lo que se conoce como cibernética, que buscaba métodos avanzados de control de la población, evolucionó en dos direcciones. Por un lado el desarrollo de la computadora personal y por otro lado el control mental propiciado por la CIA. y que fue conocido como MK-Ultra, mediante la proliferación de drogas psicodélicas, que pretendían transformar la sociedad siguiendo el modelo propuesto en el libro Un Mundo feliz, de Aldous Huxley .
Ambos caminos pretendían combinar la magia y el ocultismo, tomado de la masonería, así como su manifestación del movimiento New Age (Nueva Era). En realidad el transhumanismo es una filosofía oculta basada en la historia del libro del Génesis, donde la serpiente, identificada posteriormente como Satanás, prometió que si Adán y Eva comían del fruto del Árbol del conocimiento del bien y del mal llegarían a ser como dioses. Este modelo es el adoptado por los antiguos chamanes de Asia Central que, mediante sustancias psicoactivas, que ahora se denominan enteógenos, podían alcanzar el conocimiento y les permitía comunicarse con el mundo de los espíritus y dioses. En el transhumanismo las computadoras e Internet serían el equivalente de la manzana (curioso que sea el símbolo de Apple) del Árbol del conocimiento del bien y del mal, contribuyendo a la creación de una conciencia colectiva, a través de una red global de computadoras personales e Internet, por la cual la humanidad queda englobada en el «ojo que todo lo ve» masónico, que justamente aparece en el billete de un dólar norteamericano. Los partidarios del transhumanismo vislumbran una inteligencia artificial global como el anuncio del advenimiento de lo que ellos llaman la «singularidad«. No resulta impensable que, en cuestión de décadas, podamos pasar de tener unas computadoras que apenas pudiesen soportar una inteligencia inferior a la nuestra a disponer de una computadora, por ejemplo cuántica, a la que le fuera posible operar a un ritmo superior al de toda la humanidad trabajando conjuntamente en un objetivo común. Pero, a medida que pasara el tiempo, la curva de crecimiento se podría volver cada vez más vertical y conducir a una velocidad de incremento de las capacidades de procesamiento prácticamente infinitas. Ello desencadenaría lo que algunos investigadores han bautizado como “la singularidad tecnológica”. Un exponente importante de la idea es Ray Kurzweil, inventor estadounidense, además de científico especializado en Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial, que desde 2012 es director de Ingeniería en Google. Bajo su dirección Google ha ampliado el alcance de su negocio para cubrir la gama de intereses transhumanistas, incluida la inteligencia artificial (IA) e incluso la obtención de la longevidad. La singularidad, según los transhumanistas, marcará la evolución del ser humano hacia una existencia posthumana, en que se alcanzará la inmortalidad al fusionarse con las máquinas y con Internet, siendo asimilado al concepto New Age de “conciencia colectiva”.
Los síntomas atribuidos a la esquizofrenia se han observado durante miles de años, tanto en el antiguo Egipto como en la cultura hindú, en la antigua Grecia, en la antigua China, en la civilización islámica e incluso entre las brujas de la Edad Media europea. Y el transhumanismo, como el ocultismo moderno, se basa en estas antiguas tradiciones. Por ejemplo, Nick Bostrom, filósofo sueco de la Universidad de Oxford, nacido en 1973, que es conocido por sus trabajos sobre el principio antrópico (que parte de la reflexión sobre lo delicadas que son las condiciones necesarias para que haya vida en el universo), el riesgo existencial, o la ética sobre el perfeccionamiento humano, es uno de los principales exponentes actuales del transhumanismo y fundador de Humanity+ (Asociación Mundial de Transhumanistas). En su libro A History of Transhumanist Thought, Bostrom analiza la historia del transhumanismo, alineándola claramente con las tendencias de la historia oculta. Bostrom admite abiertamente que el transhumanismo se fundó a partir de la alquimia y el misticismo. Históricamente, sin embargo, el misticismo se ha practicado fuera de la tradición religiosa ortodoxa, típicamente entre órdenes consideradas heréticas, donde sus prácticas y comprensión de la naturaleza de Dios se aproximan a las que se encuentran en el paganismo, en que se intenta comunicar con los espíritus y los «dioses«. Debido a que los llamados dioses se considera que son entidades no materiales pero sí conscientes, se supone que están compuestos de lo que denominamos “espíritu”. De esta manera, cualquier experiencia de fenómenos inexplicables se interpreta como parte de lo “sobrenatural”. Los estudios en neurociencia parecen confirmar una base fisiológica para ello. Tenemos el caso de Andrew Newberg, director del Center for Spirituality and the Mind (Centro para la Espiritualidad y la Mente) de la Universidad de Pensilvania, que descubrió una disminución en la actividad cerebral durante la meditación de monjes budistas y monjas católicas. Ambos grupos mostraron una mayor activación de ambos lóbulos frontales y una disminución de la actividad del lóbulo parietal derecho en el momento en que los meditadores informaron haber alcanzado su clímax de participación en lo divino. Sin embargo, durante la oración o la lectura de textos sagrados, los resultados fueron opuestos. El uso de drogas psicodélicas puede inducir experiencias psicológicas que pueden confundirse con actividades místicas. Algunos de los que han experimentado con psicodélicos afirman haber tenido experiencias profundas y transformadoras. Pero, independientemente de sus posibles efectos temporales positivos, a la larga las drogas son veneno para la mente.
El interés de los transhumanistas por la ciencia y el ocultismo puede parecer contradictorio, pero no lo sería tanto. Desde la Ilustración del siglo XVIII y su ataque a la religión, la sociedad occidental se ha vuelto más escéptica, en que lo que no puede ser demostrado a través de la ciencia es considerado un mito. Pero la magia se ha practicado durante siglos basándose en leyes físicas que aún no habían sido reconocidas por la ciencia. La magia pretende basarse en el aprovechamiento de las fuerzas ocultas de la naturaleza. A lo largo de la historia, muchos de los científicos más célebres también han sido, en cierto sentido, magos, que han buscado expandir su conocimiento mediante estas fuerzas ocultas. El antropólogo y sociólogo francés Marcel Mauss, en su libro A General Theory of Magic, nos dice: «La magia está ligada a la ciencia de la misma manera que lo está a la tecnología. No es solo un arte práctico, también es un depósito de ideas. Se adhiere a la genial importancia al conocimiento, uno de sus resortes principales. De hecho, en lo que respecta a la magia, el conocimiento es poder. Rápidamente nos aportó una especie de índice de plantas, metales, fenómenos, seres y la vida en general, y se convirtió en un temprano almacén de información para las ciencias astronómicas, físicas y naturales. Es un hecho que ciertas ramas de la magia, como la astrología y la alquimia, fueron llamadas en Grecia física aplicada. Por eso los magos recibieron el nombre de physikoi y que la palabra physikos era sinónimo de magia«. Algunos de los primeros ejemplos de magia fueron los ritos dedicados al antiguo dios moribundo, tal como indica James Frazer en su libro La rama dorada (The Golden Bough), un estudio sobre magia y religión, que ha tenido una gran influencia en la literatura y el pensamiento europeos. Tammuz, divinidad babilónica, consorte de la diosa Inanna, representaba el dios moribundo arquetípico y por eso se le asimiló a otras deidades del mismo tipo, como Adonis en la mitología griega. El dios moribundo era visto universalmente como un dios del mal. Adorado en todo el antiguo Próximo Oriente, pero con diferentes nombres, el dios moribundo se identificaba con el Sol, que muere en el solsticio de invierno y resucita en el equinoccio de primavera. Su diosa-esposa era Venus, la «estrella de la mañana«. El nombre latino de Venus era nada menos que Lucifer. El dios moribundo era considerado como el dios del inframundo, donde gobernaba sobre los «espíritus de los muertos«. Si bien la posibilidad de la existencia de entidades incorpóreas se considera contraria a la ciencia, la creencia en tales entidades a lo largo de la historia humana ha sido casi universal. Han tenido muchos nombres a lo largo de los siglos, como fantasmas, duendes, demonios, hadas, y jinn o genios en el Islam.
La adoración del dios moribundo normalmente involucraba algún tipo de hongo alucinógeno, generando un estado en el cual el supuesto “dios” podía poseer al adorador. En mi artículo «¿Qué sabemos sobre la misteriosa inteligencia de los hongos?» digo lo siguiente: «El LSD, como la psilocibina, que es un ingrediente activo de muchas especies de setas ‘mágicas’, es clasificado como un psicodélico («que manifiesta el alma»), pero también como un enteógeno, o, dicho de otra manera, una sustancia que provoca el «despertar de la conciencia divina». Estas sustancias tienen efectos que abarcan alucinaciones auditivas y visuales, estados oníricos de euforia, fuertes cambios en la perspectiva cognitiva y emocional, y una disolución del tiempo y del espacio. Estas sustancias químicas aflojan el entendimiento de nuestras percepciones cotidianas, llegando hasta nuestra conciencia y ahondando en nuestro ser. Muchos usuarios informan de experiencias místicas o de conexión con seres o entes divinos, una sensación de «unidad» con el mundo natural y de disolución de las fronteras de uno mismo. Esto nos llevaría al mundo de los seres elementales. El LSD y la psilocibina son moléculas de hongos que se han visto involucradas en la vida humana en formas enrevesadas, ya que confunden nuestros conceptos y estructuras, incluido el concepto de nosotros mismos. Es su capacidad para colocar nuestras mentes en lugares inesperados lo que ha hecho que las setas ‘mágicas’ productoras de psilocibina estén relacionadas con rituales de las sociedades humanas desde la Antigüedad. Su capacidad para ablandar los rígidos hábitos de nuestras mentes es la que convierte a estas sustancias químicas en potentes fármacos, que son capaces, entre otros efectos, de atenuar graves comportamientos adictivos, incluyendo la depresión y la angustia existencial. Y es su capacidad para modificar la experiencia interna de nuestras mentes la que ha ayudado a entender mejor la verdadera naturaleza de la mente. Aun así, el por qué determinadas especies de hongos desarrollaron estas excepcionales aptitudes de control mental nos sigue siendo desconocido, aunque podemos intuir su utilidad para estos hongos, una vez observada su utilidad para manipular y controlar a insectos (como hormigas)»..
Los ritos generalmente implicaban imitar los mitos de la muerte y resurrección del dios mediante la realización de sacrificios humanos, generalmente de algún niño, seguidos de orgías sexuales. La cópula ritual entre un sacerdote y una sacerdotisa, personificando al dios y la diosa, se conocía como Hieros Gamos, o “matrimonio sagrado”. Así, según el antropólogo social escocés James Frazer, se produjo el «rey sagrado«, que era la encarnación terrenal del dios. Un ejemplo del culto del dios moribundo lo tenemos en Egipto, donde los israelitas supieron de la adoración del dios moribundo egipcio llamado Osiris, que fue el origen del becerro de oro que tanto enfureció a Moisés y que le llevó a romper las tablas de los Diez Mandamientos. Después de entrar en Palestina, los judíos adoraron al dios moribundo en la forma de Baal, tal como lo conocían los cananeos. Según la Biblia, Dios castigó a los judíos por estas ofensas y envió contra ellos a los asirios y luego a los babilonios, quienes se los llevaron cautivos hacia la primera mitad del siglo VI a.C. Sin embargo, los judíos con inclinaciones místicas reformularon las enseñanzas del judaísmo al crear lo que se conoce como la Cábala, que recoge el culto al dios moribundo, junto con elementos de la magia, la astrología y la numerología babilónicas. Según el Corán, en Babilonia un grupo de judíos apóstatas vendieron sus almas para aprender magia de los “diablos”, que falsamente atribuyeron a Salomón. El Islam ve a Salomón como uno de los elegidos de Dios, quien fue dotado con muchos atributos, incluida la capacidad de hablar con los animales y controlar el viento. Se le dio el poder de ordenar a los genios jinn que construyeran su magnífico templo, conocido como el Templo de Jerusalén, que posteriormente fue destruido por los babilonios. Según la tradición islámica, los genios que empleó Salomón para construir su templo, escribieron sus conocimientos en un libro que enterraron bajo el trono de Salomón. Luego se encontró el libro y el conocimiento que contenía, que era principalmente de magia, y que se atribuyó falsamente a Salomón. La leyenda del conocimiento mágico de Salomón persistió a lo largo de los siglos, como el ejemplo del grimorio del siglo XVII, La llave menor de Salomón, también conocido como Lemegeton, que es uno de los libros de demonología más populares. La primera sección del libro, llamada Ars Goetia (el arte de la brujería), contiene las descripciones de los 72 demonios que se dice que Salomón invocó, encerró en vasijas de bronce selladas mediante símbolos mágicos y obligó a trabajar para él. El libro asigna un rango y un título de nobleza a los miembros de la jerarquía infernal, y un signo «al que deben lealtad» (más conocido como sello). Además, esta parte enseña a construir una vasija similar a las de Salomón y a usar las fórmulas mágicas para llamar a estos demonios de forma segura. Una edición inglesa revisada del Ars Goetia fue publicada en 1904 por el ocultista Aleister Crowley, que la usó como pieza clave de su influyente sistema de práctica de la magia.
En el 538 a.C. Babilonia fue conquistada por los persas, dirigidos por Ciro el Grande. Los persas siguieron la religión del zoroastrismo, que también estaba influenciado por el culto cabalístico del dios moribundo, que derivó en el culto de los magos. Sin embargo, como demostró Robert Charles Zaehner, académico británico especializado en religiones orientales, los ritos atribuidos a los Reyes Magos se debían a Zoroastro, antiguo líder espiritual persa que fundó lo que se conoce como zoroastrismo. Esencialmente, los magos practicaban ritos dedicados a la versión persa del dios moribundo, conocido como Mitra, conocido como “el Prometeo persa”. A lo largo de los siglos, Prometeo ha sido asociado con el dios moribundo del inframundo, y por lo tanto con Lucifer y también con Satanás, que sería la serpiente bíblica que proporcionó a los humanos el fruto del Árbol del conocimiento del bien y del mal. La mitología griega nos dice Prometeo era el Titán amigo de los mortales, honrado principalmente por robar el fuego de los dioses en el tallo de una cañaheja, darlo a los hombres para su uso y posteriormente ser castigado por Zeus por este motivo. Los ritos secretos de los magos persas eran orgiásticos y se combinaban con el consumo del Haoma, bebida embriagante preparada a partir de la planta sagrada del zoroastrismo. El Haoma tenía su equivalente en el Soma, una bebida ritual védica de los primeros indo-iraníes y que curiosamente es mencionada por Aldous Huxley en Un Mundo feliz. Se menciona con frecuencia en el Rigveda y el Avesta, la principal colección de textos sagrados del zoroastrismo. El Haoma se ha asociado durante mucho tiempo con el Árbol del conocimiento del bien y del mal, por lo que los persas decían: “Haoma fue el primero de los árboles, plantado por Ahura Mazda en la fuente de la vida. ¡El que bebe de su jugo nunca muere!”. El historiados griego Plutarco describió un sacrificio ofrecido por los Reyes Magos: “En un mortero machaca cierta hierba llamada Haoma al mismo tiempo que invoca a Hades [Ahriman: el demonio zoroastriano] y los poderes de las tinieblas, luego revuelve esta hierba en la sangre de un lobo sacrificado, llévatela y déjala caer en un lugar al que nunca lleguen los rayos del sol”.
El rey persa Ciro liberó a los judíos del cautiverio, después de lo cual muchos regresaron a Palestina, aunque otros se dirigieron a otras partes del mundo, especialmente a Egipto y Asia Menor. Allí, los cabalistas fueron confundidos con los magos babilónicos y ejercieron una profunda influencia, particularmente en la filosofía griega. Como relató Plinio el Viejo en el siglo I d.C., en su libro Historia Natural: «En Oriente, sin duda, [la magia] fue inventada en Persia y por Zoroastro. Todas las autoridades están de acuerdo en esto… He notado que en la antigüedad, y de hecho casi siempre, se encuentran hombres que buscan en esta ciencia el clímax de la gloria literaria, al menos Pitágoras, Empédocles, Demócrito y Platón cruzaron los mares, exiliados, en verdad, en lugar de viajeros, para instruirse en esto. Al regresar a su tierra natal, se jactaron de las pretensiones de la magia y mantuvieron su doctrina secreta«. Una influencia en Grecia del zoroastrismo de Mitra fue el orfismo, una corriente religiosa de la antigua Grecia, relacionada con Orfeo, maestro de los encantamientos, que a su vez influyó en los Misterios de Dionisio, también conocido como Baco, que es un equivalente a Hades, el dios griego del inframundo. Al igual que el Haoma de los magos, se cree que el kykeon que se usó en los Misterios eleusinos, era un brebaje psicoactivo. Los Misterios eleusinos eran ceremonias de iniciación que se celebraban cada año en el culto a Deméter y Perséfone, en Eleusis, una población en la antigua Grecia. Los misterios representaban el mito del rapto de Perséfone a su madre Deméter por parte de Hades, el rey del inframundo. El propósito de estos ritos, mediante ritmos y bebidas embriagantes, era lograr la posesión del participante por parte del “dios”. El filósofo griego Pitágoras fue influenciado por el orfismo, quien también influyó en Platón, del que se derivó el neoplatonismo, que a su vez influyó en la cultura romana. En la ciudad de Alejandría. en Egipto, la influencia de la magia judía y la filosofía griega dieron lugar al hermetismo, el gnosticismo y los diversos Misterios Antiguos. El gnosticismo («tener conocimiento«) es un conjunto de antiguas ideas y sistemas religiosos que se originó en el siglo I entre sectas judías y cristianas antiguas. Estos varios grupos enfatizaban el conocimiento espiritual (gnosis) por encima de las enseñanzas y tradiciones ortodoxas y la autoridad de la iglesia. Aunque las cosmologías de las diversas sectas gnósticas diferían, su doctrina central se basaba en una extraña interpretación de la Biblia, donde Yahvé, el Dios bíblico, era el malo y la serpiente, o supuestamente Satanás, que llevó al ser humano al Árbol del conocimiento del bien y del mal, era el bueno.
El hermetismo es una tradición religiosa y filosófica basada principalmente en escritos atribuidos a Hermes Trismegisto («Tres Veces Grande«). Algunos textos se agruparon en lo que se llama el Corpus Hermeticum. En otro texto del siglo III d. C., se atribuye a Asclepio. el dios de la medicina y la curación, esta frase: “Nuestros antepasados descubrieron el arte de crear dioses. Hicieron estatuas y como no podían crear almas, conjuraron las almas de los demonios o mensajeros y las introdujeron mediante misterios santos y piadosos en las imágenes de los dioses, para que recibieran el poder de causar el bien y el mal». Estas primeras tradiciones místicas se mantuvieron en siglos posteriores a través de la influencia de una comunidad oculta conocida como los sabeos de Harran, en el sureste de Turquía, que sirvieron como traductores de obras de filosofía clásica y ejercieron una influencia en el mundo islámico, lo que resultó en el surgimiento de expresiones orientadas al ocultismo como el sufismo así como los Hermanos de la Sinceridad del siglo X, que eran muy respetados. por las generaciones de cabalistas posteriores. Los fundadores de los Hermanos de la Sinceridad pertenecían a la tradición musulmana de los ismaelitas, una secta chiíta del Islam. El líder ismaelita más famoso fue Hasan ibn Sabbah, conocido como el “Viejo de la Montaña”, quien fundó la orden conocida como los Hashishim o «consumidores de hachís«, aunque popularmente se los conoció como los Asesinos, debido a su extrema violencia. Como lo describió Marco Polo, Sabbah proporcionaría hachís a sus reclutas para que siguieran su ideología gnóstica y para que llevasen a cabo actos de terrorismo. Los sobrevivientes de los Hashishim, conocidos como ismaelitas nizaríes, sobreviven hasta la actualidad bajo el liderazgo espiritual del Aga Khan, representado actualmente por Karīm al-Ḥusayn Shah, como Aga Khan IV.
Según la tradición rosacruz, la orden de caballeros cruzados conocida como los Templarios, o la Orden del Templo de Salomón, se puso en contacto con los Hashishim y luego varios de estos «místicos orientales» se trasladaron a Escocia, donde fundaron las tradiciones de la masonería de Rito Escocés. Sin embargo, después de convertirse en un importante poder militar, económico y político, en 1307 los templarios fueron disueltos y arrestados por orden del rey de Francia. Entre las acusaciones en su contra estaban las de practicar brujería y adorar al diablo. Los templarios también fueron acusados de adorar una calavera llamada Baphomet, ungiéndola con sangre o grasa de bebés no bautizados. Muchos templarios fueron ejecutados o encarcelados y en 1314 el último Gran Maestre de la orden, Jacques de Molay, fue quemado en la hoguera. Los Templarios habían sido patrocinados por la nobleza del sur de Francia, en particular por las de Anjou y Aquitania, quienes más tarde se unieron en matrimonio con la aristocracia británica dando lugar a los Plantagenet, dinastía reinante en Inglaterra entre 1154 y 1399, o hasta 1485 si se incluyen los reyes de las ramas secundarias de Lancaster y York. Estas diversas familias estaban conectadas con las leyendas del Grial, que resultaron de la difusión de enseñanzas cabalísticas que siguieron al viaje de Hugo de Payens, fundador y primer maestre de los caballeros templarios, a Europa en 1128. Durante mucho tiempo ha circulado la leyenda de que los templarios descubrieron algún «tesoro» importante durante su estancia en Tierra Santa, ya que se ha comprobado que los templarios realizaron excavaciones bajo el antiguo Templo de Jerusalén. Se dice que allí pudieron haber descubierto un antiguo texto conocido como Sefer ha-Bahir o Libro de la Claridad, aunque las circunstancias de la aparición del libro son un misterio. Los estudiosos de la Cábala suponen que las ideas gnósticas que se expresaban en aquel libro representaban una tradición perdida que pudo haber sobrevivido entre los sabeos y los mandeos, que eran seguidores del mandeísmo, una religión monoteísta y gnóstica con una cosmología fuertemente dualista. Como indica el filólogo e historiador israelí Gershom Scholem «aunque derivada de tradiciones anteriores, el surgimiento de la Cábala en el sur de Francia representó una síntesis de la tradición gnóstica perdida perteneciente a los primeros siglos d.C., que había sido olvidada durante mucho tiempo en el judaísmo, y que fue redescubierta a través del Séfer ha-Bahir («Libro de la Claridad») «.
Las familias reales de Europa adoptaron símbolos heráldicos que eran emblemas de herencia judía. Por ejemplo, los reyes de Inglaterra adoptaron el León de Judá, los reyes de Francia el lirio y los Plantagenet, la dinastía reinante en Inglaterra entre 1154 y 1399, la rosa roja. El segundo capítulo del Cantar de los Cantares, conocido también como Cantar de Salomón, y que es uno de los libros del Tanaj y, por tanto, del Antiguo Testamento, es el más reverenciado por los ocultistas y los cabalistas debido a su alegoría secreta del «amor«, comenzando con «Yo soy la rosa de Sarón y el lirio de los valles«. El Zóhar, el texto cabalístico medieval más importante, comienza equiparando la rosa con la “congregación judía”. A menudo llamada la “Rosa Mística del Cielo”, la rosa representa a la Virgen, quien esotéricamente se entiende que simboliza a la diosa Venus, o a la shekhinah, ‘la presencia’ de Dios (Yahveh, Jehová), o bien el principio femenino de la Cábala. La rosa estaba compuesta por cinco pétalos, recordando la estrella de cinco puntas o el pentagrama de Lucifer, el nombre latino original del planeta Venus. La mayoría de las historias ocultas se centran en la historia de los templarios, tanto porque marca el nacimiento de la tradición oculta en Occidente como porque se los percibe como mártires en la batalla de la libertad contra la religión. De hecho, las posesiones templarias fueron transferidas a sus rivales, los Caballeros Hospitalarios, también conocidos como los Caballeros de San Juan, que se fundaron alrededor del 1023. Tras la conquista de Jerusalén en 1099 durante la Primera Cruzada, los Caballeros Hospitalarios se convirtieron en una organización religiosa y una orden militar bajo su propia carta papal, y se le encomendó el cuidado y defensa de Tierra Santa. Tras la reconquista de Tierra Santa por los musulmanes, los Caballeros Hospitalarios operaron desde Rodas y más tarde desde Malta, después de lo cual fueron rebautizados como los Caballeros de Malta, orden a la que pertenece el anterior rey de España, Juan Carlos I..
Nick Bostrom (filósofo sueco de la Universidad de Oxford) considera que el transhumanismo tiene sus raíces en la tradición del golem de la tradición cabalística, que era un supuesto ser animado creado mediante la magia a partir de material inanimado. El tema del golem era un reflejo del aumento del interés por la llamada Cábala práctica, que incluía magia, astrología y alquimia. Estas ideas, que comenzaron con los templarios, dieron pié al Renacimiento italiano, con la secularización de la sociedad. el antropocentrismo y el racionalismo. que parecía dejar de lado a los esotéricos. Sin embargo, es curioso que el interés por las consideradas pseudociencias esotéricas diesen origen a la tradición científica europea. Según David Franklin Noble, historiador de la tecnología, la ciencia y la educación, en The Religion of Technology, plantea que el desarrollo de la tecnología en Occidente presenta caracteres de una tecnología con raíces religiosas en donde anida la base del rescate de la humanidad, pero que históricamente se ha desarrollado mediante el impulso de las ambiciones, derivando en un nuevo tipo de tecnología, alejada de las necesidades humanas básicas. Como explica Noble: «Lo que experimentamos hoy no es ni nuevo ni extraño sino, más bien, una continuación de una tradición occidental milenaria en la que el avance de las artes útiles se inspiró y se basó en la expectativa religiosa. Sólo durante el último siglo y medio esta tradición fue temporalmente interrumpida —o más bien oscurecida— por la ideología y la polémica secularista, que exageraron enormemente el supuesto conflicto fundamental entre la ciencia y la religión«. Sin embargo, aunque David Franklin Noble tiene razón al interpretar el culto a la ciencia como fundamentado en la religión, no pudo identificar que las ideas detrás de ello no tenían sus raíces en la tradición religiosa ortodoxa, sino en el misticismo y el ocultismo. La religión y la ciencia parece que no son incompatibles. Hay contradicciones que se han revelado en el relato de la Biblia debido a descubrimientos recientes, pero estas contradicciones no niegan la existencia de un creador divino, sino que solo cuestionan la validez de que la Biblia sea su palabra. De hecho la ciencia ha sido durante mucho tiempo compatible con la creencia en la existencia de Dios ya que floreció junto con la religión, como en el caso de la civilización islámica, que es la verdadera fuente de la tradición científica occidental. Sin embargo, gran parte de la tradición de la ciencia en la cultura Occidental ha sido considerada pseudociencia, no tanto por su relación con la religión, sino por sus fuentes en el misticismo y el ocultismo.
Aunque filosofías ocultas, tales como el neoplatonismo y el hermetismo, así como sus estudios relacionados con la astrología y la alquimia, podían identificarse con actividades científicas, eran tradiciones históricamente asociadas con la adoración de los poderes considerados de las tinieblas. Al igual que el gnosticismo del que derivan, este culto que se extendió con la creciente influencia de la Cábala generalmente veneraba a Lucifer o algún equivalente como el verdadero dios. Además, la base de estas teologías implicaba, de alguna manera, la práctica de la magia negra. Estas tradiciones a menudo recibieron un toque cristiano por parte de místicos que intentaban actuar dentro de la Iglesia, pero que a menudo eran considerados herejes. Por ejemplo, según David Franklin Noble, la sacralización de la ciencia comienza con Juan Escoto Erígena (810 – 877 d.C.). En su obra principal, Sobre la división de la naturaleza, Erígena intentó reconciliar la doctrina neoplatónica de la emanación con la interpretación cristiana de la creación, y aunque ejerció una gran influencia sobre sus sucesores, en particular los místicos occidentales y los escolásticos del siglo XIII, finalmente sufrió la condena de la Iglesia por sus implicaciones panteístas. También se han reconocido sorprendentes similitudes entre sus especulaciones y las de los escritos cabalísticos, como el Sefer Yetzirá, o «Libro de la creación«. Pero fue en el siglo XII cuando una nueva visión de las llamadas artes útiles arraigó, especialmente entre los benedictinos y cistercienses. Según David Franklin Noble, el profeta fundador de esta nueva visión fue Joaquín de Fiore (1135 – 1202 d.C.), un abad cisterciense de Calabria y discípulo de Bernardo de Claraval, el mentor espiritual de los templarios. Tomás de Aquino, fraile, teólogo y filósofo católico perteneciente a la Orden de Predicadores, refutó sus teorías en su Suma teológica, mientras que Dante Alighieri, que estaba relacionado con el ocultismo, en su libro La Divina Comedia lo colocó en el paraíso.
Las ideas de Joaquín de Fiori sobre la historia nacen de una interpretación mística. Para él la historia de la humanidad es un proceso de desarrollo espiritual, que pasa por tres fases: Edad del Padre; Edad del Hijo; Edad del Espíritu Santo. En esta concepción hay una plasmación de la Trinidad en el tiempo y cada edad repite los acontecimientos ocurridos en la anterior, siendo casi todos los hechos muy parecidos entre las tres edades. Este autor está formulando la idea de que se puede conocer el futuro, y así poder profetizar el fin del mundo. Según Norman Cohn, en su libro The pursuit of the millennium, Joaquín de Fiore “inventó el sistema profético de mayor influencia en Europa, hasta la aparición del marxismo”. Algunos pensadores, como el rumano Mircea Eliade, ven en él a un precursor del Renacimiento, especialmente por su preconización de un “hombre nuevo” que daría lugar, por tanto, a una nueva época: “El Renacimiento no lo previeron los humanistas, sino ese visionario calabrés que fue Joaquín de Fiori, que también preconizó un hombre nuevo. El ‘hombre del amor’ y de la libertad, en lugar del cristiano de la Edad Media, el hombre medio”. Un miembro importante de la orden de los franciscanos fue el filósofo inglés Roger Bacon (1214 – 1294), quien fue encarcelado por su interés en la astrología y la alquimia. En los siglos XIII y XIV, otros defensores franciscanos de las artes siguieron el ejemplo de Bacon, entre ellos el famoso filósofo, poeta, místico, teólogo, astrólogo y alquimista mallorquín Ramon Llull, seguidor del pensamiento de Roger Bacon, al que se le atribuyeron obras sobre temas esotéricos durante la Edad Media y el Renacimiento. La alquimia, que se deriva del hermetismo, llegó a Europa a través de musulmanes heréticos. En el mundo islámico, la influencia de las enseñanzas herméticas de los sabeos ayudó a dar forma a la química entre los científicos musulmanes, que se estudiaba principalmente en relación con la alquimia. De hecho el nombre alquimia indica el origen árabe de la química, derivado del término árabe al-kimiya. Uno de los grandes alquimistas árabes fue Al-Razi, un médico persa que vivió en Bagdad a fines del siglo IX y principios del X, quien extrajo sus ideas de los sabeos, que fundaron el Reino de Saba, en territorio del actual Yemen. El estudio de la alquimia alcanzó su apogeo a finales del siglo XVI y principios del XVII. De hecho encontramos referencias a la alquimia en el Zohar, que es, junto al Séfer Ietzirá, el libro central de la corriente cabalística, aunque hay dudas sobre si fue escrito por escrito por Shimon bar Yojai, en el siglo II, o por Mosé ben Sem Tob de León, en el siglo XIII. Asimismo la alquimia fue un componente importante de la Cábala de la época medieval. Tal como ya hemos dicho, la astrología y la alquimia eran dos aspectos de lo que se conoce como Cabalá práctica.
El historiador David Stevenson, en su libro Psicología y alquimia, nos dice: «…la alquimia ha sido descrita como la mayor pasión de la época en Europa Central. La búsqueda de la piedra filosofal no fue, en manos del verdadero alquimista, simplemente una búsqueda materialista de formas de convertir los metales básicos en oro, sino un intento de lograr ‘el renacimiento moral y espiritual de la humanidad’«. Otras dos figuras importantes en la historia de la alquimia fueron Heinrich Cornelius Agrippa von Nettesheim y Paracelso. Según Agrippa, un ocultista y mago alemán: “Era precisamente este poder sobre la naturaleza que Adán había perdido por el pecado original, pero que el alma purificada, el mago, ahora podía recuperar”. En su libro De Occulta Philosophia, escrito en 1530, Agrippa menciona a los templarios relacionados con los gnósticos, así como su adoración del dios pagano de la fertilidad Príapo, el feo hijo de Dionisio y Afrodita, cuyo símbolo era un enorme falo erecto, así como del dios griego Pan, mitad hombre mitad cabra. El nombre de Paracelso, que nació en 1493, era Philippus Aureolus Theophrastus Bombast von Hohenheim. A través de medicamentos preparados químicamente, Paracelso sentó las bases para la farmacia. No obstante, el fundamento de sus enseñanzas médicas se derivaba de la magia de la Cábala, en la creencia de que cada ser humano, que representaba el microcosmos, estaba finalmente vinculado al macrocosmos, por lo que todo lo que tuviera efecto sobre uno tendría un efecto similar sobre el otro. Anticipándose a las ideas de los futuros transhumanistas, Paracelso escribió: “La naturaleza humana es diferente de todas las demás naturalezas animales. Está dotado de sabiduría divina, dotado de artes divinas. Por eso somos justamente llamados dioses e hijos del Ser Supremo. Porque la luz de la naturaleza está en nosotros, y esta luz es Dios”.
Muchos textos herméticos se perdieron durante la Edad Media, pero se redescubrieron en copias bizantinas, para luego popularizarse en Italia durante el Renacimiento. A mediados del siglo XV, el manuscrito Hermetica y los 14 libros llamados Corpus Hermeticum fueron llevados a la corte de Cosimo (Cosme) de Médici, político y banquero italiano, fundador de la dinastía de los Médici, dirigentes efectivos de Florencia durante una buena parte del Renacimiento italiano. Cosme luego solicitó la traducción de aquellos libros al latín por Marsilio Ficino, sacerdote católico, filólogo, médico y filósofo renacentista italiano, protegido de Cosme de Médicis y de sus sucesores, incluyendo Lorenzo de Médici. Marsilio Ficino fue, además, el artífice del renacimiento del neoplatonismo y encabezó la famosa Academia platónica florentina. Inicialmente se creía que los textos eran genuinos textos egipcios antiguos. Sin embargo, el erudito clásico y filólogo Isaac Casaubon (1559-1614) argumentó en contra de esta idea. El manuscrito Hermetica proporcionó un ímpetu en el desarrollo del pensamiento y la cultura del Renacimiento, teniendo un gran impacto en la alquimia y la magia moderna, además de influir en Giordano Bruno, astrónomo, filósofo, teólogo y poeta italiano del siglo XVI, así como en el alumno de Marsilio Ficino, el humanista y pensador italiano del siglo XV Giovanni Pico della Mirandola. La tradición afirma descender de la llamada prisca theologia, una doctrina que afirma que existe una teología única y verdadera que está presente en todas las religiones y que fue dada por Dios al hombre en la antigüedad. El término prisca theologia parece haber sido utilizado por primera vez por Marsilio Ficino en el siglo XV. Marsilio Ficino y Giovanni Pico della Mirandola trataron de reformar las enseñanzas de la Iglesia católica por medio de los escritos de la prisca theologia que, a su juicio, se reflejaba en el neoplatonismo, el hermetismo, y en los oráculos caldeos, entre otras fuentes. El siglo de las luces tendía a ver toda religión como variaciones culturales de un tema antropológico común. Sin embargo, la Ilustración, que tendía a negar la validez de cualquier forma de religión revelada, tuvo en muy poca estima la idea de una prisca theologia. La doctrina de una prisca theologia es observada por los Rosacruces, además de otros. Sin embargo, como ha demostrado el historiador y mitógrafo francés, Jean Seznec, en su libro Los dioses de la Antigüedad en la Edad Media y en el Renacimiento, el texto fundacional del Renacimiento fue el Libro de Picatrix, una obra hermética de magia y astrología escrita originalmente en árabe y atribuida a los sabeos.
Influenciado por el Libro de Picatrix, Marsilio Ficino escribió extensamente sobre las técnicas que implican el uso de amuletos, talismanes, ungüentos y elixires, mediante los cuales podrían ser invocados los poderes planetarios mediante los principios de la analogía hermética. Las tres obras del pintor del Quattrocento italiano Sandro Botticelli, que son algunas de las pinturas renacentistas más reconocidas, como Minerva y el centauro, El nacimiento de Venus y La Primavera, encargadas por Lorenzo de Médici, gobernante de la República de Florencia, mecenas de las artes, diplomático, banquero, poeta y filósofo renacentista, tratan temas ocultos y representan una práctica mágica de atraer influencias planetarias hacia determinadas imágenes. Lorenzo de Médici fue responsable de muchos mecenazgos artísticos de los principales artistas de Florencia, como Leonardo da Vinci, Sandro Botticelli y Miguel Ángel, en que sus obras presentaban temas paganos que desafiaban a la Iglesia. Asimismo, Miguel Ángel también fue influenciado por el antropomorfismo de la Cábala, pintando a Dios creando a Adán en la Capilla Sixtina, que en realidad es una representación del «Anciano de los días«, que es un tema que parece haber surgido de una de las «visiones» experimentadas por William Blake, poeta, pintor y grabador británico, en que la denominación «Anciano de los días» es una referencia a un enigmático personaje, identificable con Dios, en un contexto apocalíptico, que aparece citado en el Libro de Daniel, un libro de la Biblia en el cual se relata la vida de su protagonista, Daniel, un noble judío exiliado en Babilonia, así como sus visiones apocalípticas enfocadas en asuntos políticos. Su mensaje es que así como el Dios de Israel salva a Daniel de sus enemigos, también salvaría a Israel de la opresión. Los Médici lucharon durante décadas contra la creciente oposición a su programa de paganización, pero finalmente se vengaron al instalar a uno de los Médici en el Vaticano. Se trataba del hijo de Lorenzo de Medici, que se convirtió en el Papa León X en el año 1513 d.C. Pero León X, que había sido educado por Marsilio Ficino y Pico della Mirandola, exhibió una propensión a los gastos extravagantes que finalmente agotaron las finanzas del Vaticano, por lo que se tuvo que dedicar a vender indulgencias para recaudar fondos. Fueron precisamente estos excesos de León X que inspiraron a Martín Lutero para publicar sus Noventa y nueve tesis en 1517, que luego desembocaron en la Reforma protestante.
Los enemigos católicos de Martín Lutero lo acusaron de ser un cripto-judío que intentaba destruir el papado. Inicialmente el desafío de Lutero al catolicismo romano fue bien recibido por los judíos que habían sido víctimas de la Inquisición y que deseaban destruir el poder de la Iglesia para conseguir una mayor tolerancia hacia otras formas de culto. Incluso hubo algunos, como Abraham Farissol, geógrafo, cosmógrafo y escriba judío-italiano, que consideraban a Lutero como un cripto-judío, un reformador empeñado en defender la verdad y la justicia religiosas, y cuyas reformas iconoclastas estaban dirigidas a un retorno al judaísmo. Algunos eruditos, particularmente de la diáspora de judíos sefardíes, como Joseph ha-Kohen, historiador y médico del siglo XVI, estaban fuertemente a favor de la Reforma. Hacia 1524, judíos procedentes de Europa describieron en Jerusalén al cabalista Abraham ben Eliezer Halevi, rabino y cabalista sefardí conocido por sus tratados apocalípticos sobre la Cábala y sus creencias sobre el mesianismo, las tendencias anticlericales de los reformadores protestantes. En base a esta información, los cabalistas consideraron a Lutero como una especie de cripto-judío que educaría adecuadamente a los cristianos. Abraham ben Eliezer Halevi relató que un gran astrólogo llamado R. Joseph, escribió un pronóstico sobre el significado del eclipse de Sol en el año 1478, en que se profetizaba que un hombre reformaría la religión y reconstruiría Jerusalén. Abraham ben Eliezer Halevi decía: “a primera vista creíamos que el hombre anunciado por las estrellas era el Mesías. Pero ahora es evidente que no es otro que el hombre mencionado por todos; es decir, Lutero, quien es sumamente noble en todas sus empresas y todas estas previsiones se realizan en su persona”. Los marranos, judíos que se convirtieron al cristianismo bajo la presión de la Inquisición española, también estuvieron involucrados en la creación de la Orden de los Jesuitas. Aparentemente fue en respuesta a la creciente influencia del protestantismo que Ignacio de Loyola fundó los jesuitas en 1534, quienes encabezaron la Contrarreforma, la respuesta de la Iglesia católica a la Reforma protestante de Martín Lutero, que había debilitado a la Iglesia. Loyola había sido miembro de una secta herética conocida como los Alumbrados, que significa «Iluminados«, que se cree que son los precursores de los Illuminati bávaros del siglo XVIII. Como señala Ezer Kahanov en Sobre marranos y sabateanos, refiriéndose a grupos como los Alumbrados: «Más significativo para los inquisidores, quizás, fue el hecho de que casi todas las personas implicadas en esos grupos eran conversos: la beata Isabel de la Cruz, Pedro Ruiz de Alcaraz, María de Cazalla y su hermano franciscano Juan, y el obispo auxiliar de Ávila, Bernardino Tovar, la beata Francisca Hernández, el predicador franciscano Francisco Ortiz, y muchos otros«.
Aunque no hay evidencia directa de que el propio Loyola fuera marrano, según Los judeoconversos en España y América, de Antonio Domínguez, Loyola era un nombre típico de un converso. Según Robert Aleksander Maryks, en su libro The Jesuit Order as a Synagogue of Jews, el sucesor de Loyola como General de la Compañía de Jesús, Diego Laínez Gómez de León, sí que era marrano, al igual que muchos otros líderes jesuitas que vinieron después de él. De hecho, los marranos aumentaron en número dentro de las órdenes cristianas, como carmelitas, dominicos, jesuitas y franciscanos, hasta el punto que el papado impuso restricciones a la entrada de cristianos nuevos en instituciones como los jesuitas. El ejemplo más famoso fue Girolamo Savonarola (1452 – 1498), un religioso dominico, predicador italiano, confesor del gobernador de Florencia, Lorenzo de Médici, y organizador de la célebre hoguera de las vanidades, donde los florentinos estaban invitados a arrojar sus objetos de lujo y sus cosméticos, además de los libros que consideraba licenciosos, como los de Giovanni Boccaccio, escritor y humanista italiano. Predicó contra el lujo, el lucro, la depravación de los poderosos y la corrupción de la Iglesia católica, contra la búsqueda de la gloria y contra la sodomía, sospechando que estaba en toda la sociedad de Florencia, donde él vivió. Predijo que un nuevo rey Ciro atravesaría el país para poner orden en las costumbres de los sacerdotes y del pueblo. La intrusión del ejército francés de Carlos VIII, en 1494, en la Toscana confirmó su profecía. Sus críticas violentas contra la familia que gobernaba Florencia en esos años, los Médici, acusándoles de corruptos, contribuyeron a la expulsión del gobernador Piero de Médici por los florentinos en 1494. Sus ataques contra el papa Alejandro VI le valieron, primeramente, la excomunión, y luego la prisión y la condena a la hoguera por un tribunal de la Inquisición en la plaza de Florencia y la inclusión de su obra en el Índice de libros prohibidos. Savonarola fue precedido en la orden dominicana por Eckhart de Hochheim (1260 – 1328), más conocido como Maestro Eckhart (Meister Eckhart), conocido por su obra como teólogo y filósofo y por sus escritos que dieron forma a una especie de misticismo especulativo, que más tarde sería conocido como mística renana. Es llamado Meister en reconocimiento a los títulos académicos obtenidos durante su estancia en la Universidad de París. Fue maestro de teología en París en diversos períodos y ocupó varios cargos de gobierno en su Orden, mostrándose especialmente eficiente en su asistencia espiritual a la rama femenina dominica. Fue uno de los neoplatónicos cristianos más influyentes del siglo XIII, pero que finalmente fue quemado en la hoguera. Se cree que Eckhart fue el autor del tratado anónimo Theologia Germanica, que fue uno de los tratados favoritos de Martín Lutero y que algunos historiadores de principios del siglo XX consideraron fundamental en la génesis de las acciones de Lutero y la Reforma protestante resultante.
La popularidad de la alquimia se relacionó con la proliferación de la brujería. Y con la Reforma protestante, las autoridades católicas se volvieron mucho más propensas a considerar herética cualquier idea nueva, incluidas las del humanismo renacentista. Entre los líderes católicos, protestantes y seculares, desde el período medieval tardío europeo hasta principios de la edad moderna, se extendieron los temores sobre la brujería, que llevaron a la cacerías de brujas, instigadas especialmente a través de la publicación en 1484 del Malleus Maleficarum o “Martillo de las Brujas”, escrito y compilado por dos monjes dominicos alemanes, Heinrich Kramer y Jacob Sprenger. que además eran miembros de la Inquisición. Hasta entonces, la Iglesia medieval había considerado a las brujas como campesinas ignorantes que sufrían delirios y adoraban a dioses paganos, pero el Malleus Maleficarum modificó significativamente esa percepción. Según dicho documento la brujería era una herejía diabólica que conspiraba para derrocar a la Iglesia y establecer el reino de Satanás en la Tierra. El Papa Inocencio VIII estuvo de acuerdo con esta valoración y en 1486 emitió una bula papal condenando la brujería. Según sus confesiones, logradas bajo tortura, las brujas volaban de noche para reunirse en aquelarres, o sabbats, montadas en caballos demoníacos o en palos de escoba untados con un ungüento hecho a partir de cuerpos de bebés. Allí adoraban a Satanás, que aparecía como un gato negro o como un hombre de ojos brillantes, con una corona y ropas negras. Festejaron, bailaron y copularon entre ellos, con sus espíritus familiares y, a veces, con el mismo diablo. Las brujas hicieron un pacto formal con el diablo, le rindieron homenaje, le dieron un beso obsceno, en el recto, y le sacrificaron niños y gatos negros. El diablo les enseñó el trabajo de la magia negra y ellas le informaron sobre el daño que habían hecho desde los encuentros anteriores. En algunos casos se les hizo una marca en sus cuerpos como señal de su lealtad a Satanás.
En última instancia el transhumanismo es la última expresión de una idea oculta milenaria: la evolución. El darwinismo es una idea que se ha impuesto a través de la influencia de las sociedades secretas. La fuente de la creencia en la evolución es la Cábala, especialmente las interpretaciones de Isaac Luria (1534 – 1572), rabino y cabalista de la comunidad de Safed en la región de Galilea, en la Siria otomana. Se le considera el padre de la Cábala contemporánea. Estas interpretaciones de Isaac Luria fueron comunicadas a través de la Orden de la Rosacruz, también conocida como los Rosacruces, que derivaron su nombre de la cruz roja de los Templarios. Aunque los Templarios se disolvieron oficialmente en 1314, sus tradiciones se conservaron bajo la inglesa Orden de la Jarretera, inspiradas en el legendario Rey Arturo y la Mesa Redonda y que cuenta entre sus miembros con la reina Isabel II y su hijo Carlos. En la leyenda del rey Arturo, la Mesa Redonda era una mesa mística en Camelot alrededor de la cual el rey y sus caballeros se sentaban para discutir asuntos cruciales para la seguridad del reino. En algunas versiones, el mago Merlín también tenía un asiento. La historia más popular sobre el origen de la mesa aparece por primera vez en el Merlín de Robert de Boron, que fue adoptada por romances en prosa posteriores. En ella, la mesa fue creada por Merlín como imitación de la mesa del Grial de José de Arimatea, a su vez una imitación de la mesa de la Última Cena. La cruz roja de los templarios es también una cruz rosa, en que la rosa es también la «Rosa de Sharon«, del bíblico Cantar de los Cantares, que asimismo es un símbolo cabalístico, mencionado en el Zohar como símbolo de la «congregación judía«. Un símbolo alternativo es el lirio, que llegó a representar a la casa real de Francia, mientras que la rosa se convirtió en el símbolo heráldico de las dos casas en competencia involucradas en la Guerra de las dos Rosas, que fue una guerra civil que enfrentó intermitentemente a los miembros y partidarios de la Casa de Lancaster contra los de la Casa de York entre 1455 y 1487. Ambas familias pretendían el trono de Inglaterra, por tener un origen común en la Casa de Plantagenet, como descendientes del rey Eduardo III. El nombre «guerra de las dos Rosas» se debe a los emblemas de ambas casas, la rosa blanca de York y la roja de Lancaster.
Otra fuente importante de estas tendencias fue John Dee (1527 – 1609), matemático, astrólogo, ocultista y mago, que dedicó gran parte de su vida al estudio de la alquimia, la adivinación y la filosofía hermética. siendo además astrólogo real de la reina Isabel I de Inglaterra. Además de servir como modelo para Próspero, el hechicero que actúa en La tempestad de Shakespeare, Dee también lo fue para el personaje de James Bond, de Ian Fleming, ya que John Dee firmaba sus cartas a Isabel I con un 00 y un 7 alargado. Como Isabel I no se casó, no tenía heredero directo y, por lo tanto, la sucedió el rey Jacobo (James) IV de Escocia, quien se convirtió en el rey James I de Inglaterra, el primer monarca Estuardo en reinar en Inglaterra. El rey Jacobo IV de Escocia no compartía las simpatías de Isabel por Dee, y cuando éste pidió ayuda al rey para limpiar su reputación de los cargos de conjurar demonios, el rey lo ignoró. John Dee finalmente murió en desgracia y en la más absoluta pobreza en 1608. Sin embargo, antes de su muerte, Dee había ido a Praga, donde parece haber sido el líder no solo de un movimiento alquímico, sino también de una reforma religiosa. El objetivo de la misión de Dee fue mencionado por un observador contemporáneo, según el historiador británico Robert John Weston Evans, en su libro Rudolf II and his World: «Un erudito y renombrado inglés cuyo nombre era Doctor Dee vino a Praga para ver al Emperador Rodolfo II y al principio fue bien recibido por él; predijo que pronto se produciría una reforma milagrosa en el mundo cristiano y resultaría en la ruina no sólo de la ciudad de Constantinopla sino también de Roma. Estas predicciones no cesaron de difundirse entre el populacho«. Rodolfo II, el gobernante Habsburgo del Sacro Imperio Romano Germánico y miembro de la Orden de la Jarretera, la orden de caballería más importante y antigua del Reino Unido, fundada en 1348 por el rey Eduardo III e inspirada por la leyenda de los caballeros de la mesa redonda. había trasladado la capital de Viena a Praga, en Bohemia, que se convirtió en una corte orientada al ocultismo, así como a los estudios alquímicos, astrológicos y mágicos de todo tipo. Praga se convirtió en un refugio para aquellos interesados en las ciencias esotéricas, provenientes de toda Europa. Allí llegaron John Dee y su socio Edward Kelly, así como Johannes Kepler y Giordano Bruno. Rodolfo II dedicó grandes sumas de dinero a la construcción de su biblioteca, que contenía obras herméticas, así como el Picatrix antes mencionado.
Rodolfo II y los reyes de Bohemia descendían de Bárbara de Celje (1392-1451), de quien heredaron un marcador genético único, el haplogrupo T, que sugiere una probable ascendencia judía secreta. Bárbara de Celje pertenecía específicamente al subclade T2, cuya distribución varía mucho con la proporción del subhaplogrupo T2e a T2b, desde un mínimo de casos en Gran Bretaña e Irlanda hasta un máximo de casos en Arabia Saudita. Dentro del subhaplogrupo T2e, se identifica uno muy raro entre los judíos sefardíes de Turquía y Bulgaria y los presuntos conversos del Nuevo Mundo. Un haplogrupo es, en el estudio de la evolución molecular, un grupo grande de haplotipos, que son series de alelos en lugares específicos de un cromosoma. En genética humana, los haplogrupos estudiados son: ADNmt: los haplogrupos de ADN mitocondrial humano, los cuales son transmitidos solamente a través de la línea matrilinea; y el ADN-Y: los haplogrupos del cromosoma Y humano, los cuales revelan el linaje patrilineal. En conjunto, los haplogrupos pueden ser usados para definir poblaciones genéticas y relatar aproximadamente la historia genética de los pueblos. Las clasificaciones de los haplogrupos humanos de cualquier clase basados en marcadores genéticos, específicamente por medio de polimorfismos por cambio de un solo nucleótido, han evolucionado rápidamente en los últimos años, conforme se descubren nuevos marcadores. Bárbara de Celje jugó un papel fundamental en la creación de la Orden del Dragón, fundada en 1408 por su esposo Segismundo de Luxemburgo, rey de Hungría y más tarde emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. La Orden del Dragón fue fundada para proteger a la familia real del Sacro Imperio Romano Germánico y para luchar contra los turcos otomanos. La Orden del Dragón adoptó la cruz roja y el símbolo gnóstico del Ourobouros, la serpiente o dragón que se muerde la cola. Segismundo también entró en la Orden de la Jarretera en 1416. A Bárbara de Celje se la conoció popularmente como “La Mesalina alemana”, porque fue acusada de adulterio e intriga. Eneas Silvio Piccolomini, que más tarde sería elegido Papa Pío II, hizo una crónica de Bárbara de Celje en su Historia de Bohemia, escrita en 1458, y la acusó de asociarse con herejes. Afirmó además que Bárbara de Celje y su hija Elizabeth solían profanar la Sagrada Comunión bebiendo sangre humana durante la liturgia. Bárbara de Celje también fue acusada de mantener un harén femenino y organizar orgías sexuales con chicas jóvenes.
Segismundo, rey de Hungría, otorgó a Vlad II, príncipe de Valaquia, región histórica y geográfica al sur de Rumania, el ser miembro oficial en la prestigiosa Corte Interior de la Orden del Dragón. Vlad II fue el padre de Vlad Tepes III (1431 – 1476), quien inspiró el nombre del famoso vampiro «Conde Drácula«, según leemos en la novela Drácula de Bram Stoker, publicada en 1897 . El nombre Drácula significa «Hijo de Dracul«, que era una referencia a ser investido en la Orden del Dragón. En el idioma rumano, la palabra dracul puede significar «el dragón» o en la actualidad, «el diablo«. A Vlad III se le denominaba «El Empalador«, debido a que su método preferido de tortura y ejecución para sus enemigos era el empalamiento. El emblema de la Orden del Dragón se mantuvo en el escudo de armas de varias familias nobles húngaras, como los Báthory, cuyo miembro más destacada fue la condesa Erzsébet Báthory de Ecsed (1560 – 1614), una aristócrata húngara perteneciente a una de las familias más poderosas de Hungría. Ha pasado a la historia por haber sido acusada y condenada de ser responsable de una serie de crímenes motivados por su obsesión por la belleza, ya que se decía que se bañaba en sangre de vírgenes para conservar su juventud, y que le han valido el sobrenombre de la Condesa Sangrienta, ya que es considerada la asesina más grande de la historia de la humanidad, con 650 muertes en su haber. Uno de sus antepasados fue precisamente Vlad Tepes III, ‘El Empalador’. La propia Erzsébet Báthory no fue juzgada ni condenada, pero en 1610, fue encarcelada en Eslovaquia, donde permaneció hasta su muerte cuatro años después. El reinado de Rodolfo II fue una edad de oro para los judíos en Praga, ya que a la fascinación de Rodolfo II por el hermetismo se añadía su interés por la Cábala judía. Uno de los eruditos judíos más famosos de la época fue el rabino Judah Loew ben Bezalel (1520 – 1609), ampliamente conocido por los estudiosos del judaísmo como el «Maharal de Praga«. Fue un destacado talmudista, místico y filósofo judío que sirvió como rabino en la ciudad de Praga, en Bohemia, durante la mayor parte de su vida, en que se relacionó ampliamente con Rodolfo II. El rabino Loew publicó más de cincuenta libros religiosos y filosóficos. Se le atribuye la creación del Golem, cuya leyenda estimuló la fantasía de la Europa central durante varios siglos y que es un asunto también hoy vigente. Se trataba de un coloso hecho de barro que, animado mediante combinaciones cabalísticas de las letras que configuraban el santo nombre de Dios, cobraba vida y movimiento, ejecutando toda clase de trabajos para el rabino Loew. La leyenda decía que este Golem salvó a los judíos de Praga de las persecuciones y de las acusaciones antijudías de la época.
Los Rosacruces se dieron a conocer con la publicación de los Manifiestos Rosacruces, supuestamente escritos por Johann Valentin Andreae (1586 – 1654). Nacido en Wurtemberg en 1586, vivió no obstante durante toda su vida en Tubinga. En 1616 publicó de forma anónima uno de los primeros Manifiestos Rosacruces, Las bodas alquímicas de Christian Rosacruz. Se trata de una novela repleta de simbolismo alquímico, en la que se narra el periplo que vive el mítico fundador de la Orden Rosacruz, Christian Rosenkreuz, que es invitado a presenciar las bodas de un Rey y una Reina. Estas bodas se desarrollan en un misterioso castillo y duran siete días, durante los cuales los protagonistas de la novela pasarán por una serie de transformaciones destinadas a producir una regeneración espiritual. Algunos autores contemporáneos a Andreae, como el alquimista Ratichius Brotoffer, intentarán interpretar y desvelar este simbolismo presentado en las Bodas alquímicas, que juzgan excesivamente oscuro. Años antes de la publicación de las Bodas alquímicas, cuando se publicó el primer Manifiesto Rosacruz denominado Fama Fraternitatis (1614), Andreae propuso la creación de unas Societas Christianas con el supuesto propósito de preservar el conocimiento esotérico desvirtuado por la iglesia. La Fama Fraternitatis era parte de un tratado protestante más extenso titulado La reforma universal y general del mundo entero, junto con la Fama Fraternatis de la Laudable Fraternidad de la Rosacruz, Escrita a Todos los Sabios y Gobernantes de Europa. Jocob Boehme (1575-1624) fue un místico y teólogo cristiano alemán, cuyos escritos causaron un gran escándalo. El hombre responsable de comunicar la influencia de Luria a Boehme fue su mentor Balthasar Walther. En los años 1598-1599, Walther emprendió una peregrinación a Tierra Santa para aprender sobre las complejidades de la Cábala de grupos en la ciudad de Safed, en la Palestina otomana, y en otros lugares, incluidos los seguidores de Luria. Considerado el principal rabino y místico judío de la comunidad de Safed, Luria es considerado el padre de la Cábala luriánica, también conocida como la Nueva Cábala. En última instancia, Luria desarrolló una noción de progreso histórico que se convirtió en la base de las concepciones occidentales de la historia cuando fue heredada por los filósofos de la Ilustración. La teoría de la evolución de Luria se basaba en considerar a Dios inicialmente como un tesoro desconocido y, queriendo ser conocido, creó al hombre como un “otro” de sí mismo. Al principio, este “otro”, u hombre, no sabía que era Dios. Por tanto, la historia es el progreso de Dios, o del hombre, llegando a conocerse a sí mismo. A medida que progresó intelectualmente, el hombre abandonaría varias falsas creencias en Dios como algo fuera de sí mismo, hasta llegar al descubrimiento de que él mismo es Dios.
Ehrenfried Walther von Tschirnhaus (1651 – 1708), matemático, físico, médico y filósofo alemán, era además un alquimista activo y miembro de una gran red de practicantes influenciados por el ocultismo en toda Europa. Walther compuso una biografía en latín del Príncipe Miguel «el Valiente» de Valaquia (1558-1601), que pertenecía a la rama Draculesti de la Casa de Basarab, que comenzó con Vlad II Dracul. En 1621, Walther von Tschirnhaus se desempeñó como médico personal del príncipe Augusto de Anhalt-Plötzkau, cuya corte fue un centro de pensamiento oculto, alquímico y rosacruz durante las primeras décadas del siglo XVII. Allí, alrededor del 1613, más de un año antes de su primera publicación, el colaborador de Walther von Tschirnhaus, Paul Nagel, transcribió una copia de la Fama Fraternitatis rosacruz . La correspondencia de Nagel también revela el importante papel que desempeñó en el círculo que rodeaba a Jacobo Boehme. De hecho, Nagel fue en realidad la primera persona en imprimir las obras de Jacobo Boehme. El Manifiesto rosacruz pretendía representar una combinación de magia, cábala y alquimia, y decía proceder de una fraternidad secreta e “invisible” de “iniciados” en Alemania y Francia. El supuesto objetivo principal del movimiento era la destrucción de la Iglesia de Roma y sus partidarios, los Habsburgo. Después de la Fama Fraternatis, se fundaron varias logias de la Orden, cuyos miembros afirmaban que los rosacruces habían participado activamente en los acontecimientos que rodearon la Reforma y el surgimiento del movimiento luterano en Alemania y Suiza. Se afirma que Lutero utilizó como sello personal el símbolo de una rosa y una cruz. En 1521, Lutero fue acusado de herejía, pero muchos príncipes alemanes simpatizaron con su causa y, durante su vida, el movimiento se extendió por aproximadamente la mitad de Alemania, generando numerosas sectas, la más destacada de las cuales fue dirigida por Juan Calvino, teólogo francés, considerado como uno de los gestores de la Reforma protestante. Las doctrinas fundamentales de posteriores reformadores se identificarían con él, llamando a estas doctrinas «calvinismo». Los Manifiestos aparecieron casi al mismo tiempo que el príncipe alemán Federico V, Elector del Palatinado del Rin, comenzaba a ser visto como el titular ideal para ser el líder de la resistencia protestante contra los Habsburgo católicos. Si bien Federico V tenía poderosas conexiones con los protestantes franceses, lo más importante es que en 1613 se había casado con Isabel Estuardo, hija de Jacobo Carlos Estuardo, rey de Escocia como Jacobo VI y rey de Inglaterra e Irlanda como Jacobo I. La política absolutista de Jacobo, su irresponsabilidad financiera y los favores otorgados a favoritos impopulares sentaron las bases de la Guerra Civil Inglesa, durante la cual su hijo y sucesor, Carlos I, fue ejecutado.
El mito fundacional del ocultismo moderno se deriva de los rosacruces, donde se cree que el hermetismo se basa en una antigua tradición «egipcia«, preservada por los ismaelitas, descendientes de los hashshashin, que significa fumadores de hachís y conocidos como los asesinos, antes de que fuera adoptada por los templarios. La herencia templaria en Escocia supuestamente fue heredada por los Sinclair, que eran grandes maestros de la masonería escocesa, y por la dinastía Stuart (Estuardo), que gobernó Escocia e Inglaterra, comenzando con el reinado del rey Jacobo I (o James). El matrimonio de Federico V e Isabel Estuardo representó una importante alianza dinástica para impulsar el movimiento protestante. Isabel Estuardo, al igual que su hermano, el más tarde rey Carlos I de Inglaterra, pertenecía al haplogrupo genético T, a través de su madre Ana de Dinamarca, lo que convertía a Isabel Estuardo en pariente lejana de Rodolfo II de Bohemia. La importancia percibida del matrimonio entre Federico V e Isabel Estuardo fue consagrada en el simbolismo oculto y alquímico a través de un tratado rosacruz llamado Las bodas alquímicas de Christian Rosacruz. Federico V fue investido con la Orden de la Jarretera. en Windsor, por su futuro suegro, el rey Jacobo I (James), una semana antes de la boda. El rey le obsequió un colgante con incrustaciones de joyas de San Jorge y el Dragón. Al arreglar el matrimonio de Federico V con Isabel Estuardo, se esperaba que su padre, el rey Jacobo I de Inglaterra, que parecía apoyar la causa protestante, acudiera en ayuda de su yerno en caso de un levantamiento contra los católicos, la Iglesia y sus partidarios, los Habsburgo.
En 1618, los estados mayoritariamente protestantes de Bohemia se rebelaron contra su rey católico Fernando I de Habsburgo, infante de España, archiduque de Austria, rey de Hungría y Bohemia y, a partir de 1558, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. lo que provocó el estallido de la conocida como Guerra de los Treinta Años. Esperando que el rey Jacobo I acudiera en su ayuda, en 1619 los rosacruces concedieron el trono de Bohemia a Federico en oposición directa a los gobernantes católicos de los Habsburgo. Federico aceptó la oferta y fue coronado el 4 de noviembre de ese año. Sin embargo, Jacobo I se opuso a la toma de Bohemia que estaba en manos de los Habsburgo, y los aliados de Federico en la Unión Protestante no lo apoyaron militarmente, ya que firmaron el Tratado de Ulm en 1620. El breve reinado de Federico V como rey de Bohemia terminó con su derrota en la Batalla de la Montaña Blanca. en aquel mismo año. Las fuerzas imperiales invadieron el Palatinado y Federico tuvo que huir a Holanda en 1622, donde vivió el resto de su vida en el exilio con Isabel y sus hijos, principalmente en La Haya, y murió en Maguncia en 1632. Durante su breve reinado de un solo invierno, Federico V es a menudo apodado el «Rey del Invierno«. Lo último que se supo de la hermandad rosacruz fue un breve acontecimiento en Francia. Una mañana de agosto de 1623, el pueblo de París fue informado de que cierta misteriosa hermandad se había instalado entre ellos. Una versión de los avisos declaraba: “Nosotros, diputados del principal Colegio de los Hermanos de la Rosacruz, nos quedamos visible e invisiblemente en este pueblo por la Gracia del Altísimo, a quien se vuelve el corazón de los Justos. Mostramos y enseñamos sin libros ni máscaras cómo hablar la lengua de cada país donde deseamos estar, para sacar a nuestros semejantes del error de la muerte”. Otro cartel ofrecía convertirse en miembros “a todos aquellos que deseen ingresar a nuestra Sociedad y Congregación”. Sin embargo, los carteles no dieron más instrucciones sobre cómo o dónde los posibles miembros podrían postularse para la hermandad, pero sugirieron indirectamente que aquellos dignos serían reconocidos y contactados a su debido tiempo. En su Instruction à la France sur la Verité de l’Histoire des Frères de la Roze-Croix, publicada en 1623, el bibliotecario francés Gabriel Naudé se refirió a los “Pretendidos Invisibles” y sus “Horribles Pactos” con Satanás.
Gabriel Naudé (1600 -1653) fue un escritor prolífico que produjo obras sobre muchos temas, incluidos política, religión, historia y lo esotérico. Naudé tuvo la oportunidad de construir y mantener la biblioteca del cardenal Jules Mazarino, quien se desempeñó como primer ministro de Francia desde 1642 hasta su muerte, después de suceder a su mentor, el famoso cardenal Richelieu. Naudé afirmaba que treinta y seis miembros de la Orden Rosacruz se habían reunido en la ciudad de Lyon el mismo día en que aparecieron los carteles en París, momento en el que los participantes celebraron la víspera del día de San Juan [solsticio de verano]. Entonces los miembros rosacruces se postraron ante un emisario del diablo, llamado Astaroth. En demonología Astaroth es considerado un príncipe del Infierno en la primera jerarquía, junto con Belcebú y Lucifer; siendo parte de la trinidad maligna. Es una figura masculina que probablemente lleva el nombre en honor de la diosa Astarté del Próximo Oriente. Astaroth es considerado un ángel que se corrompió cuando visitó el mundo de los seres humanos y su caída causó mucha conmoción, ya que una vez fue un serafín y Príncipe de la Orden de los Tronos. Aunque descendió al mal voluntariamente, este demonio asegura estar libre de pecados. Según Naudé, los miembros rosacruces le juraron al demonio que renunciarían a todos los ritos y sacramentos de la Iglesia católica. A cambio, se les otorgó maravillosos poderes, incluida la capacidad de transportarse mágicamente a donde quisieran, de hablar con gran elocuencia y aparente sabiduría, de disfrazarse para que siempre parecieran ser nativos de cualquier lugar en el que se encontraran, y para estar eternamente abastecidos de oro. Ahí recordamos Las tentaciones de Jesús, que es un episodio de la vida de Jesús narrado en el Nuevo Testamento. Especialmente esta frase: «Todavía le subió el diablo a un monumento muy encumbrado desde ahí y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos. Y luego le dijo: todas estas cosas te daré si, postrándote delante de mí, me adoras. Entonces Jesús le respondió: Apártate de ahí Satanás, porque está escrito: Adorarás al Señor Dios tuyo, y a él sólo servirás«. Naudé también relaciona a los rosacruces con Thomas More (Tomás Moro) (1478 – 1535), el autor de Utopía, y con François Rabelais (1483 – 1553), quien es considerado por los críticos literarios occidentales como uno de los grandes escritores de la literatura mundial y uno de los creadores de la escritura europea moderna. Rabelais fue primero novicio de la orden franciscana y luego ingresó en la orden benedictina. Su obra más famosa fue Las aventuras de Gargantúa y Pantagruel, en que narra las aventuras de dos gigantes, Gargantúa y su hijo Pantagruel. En el libro Rabelais escribe sobre la Abadía de Thélème, construida por el gigante Gargantua, donde la única regla es “Fais ce que tu veux” (Haz lo que quieras).
La palabra “thelema” es rara en el griego clásico, donde “significa la voluntad o el deseo, a veces incluso sexual”, pero es frecuente verla en las traducciones griegas originales de la Biblia. Los primeros escritos cristianos ocasionalmente usan esta palabra para referirse a la voluntad humana, y aunque generalmente se refiere a la voluntad de Dios, también podría referirse a la voluntad del clásico oponente de Dios, Lucifer o Satanás. La base de la perspectiva nihilista de Rabelais era que “es agradable a la naturaleza del hombre anhelar las cosas prohibidas y desear lo que se nos niega”. En su obra cómica Como gustéis, los primeros editores de Shakespeare también vieron ecos de Rabelais. A pesar de la popularidad de sus obras, Rabelais fue condenado por los académicos de la Sorbona por su obscenidad e ideas poco ortodoxas, así como por la Iglesia Católica Romana por su burla de ciertas prácticas religiosas. Si bien Rabelais recibió la aprobación del rey Francisco I de Francia para continuar publicando sus libros, después de la muerte del rey la élite académica lo vio con malos ojos y el parlamento francés suspendió la venta de su cuarto libro. Además, los escritores masónicos creen que Dante Alighieri, quien fue educado entre los franciscanos, fue uno de los primeros rosacruces, y su Inferno se inspiró en el Roman de la Rose, un poema de cerca de 22.000 versos octosílabos que adopta la forma de sueño alegórico. La primera parte del poema fue escrita por el poeta francés Guillaume de Lorris, mientras que el resto fue continuado por otro poeta francés, Jean de Meung. Asimismo, el biógrafo del filósofo, matemático y físico francés René Descartes, Adrien Baillet, en un escrito del siglo XVII relató que Descartes oyó hablar de los rosacruces en Alemania durante el invierno de 1619-20. La noticia le llegó “en un momento en que estaba en la mayor perplejidad sobre el camino que debía seguir en la investigación de la verdad”, e inmediatamente trató de contactar a los miembros de la fraternidad. Aparentemente, Descartes no pudo conocer a ninguno de los supuestos rosacruces, pero, sin embargo, se rumoreaba que se había convertido en uno de sus miembros cuando regresó a París en 1623, el año de la publicación de Instruction à la France sur la Verité de l’Histoire des Frères de la Roze-Croix..
El filósofo sueco de la Universidad de Oxford, Nick Bostrom, fundador de la Asociación Transhumanista Mundial, afirma que la base del transhumanismo se fundó durante la Era de la Ilustración, que él considera que fue iniciada por Francis Bacon, célebre filósofo, político, abogado y escritor inglés, padre del empirismo filosófico y científico y que fue el patrocinador de los rosacruces. En la Ilustración Rosacruz, Frances Yates, historiadora inglesa especialista en ciertos aspectos esotéricos y ocultos de la época renacentista, sostiene que, además de la influencia de John Dee, notorio matemático, astrólogo, ocultista y consejero de la reina Isabel I de Inglaterra, y que dedicó gran parte de su vida al estudio de la alquimia, la adivinación y la filosofía hermética, el movimiento de Francis Bacon para el avance del aprendizaje también estuvo estrechamente relacionado con el movimiento rosacruz alemán. Francis Bacon escribió un romance utópico New Atlantis, que retrata una tierra gobernada por rosacruces y se parece significativamente a la Reipublicae Christianopolitanae descriptio de Johannes Valentinus Andreae (1586 – 1654), teólogo luterano alemán, seguidor del teólogo luterano alemán Johann Arndt, y vivamente interesado a lo largo de toda su vida en la alquimia, el misticismo y el teatro. En New Atlantis, publicado en 1627, después de la fundación de las colonias inglesas en las Américas, Francis Bacon sugiere que el continente de América era la antigua Atlantis donde existió una raza avanzada durante la Edad de Oro de la civilización. Francis Bacon cuenta la historia de un país gobernado por científicos-filósofos en su gran colegio llamado Casa de Salomón. Poseen un conocimiento superior que les fue impartido por seres celestiales, y tienen máquinas voladoras y barcos con los que viajan bajo el mar. Una descripción sorprendente para el siglo XVII, digna de Julio Verne. En un discurso ante el Parlamento, Francis Bacon aludió al establecimiento de la Casa de Salomón en las colonias americanas como modelo para el país, que había sido reconocido como tal por los masones, que consideran que Estados Unidos tenían un destino importante en el cumplimiento de la visión de Platón de un Estado Universal. Francis Bacon desempeñó un papel destacado en la creación de las colonias británicas, especialmente en Virginia, las Carolinas y Terranova en el noreste de Canadá. Francis Bacon expresó sus puntos de vista sobre este tema varias veces, afirmando que el Nuevo Reino en la Tierra, que era Virginia, ejemplificaba el Reino de los Cielos.
La Casa de Salomón se inspiró en el “Colegio Invisible”, como se indica en los escritos rosacruces. El Colegio Invisible se originó cuando, durante la Guerra de los Treinta Años, Johannes Valentinus Andreae había creado una red de sociedades secretas conocidas como Uniones Cristianas. Su propósito original era preservar lo que se consideraba un conocimiento amenazado, especialmente los avances científicos recientes, muchos de los cuales la Iglesia consideró heréticos. También funcionaron como refugio para personas anteriormente asociadas con los rosacruces derrotados en Alemania. Una vez en Inglaterra, estos hombres, tanto ingleses como europeos, formaron el Colegio Invisible. El Colegio Invisible se convirtió posteriormente en la Royal Society, una sociedad científica fundada en 1660 e influenciada por el método científico de la «nueva ciencia«, promovida por Francis Bacon. Prácticamente todos los miembros fundadores de la Royal Society eran masones. Se cree que la francmasonería evolucionó hacia una sociedad secreta basada en la interpretación mística de la reconstrucción del Templo de Salomón. Por lo tanto, se refiere crípticamente a la capacidad de Salomón para comandar espíritus, que es la magia utilizada en el plan del francmasón de reconstruir simbólicamente el Templo de Jerusalén, conocido como la «Gran Obra«. Los miembros del Colegio Invisible fueron los encargados de avivar ideas milenarias entre los puritanos ingleses, especialmente sobre el acercamiento del tiempo mesiánico que se popularizó en el siglo XVII. El consenso acordó que se debían añadir 1260 años a la fecha en que el Anticristo, que los protestantes consideraron era el Papa católico, estableció su poder. Por lo tanto, varios cálculos se establecieron en los años 1650-1656 para su destrucción, la reunión de los gentiles, la conversión de los judíos y su regreso a Palestina. También se refirieron al año 1666 y su relación con el número 666, “Número de la Bestia” en el Libro del Apocalipsis, identificado con el último déspota humano para gobernar el mundo, indicando el fin del gobierno terrenal de los seres humanos carnales, pero que sería reemplazado por la segunda venida del Mesías.
El deseo de comprender mejor las profecías de los últimos tiempos resultó en un interés generalizado en las ideas judías sobre el tema. Lo más buscado fue el conocimiento de Menasseh Ben Israel, un rabino cabalista residente en Ámsterdam, que se dedicó al mesianismo de Isaac Luria (1534 – 1572), rabino y cabalista de la comunidad de Safed, en la región de Galilea de la Siria otomana. En el siglo XVII Ámsterdam se convirtió en uno de los mayores centros judíos del mundo y se la conoció como la «Jerusalén holandesa”. Los marranos o conversos comenzaron a huir de la Inquisición en Portugal y España, y se establecieron en Amberes, Hamburgo y Ámsterdam, algunos permaneciendo nominalmente cristianos y algunos volviendo abiertamente al judaísmo. A diferencia de la persecución que sufrieron en otros lugares, a los judíos se les permitió mantener abiertamente su identidad judía en Ámsterdam, donde alcanzaron un importante estatus comercial. El papel de los comerciantes judíos en la vida económica de Ámsterdam siguió siendo modesto hasta el final de la guerra contra España en 1648, después de que la Guerra de los Treinta Años condujera a un estado holandés independiente, en realidad los Países Bajos (Nederland). Para los holandeses, el final de la Guerra de los Treinta Años en realidad marcó el final de los llamados Ochenta Años, que comenzaron con la revuelta holandesa (1566 – 1648) contra el dominio español, dirigida por Guillermo I de Orange. La esposa de Guillermo I fue Louise de Coligny, quien durante su vida siguió siendo una defensora del protestantismo. Mantuvo correspondencia con muchas figuras importantes de la época, como Isabel I de Inglaterra, Enrique IV de Francia, María de Medici y Philippe de Mornay, así como con sus numerosos hijastros. Murió en Fontainebleau. Guillermo I fue alentado a rebelarse contra España, un importante adversario del Imperio Otomano, por Joseph Nasi, que era un marrano portugués que escapó a Amberes y Francia, antes de partir finalmente hacia el reino otomano en 1554, donde se convirtió en una figura influyente en el Imperio Otomano durante los gobiernos del sultán Suleiman I y su hijo Selim II. La tía de Nasi era Gracia Mendes Nasi, también conocida por su nombre cristianizado Beatriz de Luna Miguez, quien fue una de las mujeres judías más ricas de la Europa del Renacimiento. Se casó con un miembro de la eminente compañía bancaria y financiera internacional conocida como la Casa de Mendes, propiedad de una antigua familia judía, que pertenecía a la nobleza de Narbona, Francia, durante el siglo XI. Tenían el título de “Nasi” (príncipe en hebreo), nombre dado a los miembros de la Casa de David, de quienes se creía que descendía el mesías. En las comunidades judías, principalmente en Barcelona, fueron destacados líderes religiosos y seculares en los siglos XI al XIV.
Los comerciantes judíos en Ámsterdam fueron uno de los primeros grupos en participar en actividades de tipo capitalista. Sus intereses extranjeros incluían el comercio con la Península Ibérica, Inglaterra, Italia, África, India y las Indias Orientales y Occidentales. Los judíos de Ámsterdam también se dedicaban a la industria, especialmente a las industrias del tabaco, la imprenta y los diamantes; que finalmente pasó casi en su totalidad a manos judías. Varios judíos sefardíes se destacaron durante ese tiempo, incluido Menasseh Ben Israel, quien mantuvo una amplia correspondencia con líderes cristianos y ayudó a promover el reasentamiento judío en Inglaterra. Menasseh creía que la era mesiánica necesitaba como condición previa el asentamiento de judíos en todas las partes del mundo conocido. Impulsado por esta idea, dirigió su atención a Inglaterra, donde los judíos habían sido expulsados desde 1290. Lord Alfred Douglas, editor de la revista Plain English, en un artículo del 3 de septiembre de 1921, explicó cómo los registros de la Sinagoga de Muljeim revelaron un complot entre Menasseh y Oliver Cromwell, que culminó con la ejecución del rey Carlos I en 1649. El parlamento estableció un período interino de la Commonwealth. En 1653, Cromwell puso fin tanto a su Parlamento como a la Commonwealth y se nombró a sí mismo Lord Protector, cuyo gobierno se consideraba comúnmente como perteneciente a un círculo rosacruz. Menasseh entabló correspondencia con varios de los puritanos de Inglaterra con mentalidad más mística que se habían interesado por la cuestión de la inmigración judía. Junto con John Dury, Comenius y Samuel Hartlib, formaron el núcleo de una red llamada Hartlib Circle. sobre la que J. T. Young en Faith, Alchemy and Natural Philosophy: Johann Moriaen, Reformed Intelligencer, and the Hartlib Circle escribió: «En esencia, era una asociación de amigos. Hartlib y Dury eran las dos figuras centrales: Comenius, a pesar de sus esfuerzos, siempre permaneció siendo más una causa que ellos apoyaban que un coordinador. En torno a ellos estaban Hübner, Haak, Pell, Moriaen, Rulise, Hotton y Appelius, posteriormente se les unen Sadler, Culpeper, Worsley, Boyle y Clodius. Pero en cuanto se intenta analizar algo más lejos del núcleo, las líneas de comunicación comienzan a bifurcarse y cruzarse, extendiéndose hacia toda la comunidad intelectual de Europa y América. Es un círculo con un centro definido pero que posee una periferia extensible hacia el infinito«.
Al igual que el Colegio Invisible, el Hartlib Circle fue modelado como un instituto de investigación descrito por Francis Bacon como la “Casa de Salomon” en su New Atlantis. No conocido en su época por sus escritos publicados, Hartlib fue prácticamente olvidado por los historiadores, hasta el redescubrimiento de un archivo con sus documentos personales. El plan para la Societas Christiana de Andreae ya se expuso en dos obras que se creían perdidas hasta que se descubrieron entre los documentos de Hartlib, que había llegado a Inglaterra en 1628, después de la conquista católica de Elbing en la Prusia polaca, como parte de las consecuencias de la Guerra de los Treinta Años. Cuando llegó a Inglaterra, reunió a su alrededor refugiados de Polonia, Bohemia y el Palatinado, denominación histórica del territorio del Conde Palatino, un título que pertenecía a un príncipe secular del Sacro Imperio Romano Germánico. Isabel Estuardo fue la principal mecenas de Hartlib, Dury y Comenius. Comenius era obispo de los Hermanos de Moravia, la denominación protestante más antigua, anterior a la Reforma luterana, que se había unido a otros protestantes para respaldar a Federico V del Palatinado. Considerado el padre de la educación moderna, Comenius fue uno de los primeros que propusieron la educación universal, un concepto finalmente expuesto en su libro Didactica Magna. Los documentos de Hartlib revelaron que su correspondencia personal había sido extensa, abarcando tanto la Europa oriental y central, como la occidental, especialmente Gran Bretaña e Irlanda. Entre la extensa red estaban John Milton, autor del poema El Paraíso Perdido, que es una epopeya acerca del tema bíblico de la caída de Adán y Eva. La obra trata, fundamentalmente, sobre el problema del mal y el sufrimiento en el sentido de responder a la pregunta de por qué un Dios bueno y todopoderoso decide permitirlos cuando le sería fácil evitarlos. Milton comienza expresando el fin de «justificar los caminos de Dios» respondiendo a través de una descripción psicológica de los principales protagonistas del poema: Dios, Adán, Eva y el Diablo, cuyas actitudes acaban por revelar el mensaje esperanzador que se esconde tras la pérdida del paraíso original. En el poema, el cielo y el infierno representan estados de ánimo antes que espacios físicos. La obra comienza en el infierno, descrito mediante referencias a la permanente insatisfacción y desesperación de sus habitantes, desde donde Satanás, definido por el sufrimiento, decide vengarse de Dios de forma indirecta, esto es, a través de los seres recién creados que viven en un estado de felicidad permanente. Otro miembro de la red de Hartlib era John Winthrop, una de las figuras principales en la fundación de la Colonia de la Bahía de Massachusetts, el primer asentamiento importante en Nueva Inglaterra en América después de la Colonia de Plymouth. Winthrop también fue alquimista y seguidor de John Dee. Posteriormente Comenius rechazaría una invitación de Winthrop para convertirse en presidente de la Universidad de Harvard, que había sido fundada en 1636.
En 1654, Menasseh Ben Israel se reunió en Bélgica con Isaac La Peyrère (1596–1676), teólogo francés, formulador de la hipótesis pre-adamita, así como con la reina Cristina de Suecia, protectora de las artes y mecenas, y ávida estudiante de ocultismo. La Peyrère fue un mesiánico cabalístico nacido en una familia hugonote en Burdeos, y posiblemente marrano de ascendencia judía. La Peyrère, a quien a veces se considera el padre del sionismo, argumentó que los judíos estaban a punto de ser llamados, que el Mesías venía por ellos, y que debían unirse a los cristianos y reconstruir Sión con el rey de Francia. En su obra Prae-Adamitae, publicada en latín en 1655, La Peyrère nos dice que «si Adán pecó, en un sentido moralmente significativo, debía haber existido una ley, ya establecida antes de Adán, según la cual pecó. Si la ley fue quebrantada por Adán, tuvo que haber un mundo sin ley antes de que Adán pecara, y ese mundo era habitado por seres humanos«. Por lo tanto, según La Peyrère, se presentaron dos creaciones de Dios: primero la creación de los gentiles y luego la de Adán, el cual fue padre de los judíos. Para justificar la existencia de los pre-adamitas, La Peyrère argumentó, que después del asesinato de Abel, que narra el Génesis, Caín tomó como esposa a una mujer que no era de la descendencia de Adán e inició la construcción de una ciudad. La Peyrère también se desempeñó como secretario del Príncipe de Condé, que es el título nobiliario de una familia que recibió su nombre de la pequeña finca Condé-en-Brie y el Castillo de Condé en Champagne, que cambió de manos varias veces a lo largo de la Edad Media. Desde entonces ha trascendido que, de hecho: “El Príncipe de Condé, Oliver Cromwell y la reina Cristina de Suecia estaban negociando crear un estado mundial teológico-político, que implicaba el derrocamiento del rey católico de Francia, entre otras cosas”. Después de leer el libro Du Rappel des Juifs de La Peyrère, Menasseh se apresuró a regresar a Ámsterdam, donde dijo en una reunión de milenaristas en la casa de Peter Serrarius, compañero de escuela del ministro calvinista escocés John Dury, que la venida del Mesías judío era inminente. Peter Serrarius era un teólogo, escritor y también un rico comerciante, que se estableció en Ámsterdam en 1630. Menasseh había partido hacia Inglaterra para presentar una petición a Oliver Cromwell, líder político inglés que convirtió a Inglaterra en una república denominada Mancomunidad de Inglaterra (Commonwealth of England) de la que se convirtió en Lord Protector, después de ajusticiar al rey Carlos I de Inglaterra. Entonces Oliver Cromwell convocó a los más notables estadistas, abogados y teólogos de la época a la Conferencia de Whitehall en diciembre de 1655. El principal resultado fue la declaración de que “no había ninguna ley que prohibiera el regreso de los judíos a Inglaterra”. Aunque no se hizo nada para regularizar la posición de los judíos, se abrió la puerta a su regreso gradual.
Cuando Oliver Cromwell murió en 1658, su legado despótico recayó en su hijo Ricardo, que no poseía la crueldad de su padre, por lo que no pasó mucho tiempo antes de que Carlos II, el hijo del ejecutado rey Carlos I, fuera invitado a volver a gobernar como rey de Inglaterra en 1660. En ese mismo año se constituyó la Royal Society y Carlos II se convirtió en su patrocinador. Su fundación se debió a los contactos del miembro del Hartlib Circle. Theodore Haak, que fue agente de Comenius en Inglaterra y también refugiado del Palatinado, y al que se le atribuye haber iniciado las reuniones que dieron lugar a la fundación de la Royal Society. Otro miembro fundador fue el yerno de John Dury, Henry Oldenburg, quien se reunió con Menasseh en su visita a Londres. Las actividades de Menasseh ben Israel y los Rosacruces del Hartlib Circle culminaron con la proclamación de Sabbatei Zevi como el mesías esperado, un evento de gran impacto en la población judía del mundo en 1666. Sabbatei Zevi fue un rabino judío que afirmó ser el Mesías. Inspirador de uno de los movimientos mesiánicos más importantes de la historia judía, siendo además el fundador de la secta turca de los sabateos, que eran partidarios de la Cábala y del Zohar y afirmaban la existencia de una ley oculta y secreta.. Después de su proclamación, los relatos de las actividades de Zevi fueron exagerados y difundidos entre los judíos en Europa, Asia y África. Su popularidad creció a medida que personas de otras religiones también repetían su historia. El movimiento mesiánico se extendió a Italia, Alemania y los Países Bajos, y los judíos de Hamburgo y Ámsterdam se enteraron de los acontecimientos de Esmirna por parte de los cristianos. La reina Cristina de Suecia quedó tan fascinada con las afirmaciones de Sabbatai Zevi que casi se convierte en su discípula. Asimismo bailó en las calles de Hamburgo con amigos judíos en previsión del evento apocalíptico. La comunidad judía de Ámsterdam, donde casi toda la comunidad judía se había convertido en seguidores de Sabbatai Zevi, había sido informada del progreso de la misión de Sabbatai a través del antes mencionado Peter Serrarius, en cuya casa Menasseh ben Israel compartió por primera vez su convicción sobre el inminente advenimiento del mesías. Tan pronto como llegó a Ámsterdam la noticia de Sabbatai Zevi, Serrarius estaba publicando panfletos en inglés y holandés contando a todos sobre las señales de la era mesiánica y que el Rey de los judíos había llegado. Entre los amigos íntimos de Serrarius estaban John Dury y Comenius, a quienes pudo convencer sobre el mesianismo de Sabbatai Zevi. Serrarius también estuvo en contacto con el alquimista Franciscus Mercurius van Helmont y el cabalista cristiano Christian Knorr von Rosenroth, famoso por su Kabbala Denudata.
Van Helmont había servido en una misión diplomática en nombre de Isabel de Bohemia, hija de Isabel Estuardo y Federico V del Palatinado, que vivía en Herford, Alemania, cuando se reunió con Henry More (1614 – 1687), filósofo inglés de la escuela de Cambridge y que estuvo fascinado por el neoplatonismo, y con Robert Boyle (1627 – 1691), filósofo, químico e inventor anglo-irlandés, conocido principalmente por la formulación de la ley de Boyle, una de las leyes de los gases que relaciona el volumen y la presión de una cierta cantidad de gas mantenida a temperatura constante. Serrarius también estuvo en contacto con otro conocido de Menasseh, como Henry Jessey, miembro fundador de la secta religiosa de los Puritanos, que trabajó tras bambalinas en la Conferencia de Whitehall, que fue una reunión de prominentes comerciantes, clérigos y abogados ingleses convocados por Oliver Cromwell con el propósito de debatir si los judíos deberían ser readmitidos en Inglaterra.. Serrarius enviaba informes regulares a Inglaterra, donde los milenaristas conocidos, como Henry Oldenburg, se asociaron con Menasseh. Henry Oldenburg (1619 –1677) fue un teólogo y filósofo alemán que ejerció como corresponsal extranjero tras la creación de la Royal Society de Londres. Luego fue primer secretario de esta importante sociedad científica, de ahí que se le conozca por su nombre inglés, Henry. Fue una de las grandes figuras de la inteligencia europea del siglo XVII. El milenarismo es la doctrina según la cual Cristo volverá para reinar sobre la Tierra durante mil años, antes del último combate contra el mal, produciendo la condena del diablo a perder toda su influencia para la eternidad y comenzar el Juicio Universal. Tuvo influencia en la Iglesia del siglo II de la era cristiana, en la Edad Media y durante el siglo XX entre teólogos católicos de América del Sur influidos por la obra del jesuita chileno Manuel Lacunza. Actualmente, es recordada entre algunos católicos tradicionalistas y protestantes fundamentalistas. Serrarius también había estado informando a Jean de Labadie (1610 – 1674) sobre el progreso de la misión de Sabbatai Zevi. Originalmente un sacerdote jesuita, de Labadie se convirtió en miembro de la Iglesia Reformada en 1650, antes de fundar la comunidad religiosa protestante que se conoció como los Labadistas en 1669. En 1672, de Labadie y sus seguidores buscaron refugio bajo Isabel de Bohemia. En 1676, Isabel también conoció a William Penn (1644 – 1718), un cuáquero prominente, filósofo inglés y empresario de bienes raíces. Penn fundó la Provincia de Pensilvania, una colonia inglesa norteamericana y futura Mancomunidad de Pensilvania. Allí inició un proyecto social conocido como el «Santo Experimento«, en el que se promovieron las igualdades sociales, los derechos individuales y el pacifismo. Penn se hizo amigo cercano de Isabel Estuardo, celebrándola en la segunda edición de su libro No Cross, No Crown (Sin cruz no hay corona).
Penn era miembro de Lantern, un círculo formado alrededor del comerciante de Rotterdam Benjamin Furly, que incluía a los alquimistas van Helmont, Lady Conway, Henry More y el filósofo y médico inglés John Locke. Furly y van Helmont también estaban conectados con un grupo de estudiantes del místico y teólogo luterano Jacobo Boehme, que incluía a Serrarius y que también se asociaron con el filósofo neerlandés de origen sefardí hispano-portugués Baruch Spinoza. Benjamin Furly, como Penn, era cuáquero y un partidario cercano de George Fox, el fundador del movimiento que proporcionó los principios rectores del nuevo estado americano de Pensilvania. Según la leyenda rosacruz estadounidense, la orden fue traída a América en 1694 bajo el liderazgo del Gran Maestre Johannes Kelpius, nacido en Transilvania, Kelpius era seguidor de Johann Jacob Zimmerman, un discípulo de Jacobo Boehme, quien también era conocido de Benjamin Furly. Las autoridades alemanas se refirieron a Zimmerman como «el astrólogo, mago y cabalista más erudito«. Respondiendo a la llamada de Penn para establecer un país piadoso en sus tierras estadounidenses recién adquiridas, Kelpius y sus seguidores establecieron una colonia rosacruz en el valle de Wissahickon Creek, en Filadelfia. Después de proclamarse a sí mismo como el Mesías, se creía que Sabbatai Zevi marcharía sobre Constantinopla para apoderarse del gobierno del sultán otomano y establecería su propio reino. Zevi difundió ampliamente este anuncio, junto con muchos detalles adicionales en el sentido de que él conquistaría el mundo sin derramamiento de sangre; y que el Mesías entonces conduciría de vuelta a las Diez Tribus Perdidas a Tierra Santa. Sin embargo, Zevi fue arrestado, y aunque la leyenda dice que Zevi fue obligado a convertirse al Islam, fue el médico del sultán, un ex judío, quien le aconsejó que lo hiciera. Al ver la apostasía de Zevi como un misterio sagrado, algunos de los seguidores de Zevi en la Turquía otomana imitaron su conversión al Islam y llegaron a ser conocidos como Dönmeh, derivado de una palabra turca que significa “convertir”. Practicaron externamente el Islam, aunque mantuvieron en secreto sus creencias cabalísticas. La comunidad Dönmeh estaba ubicada en Salónica, en la Grecia otomana, que en el momento de la misión de Zevi era reconocida como un refugio para los conversos y como un centro de erudición rabínica y de la Cábala. Un escritor la describió como “la única ciudad judía en Europa, aparte de Varsovia”. Las comunidad Dönmeh mantuvo asociaciones con varias órdenes sufíes. Esto se basa en gran medida en la afirmación de que el exilio de Zevi en los Balcanes le llevó a un estrecho contacto con varias formas de sufismo heterodoxo de la región. Salónica también era conocida por sus sufíes, seguidores del Mevlevi y la orden de los derviches giradores, fundada por los discípulos del gran poeta sufí Jalal al-Din Muhammad Rumi en el siglo XIII. El Dönmeh se involucró activamente con el Mevlevi. Shabbatai Zevi incorporó tanto la tradición judía como el sufismo en su teosofía y, en particular, debía haber sido iniciado en la orden Bektashi Sufi, que durante mucho tiempo estuvo asociada con la comunidad Dönmeh. La orden Bektashi Sufi fue fundada en el siglo XIII por el místico sufí Haji Bektash Veli. La orden incorporaba doctrinas cabalísticas en sus creencias, que también incluían sincretismo, chamanismo, budismo, maniqueísmo, cristianismo y neoplatonismo. Mantenían una doctrina secreta revelada solo a los iniciados que implicaba el desprecio por Mahoma, el fundador del Islam. Tendían a ignorar la mayoría de las reglas islámicas convencionales, como la abstención de alcohol y carne de cerdo, el velo de las mujeres y el requisito de mirar hacia La Meca al rezar.
Sabemos que la base del moderno sistema de creencias occidental es el secularismo, que tiene sus raíces en el siglo XVIII. Conocida como la Era de la Ilustración o la Era de la Razón, deriva su nombre de los Illuminati, una sociedad secreta a la que pertenecían los principales filósofos de la época. Su premisa era que el hombre debe confiar únicamente en su «razón«, y no en Dios y las Escrituras, que denunciaron como «superstición«. De esta manera, la era se inició con un estricto empirismo que es el que rige el pensamiento intelectual hasta el día de hoy y que defiende la primacía de la ciencia en la determinación de toda verdad. Sin embargo, la insistencia de los Illuminati en la ciencia no se basaba en una idea secular, sino en la tradición rosacruz de la magia y la alquimia, que para ellos representaba una agenda oculta para el derrocamiento del cristianismo, el judaísmo y el islam, las tres religiones monoteístas. La leyenda rosacruz de un legado de hermetismo heredado de los «místicos orientales» que llegaron a Escocia formó la base de la masonería de rito escocés. La masonería inglesa se había extendido a Francia en la década de 1720, primero como logias de expatriados y jacobitas escoceses exiliados, un movimiento político en Gran Bretaña dedicado a la restauración de los Estuardo en el trono, después de que fueran depuestos por Guillermo III, Príncipe de Orange, bisnieto de Guillermo de Orange, el Taciturno, que se sumó a la rebelión contra la Corona Española. Guillermo III se casó con su prima hermana, la sobrina de Carlos II, María II de Inglaterra, que era la hija mayor del futuro Jacobo II de Inglaterra. En lo que se conoció como la «Revolución Gloriosa«, el 5 de noviembre de 1688 Guillermo III invadió Inglaterra en una acción que finalmente depuso a Jacobo II y le valió las coronas de Inglaterra, Escocia e Irlanda. En las Islas Británicas, Guillermo III gobernó junto con su esposa, María II, hasta la muerte de María el 28 de diciembre de 1694. En marzo de 1702 Guillermo III murió y el trono pasó a la hermana de María, que se convirtió en la reina Ana. El hecho de que Ana o su hermana no tuviesen un heredero precipitó una crisis de sucesión. Luego, el Parlamento de Inglaterra aprobó el Acta de Establecimiento en 1701, tras la cual la Sofía de Hannover, hermana de Isabel de Bohemia, y ambas hijas de Federico del Palatinado e Isabel Estuardo, representados en la Boda Alquímica Rosacruz, fue designada heredera del trono británico. Pero como Sofía murió unas semanas antes que Ana, el hijo de Sofía se convirtió en el rey Jorge I en 1714, el mismo año en que Felipe V ocupó la ciudad de Barcelona durante la Guerra de Sucesión española.
Entre los exiliados jacobitas escoceses que vivían en Francia estaba Charles Radclyffe, de quien se dice que en 1725 fundó, en Paris, la primera logia masónica fuera de Inglaterra, y finalmente fue reconocido como Gran Maestre de todas las logias francesas. Radclyffe mantuvo un perfil relativamente bajo y parece haber trabajado a través de personajes como Andrew Ramsay, otro partidario de la causa jacobita, escritor y miembro de la Royal Society. Si bien la masonería inglesa ofrecía tres grados de iniciación que se volvieron universales en toda la orden alrededor de 1730, Radclyffe parece haber sido responsable de diseñar la conocida como masonería de rito escocés, que introdujo grados más altos y prometió la iniciación en misterios más grandes y profundos. supuestamente conservados y transmitidos en Escocia. La causa jacobita alegó que se había fundado una logia masónica en Escocia a principios del siglo XVIII, que obtuvo su estatuto a partir de un capítulo templario sobreviviente en Bristol que ya había estado en funcionamiento durante varios cientos de años. El masón alemán barón Gottlieb von Hund creó un nuevo Rito Escocés en Alemania, al que rebautizó como “Masonería Rectificada” y, después de 1764, como “Estricta Observancia”. La Estricta Observancia de Hund fue un desarrollo de la Cruz Dorada y Rosada (Gold und Rosenkreuz). La orden fue un renacimiento de los rosacruces del siglo XVII organizados en 1710 por un sacerdote sajón, Samuel Richter, conocido como Sincerus Renatus, que había estudiado al alquimista Paracelso y a Jacobo Boehme. Sus miembros afirmaban que los líderes de la Orden Rosacruz habían creado la masonería y solo ellos conocían el significado secreto de los símbolos masónicos. La Orden Rosacruz, también afirmaron, había sido fundada por una comunidad egipcia que había emigrado a Escocia con el nombre de «Constructores del Este«. Entonces la Orden original desapareció y se suponía que había sido resucitada por Oliver Cromwell como Masonería. Gottlieb von Hund afirmó haber sido iniciado en 1741 en la Orden del Templo por sus «Superiores Desconocidos«, cuyas identidades no debía revelar. Gottlieb von Hund también afirmó haber sido presentado al joven pretendiente jacobita al trono de Gran Bretaña Carlos Eduardo Estuardo, como Carlos III de Inglaterra y Escocia. El propio Carlos era uno de los maestres de la Orden. Von Hund dijo más tarde que asumió que el pretendiente al trono había sido Gran Maestre. La historia de la Orden del Templo de Hund se revela supuestamente en un texto conocido como la Carta de Larmenius, un manuscrito supuestamente creado por Johannes Marcus Larmenius, que significa “el Armenio”, en febrero de 1324. Sin embargo, la mayoría de los investigadores opinan que es una falsificación,
En el documento, Larmenius afirma que el nuevo Gran Maestre de los Templarios le fue transmitido por Jacques de Molay (1245 – 1314), el último Gran Maestre de los Templarios. En 1307, el Papa Clemente V, Beltrán de Goth, y el rey de Francia, Felipe IV, ordenaron la detención de Jacques de Molay y de los demás caballeros, bajo la acusación de sacrilegio contra la Santa Cruz, simonía, herejía e idolatría hacia Baphomet y Lucifer. Molay declaró y reconoció, bajo tortura, los cargos que le habían sido impuestos; aunque con posterioridad se retractó, y por ello en 1314 fue quemado vivo en la hoguera frente a la Catedral de Notre Dame, donde nuevamente volvió a retractarse, en forma pública, de cuantas acusaciones se había visto obligado a admitir, proclamando la inocencia de la Orden y, según la leyenda, maldiciendo a los culpables de la conspiración: «Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir Clemente, y tú también Felipe, traidores a la palabra dada, ¡os emplazo a los dos ante el Tribunal de Dios!… A ti, Clemente, antes de cuarenta días, y a ti, Felipe, dentro de este año...». En el plazo de un año, dicha supuesta maldición se cumplió; primero con la muerte de Clemente V, quien falleció el 20 de abril de 1314, seguida del fallecimiento de Felipe IV a causa de un accidente de caza el 29 de noviembre de 1314, y finalmente con la muerte del jurista Guillermo de Nogaret, quien fue envenenado ese mismo año. Según Larmenius, Molay aseguró una línea de sucesión hasta la Convención General de la Orden en Versalles, en 1705, por Felipe, duque de Orleans, elegido Gran Maestre de la Orden del Temple y más tarde también Regente de Francia. Felipe, duque de Orleans, era hijo del rey Luis XIII de Francia y de Ana de Austria, descendiente de Bárbara de Celje, reina consorte de Hungría y posteriormente emperatriz consorte del Sacro Imperio Romano Germánico. Aunque Felipe era homosexual, se casó con Isabel Carlota, la princesa palatina, nieta de Federico V del Palatinado e Isabel Estuardo, fundando así la Casa de Orleans, una rama descendiente de la gobernante Casa de Borbón. Como explicó Joscelyn Godwin en The Theosophical Enlightenment, “Toda la familia Orleans, desde el bisabuelo de Felipe, el Regente, estuvo notoriamente involucrada en las artes negras”.
Todo indica que uno de los “Superiores Desconocidos” de Hund habría sido el Dr. Samuel Jacob Falk, un destacado cripto-sabateano, que colaboró con una red sabateana, fundada por Sabbatei Zevi, al que antes nos hemos referido, en Inglaterra, Holanda, Polonia y Alemania, y que ejercería una importante influencia en los círculos masónicos y ocultistas durante el siglo XVIII. Según la escritora inglesa y teórica de la conspiración de extrema derecha, Nesta Webster, en su libro Secret Societies and Subversive Movements: “Falk de hecho era mucho más que un masón, era un alto iniciado, el oráculo supremo al que las sociedades secretas solicitaban orientación”. Conocido como el «Baal Shem» de Londres, un rango que era otorgado a cualquier judío que hiciera milagros y curaciones mediante el conocimiento oculto de los Nombres de Dios, Falk había sido denunciado por el rabino Jacob Emden como sabateano, y en Westfalia Falk fue sentenciado a ser quemado como hechicero, pero escapó a Inglaterra. Pero Falk no fue bienvenido entre la comunidad judía de Londres, hasta que recibió el patrocinio de Aaron Goldsmid, fundador de una rica familia de financieros judíos. Falk rápidamente ganó fama como cabalista y hacedor de milagros, y se contaban muchas historias de sus poderes milagrosos, que se decía que ejercía mediante su supuesto dominio de los nombres mágicos de Dios. Falk tuvo una gran influencia sobre el místico sueco Emanuel Swedenborg (1688 – 1772), quien tuvo una prolífica carrera como inventor y científico antes de dedicarse a asuntos más ocultos. En su libro Emanuel Swedenborg, Secret Agent on Earth and in Heaven: Jacobites, Jews and Freemasons in Early Modern Sweden, la escritora británica Marsha Keith Schuchard, investigadora de tradiciones esotéricas y sociedades secretas, propone que Swedenborg era un espía jacobita en nombre del gobierno sueco y usó redes secretas masónicas para pasar inteligencia a Suecia o para llevar a cabo misiones secretas. Swedenborg, autor de libros como La nueva Jerusalén y su doctrina celestial ya se había sumergido en las influencias sabateanas que habían hecho una penetración importante en Suecia. En la Universidad de Uppsala, hebraístas y orientalistas conocían la misión de Sabbatai Zevi a través del banquero y judío portugués Abraham Texeira, confidente de la reina Cristina de Suecia y residente en Hamburgo. Texeira mantuvo informado al orientalista alemán Esdras Edzard, que había sido seguidor de Sabbatai Zevi antes de su decepción por la apostasía de Zevi que llevó a la conversión de muchos judíos al cristianismo.
El padre de Swedenborg, el obispo Jesper Swedberg, pasó diez semanas en la casa de Esdras Edzard. Swedenborg también estuvo expuesto al sabatismo a través de la influencia de su suegro, Eric Benzelius, teólogo sueco y arzobispo de Uppsala, quien fue su principal mentor durante cuarenta años. Benzelius había visitado a Edzard, estudió Cábala con el filósofo y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz, y con Van Helmont, trabajando asimismo en estrecha colaboración con el rabino Johann Kemper, anteriormente Aaron ben Moses de Cracovia, autor de El mesianismo de la Cábala cristiana, que había sido seguidor del profeta sabateano e importante pensador judío, el rabino Zadoq ha-Kohen Rabinowitz de Lublin, antes de convertirse al cristianismo. Swedenborg visitó a Samuel Jacob Falk en Londres, donde se encontraba en el centro de una comunidad oculta compuesta por francmasones, cabalistas, rosacruces, alquimistas y los hermanos moravos, un tipo de culto cripto-sabateo. Los Hermanos de Moravia eran descendientes de los Hermanos de Bohemia, dirigidos por el rosacruz Jan Comenius, que había apoyado la causa rosacruz de Federico V del Palatinado del Rin. Después de 1620, con la derrota protestante en la Batalla de la Montaña Blanca, los descendientes de miembros de los Hermanos Bohemios, que permanecieron en Bohemia y Moravia, practicando su fe en secreto, constituyendo el núcleo de un reagrupamiento, un siglo más tarde, bajo la influencia de Conde del Sacro Imperio Nicolás Ludwig Zinzendorf (1700 – 1760), teólogo y obispo de la Iglesia Morava. Zinzendorf fue alumno del fundador del pietismo, Philipp Jakob Spener (1635-1705). El pietismo fue un movimiento dentro del luteranismo que comenzó a fines del siglo XVII, cuyos precursores fueron Jacobo Boehme y Johann Valentin Andrea, el autor de los manifiestos rosacruces. Spener fue poderosamente influenciado por la predicación del predicador jesuita convertido Jean de Labadie (1610 – 1674), teólogo francés que combinó la influencia del jansenismo y el pietismo, desarrollando una forma de cristianismo radical que ponía el énfasis en la santidad y la vida en común. Labadie estaba entre los que habían sido informados por Peter Serrarius sobre el progreso de la misión de Sabbatai Zevi. Originalmente sacerdote jesuita, Labadie se convirtió en miembro de la Iglesia Reformada en 1650, antes de fundar la comunidad que se conoció como los labadistas en 1669. En 1672, de Labadie y sus seguidores buscaron refugio con Isabel de Bohemia.
Zinzendorf creó una sociedad secreta llamada Orden del Grano de Semilla de Mostaza, conectada con la Francmasonería y los Rosacruces. Fundada por primera vez en 1722, fue restaurada en 1739, cuando Zinzendorf logró reclutar a los arzobispos de Canterbury y París, así como a Christian VI, rey de Dinamarca. También fue una de las primeras órdenes innovadoras introducidas en la masonería alemana temprana, es decir, órdenes que agregaron material nuevo, a menudo cristiano o templario, al sistema tradicional de tres grados. Al igual que Zinzendorf, Swedenborg consideró que la versión sabateana de la Cábala podría acabar con las antiguas divisiones entre el judaísmo y el cristianismo. Aunque Swedenborg rompió con los moravos, continuó infundiendo conceptos cabalísticos en su teosofía cristiana, como los extraños ritos sexuales cabalísticos de Zinzendorf. Según Zinzendorf, la meditación sobre los órganos sexuales de Cristo, así como sobre sus heridas, conduciría a una experiencia mística. Según explicó, “hay que movilizar todos los sentidos, tiene que participar todo el cuerpo”. En una exposición sensacional que recibió amplia atención pública en Londres, Henry Rimius, un escritor prusiano que visitó a los moravos en Londres, los describió como una sociedad secreta subversiva, cuyos líderes “están socavando gradualmente los cimientos del gobierno civil en cualquier país en el que se encuentren. establecerse y establecer un imperio dentro de un imperio”. Una gran variedad de escritores, artistas y filósofos importantes fueron influenciados por Swedenborg, incluidos Immanuel Kant, William Blake, Arthur Conan Doyle, Ralph Waldo Emerson, Carl Jung, Honoré de Balzac y Helen Keller, El famoso filósofo alemán Immanuel Kant (1724 – 1804) escribió positivamente sobre Swedenborg. En una de sus cartas a su amigo Moses Mendelssohn, se refirió a su don “milagroso” y lo caracterizó como “razonable, agradable, notable, sincero y erudito”, y expresó su pesar por no haberlo conocido nunca. Como informó el historiador judío Jacob Katz en Out of the Ghetto, existe un certificado que se encuentra en la Colección Schiff de la Biblioteca Pública de Nueva York, publicado por el publicista Illuminati Nicholai, que clasifica a Moses Mendelssohn en una lista de ordenación como perteneciente a una familia directa en la línea de sucesión de Sabbatai Zevi. También el teúrgo y teósofo francés Martínez de Pasqually mostró interés en Swedenborg. Martínez de Pasqually que fundó el martinismo y en 1754 fundó un rito masónico elevado, un sistema al cual dio el nombre de Elús Cohen o Sacerdotes Elegidos del Universo. Solamente aquellos masones de grado «Elús» eran admitidos en los «Elús Cohen«. A esta Orden de los Elús Cohen pertenecieron Jean Baptiste Willermoz, iniciado en la masonería y cofundador de la Orden Martinista, y el filósofo francés Louis Claude de Saint-Martin.
Según el escritor francés Jean-Pierre Bayard, el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, practicado por primera vez en Francia, en el que el grado dieciocho se llama Caballero de la Rosa Cruz, fue uno de los dos ritos masónicos de inspiración rosacruz que surgieron a finales del siglo XVIII. El otro fue el Rito Escocés Rectificado que surgió de la influencia del Martinismo, que comenzó con el místico francés Martínez de Pasqually. El filólogo e historiador israelí Gershom Scholem ha llamado la atención sobre los contactos entre la Orden de Elús Cohen y los frankistas. El Frankismo fue un nuevo movimiento religioso judío de los siglos XVIII y XIX, centrado en el liderazgo del auto-proclamado Mesías judío Jacob Frank, que vivió desde 1726 hasta 1791. Frank rechazó las normas religiosas y dijo que sus seguidores estaban obligados a transgredir tantas fronteras morales como fuera posible. En su apogeo tuvo unos 500.000 seguidores, principalmente judíos que vivían en Polonia y otras partes de Europa del Este. A diferencia del judaísmo rabínico tradicional, que tiene un conjunto de leyes detalladas llamadas Halajá, que son seguidas escrupulosamente por los judíos observantes, y que regulan muchos aspectos de la vida diaria, el judío Frank afirmó que todas las leyes y las enseñanzas terminarían, y siguiendo el antinomismo, afirmaron que la más importante obligación de cada persona era la transgresión de cada límite. El Frankismo se asocia a menudo con el movimiento de los sabateos. A Martínez de Pasqually se le había descrito con frecuencia como judío. Un martinista llamado Barón de Gleichen escribió que “Pasqually era originalmente español, quizás de raza judía, ya que sus discípulos heredaron de él una gran cantidad de manuscritos judíos”. A través de la influencia de Jacobo Boehme, el martinismo se convirtió en una forma de cristianismo místico. Involucraba un procedimiento teúrgico, refiriéndose a la práctica de rituales a veces vistos como de naturaleza mágica, realizados con el propósito de invocar la acción o evocar la presencia de uno o más “dioses”. Según el historiador británico John Morris Roberts, autor de La mitología de las sociedades secretas, la filosofía de Elús Cohen “se expresaba en una serie de rituales cuyo fin era hacer posible que los seres espirituales tomaran forma física y transmitieran mensajes del otro mundo”. Bajo la influencia de las diversas sectas de los Iluminados, el ocultismo proliferó en la masonería francesa, y las logias de todas partes se sumergieron en la Cábala, la magia, la adivinación, la alquimia y el espiritismo. El martinismo fue posteriormente propagado en diferentes formas por dos estudiantes de Martínez de Pasqually, Louis Claude de Saint-Martin y Jean-Baptiste Willermoz, antes mencionados.
Jean-Baptiste Willermoz fue el formulador del Rito Escocés Rectificado, o Chevaliers Bienfaisants de la Cité-Sainte, como una variante del Rito de la Estricta Observancia, incluyendo algunos elementos provenientes de la Orden de Elús Cohen de su maestro Martínez de Pasqually. La figura más relevante de aquella época fue el enigmático Conde de St. Germain, que era el supuesto Gran Maestre de la Francmasonería y se había convertido en un asesor del rey francés Luis XV y su amante Madame de Pompadour. Nunca se ha establecido su verdadera identidad, pero las especulaciones en ese momento tendían a estar de acuerdo en que era de ascendencia judía. Se dice que era hijo de Francisco II Rakoczi, el príncipe de Transilvania, nieto de Jorge II Rakoczi y Sophia Bathory, dos familias que usaban el emblema de la Orden del Dragón. Se creía que tenía poderes alquímicos que le permitían transmutar el plomo en oro, así como muchos otros poderes mágicos como la capacidad de teletransportarse, levitar, atravesar paredes, influir telepáticamente en las personas e incluso ser inmortal. El Conde Cagliostro fue un famoso alumno de St. Germain. Asimismo Cagliostro fue alumno del rabino Falk, con quien desarrolló la masonería de rito egipcio. Nacido en 1743, a menudo se le consideraba hijo de Pietro Balsamo, un comerciante judío de Sicilia. Sin embargo, el propio Cagliostro declaró durante un juicio que había viajado de niño a Medina, La Meca y El Cairo. A su regreso a Malta, afirma haber sido admitido en la Soberana Orden Militar de Malta, o Caballeros de Malta, entre los que estudió alquimia, cábala y magia. En referencia a sus orígenes misteriosos, incluida su riqueza, Cagliostro explicó: “Siempre me ha gustado negarme a satisfacer la curiosidad pública sobre este punto. Sin embargo, me dignaré decirte lo que nunca antes le he revelado a nadie. El principal recurso del que tengo que presumir es que tan pronto como pongo un pie en cualquier país encuentro allí un banquero que me proporciona todo lo que quiero”. En París, en 1758, los jacobitas participaron en un Gran Consejo de Emperadores de Oriente y Occidente que organizó un Rito de Perfección, el precursor del Rito Escocés. En 1761, Federico el Grande, rey de Prusia, fue reconocido como líder de la masonería de rito escocés. Federico, que había sido el principal responsable del ascenso de Prusia, era nieto del rey Jorge I de Inglaterra y, por lo tanto, bisnieto de Federico V, elector del Palatinado del Rin, e Isabel Estuardo, Federico fue sucedido en el trono de Prusia por su sobrino, el rey Federico Guillermo II, que era miembro de la Cruz Dorada y Rosada. En 1771, se efectuó una fusión de todos los grupos masónicos en la nueva logia masónica de Les Amis Réunis. Un desarrollo posterior de Les Amis Réunis fue el Rito de los Philalethes, o buscador de la verdad, formado por Savalette de Langes en 1773, a partir de los misterios de Swedenborg, martinistas y rosacruces, en los que los iniciados superiores de Les Amis Réunis, como Willermoz y otros, fueron iniciados.
Savalette de Langes, que era Tesorero de Francia bajo Luis XVI, fue Gran Oficial del Gran Oriente, el cuerpo principal de la masonería en Francia, instituido por los masones franceses en 1772. Su Gran Maestre fue el duque de Orleans, Luis Felipe II de Orleans, conocido durante la Revolución Francesa como Felipe Igualdad, hijo de Luis Felipe I de Orleans, también duque de Orleans. Al igual que Savalette, muchos miembros de Les Amis Réunis procedían del mundo bancario de Francia, así como de funcionarios de alto rango que tenían acceso directo al rey y sus ministros, además de empresarios y terratenientes, así como militares. Entre los miembros del Rito de los Philalethes tenemos al Marqués de Condorcet, quien desempeñaría un papel principal en la Revolución Francesa de 1789. El Rito de los Philalethes acumuló una vasta biblioteca y archivo que sirvió para sintetizar la «ciencia masónica» y proporcionó a Les Amis Réunis un laboratorio alquímico. Se dedicaron a develar la “relación de la masonería con la Teosofía, la Alquimia, la Cábala, la Magia Divina, los Emblemas, los Jeroglíficos, las Ceremonias Religiosas y los Ritos de diferentes Instituciones, o Asociaciones, masónicas o no”. Estaban particularmente interesados en los Hermanos Bohemios de Comenius que evolucionaron hasta convertirse en la Iglesia Morava de Zinzendorf. Su objetivo final era una «síntesis total de todo el aprendizaje«, hacia la creación de una «religión mundial que todos los devotos de cualquier creencia puedan abrazar«. Una forma modificada de este rito fue instituida en Narbona en 1780 bajo el nombre de Masones Libres y Aceptados del Rito Primitivo, fundada por el marqués de Chefdebien d’Armisson, miembro del Gran Oriente y de Les Amis Réunis. Todas estas órdenes quedaron bajo la autoridad de una logia madre masona, los Chevaliers Bienfaisants de la Cité-Sainte de Willermoz, en Lyon, que. supervisó numerosas logias, incluida la del Rito de la Estricta Observancia y la Logia Teodoro del Buen Consejo en Munich. En 1777, fue en esta logia en la que se inició Adam Weishaupt, y que se unió a su propia logia, los Illuminati, que estableció el año anterior. Según el rabino americano-israelí Marvin Stuart Antelman (1933 – 2013) en su libroi To Eliminate the Opiate, los verdaderos fundadores de los Illuminati bávaros fueron los Rothschild, quienes se convirtieron en la familia bancaria preeminente de la era moderna, ya que crearon un imperio bancario que estableció sucursales en toda Europa. .
La dinastía Rothschild fue fundada por Amschel Mayer Bauer (1744-1812), quien adoptó el nombre de Rothschild, que significa «escudo rojo» en alemán. La riqueza de Rothschild se logró en gran medida a través de su asociación con Federico II de Hesse-Kassel, un antiguo Estado independiente en lo que actualmente es Alemania, que en aquella época era el hombre más rico de Europa. Federico II era bisnieto de Isabel Carlota, hermana de Federico V del Palatinado y miembro de la Orden de la Jarretera. Federico II se casó con la princesa María de Hannover, hija del rey Jorge II de Inglaterra, de cuyo matrimonio tuvieron dos hijos, el príncipe Guillermo de Hesse (1743-1821) y el príncipe Carlos de Hesse-Kassel (1744-1836). La madre de Guillermo y Carlos, la princesa María de Hannover, era prima de Federico II el Grande. Carlos de Hesse-Kassel no solo fue miembro de los Illuminati, sino también fundador y Gran Maestre de su organización principal, el Rito de Philalethes. Carlos también estaba preocupado por la búsqueda de los «superiores ocultos» y el «verdadero secreto«. Estaba dedicado a la alquimia y poseía su propio laboratorio, siendo alumno del Conde St. Germain, a quien había hospedado en su casa. El negocio de Rothschild creció a través de la provisión de servicios bancarios al príncipe heredero Guillermo de Hesse, quien se convirtió en Guillermo IX, Landgrave de Hesse-Kassel en 1785. El negocio se expandió rápidamente después de la Revolución Francesa cuando Rothschild manejó los pagos de Gran Bretaña por la contratación de mercenarios de Hesse por parte de Gran Bretaña durante la revolución americana. En los primeros años del siglo XIX, Mayer Amschel Rothschild había consolidado su posición como principal banquero internacional de Guillermo IX y comenzó a emitir sus propios préstamos internacionales, tomando prestado capital de Guillermo. Según Marvin Stuart Antelman, los Rothschild eran miembros de la secta sabateana conocida como los frankistas, que fue fundada en 1755 por Jacob Frank, cuyo nombre original era Jacob Leibowicz. Se cree que Frank nació en el este de Polonia, ahora Ucrania, alrededor de 1726 en una familia sabateana. Como comerciante ambulante, visitaba a menudo la Grecia otomana, donde se ganó el apodo de «Frank«, un nombre que generalmente se les daba en Oriente a los europeos. También vivió en Esmirna y Salónica, donde fue iniciado en la Cábala Sabateana por el círculo radical Dönmeh, un grupo de sabateos cripto-judíos sefardíes de Oriente Medio, que surgió del derviche Osman Baba, En 1755 Jacob Frank reapareció en Polonia, reunió a un grupo de personas locales y comenzó a predicar las “revelaciones” que le fueron comunicadas por el Dönmeh en Salónica.
Jacob Frank enseñó una doctrina de la «santidad del pecado«, afirmando que con la llegada del mesías todo estaba permitido. Entre los frankistas más radicales, explica Gershom Scholem, se desarrolló una “verdadera mitología del nihilismo”, en la que la nueva dispensación mesiánica “implicaba una inversión total de valores, simbolizada por el cambio de las treinta y seis prohibiciones de la Torá en órdenes positivas”. Al igual que los antiguos gnósticos, se entregaron a ritos orgiásticos y sexualmente promiscuos e incluso incestuosos. Las autoridades judías en Polonia excomulgaron a Frank y sus seguidores. Debido a la persecución de los rabinos judíos por su herejía, Frank obtuvo el apoyo de la Iglesia Católica, después de lo cual quemó públicamente el Talmud, declarando que solo reconocía el Zohar. Frank aseguró a sus seguidores que había recibido revelaciones del cielo que pedían su conversión y la de sus seguidores al cristianismo. Como los sabateanos anteriores ya habían pasado por el judaísmo y el islam, los frankistas creían que ahora también debían infiltrarse en el cristianismo, donde eran responsables de la proliferación de sectas con doctrinas de ocultismo y de inclinación sionista. El propio Frank fue bautizado en 1759 y su padrino fue el rey Augusto III de Polonia, quien retuvo al barón von Hund como consejero. En 1790 se registraron 26.000 judíos bautizados en Polonia. Aunque los frankistas se convirtieron principalmente al catolicismo romano, un grupo también se unió a la Iglesia Morava. El barón Gottlieb von Hund, antes mencionado, también fue consejero de Estado de la emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico María Teresa I de Austria, la última de la Casa de Habsburgo, que pasó a llamarse Casa de Habsburgo-Lorena. Acompañado por su hija Eva, Frank viajó repetidamente a Viena y logró ganarse el favor de María Teresa, quien lo consideraba un difusor del cristianismo entre los judíos. María Teresa estaba casada con Francisco I, el hijo mayor sobreviviente de Leopoldo José, duque de Lorena, y su esposa Isabel Carlota de Orleans, hija de Felipe, duque de Orleans, y de su segunda esposa, Isabel Carlota del Palatinado, nieta de Federico V e Isabel Estuardo.
En última instancia, Frank enseñó a sus seguidores que el derrocamiento y la destrucción de la sociedad era lo único que podía salvar a la humanidad. A pesar de que todos eran aparentemente religiosos, los frankistas buscaban, según Gershom Scholem, “la aniquilación de toda religión y sistema positivo de creencias”, y soñaban “con una revolución general que barriera el pasado de un solo golpe para que para que el mundo sea reconstruido”. Adam Weishaupt creó a los Illuminati en 1776, con el objetivo de cumplir esta idea frankista de subvertir las religiones del mundo. Aunque nació judío, Weishaupt fue educado por los jesuitas cuando era niño y su socio más cercano, el barón Adolph von Knigge, escritor alemán masón y miembro de los Illuminati, se refería a él como «un jesuita disfrazado«. Weishaupt aplicó un sistema de adoctrinamiento por grados, fingiendo ofrecer interpretaciones ilustradas del cristianismo o principios políticos humanitarios. Por lo tanto, el objetivo de los Illuminati era perseguir el cumplimiento de un nuevo orden mundial, fundado en los principios del anarquismo y el comunismo, con el pretexto de establecer la «Libertad«. Muchos intelectuales, clérigos y políticos influyentes fueron miembros de los Illuminati, incluido Fernando de Brunswick-Luneburgo (1721 – 1792), Gran Maestre de la Orden de la Estricta Observancia, que fue Mariscal de Campo de Prusia durante la Guerra de Sucesión Austriaca y la Guerra de los Siete Años, así como Franz Xavier von Zwack, que perteneció desde mayo de 1776 a los Illuminati con el seudónimo de Catón o Tamerlán. Fue la mano derecha de Adam Weishaupt hasta la llegada de Adolph von Knigge. Asimismo fue miembro de la Logia Teodoro del Buen Consejo, convirtiéndose en el segundo al mando de los Illuminati. Los Illuminati también atrajeron a literatos como Johann Wolfgang von Goethe, Johann Gottfried Herder y los duques reinantes de Gotha y Weimar. Presumiblemente, el Fausto de Goethe personifica las racionalizaciones de los Illuminati, donde el personaje principal vende su alma al diablo, pero finalmente es perdonado porque su objetivo final había sido solo obtener conocimiento. Esto me recuerda una frase de Mateo 4:9-11: «Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás. El diablo entonces le dejó; y he aquí vinieron ángeles y le servían«.
El primer grupo masónico con el que los Illuminati formaron una alianza fue la Estricta Observancia masónica, a la que también pertenecían los Illuminati Adolph von Knigge y Johann Christoph Bode, militar, periodista y traductor alemán. Cagliostro, que también estaba vinculado con los martinistas, también había sido iniciado en la Estricta Observancia cerca de Frankfurt. Según su propia confesión, su misión “era trabajar para llevar a la masonería en la dirección de los proyectos de Weishaupt”. Pero fue en el Congreso de Wilhelmsbad en 1782 que todos estos diversos grupos de la francmasonería quedaron bajo la influencia de los Illuminati. El congreso fue convocado por Fernando de Brunswick-Luneburgo, y se celebró en el retiro de verano de Guillermo IX, Landgrave de Hesse-Kassel. Su principal organizador fue su hermano, el príncipe Carlos. Fue en Wilhelmsbad, antiguo balneario con un parque estatal en Hanau, en Hesse, donde los emisarios de Weishaupt lograron reclutar numerosos miembros para los Illuminati entre los martinistas y les Amis Réunis, y donde se estableció el Rito Escocés Rectificado de Willermoz. Luego, habiendo sido reemplazada por los Illuminati, la Estricta Observancia masónica dejó de existir. El 15 de febrero de 1785 se llevó a cabo un nuevo congreso en París, convocado por el Rito de Philalèthes, en el que estuvieron presentes el illuminati Johann Christoph Bode, así como Cagliostro, el marqués François-Marie de Chefdebien d’Armissan, Franz Anton Mesmer, médico y filósofo alemán y fundador del mesmerismo, y Savalette de Langes, que fue elegido presidente. Sin embargo, en julio de 1785, un predicador evangelista e Illuminati llamado Lanze había sido enviado como emisario de los Illuminati a Silesia, una región histórica de Europa Central que hoy está casi enteramente en Polonia con pequeñas partes en la República Checa y Alemania, pero fue alcanzado por un rayo y murió. Entre sus ropas se encontraron las instrucciones de la Orden. Entonces fue revelada al Gobierno de Baviera la naturaleza supuestamente diabólica de los Illuminati y la Orden fue suprimida oficialmente. La primera cobertura que adoptaron los Illuminati para sus actividades subversivas fue Les Amis Réunis y Philadelphes, un núcleo secreto creado dentro de Rito de Philalèthes. Junto a ellos estaba el illuminati Johann Christoph Bode, quien se había convertido en dirigente de los Illuminati después de la disolución de la orden. Bode había dicho: “Acordamos que para Francia adoptaríamos el nombre Philadelphes en lugar de Illuminati«.
Todas estas logias recibieron instrucciones de la Logia des Chevaliers Bienfaisants en Lyon, que era una orden interior del Rito Rectificado de Willermoz. Esta Logia se situó a la cabeza de la masonería francesa y su Gran Maestre fue el Duque de Orleans, Felipe Igualdad, uno de los líderes de la Revolución Francesa de 1789. Su principal motivación, además de su odio al Rey francés Luis XVI y a su esposa, María Antonieta, fue convertirse a su vez en rey tras la revolución. Para asegurar su acceso al trono, se cree que el rabino Jacob Falk le dio un talismán que consistía en un anillo, que se dice que Felipe Igualdad, antes de su ejecución después de la Revolución, lo pasó. a su hijo, posteriormente el rey Luis Felipe I de Francia. En 1787, Ernesto II de Sajonia-Gotha-Altemburgo, primo hermano del rey Jorge III de Inglaterra, concedió asilo a Adam Weishaupt en Gotha, ciudad de Turingia, Alemania. En 1783 Ernesto II se convirtió en miembro de los Illuminati y en 1784 fue nombrado Supervisor de Abisinia. La Casa de Sajonia-Coburgo y Gotha, luego bautizada en Inglaterra como la Casa de Windsor de la actual realeza británica, ganó prominencia en el siglo XIX a través de sus vínculos financieros con los Rothschild. El bisnieto de Ernesto II, el príncipe Alberto de Sajonia-Coburgo y Gotha, se convirtió en 1840 en consorte de la reina Victoria I de Inglaterra, dando lugar a la «era victoriana«, en que Inglaterra se convirtió en un país industrial y en una potencia de primer orden. Su hijo, Eduardo VII, se casó con la hija de Cristián IX de Dinamarca, nieto del príncipe Carlos de Hesse-Kassel. Tras la muerte del rey Federico VII de Dinamarca en 1863, Cristián, que era tío y primo de Federico VII de Dinamarca, accedió al trono como el primer monarca danés de la Casa de Glücksburg. Christian IX, llamado el “suegro” de Europa, se convirtió en el antepasado de la extensa red de la familia real británica que incluye a los miembros de la Orden de la Jarretera. Eduardo VII fue el bisabuelo de la actual reina Isabel II. El Príncipe Carlos de Hesse-Kassel también fue Gran Maestre de los Hermanos Asiáticos, llamados así en referencia a los llamados «Místicos del Este«, llevados a Escocia por los Templarios. De hecho la fuente real de la actividad conspirativa no fueron solo los Illuminati, sino también las sectas iluminadas francesas de martinistas, filadelfos y masonería de rito egipcio, bajo la influencia de los sabateanos a través de los Hermanos Asiáticos. Según los rituales anónimos de los Fratres Lucis, el filósofo francés Louis Claude de Saint-Martin, miembro de los Elús Cohen, junto con los principales ocultistas de la época, incluidos Emmanuel Swedenborg, el conde de St. Germain y el conde Cagliostro, eran todos miembros de los Hermanos Asiáticos que, según Albert Pike, General de la Guerra Civil Americana y Gran Maestre del Rito Escocés, fueron los herederos de los Illuminati.
Los Hermanos Asiáticos fueron fundados en 1781 por el primo y sucesor de Jacob Frank, el escritor, poeta y revolucionario Moses Dobruschka, que el 17 de diciembre de 1775 se convirtió del judaísmo a la fe católica y tomó el nombre de Franz Thomas Schönfeld. Con este nuevo nombre Dobruschka entró en la masonería austriaca y se relacionó con Ecker von Eckhoffen, que había sido Gran Maestre de la Cruz Dorada y Rosada. Pero Eckhoffen dejó esta orden y creó los Caballeros de la Luz o «Fratres Lucis» (Hermanos de la Luz), más tarde renombrados los Hermanos Asiáticos, con la ayuda de Dobruschka y miembros de la nobleza de la Casa de Habsburgo, también llamada Casa de Austria, que ocuparon el trono del Sacro Imperio Romano Germánico de forma continua desde 1438 hasta 1740 y ocuparon en distintos momentos los tronos de España, Portugal, Bohemia, Inglaterra, Hungría, Croacia y el Segundo Imperio Mexicano. Las reuniones de los Hermanos Asiáticos se llamaban logias de Melquisedec, donde se permitía ser miembros a judíos, turcos, persas y armenios. Los Hermanos Asiáticos fueron influenciados por las ideas de Louis Claude de Saint-Martin y, según el filólogo e historiador israelí Gershom Scholem, mezclaron las ideas cabalísticas y sabateanas con las teosóficas cristianas. Según un miembro cristiano de la orden, los iniciados judíos se basaron en las tradiciones teúrgicas de «Shabbetai Zevi, Falk (el Ba’al Shem de Londres), Frank y sus compañeros«. Según Pawel Maciejko, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, los Hermanos Asiáticos también tenían una gran reputación por ejercer una poderosa influencia en la Francmasonería. En 1781, el economista y masón August Fryderyk Moszyński, responsable del servicio en la mesa real polaco-lituana, escribió una nota para Augusto el Fuerte, el último rey y gran duque de la Mancomunidad de Polonia-Lituania, e hijo del protector de Jacob Frank, el rey Augusto III de Polonia, que había retenido al barón von Hund como consejero. La nota dice lo siguiente: «Me convencí de que existió en el pasado, y tal vez exista hasta el día de hoy, sabiduría desconocida para los eruditos actuales; sus temas son las cosas naturales, que comúnmente se consideran sobrenaturales, y también las tradiciones acerca de los ciclos de cambio que sufre nuestro planeta, y finalmente el conocimiento menos impreciso que el nuestro del Ser Divino… Se dice que estas enseñanzas están contenidas en un libro caldeo llamado “El Zohar” [le Zohar]. Sin embargo, se expresan allí de una manera tan enrevesada y alegórica, y exigen tanto el conocimiento de los valores numéricos y las etimologías de las palabras [hebreas y arameas], que muy pocos judíos entienden [el Zóhar]. Entre los que lo hacen, a menudo se menciona a Falk y Frank; saben lo suficiente como para poder realizar experimentos puramente físicos, que sin embargo parecen sobrenaturales para las personas que los presencian y son considerados pura charlatanería por los eruditos que oyen hablar de ellos… Es probable que después de la destrucción del [Segundo] Templo, los restos de estos conocimientos sacerdotales se dispersaron en Oriente entre los árabes, quienes trasladaron sus conocimientos a los cruzados, especialmente a los templarios, quienes a su vez las pasaron a sus herederos; en el siglo pasado, estos últimos reaparecieron bajo el nombre de Francmasones«.
Según Adam Mickiewicz, considerado el mayor poeta de toda la literatura polaca, que además de ser martinista era un francmasón, existía en Francia a principios del siglo XIX “una numerosa secta israelita, mitad cristiana, mitad judía que también esperaba el mesianismo y veía en Napoleón al Mesías, al menos a su predecesor”. Estas creencias, señala Mickiewicz, estaban relacionadas con las de Jozef Maria Hoene-Wronski, un filósofo y científico polaco interesado en la Cábala, el gnosticismo y en las enseñanzas de Jacobo Boehme. Como escribe Sarane Alexandrian, filósofo, ensayista y crítico de arte francés, en su libro Histoire de la philosophie occulte, “Wronski ocupa en la filosofía oculta el lugar que ocupa Kant en la filosofía clásica”. Asimismo, el filósofo romántico alemán Friedrich Hegel (1770 – 1831), consideraba a Napoleón como la encarnación del “alma del mundo”, ya que en él se cumplía el proceso de la historia. En última instancia, Hegel produjo una filosofía de la historia que era una articulación, en términos cristianos, de la Cábala de Isaac Luria. Hegel es considerado el principal exponente del idealismo alemán, después de Jacobo Boehme, quien lo influenció mucho. Si bien no está probado que Hegel fuera un miembro de los Illuminati, como muestra el filósofo norteamericano Glenn Alexander Magee en Hegel y la Tradición Hermética, Hegel a menudo se refería crípticamente a los Illuminati y los símbolos masónicos. Hay referencias a lo largo de los escritos de Hegel a muchas de las figuras principales de la tradición hermética, incluidos Meister Eckhart, Giordano Bruno, Paracelso y Boehme. Como señaló el filósofo alemán Ernst Benz en Fuentes místicas de la filosofía romántica alemana, Louis Claude de Saint-Martin era el conducto principal de las ideas de Boehme hacia Hegel y los demás idealistas alemanes de la época. Hegel conoció las ideas de Boehme a través de su lectura del miembro Illuminati Franz von Baader, un devoto estudiante del teólogo, filósofo y dominico alemán Meister Eckhart.
Los Hermanos Asiáticos estaban estrechamente asociados con la Francmasonería de Rito Egipcio, que tuvo sus orígenes en el Conde Cagliostro y el rabino Jacob Falk. Cagliostro había sido iniciado en el rito por el enigmático conde St. Germain. También se conoce como el Rito de Misraim, llamado así por Mizraim, el nombre hebreo de Egipto. El Rito estaba compuesto por 90 grados, tomados del Rito Escocés, la Francmasonería, el Martinismo y otras tradiciones masónicas, y los últimos cuatro grados fueron denominados Arcana Arcanorum. Y cuando Napoleón conquistó Egipto, los masones en su ejército del Rito Egipcio de Cagliostro supuestamente entraron en contacto con una fraternidad hermética nativa, entendiéndose que se refería a los ismaelitas. El egipcio Samuel Honis, que supuestamente fue iniciado en la Gran Logia de El Cairo también por el Conde de St. Germain, trajo el Rito Egipcio a Francia, y en 1815, Honis fundó una logia, Les Disciples de Memphis, junto con el francmasón francés Jean Étienne Marconis de Nègre y otros. En 1816, esta logia fue cerrada y Honis y Marconis de Negre desaparecieron de la escena, por lo que la masonería de rito egipcio pasó a la clandestinidad. En París en 1838, el hijo de Marconis, Jacques-Etienne Marconis de Nègre, estableció el Rito de Menfis como una variación del Rito de Misraïm de Cagliostro, combinando elementos de los templarios con la mitología egipcia y alquímica. Según Marconis, tomando prestadas las leyendas de la Cruz Dorada y Rosada, un sacerdote egipcio llamado Ormus fue convertido al cristianismo por San Marcos y cristianizó los misterios herméticos. Esta tradición gnóstica supuestamente sobrevivió en Egipto, donde fue guardada por los Caballeros de Palestina, que también eran conocidos como los Hermanos de la Rosacruz de Oriente. Por lo tanto, representaba el sufismo de los Hermanos de la Sinceridad, que inspiraron a los mandeos (o sabeos), a los hashshāshīn ismaelitas y a generaciones de cabalistas judíos, sobreviviendo supuestamente en los Hermanos Asiáticos. Marconis de Nègre había unido su Rito de Menfis con la organización fachada de los Illuminati, los Philadelphes, que según algunos relatos había sido establecida por el Marqués de Chefdebien d’Armissan, un coronel de caballería, caballero de Malta y miembro del Gran Oriente y de Les Amis Réunis. Los Philadelphes estaban detrás del nacimiento del movimiento comunista a través de la influencia de Philippe Buonarroti, un miembro de los Illuminati, descendiente del hermano del famoso pintor Miguel Ángel. Michelangelo Buonarroti (1475 – 1564), conocido como Miguel Ángel, fue un arquitecto, escultor, pintor y poeta italiano renacentista, considerado uno de los más grandes artistas de la historia tanto por sus esculturas como por sus pinturas y obra arquitectónica. Philippe Buonarroti también utilizó el alias judío de Abraham Levi Salomon. Philippe Buonarroti propuso una estrategia mutualista destinada a revolucionar la sociedad por etapas, pasando de la monarquía al liberalismo, luego al radicalismo y finalmente al comunismo. Devoto discípulo del escritor, pedagogo, filósofo, músico, botánico y naturalista Jean-Jacques Rousseau, Philippe Buonarroti se dirigió a Francia, donde asistió a las reuniones de los jacobinos y se hizo amigo de Robespierre, por quien guardó una gran admiración toda su vida. Los revolucionarios hablaron de Philippe Buonarroti como “un poder oculto cuyos sombríos tentáculos se extendían sobre Europa”.
Poco después del primer golpe fallido de los Philadelphes contra Napoleón en 1808, Philippe Buonarroti constituyó una Logia Masónica, Les Sublimes Maîtres Parfaits. Representaba una fusión de los Philadelphes de Francia y Suiza y su rama italiana, los Adelphes, creada alrededor de 1807. Dentro de esta logia resultante Philippe Buonarroti formó un círculo interno que utilizó para promover sus ambiciones políticas. En sus propias palabras, Philippe Buonarroti explicó por qué la masonería proporcionó un frente conveniente para sus actividades: «El carácter público de sus reuniones, el número casi infinito de sus iniciados y la facilidad con que son admitidos han eliminado de la Masonería todo rastro de inclinación política. Y si se hace una excepción con algunas poquísimas y casi desconocidas logias en las que se conserva la luz en su pureza, todas las demás no son más que centros de diversión o escuelas de superstición y esclavitud«. Les Sublimes Maîtres Parfaits de Philippe Buonarroti fueron responsables de la formación de los Carbonari, la sociedad secreta revolucionaria formada en el sur de Italia a principios del siglo XIX. Un miembro destacado de los Carbonari fue Giuseppe Mazzini, mencionado al inicio del artículo, quien se dice que fue el sucesor de Adam Weishaupt como Gran Maestre de los Illuminati. Se sabe que participó en eventos importantes en el proceso de unificación italiana, a menudo denominado Risorgimento. Mazzini ocupó una alta posición entre los francmasones florentinos y se desempeñó como Gran Maestre del Gran Oriente de Italia, fundado en 1805, al igual que otro líder de los Carbonari, el general Giuseppe Garibaldi. Fue bajo la influencia de Garibaldi que las dos tradiciones de la masonería egipcia como el Rito de Menfis-Misraïm finalmente se fusionaron. Otro Carbonari fue el marqués de Lafayette, héroe de las revoluciones estadounidense y francesa, que se desempeñó como Gran Maestre de la rama francesa y que fue amigo cercano de algunos de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, como George Washington, Alexander Hamilton y Thomas Jefferson. Los Philadelphes proporcionaron la red de los principales revolucionarios socialistas del siglo XIX, quienes impulsaron la trama original de los Illuminati.
Según el archivero e historiador marxista ruso Boris Ivanovich Nicolaevsky: «El historiador se enfrenta a la paradoja de que, mientras que Jean-Etienne Marconi, fundador y jefe de la orden de los Philadelphes durante muchos años, fue completamente indiferente a la política, el Consejo Supremo de la orden para 1855 estaba compuesto enteramente por republicanos y socialistas que se sentaban con la extremo. izquierda en la Asamblea Nacional de 1848-49«. El miembro más destacado de Philadelphes fue el político e historiador socialista francés y masón Louis Blanc. Según la revista Le Monde Maçonnique (1874), Garibaldi, Mazzini y Louis Blanc eran todos miembros de la logia londinense de los Philadelphians unidos. Louis Blanc, junto con un gran número de frankistas que se habían unido al rito de los Philadelphians, participó en una ola de movimientos subversivos de inspiración marxista, conocida como el Año de las Revoluciones de 1848. Los más importantes fueron los levantamientos en Francia, Países Bajos, Alemania, Polonia, Italia y el Imperio austríaco, que fueron en gran parte consecuencia de la expansión de la influencia de los Carbonari. El trabajo de Philippe Buonarroti se convirtió en un tipo de biblia para los revolucionarios, inspirando a izquierdistas como Louis Auguste Blanqui y Karl Marx. Blanqui, socialista y activista político francés, notable por su teoría revolucionaria del blanquismo, movimiento a favor de la República y del comunismo en Francia, también fue miembro de los Carbonari y estuvo involucrado en las revoluciones en Francia . En mayo de 1839 tuvo lugar en París un levantamiento de inspiración blanquista, en el que participó la Liga de los Justos, precursora de la Liga Comunista de Karl Marx. Según el rabino americano-israelí Marvin Stuart Antelman, en su libro To Eliminate the Opiate, Marx también era de origen sabateano, ya que su padre, Heinrich, había sido miembro de la secta. La filosofía del comunismo de Marx representó un desarrollo del idealismo alemán, que tiene sus raíces en la Cábala de Isaac Luria, a través de la influencia del filósofo Friedrich Hegel. Como señaló el historiador judío británico Paul Johnson en su Historia de los judíos, la teoría de la historia de Marx se asemeja a las teorías cabalísticas de la era mesiánica del mentor de Sabbatai Zevi, Nathan de Gaza (1643 –1680), teólogo y estudioso judío del Talmud y la Cábala.
Las revoluciones de 1848 fueron fomentadas en gran medida por la diplomacia británica y el dinero del servicio secreto británico manipulado por Henry John Temple, 3er vizconde de Palmerston, político británico que ocupó el cargo de primer ministro del Reino Unido a mediados del siglo XIX. Además era miembro del rito escocés de la masonería. Bajo la dirección de Palmerston, Giuseppe Mazzini, político y activista italiano masón que bregó por la integración nacional italiana, había organizado distintas sectas revolucionarias, como la Joven Italia, la Joven Polonia y la Joven Europa. En aquella época Italia era una mezcolanza de estados, por lo que Mazzini encabezó una revuelta en 1848 contra el régimen “despótico y teocrático” del Papa en el centro de Italia. En marzo de 1849, una asamblea constituyente abolió la autoridad temporal del papado y proclamó la República romana. Sin embargo, Francia, bajo el liderazgo de Napoleón III, organizó rápidamente una intervención militar, aplastando el experimento político de Mazzini en Roma y reinstalando al Papa. Aunque en su juventud Napoleón III había sido miembro de los Carbonari, lo condenaron a muerte y casi lograron asesinarlo en 1858. Mazzini regresó a su exilio en Londres, donde se unió a Palmerston. Después del fracaso de la revolución de Mazzini en 1848, Garibaldi se unió a la causa de Victor Emmanuel II, un prominente masón de la Casa de Piamonte, quien se convirtió en el primer rey de una Italia unida en 1861. La madre de Victor Emmanuel II fue María Teresa de Austria (1801 – 1855), quien fue la nieta de la emperatriz María Teresa I de Austria. La conspiración Illuminati de los Carbonari contra la Iglesia Católica consiguió la eventual pérdida de los Estados Pontificios, aquellos territorios en la Península Italiana que habían estado bajo el gobierno soberano directo del Papa desde el 700 hasta 1870. Entre 1870 y 1929 el Papa no tenía ningún territorio, pero finalmente, el líder fascista italiano Benito Mussolini resolvió la crisis entre la Italia moderna y el Vaticano y, en 1929 se otorgó soberanía al Estado de la Ciudad del Vaticano.
Desde el comunismo de Marx hasta la Guerra Fría con la antigua URSS, incluyendo el actualmente llamado “Choque de Civilizaciones”, los planes secretos del mundo han operado bajo la orientación de los Illuminati y sus sucesores, fabricando problemas que brindan el pretexto para introducir lo que parece ser la única solución razonable. Esta táctica se basa en la dialéctica hegeliana. Aunque nunca fue expresada por el propio Hegel, sí lo fue por Heinrich Moritz Chalybäus, un filósofo alemán mejor conocido por basarse en la filosofía de Hegel a fin de postular una dialéctica basada en los conceptos de tesis-antítesis-síntesis. Hegel había atribuido esta terminología a Immanuel Kant (1724 – 1804), filósofo y científico prusiano de la Ilustración. Y continuando con el trabajo de Kant, Johann Gottlieb Fichte (1762 – 1814), filósofo alemán de gran importancia en la historia del pensamiento occidental. elaboró el modelo de síntesis, que fue retomado por Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling (1775 – 1854), filósofo alemán y uno de los máximos exponentes del idealismo y de la tendencia romántica alemana. Schelling, al igual que Fichte, también estaba asociado con los Illuminati. La esencia de lo que se llama la dialéctica hegeliana es un proceso triple, donde una tesis, o problema, da lugar a su reacción, una antítesis, que contradice o niega la tesis, y la tensión entre los dos se resuelve finalmente mediante una síntesis. En definitiva, la dialéctica es una creencia fundada en la Cábala de Isaak Luria, donde el bien y el mal son considerados una falsa dualidad, resuelta en el tikún, una frase en hebreo que significa “reparar el mundo”, lo que implica la restauración cósmica al final de los tiempos, cuando el hombre se convierta en Dios y defina su propia verdad. La dialéctica fundamental que ha dado forma a la formación de las sociedades secretas occidentales modernas, según los dictados ocultos de los Illuminati, ha sido la falsa dicotomía entre ciencia y religión, sirviendo para preparar el camino para la aceptación de su supuesta síntesis: una religión mundial basado en el ocultismo. Así, los Illuminati definieron la Ilustración con su énfasis en la «razón«, yuxtaponiéndola con la «superstición«, que sirvió como un eufemismo para el cristianismo, a pesar de la paradoja de que ellos mismos estaban realizando rituales en secreto con la intención de producir fenómenos típicamente asociados con la superstición. Aunque la ciencia se ha utilizado para promover la invalidez de la religión y lo «sobrenatural» en general, curiosamente las personalidades que dieron forma a la época científica moderna estaban, en su mayor parte, inmersas en el ocultismo.
En The Scientific Revolution and the Origins of Modern Science, el historiador de la ciencia John Henry señaló que “varios historiadores de la ciencia se han negado a aceptar que algo que consideran tan irracional pueda haber tenido algún impacto en la búsqueda supremamente racional de la ciencia. Sus argumentos parecen estar basados en meros prejuicios, o en la falta de comprensión de la riqueza y complejidad de la tradición mágica”. De manera similar, según la historiadora norteamericana Margaret Davis Jacobs, “En cantidades desproporcionadamente grandes, los francmasones promovieron la nueva ciencia organizando conferencias y sociedades filosóficas para devotos científicos como ellos. Al hacerlo, ejercieron un papel de mejoradores progresivos, como promotores concretos de los más altos ideales de la Ilustración”. Según lo indicado por el filósofo sueco Nick Bostrom, los principales entre ellos fueron varios científicos y filósofos asociados con los rosacruces a través de la Royal Society, como Isaac Newton, Thomas Hobbes, John Locke, Immanuel Kant y el marqués de Condorcet. Fue el marqués de Condorcet, miembro de los Illuminati y Philalethes, quien, según Nick Bostrom, sentó las bases «para el humanismo racional, que enfatiza la ciencia empírica y la razón crítica, en lugar de la revelación y la autoridad religiosa...». El marqués de Condorcet también fue el principal responsable de secularizar la idea cabalística del progreso, que se convirtió en el principio fundamental de la religión secular occidental y sentó las bases de las esperanzas idealistas del potencial de la ciencia para transformar la existencia humana. Al considerar el progreso en las ciencias, Condorcet preguntó: «¿Sería incluso absurdo suponer esta cualidad de mejora en la especie humana como susceptible de un avance indefinido; suponer que debe llegar un día en que la muerte no sea más que el efecto, o de extraordinarios accidentes, o del fluir y paulatino decaimiento de las fuerzas vitales; y que la duración del espacio medio, del intervalo entre el nacimiento del hombre y esta decadencia, no tendrá límite asignable?«. Con la fundación de la Royal Society, la primera institución científica moderna, los masones desempeñaron un papel desproporcionado en la construcción de la cultura científica. Como explica el historiador norteamericano de la tecnología, la ciencia y la educación David Franklin Noble en The Religion of Technology: «En gran parte a través de la enorme y duradera influencia de Francis Bacon, la identificación medieval de la tecnología con la trascendencia ahora informó la mentalidad emergente de la modernidad«.
Según el historiador británico Christopher McIntosh «Parece probable que la Royal Society, fundada en 1660, fue un intento de realizar en términos prácticos los ideales rosacruces de una hermandad de aprendizaje e iluminación que ayudaría a marcar el comienzo del tipo de Utopía visualizado por Bacon, Andreae, Comenius y otros”. Del mismo modo, tal como el escritor norteamericano Erik Davis describió en su libro TechGnosis: Myth, Magic and Mysticism in the Age of Information: “Pero incluso como miembros de la logia ayudaron a imaginar y construir nuestro mundo secular, con su adopción anticlerical de la ciencia, la tecnología y las libertades individuales. Las sociedades masónicas también sirvieron como el canal principal por el cual las ideas y la psicología del ocultismo gnóstico fluyeron hacia el corazón de la modernidad”. Según la analista de religiones estadounidense Catherine L. Albanese en su discusión sobre la masonería estadounidense, afirmo lo siguiente: “si alguna religión popular genuinamente nueva surgió en el Nuevo Mundo de América, fue una religión natural de empirismo radical, con el objetivo de esa religión de fusionar espíritu y materia y, en el proceso, convertir a los seres humanos en dioses”. Deliberadamente excluidas de las áreas de estudio de la Royal Society estaban las disciplinas universitarias de metafísica, divinidad, moral, gramática, lógica y retórica. En cambio, los estudios eran estrictamente seculares, centrándose en la fabricación, las máquinas y las invenciones y también en la recuperación de antiguas habilidades y secretos. En Inglaterra, Francia y Estados Unidos, los masones organizaron conferencias científicas, promovieron las «artes útiles» e impulsaron las nuevas enciclopedias y libros. su “difusión para la luz del conocimiento«. Como muestra Noble, los masones también participaron en gran medida en la construcción de las instituciones educativas que dieron origen al campo moderno de la ingeniería: “A través de la masonería, los apóstoles de la religión de la tecnología transmitieron su proyecto práctico de redención a los ingenieros, los nuevos hombres espirituales, quienes posteriormente forjaron sus propios mitos milenarios, asociaciones exclusivas y ritos de paso”. En Estados Unidos, según Erik Davis, este evangelismo tecnológico fue llevado adelante en gran medida por Benjamin Franklin, el antiguo Gran Maestro de la Logia des Neuf Soeurs francesa. Según Davis, «Al igual que innumerables masones estadounidenses posteriores, incluidos Henry Ford, Charles Lindbergh y los astronautas John Glenn y Buzz Aldrin, Franklin puso en práctica el culto estadounidense a lo sublime tecnológico«. Se sabe que Benjamin Franklin asistió ocasionalmente a las reuniones del Hellfire Club (Club del Fuego Infernal) durante su estancia en Inglaterra. El Hellfire Club, que fue fundado alrededor de 1719 en Londres por Felipe, duque de Wharton (1698 – 1731), quien se convirtió en Gran Maestre de la Gran Logia de Londres en 1722, donde fue un ferviente partidario de la causa jacobita escocesa.
A mediados del siglo XVIII, Sir Francis Dashwood (1708 – 1781), filántropo, político y noble británico que fue, entre otras cosas, miembro de la Cámara de los Lores en el Parlamento Británico, tesorero real y canciller, inscribió el «Haz lo que quieras» de Rabelais en una puerta de su abadía en Medmenham, que incluía las ruinas de una abadía cisterciense fundada en 1201, donde sirvió como lema de su Hellfire Club. Dashwood, que fue acusado de satanismo, era miembro de la Royal Society, al igual que su compañero y político John Wilkes, periodista, político radical y parlamentario inglés, un pariente lejano de John Wilkes Booth, actor estadounidense, famoso por ser el supuesto asesino del presidente Abraham Lincoln en 1865. Un miembro original del Hellfire Club fue John Montagu (1718 – 1792), cuarto conde de Sandwich, quien fue primer lord del Almirantazgo y secretario de Estado, además de seguidor de John Russell, 6º Duque de Bedford, uno de los políticos más ricos y poderosos de la época. Pero John Montagu quizás sea más conocido por la afirmación de que fue el inventor del famoso sándwich. El Hellfire Club también era conocido como los franciscanos, en honor de uno de sus fundadores, Francis Dashwood. El escritor y político inglés Sir Nathaniel Wraxall en sus Memorias históricas (1815) acusó a estos franciscanos de realizar rituales satánicos. El filósofo sueco Nick Bostrom identifica correctamente el tema del golem, un ser animado fabricado a partir de materia inanimada, en la novela gótica Frankenstein de Mary Shelley (1797 – 1851). Acertadamente, el título alternativo de su novela fue The Modern Prometheus. El padre de Mary Shelley fue el filósofo político William Godwin, y su madre fue la filósofa y feminista Mary Wollstonecraft, más conocida por Vindicación de los derechos de la mujer (1792), una de las primeras obras de la filosofía feminista. William Godwin estaba estrechamente asociado con el famoso poeta, pintor y grabador británico. William Blake, quien frecuentaba la Sociedad de la Nueva Jerusalén de Swedenborg. En gran parte no reconocido en vida, Blake ahora se considera una figura fundamental en la historia de la poesía y las artes de la era Romántica. Si bien no hay registro de que Blake perteneciera a la masonería, ha sido universalmente considerado en el ocultismo como uno de sus grandes maestros.
El biógrafo de William Blake, Peter Ackroyd, señaló que, según las listas de grandes maestros de la Orden Druida, Blake fue Gran Maestre desde 1799 hasta 1827. Del druidismo Blake creía que “los jeroglíficos egipcios, la mitología griega y romana, y la francmasonería moderna son los últimos restos de ella. El honorable Emanuel Swedenborg es el maravilloso Restaurador de este Secreto perdido hace mucho tiempo”. Una de sus pinturas más reconocidas es la del Anciano de los Días de la Cábala, sosteniendo el símbolo masónico de una brújula sobre un vacío más oscuro debajo. El principal empleador de Blake fue el librero radical Joseph Johnson, quien lo introdujo en el círculo radical de Mary Wollstonecraft, William Godwin y Thomas Paine, éste último autor de dos panfletos muy influyentes al comienzo de la Revolución Americana y que inspiró a los patriotas en 1776 para declarar la independencia de Gran Bretaña. Nacido en Inglaterra, Paine emigró a las colonias británicas americanas en 1774 con la ayuda de Benjamin Franklin, llegando justo a tiempo para participar en la Revolución Americana. Aunque no hay evidencia de que él mismo fuera masón, Paine compartió puntos de vista similares a los de William Blake, cuando escribió un ensayo sobre el origen de la masonería, repitiendo la afirmación de que la masonería derivaba de la religión de los antiguos druidas. Mary Shelley había viajado a Europa, visitando Alemania y Ginebra, en Suiza, donde se desarrolla gran parte de la historia de su libro Frankenstein. Temas como el galvanismo y otras ideas ocultas similares fueron temas de conversación entre sus compañeros, particularmente su amante y futuro esposo, el escritor, ensayista y poeta romántico inglés Percy Bysshe Shelley. Percy es considerado por los críticos como uno de los mejores poetas líricos del idioma inglés. Entre sus obras más conocidas se encuentran Prometheus Unbound (Prometeo liberado), que trata del sufrimiento de Prometeo, quien desafía a los dioses para devolverles el fuego a los humanos, por lo cual Zeus le condena al castigo eterno. También escribió The Rosicrucian, A Romance, una novela gótica de terror donde el personaje principal Wolfstein, un vagabundo solitario, se encuentra con Ginotti, un alquimista de la Orden Rosacruz que busca el secreto de inmortalidad. En su biografía autorizada sobre Shelley, James Bieri, en su libro Percy Bysshe Shelley: A Biography, señala que mientras Shelley estuvo en Eton, ciudad inglesa situada en la ribera izquierda del río Támesis, al otro lado de la ciudad de Windsor, trajo consigo una máquina eléctrica que usó para experimentar con amigos y familiares, compró aparatos químicos, obtuvo libros sobre magia y brujería, bebió de una calavera y fue instruido por el doctor James Lind (1716 – 1794), médico escocés al que se atribuye haber descubierto la cura del escorbuto mediante el consumo de cítricos que contienen vitamina C, y que fue considerado el Paracelso moderno. De hecho, entre los temas favoritos de investigación de Shelley estaban la magia y la alquimia, además de las obras de Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim (Paracelso), famoso alquimista, médico y astrólogo suizo.
Mary Shelley y su marido Percy Bysshe Shelley también estaban relacionados con el poeta británico George Gordon Byron (1788 – 1824), conocido como Lord Byron, a quien se describe como el más extravagante y notorio de los principales poetas románticos. Byron fue celebrado durante su vida por los excesos aristocráticos, incluidas enormes deudas, aventuras amorosas con ambos sexos, rumores de una escandalosa relación incestuosa con su media hermana y el exilio autoimpuesto. Byron viajó por toda Europa, especialmente por Italia, donde vivió durante siete años y se convirtió en miembro de los Carbonari. Más tarde se unió a la Guerra de Independencia griega luchando contra el Imperio Otomano, por lo que los griegos lo tienen por un héroe nacional. Mary Shelley, Percy Bysshe Shelley, Lord Byron y John William Polidori, médico y escritor inglés que con su relato El vampiro creó el arquetipo del vampiro romántico, decidieron hacer una competencia para ver quién podía escribir la mejor historia de terror. Después de pensar durante días en una posible historia, Mary Shelley soñó con un científico que creaba vida y estaba horrorizado por lo que había creado. Se trataba de Victor Frankenstein, el protagonista de la novela de Mary, que admite haber sido inspirado por Agrippa, Paracelso y Alberto Magno, todos ellos magos y algunas de las figuras más célebres de la tradición ocultista occidental. Mary Shelley se inspiró en el castillo de Frankenstein, donde dos siglos antes un alquimista estaba realizando experimentos. El castillo de Frankenstein está en la cima de una colina en Odenwald con vistas a la ciudad de Darmstadt, en Alemania. El castillo ganó atención internacional cuando el programa de televisión SyFy Ghost Hunters International produjo un episodio completo sobre el castillo en 2008, después de lo cual el equipo se convenció de que había algún tipo de actividad paranormal. El castillo de Frankenstein está asociado con numerosas leyendas ocultas, incluida la de un caballero llamado Jorge que salvó a los aldeanos locales de un dragón, así como en relación a una fuente de la eterna juventud donde en la primera noche de luna llena después de la Noche de Walpurgis, las ancianas de las aldeas cercanas tenían que someterse a pruebas de valentía. La que lo conseguía volvía a la edad que tenía la noche de su boda.
También según algunas leyendas, en un monte situado en el bosque detrás del castillo de Frankenstein, las brújulas no funcionan correctamente debido a la existencia de piedras con propiedades magnéticas. Cuenta la leyenda que el monte es el segundo lugar de reunión más importante para las brujas en Alemania. A fines del siglo XVII, el teólogo pietista, alquimista, químico y médico alemán Johann Conrad Dippel se quedó en el castillo de Frankenstein, donde se rumoreaba que había practicado experimentos alquímicos con los cadáveres que exhumaba, y que un clérigo local advirtió a su parroquia que Dippel había creado un monstruo al que le dio vida un rayo. La gente local todavía afirma que esto realmente sucedió y que este relato fue relacionado con la madrastra de Mary Shelley por los hermanos Grimm, los escritores de cuentos de hadas alemanes. William Godwin (1756 – 1836) fue un político y escritor británico, considerado uno de los más importantes precursores del pensamiento anarquista, Se casó con la escritora feminista Mary Wollstonecraft en 1797 y junto a ella tuvo una hija, también llamada Mary, conocida posteriormente como Mary Shelley, que ha pasado a la posteridad como la autora de la novela gótica Frankenstein. William Godwin es considerado un antecesor del transhumanismo, ya que predicó la perfectibilidad humana y vio a la humanidad volverse cada vez más divina, tal vez inmortal, con una necesidad que está arraigada en nuestra naturaleza, debido a que somos seres divinos. Godwin también es considerado como uno de los primeros exponentes del utilitarismo y el primer proponente moderno del anarquismo filosófico, otra filosofía fundamental para el transhumanismo, que es un movimiento cultural e intelectual internacional que tiene como objetivo final transformar la condición humana mediante el desarrollo y fabricación de tecnologías ampliamente disponibles, que mejoren las capacidades humanas, tanto a nivel físico como psicológico e intelectual. El anarquismo filosófico sostiene que el estado carece de legitimidad moral, por lo que no hay obligación ni deber individual de obedecer al Estado, y por el contrario, que el Estado no tiene derecho a mandar en los individuos, aunque no abogue por la revolución para eliminar al Estado. Pierre-Joseph Proudhon (1809 – 1865) fue un filósofo, político y revolucionario anarquista francés junto con Bakunin, Kropotkin y Malatesta, uno de los padres del movimiento anarquista histórico y de su primera tendencia económica, el mutualismo. Proudhon fue el primer filósofo político en llamarse anarquista, lo que marcó el nacimiento formal del anarquismo a mediados del siglo XIX. Entre las figuras más influyentes de la ideología se encontraba el teórico político, filósofo, sociólogo y revolucionario anarquista ruso Mikhail Bakunin (1814 -1876). El enorme prestigio de Bakunin como activista lo convirtió en uno de los ideólogos más famosos de Europa y obtuvo una influencia sustancial entre los radicales de toda Rusia y Europa. Bakunin comenzó a leer a los enciclopedistas franceses, lo que le llevó a entusiasmarse por la filosofía del filósofo alemán Johann Gottlieb Fichte, a través de quien descubrió las obras de Hegel. Bakunin también anticipó las aspiraciones de los transhumanistas cuando declaró que “habrá una transformación cualitativa, una nueva vida, una revelación que da vida, un cielo nuevo y una tierra nueva, un mundo joven y poderoso en el que todas nuestras disonancias actuales serán resuelto en un todo armonioso”.
Además, Mikhail Bakunin fue un francmasón del Gran Oriente, discípulo del fundador de los Illuminati, Adam Weishaupt, y un satanista declarado. Creó la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, una organización anarquista que tenía una afiliación directa a los Illuminati. La concibió como una vanguardia revolucionaria dentro de la Primera Internacional de Karl Marx, de la que fue expulsado en 1872. Como demostró el activista, archivero e historiador marxista ruso Boris I. Nicolaevsky, la creación de la Primera Internacional fue el resultado de los esfuerzos de los Filadelfos del Rito de Misraïm, que se habían convertido en partidarios del Gran Maestre masón e Illuminati Giuseppe Mazzini y del Carbonari i masón general Giuseppe Garibaldi. Cuando Bakunin llegó a París en 1842 conoció a Pierre-Joseph Proudhon y Karl Marx. Entonces Bakunin y sus socios anarquistas colectivistas se unieron a la Primera Internacional de Marx. Al principio, los colectivistas trabajaron con los marxistas para impulsar a la Primera Internacional en una dirección socialista más revolucionaria. Posteriormente, la Primera Internacional se polarizó en dos campos, con Marx y Bakunin como sus respectivos líderes. Bakunin consideró las ideas de Marx como centralistas y predijo que si un partido marxista llegaba al poder, sus líderes simplemente tomarían el lugar de la clase dominante contra la que habían luchado. La Primera Internacional finalmente se dividió entre dos tendencias principales dentro de la organización sobre la cuestión de la acción política y parlamentaria. El ala anarquista representada por Mikhail Bakunin y el ala socialista estatal representada por Karl Marx. Según el historiador y politólogo estadounidense Jeffery Steinberg, en Dope Inc., los anarquistas de Bakunin, junto con la Orden de Sión, formaban parte de una red clandestina de subversión encabezada por Lord Palmerston, entonces Primer Ministro de Inglaterra. En 1870, Mazzini junto con Lord Palmerston, Otto von Bismarck y Albert Pike, todos ellos masones del rito escocés de grado 33, supuestamente completaron un acuerdo para crear un rito universal supremo de la masonería que superaría a todos los demás ritos. Así se informó en Le diable au XIXe siècle (1894) de Gabriel Jagond-Pager, también conocido como el escritor masón francés Leo Taxil, quien luego afirmó que sus revelaciones habían sido un engaño. Sin embargo, Mazzini era claramente el poderoso líder de las actividades clandestinas de las sociedades secretas, y la ideología luciferina que comunicaba Leo Taxil se repetía en la Biblia masónica Moral y Dogma, de Albert Pike.
Conocido como el Rito del Paladio, esta orden secreta iba a ser el pináculo del poder masónico, una alianza internacional para traer las Grandes Logias, el Gran Oriente, los noventa y siete grados de Menfis y Misraim de Cagliostro, también conocido como el Rito Antiguo y Aceptado. El general de la Guerra Civil norteamericana, Albert Pike, fue comandante soberano y gran maestro del Consejo Supremo de la masonería del rito escocés en Charleston, Carolina del Sur, y el supuesto fundador del notorio y siniestro Ku Klux Klan. La Orden de Sión era el brazo secreto de la élite de la orden masónica Alliance Israëlite Universelle, cuya filial estadounidense era la B’nai B’rith, literalmente Hijos de la Alianza o Hijos de la Luz, que es una organización judía con un sistema de filiales, con una sede mundial en Washington D. C., una sede en Bruselas y varias sedes en distintos países de América Latina y Europa. Fue el rabino Antelman, en To Eliminate the Opiate, quien señaló que los frankistas introdujeron el sabatismo a gran escala en el judaísmo, principalmente a través de los movimientos reformista y conservador, así como de organizaciones de tendencia sionista como el Congreso Judío Estadounidense, el Congreso Judío Mundial, y la B’nai B’rith, también llamada Gran Logia Constitucional de la Orden de los Hijos de la Alianza, como una rama reconocida del Rito Escocés para los judíos estadounidenses. Tal como explica el filólogo e historiador israelí Gershom Scholem y posteriormente la académica británica Jacqueline Rose en La cuestión de Sión, el movimiento secular del sionismo se derivó de los sabateanos. Es una causa nacionalista que retiene el lenguaje del judaísmo para formar una identidad racial, mientras rechaza lo que hace del judaísmo una religión. por paradójico que pueda parecer. Tal como ha señalado el editor judío Abraham Gordon Duker en Historical and Sociological Factors in Jewish Communal Leadership, el antijudaísmo era algo característico entre los sabateanos frankistas, que rechazaban a los “judíos ortodoxos” por su adhesión a la Biblia y que los acusaban por la persecución que habían tenido que soportar: «Los frankistas también estaban unidos por aspectos menos positivos, a saber, la aversión a los judíos que los forzaron a convertirse y así los separaron de sus seres queridos y cercanos, así como el odio al clero católico que tuvo su parte en este paso drástico… La tarea de criar una nueva generación bajo tal condición de doble marranismo fue ciertamente difícil y requirió mucha cooperación y confidencialidad. El parentesco y las estrechas relaciones sociales han hecho del frankismo en gran medida una religión familiar, que se ha ido fortaleciendo continuamente por el matrimonio y por los lazos económicos a través de la concentración en determinadas ocupaciones«.
Por lo tanto, los sabateanos inventaron el término “judaísmo ortodoxo” para sugerir que sus interpretaciones heréticas eran solo una evolución de la verdadera fe, mientras rechazaban las tradiciones sobre las que se basaba, que eran la Torá y el Talmud, y a favor del Zohar. Como comentó el rabino, traductor y líder religioso alemán Samson Raphael Hirsch en 1854: «No fueron los judíos ortodoxos quienes introdujeron la palabra ortodoxia en la discusión judía. Fueron los judíos progresistas modernos quienes primero aplicaron este nombre a los judíos viejos de atrasados como un término despectivo. Al principio, este nombre fue resentido por los judíos viejos. Y con razón. El judaísmo ortodoxo no conoce ninguna variedad de judaísmo. Concibe al judaísmo como uno e indivisible. No conoce un judaísmo mosaico, profético y rabínico, ni un judaísmo ortodoxo y liberal. Sólo conoce el judaísmo y el no judaísmo. No conoce judíos ortodoxos y liberales. Sí conoce, en efecto, judíos concienzudos e indiferentes, judíos buenos, judíos malos o judíos bautizados; todos, sin embargo, judíos con una misión que no pueden desechar. Sólo se distinguen según cumplan o rechacen su misión«. La investigación del rabino americano-israelí Marvin Stuart Antelman ha demostrado que, reflejando el rechazo franco de la Torá, según el judaísmo reformista, que ahora es la denominación más importante de los judíos estadounidenses, casi todo lo relacionado con la ley y las costumbres rituales judías tradicionales pertenece al pasado antiguo y, por lo tanto, ya no son apropiadas para los judíos en la era moderna. Considera solo el monoteísmo como la verdadera base del judaísmo, aunque a veces incluso ofrece una interpretación teísta, una creencia que afirma la existencia de por lo menos un ser creador del universo. Como comenta el rabino Antelman, «y así, la maldición del insípido gnosticismo impregna la santa casa de Israel y existe dentro de ella como una quinta columna de destrucción«. Un frankista, Zecharias Frankel (1801-1875), rabino alemán originario de Bohemia, fue un historiador que estudió el desarrollo histórico del judaísmo, se separó del movimiento reformista, al que consideraba demasiado radical, para atacar al judaísmo desde otro frente, supuestamente llamando a la vuelta a la ley judía. Sin embargo, según Frankel, la ley judía no era estática, sino que siempre se había desarrollado en respuesta a condiciones cambiantes. Llamó a su enfoque con respecto al judaísmo «Positivo-Histórico«, lo que significa que uno debe aceptar la ley y la tradición judía como normativa, pero se debe estar abierto a cambiar y desarrollar la ley de la misma manera histórica en que el judaísmo siempre se ha desarrollado.
Zecharias Frankel también fue el mentor de otro frankista, Solomon Schechter (1847-1915), rabino estadounidense, erudito académico y educador nacido en Moldavia, el fundador del Movimiento Judío Conservador Estadounidense. Aunque Schechter enfatizó la centralidad de la ley judía diciendo: “En una palabra, el judaísmo es absolutamente incompatible con el abandono de la Torá”, sin embargo creía en lo que denominó el Israel católico. La idea básica era que la ley judía se forma y evoluciona en función del comportamiento de las personas, y se alega que Schechter violó abiertamente las prohibiciones asociadas con la observancia tradicional del sábado. Un destacado exponente de la Orden de Sion fue Moses Hess (1812 – 1875), uno de los primeros líderes importantes de la causa sionista, considerado como el fundador del sionismo laborista, que originalmente defendía la integración judía en el movimiento socialista. Hess era nieto del rabino David T. Hess, a quien sucedió en el Rabinato de Manheim, después de que fuera tomado por los seguidores sabateanos del rabino sabateano Eybeshütz. También fue Hess quien enseñó a Marx y Engels la filosofía del comunismo. La Alliance Israëlite Universelle fue fundada en 1860 por Benjamin Disraeli, el primer Primer Ministro judío de Inglaterra, así como por Moses Montefiore y Adolph Cremieux (1796 – 1880), que formaba parte del Consejo Supremo del Rito de Misraïm, así como también era Gran Maestre del Rito Escocés de la masonería. Se descubrió que los notorios Protocolos de los Sabios de Sión, que detallaban una conspiración judeo-masónica y que sirvieron como pretexto para el genocidio de Hitler, se basaban realmente en un raro libro de 1864 escrito por un protegido de Cremieux, el escritor satírico y abogado francés Maurice Joly, titulada Diálogo en el infierno entre Maquiavelo y Montesquieu. Joly era judío, masón de toda la vida y miembro del Rito de Misraïm. Su libro en realidad fue un ataque a las ambiciones políticas de Napoleón III quien, representado por Maquiavelo, conspiraba para gobernar el mundo. Sospechosamente, el libro de Joly se encontraba entre una serie de obras que aparecieron en los años cruciales entre 1859 y 1869. Esto no fue mucho después de que las sociedades secretas se volvieron intensamente activas y comenzaron a aparecer una serie de obras dirigidas contra los judíos y las sociedades secretas. El período comenzó con el Año de las Revoluciones de 1848, seguido por las actividades de Mazzini y los Carbonari, que condujeron a la creación del Reino de Italia en 1861. En su juventud, Cremieux había sido un admirador de Napoleón I Bonaparte y luego se convirtió en un amigo íntimo y asesor legal de la familia Bonaparte. Al igual que los Carbonari, dirigió sus esfuerzos contra Napoleón III y se asoció con todos los enemigos del Emperador. Cremieux también era amigo del escritor Victor Hugo, quien tenía amplias asociaciones con el ocultismo.
En 1869 Bakunin escribió su Polémica contra los judíos, en la que se refiere a los judíos como “la secta más formidable” de Europa. Otro trabajo se debe al escritor, historiador y periodista francés Jacques-Cretineau Joly en 1859, que reproducía documentos de la Alta Vendita, un texto supuestamente producido por la logia más alta de los Carbonari italianos. Supuestamente fue escrito por “Piccolo Tigre”, un nombre en clave de Giuseppe Mazzini, en el que criticaba el liderazgo judío de “las sociedades secretas”. El trabajo estaba dirigido principalmente contra los judíos de la Asociación Internacional de Trabajadores, que Karl Marx había formado mediante la consolidación de varias sociedades secretas. En 1869 apareció otra obra, titulada Los judíos, el judaísmo y la judaificación del pueblo cristiano de Gougenot Des Mousseaux, con particular énfasis en la Alliance Israëlite Universelle. Des Mousseaux también había informado en The Jew que en diciembre de 1865 había recibido una carta de un estadista alemán, que decía lo siguiente: «Desde el recrudecimiento revolucionario de 1848 tengo relaciones con un judío que, por vanidad, traicionó el secreto de las sociedades seguras a las que se había asociado, y que me avisó ocho o diez días antes de todas las revoluciones que estaban a punto de estallar. en cualquier punto de Europa. A él le debo la inquebrantable convicción de que todos estos movimientos de pueblos oprimidos, etc., son ideados por media docena de individuos, que dan sus órdenes a las sociedades secretas de toda Europa. El suelo está absolutamente minado bajo nuestros pies, y los judíos proporcionan un gran contingente de estos ‘mineros’...». La mayor parte de la financiación de la Orden de Sión provino de los banqueros de Londres y París, dominados por los Rothschild, el banquero judío-británico Moses Montefiore y el judeo-alemán Moritz von Hirsch auf Gereuth. Judah Philip Benjamin (1811 – 1884), destacado jurisconsulto estadounidense, miembro del gabinete confederado, además de líder de la B’nai B’rith y la Orden de Sión, junto con el Dr. Kuttner Baruch, abuelo del financiero estadounidense Bernard Baruch, ayudaron a Albert Pike en la fundación del Ku Klux Klan. Según el informe del Juez Defensor asignado para investigar el asesinato e informar a la Comisión Militar responsable, Judah Philip Benjamin fue quién dio la orden de asesinar al presidente norteamericano Abraham Lincoln, que lideró a los Estados Unidos durante la guerra de Secesión.
Según el historiador norteamericano Jeffrey Steinberg: «Los irregulares de Palmerston (político británico que ocupó el cargo de primer ministro del Reino Unido a mediados del siglo XIX. Además era miembro del rito escocés de la masonería), empleados en el tráfico ilegal de drogas, asesinatos y subversiones de la quinta columna contra Estados Unidos en el período anterior y durante la Guerra Civil, son los antepasados lineales de lo que ahora se denomina crimen organizado. Las Tríadas chinas, o Sociedades del Cielo; la Orden de Sión y su rama estadounidense, la B’nai B’rith; La Joven Italia, cuyo brazo policial siciliano se conoció como la Mafia; la Orden de los Jesuitas con sede en la decadente Austria de los Habsburgo; las bandas anarquistas lanzabombas de Mikhail Bakunin; y casi todos los demás habitantes del inframundo político de Gran Bretaña siguieron una cadena de mando que conducía a través del Rito Escocés de la Francmasonería directamente a Lord Palmerston y sus sucesores«. Bakunin (masón e illuminati) fue el padre del terrorismo moderno, a través de su prescripción conocida como la “Propaganda del hecho”, que preconizaba el uso de la violencia contra símbolos o representantes del orden desafiado, no por ningún objetivo estratégico, sino simplemente por hacer una declaración política y para infundir terror. Bakunin parece que también estaba estrechamente relacionado con los Philadelphes, y se decía que consideraba a la masonería «como una tapadera y una herramienta para sus propósitos revolucionarios«. Según el activista, archivero e historiador marxista ruso Boris Nicolaievski, en su libro Letter of an Old Bolshevik, nos dice: «La literatura de la época, los registros policiales, la correspondencia personal y los archivos privados obligan a uno a concluir que todas las sociedades secretas de la época estaban llenas de personas que eran más o menos simpatizantes del terrorismo… Es importante recalcar que los habitantes de Filadelfia, también, y aparentemente todas las sociedades conectadas con ellos organizacionalmente, deben ser consideradas como simpatizantes de los actos individuales de terror político. Las actitudes de estos grupos hacia las actividades terroristas organizadas por Mazzini y sus seguidores nos lleva a esta conclusión«. La filosofía del nihilismo de Bakunin rechazaba toda autoridad religiosa y política, las tradiciones sociales y la moralidad tradicional por oponerse a la «libertad«. Bakunin argumentó que “la idea de Dios implica la abdicación de la razón y la justicia humanas; es la negación más decisiva de la libertad humana, y necesariamente termina en la esclavitud de la humanidad, en la teoría y la práctica”. En consecuencia, Bakunin invirtió el famoso aforismo de Voltaire de que si Dios no existiera, sería necesario inventarlo, escribiendo en cambio que “si Dios existiera realmente, sería necesario abolirlo”.
En su libro Dios y el Estado, Bakunin compartió toda la amplitud de su credo gnóstico luciferino y satánico: «Jehová, que de todos los buenos dioses adorados por los hombres era ciertamente el más celoso, el más vanidoso, el más feroz, el más injusto, el más sanguinario, el más déspota y el más hostil a la dignidad humana y a la libertad, Jehová acababa de crear a Adán y Eva para satisfacer no sabemos qué capricho; sin duda para pasar el tiempo, que debe pesarle mucho en las manos en su eterna soledad egoísta, o para que tenga nuevos esclavos. Puso generosamente a su disposición toda la tierra, con todos sus frutos y animales, y puso un solo límite a este goce completo. Les prohibió expresamente tocar el fruto del árbol del conocimiento. Deseó, por tanto, que el hombre, privado de toda comprensión de sí mismo, siguiera siendo una bestia eterna, siempre a cuatro patas ante el Dios eterno, su creador y su amo. Pero aquí entra Satanás, el eterno rebelde, el primer librepensador y el emancipador de los mundos. Hace que el hombre se avergüence de su bestial ignorancia y obediencia; lo emancipa, le estampa en la frente el sello de la libertad y de la humanidad, instándolo a desobedecer y a comer del fruto del conocimiento«. Para Bakunin, la violencia era tanto una fuerza creativa como purgante. Creía que la violencia era necesaria para purgar el mundo del viejo orden para crear el nuevo. Cada Estado se convirtió así en el enemigo, y el enemigo fue atacado ferozmente mediante el terrorismo y el asesinato. Bakunin creía que “la naturaleza humana está constituida de tal manera que la propensión al mal siempre se ve intensificada por las circunstancias externas, y la moralidad del individuo depende mucho más de las condiciones de su existencia y del entorno en el que vive que de su propia voluntad”. En sus propias palabras, Bakunin buscó, “el desencadenamiento de lo que hoy se llama las malas pasiones y la destrucción de lo que se llama orden público”, e hizo la declaración: “Pongamos nuestra confianza en el espíritu eterno que destruye y aniquila [a Lucifer] solo porque es la fuente inescrutable y eternamente creativa de toda vida: ¡la pasión por la destrucción es también una pasión creativa!”. A pesar de toda la propaganda de la Ilustración que logró desacreditar en gran medida el cristianismo y la religión en general, se considera que ningún ataque fue tan devastador como el del darwinismo y su teoría de la evolución. Sin embargo, a pesar de lo que se cree, el darwinismo sigue siendo una teoría no probada en su totalidad. Más bien el darwinismo es considerada fundamentalmente como una idea religiosa y un intento de demostrar científicamente que el universo se ajusta a la Cábala de Isaac Luria, donde el hombre está evolucionando para convertirse en Dios. Según Abraham Isaac Kook (1865-1935), filósofo, poeta y gran rabino asquenazí de Israel. el exponente más importante del sionismo religioso, la evolución “está conquistando cada vez más el mundo en este momento y, más que todas las demás teorías filosóficas, se ajusta a los secretos cabalísticos del mundo”.
Al ser una idea oculta, la teoría de la evolución se basa en el rechazo de Dios y, por lo tanto, fue esencial para crear la impresión de que se había refutado la creencia en un creador. Más devastadoras aún, sin embargo, fueron las conclusiones cínicas que se derivaron de una teoría de que, en un universo desprovisto de un propósito divino, la acción humana se rige por la «supervivencia del más apto«, en otras palabras, el darwinismo social. A pesar de que el darwinismo social lleva el nombre de Darwin, hoy también está vinculado con otros, en particular con el naturalista, filósofo, sociólogo, psicólogo y antropólogo inglés. Herbert Spencer, con el clérigo anglicano y erudito británico con gran influencia en la economía política y la demografía, Thomas Malthus, y con el antropólogo, geógrafo, explorador, inventor, meteorólogo, estadístico, psicólogo y eugenista británico, Francis Galton. El padre de Thomas Malthus era amigo íntimo del filósofo y masón francés Jean-Jacques Rousseau. Malthus (1766 – 1834), un miembro destacado de la masonería británica y uno de los impulsores históricos del liberalismo económico, tal como se establece en su obra de 1798, Un ensayo sobre el principio de la población, escrito en respuesta a William Godwin, político y escritor británico, considerado uno de los más importantes precursores del pensamiento anarquista, en que describe cómo el crecimiento demográfico sin control es exponencial y, por lo tanto, eventualmente superaría el suministro de alimentos cuyo crecimiento es aritmético. Pero cuando Malthus escribió su ensayo, la población mundial era de unos 1000 millones de habitantes, mientras que la actualidad es de 7700 millones de habitantes. Como se describe en Un ensayo sobre el principio de la población, Malthus creía que había dos tipos de «controles» que podrían reducir la población, devolviéndola a un nivel más sostenible. Creía que había controles «preventivos» como las restricciones morales, la abstinencia, el matrimonio pospuesto y la restricción del matrimonio para personas que sufrían pobreza o defectos. También creía en los medios que conducen a la muerte “prematura”: enfermedad, hambre, guerra, lo que resulta en lo que se llama una catástrofe maltusiana, que devolvería a la población a un nivel más bajo y más “sostenible”. Entre las políticas genocidas promovidas por Malthus podemos leer: «En lugar de recomendar la limpieza a los pobres, debemos fomentar hábitos contrarios. En nuestros pueblos debemos hacer las calles más estrechas, hacinar más personas en las casas y esperar el regreso de la peste. En el campo, debemos construir nuestras aldeas cerca de estanques estancados y, en particular, alentar el asentamiento en todas las situaciones pantanosas e insalubres. Pero, sobre todo, debemos reprobar remedios específicos para enfermedades devastadoras; y aquellos hombres benévolos, pero muy equivocados, que han creído estar haciendo un servicio a la humanidad al proyectar esquemas para la extirpación total de desórdenes particulares«.
De hecho fueron las ideas de Malthus las que inspiraron a Darwin en el desarrollo de su teoría de la «supervivencia del más apto«. Darwin explicó en su Autobiografía: «En octubre de 1838, es decir, quince meses después de haber comenzado mi investigación sistemática, leí para divertirme a Malthus sobre la población, y estando bien preparado para apreciar la lucha por la existencia que se desarrolla en todas partes a partir de la observación prolongada de los hábitos de la población. animales y plantas, inmediatamente me di cuenta de que bajo estas circunstancias las variaciones favorables tenderían a ser preservadas y las desfavorables a ser destruidas. El resultado de esto sería la formación de nuevas especies. Aquí, entonces, tenía por fin una teoría con la que trabajar…». La eugenesia, tremendamente racista, trata de la eliminación de individuos que la ciencia convencional considera ser portadores de genes defectuosos o que no cumplen con los estándares genéticos y biológicos fijados. Tenemos que tener en cuenta que la eugenesia es la ciencia aplicada del darwinismo. Pero específicamente, la eugenesia comienza con el primo de Darwin, el eugenista británico Francis Galton (1822 – 1911). Charles Darwin y Francis Galton eran miembros de la Royal Society y fueron miembros fundadores de la famosa Sociedad Lunar de Birmingham, un club de caballeros de Inglaterra del siglo XVIII, cuyo interés principal giraba en torno a la ciencia y que derivó hacia una temprana sociedad científica. Todos sus miembros, a su vez, pertenecían a logias masónicas. El nombre surgió a partir de que la sociedad se reunía en los días de luna llena. Al evaluar el trabajo de Darwin y reflexionar sobre la experiencia de los criadores de animales y los horticultores, Galton se preguntó si la composición genética humana podría mejorarse: “Entonces me forzaron a preguntarme: ¿no podría mejorarse de manera similar la raza de los hombres? ¿No podría deshacerse de los indeseables y multiplicar los deseables?”. Una declaración claramente eugenésica.
Pero la “supervivencia del más apto” es un término acuñado por el sociólogo Herbert Spencer (1820-1903). Las ideas de Spencer se derivaron de su lectura de Thomas Malthus, y sus teorías posteriores fueron influenciadas por las de Charles Darwin. Sin embargo, la obra principal de Spencer, Progreso: su ley y causa (1857), se publicó dos años antes de la publicación de El origen de las especies de Darwin, y publicó Primeros principios en 1860. Poco después de la publicación de El origen de las especies, los críticos denunciaron La descripción de Darwin de una lucha por la existencia como justificación maltusiana de los estragos de la revolución industrial. El término darwinismo se usó para las ideas evolutivas de otros, incluida la «supervivencia del más apto» de Spencer como progreso del libre mercado, y las ideas racistas del desarrollo humano del naturalista darwinista y filósofo alemán Ernst Haeckel. Spencer apoyó el capitalismo de laissez-faire sobre la base de su creencia de que la lucha por la supervivencia estimulaba la superación personal. En Evolucionismo y organicismo sociológico (1860), Spencer compara la sociedad con un organismo vivo y argumenta que, así como los organismos biológicos evolucionan a través de la selección natural, la sociedad evoluciona y aumenta en complejidad a través de procesos análogos. La publicación de El origen de las especies de Darwin ayudó a crear la falsa impresión de un conflicto entre la ciencia y la religión, ya que provocó una tormenta de controversias entre el establecimiento científico y la Iglesia de Inglaterra, quienes reconocieron el evolucionismo como un ataque a lo que era percibido como el orden social aristocrático divinamente ordenado. Por el contrario, las ideas de Darwin sobre la evolución fueron bien recibidas por los teólogos liberales y por una nueva generación de científicos profesionales, que más tarde llegarían a formar el X Club, que vieron su trabajo como un gran paso en la lucha por la libertad de la interferencia clerical en la ciencia. El X Club fue un círculo social de nueve hombres que apoyaban las teorías de la selección natural y el liberalismo académico, en la Inglaterra de la época victoriana. Thomas Henry Huxley fue su iniciador y convocó el primer encuentro el 3 de noviembre de 1864. El club se encontraba en Londres una vez por mes, excepto en julio, agosto y septiembre, desde noviembre de 1864 hasta marzo de 1893 y se cree que sus miembros tenían mucha influencia en el pensamiento científico. Los miembros del club eran el cirujano naval, zoólogo y paleontólogo británico George Busk, el químico inglés Edward Frankland, el matemático inglés Thomas Archer Hirst, el botánico y explorador británico Joseph Dalton Hooker, el biólogo y filósofo británico Thomas Henry Huxley, el matemático británico John Lubbock, el naturalista, filósofo, sociólogo, psicólogo y antropólogo inglés Herbert Spencer, el matemático y físico inglés William Spottiswoode y el físico irlandés John Tyndall. Los nueve hombres ya se conocían bien entre ellos, y en los años de 1860, las amistades convirtieron el grupo en una red social, juntándose a menudo, e incluso se iban de vacaciones juntos.
Después de la publicación, en 1859, de El origen de las especies de Charles Darwin, los miembros del X Club comenzaron a trabajar conjuntamente para apoyar la nueva teoría. Este apoyo fue dirigido por Thomas Henry Huxley (1825-1895), conocido como el “Bulldog de Darwin”, abuelo de Julian Huxley, un evolucionista, eugenista y fundador de la UNESCO, y su hermano Aldous Huxley, autor de la novela distópica Un mundo feliz, quien estuvo involucrado en el Programa MK-Ultra de la CIA. Thomas Henry Huxley usó el término «agnóstico» para describir su actitud hacia el teísmo, doctrina que afirma la existencia de un Dios creador del universo. Thomas Henry Huxley aplicó las ideas de Darwin a los humanos, utilizando la paleontología y la anatomía comparada como supuesta evidencia de que los humanos y los simios compartían un ancestro común. La réplica legendaria de Thomas Henry Huxley, de que preferiría descender de un mono antes que de un hombre de gran talento que utiliza sus dones para poner trabas a una discusión científica, llegó a simbolizar el supuesto triunfo de la ciencia sobre la religión. Durante unos treinta años, Thomas Henry Huxley no solo fue el defensor más influyente de la evolución, sino que ha sido descrito como «el principal defensor de la ciencia en el siglo XIX [para] todo el mundo de habla inglesa«. El día en que se otorgó a Charles Darwin el mayor honor científico de Gran Bretaña, la Medalla Copley de la Royal Society, el 3 de noviembre de 1864, Thomas Henry Huxley celebró la primera reunión en lo que se convirtió en el influyente X Club, al que también pertenecía Herbert Spencer. El X Club fue dedicado al naturalismo, la idea de que solo las leyes y fuerzas naturales, a diferencia de las sobrenaturales o espirituales, operan en el mundo. Después de 1886, las cenas del X Club se llevaron a cabo en el Athenaeum Club, un club privado de miembros en Londres, fundado en 1824. El Athenaeum Club ha tenido muchos miembros famoso, incluidos el primer ministro del Reino Unido por el Partido Liberal entre 1908 y 1916 Herbert Henry Asquith, el primer ministro del Reino Unido de 1940 a 1945, durante la Segunda Guerra Mundial Winston Churchill, el novelista polaco autor de El agente secreto, Joseph Conrad, el político conservador británico, que sirvió como virrey de la India, Marqués Curzon de Kedleston, Charles Darwin, el escritor inglés Charles Dickens, el escritor y médico británico y creador del célebre detective Sherlock Holmes, Sir Arthur Conan Doyle, el poeta, dramaturgo y crítico literario británico-estadounidense Thomas Stearns Eliot, el científico británico que estudió el electromagnetismo y la electroquímica Michael Faraday, el actor británico Alec Guinness, el escritor y poeta británico Rudyard Kipling, el espía británico para la URSS Kim Philby, el primer ministro del Reino Unido a mediados del siglo XIX Lord Palmerston, el político británico de Sudáfrica Cecil Rhodes, Isaac D’Israeli, padre del que fue primer ministro británico Benjamin Disraeli, Herbert Spencer, el historiador británico Arnold J. Toynbee y el poeta y dramaturgo irlandés William Butler Yeats,
El X Club, que aparentemente fue fundado para proteger “la ciencia, pura y libre, sin las trabas de los dogmas religiosos”, salió en defensa de los teólogos liberales que comenzaron a criticar la religión cristiana. Los hombres del X Club sintieron que la disensión y los «celos de las sectas teológicas» dentro de las sociedades científicas eran perjudiciales e intentaron limitar las contribuciones del cristianismo a la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia, una sociedad de la que todos ellos eran miembros. Entre el momento de su creación en 1864 y su terminación en 1893, el X Club y sus miembros ganaron mucha prominencia dentro de la comunidad científica, ejerciendo una gran influencia sobre el pensamiento científico, en gran parte al otorgarse mutuamente premios de la Royal Society. Según la historiadora irlandesa Ruth Barton, “…fueron representantes de la ciencia profesional experta hasta finales de siglo, convirtiéndose en asesores destacados del gobierno y publicistas destacados en beneficio de la ciencia; llegaron a ser influyentes en la política científica, formando juntas directivas entrelazadas en los consejos de muchas sociedades científicas”. Según Thomas Henry Huxley, sin embargo, el hecho de que todos los miembros del club obtuvieran distinción dentro de la ciencia fue pura coincidencia. Sin embargo, el historiador norteamericano Frank M. Turner ha indicado que el llamado “conflicto entre ciencia y religión” debe entenderse como un conflicto de poder entre una clase profesional emergente de científicos, representada por el X Club, contra el establecimiento religioso. Como explica Ruth Barton: “No pretendían simplemente establecer la ciencia como una profesión entre otras; más bien estaban desafiando la profesión que tenía el rol único de liderazgo cultural, educando la mente del público, guiando la moral pública y legitimando el orden social”. James Moore y Adrian Desmond, en su libro Darwin, agregan un ángulo político radical adicional al análisis de Frank M. Turner. Argumentaron, “que los profesionales científicos estaban alineados con los intereses económicos y políticos de los fabricantes disidentes y que al extender su experiencia a la naturaleza humana y la sociedad humana, los nuevos hombres de ciencia produjeron una teodicea naturalista que legitimó el orden social industrial emergente”. Si bien fue la teoría de la evolución de Darwin la que asestó el golpe devastador a la creencia en un origen divino detrás de la creación del universo, la consecuencia intelectual completa de la proposición solo fue articulada completamente por el filósofo alemán Friedrich Nietzsche, cuya filosofía, según su biógrafo RJ Hollingdale, surgió directamente de su interpretación de Darwin.
Al final, las diversas miradas producidas desde una doctrina luciferina, incluyendo el nihilismo, el anarquismo y el darwinismo social, cuando se interpretan en una dimensión política, se traducen en fascismo, al combinarse con el existencialismo de “Dios ha muerto” de Nietzsche, cuyo amigo común con Bakunin era su ídolo, el famoso compositor musical Richard Wagner. A pesar de los continuos intentos de absolverlo de la culpa, Nietzsche fue el padrino del fascismo moderno. A través de un rechazo intransigente de la existencia de Dios, Nietzsche inició una tradición de nihilismo que definiría la mayor parte de la filosofía del siglo XX, en particular el existencialismo, el posmodernismo y el posestructuralismo. El novelista Thomas Mann, el dramaturgo George Bernard Shaw, el periodista HL Mencken y los filósofos Martin Heidegger, Karl Jaspers, Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Jacques Derrida, Michel Foucault, Leo Strauss y Francis Fukuyama, por nombrar solo algunos, reconocieron a Nietzsche. como una gran inspiración para su trabajo. Como describió aduladoramente el filósofo neoconservador Fukuyama: «Lo reconozcamos o no, seguimos viviendo dentro de la sombra intelectual proyectada por Nietzsche. El posmodernismo, el deconstruccionismo, el relativismo cultural, el espíritu libre que desprecia la moralidad burguesa, incluso los festivales de la Nueva Era como Burning Man, en última instancia, se remontan a él. Hay una línea que va desde Más allá del bien y del mal hasta la afirmación del juez Anthony Kennedy (en Planned Parenthood v. Casey) de que la libertad es el derecho a definir el propio concepto de existencia, de significado, del universo y del misterio de vida humana«. Mientras que sus críticos argumentaban que las ideas perturbadas de Nietzsche eran un reflejo de su enfermedad mental, como explica Steven E. Aschheim en The Nietzsche Legacy in Germany, 1890-1990, los partidarios de Nietzsche, “pretendían, en cambio, dotar a la locura de Nietzsche de una cualidad positivamente espiritual. El profeta había enloquecido por la claridad de su visión y la incomprensión de una sociedad que aún no era capaz de comprenderla…”. Según la bailarina y coreógrafa estadounidense Isadora Duncan en 1917, “¿Cómo sabemos que lo que nos parece locura no fue una visión de la verdad trascendental?”. El intelectual francés Georges Bataille (1897 – 1962) recordó a sus lectores un proverbio de William Blake: “si otros no se hubieran vuelto locos, nosotros lo estaríamos”, añadiendo: «La locura no puede ser expulsada de la generalidad humana, porque su realización requiere del loco. El hecho de que Nietzsche se volviera loco —en nuestro lugar— hizo posible esa generalidad; y los que antes habían perdido la razón no lo habían hecho con tanta brillantez«.
Según Nietzsche, hay dos formas de nihilismo: nihilismo bueno y nihilismo malo. El nihilismo representa la negación de toda creencia o todo principio moral, religioso, político o social. Para Nietzsche, la conclusión lógica de la ausencia de significado, si no hay Dios, es un pensamiento demasiado aterrador para la mayoría. Por tanto, el cristianismo había sido un antídoto útil contra una forma primitiva de nihilismo. Al comienzo mismo de la civilización humana, dice Nietzsche, la minoría físicamente más fuerte y más inteligente se convirtió en gobernante de la mayoría. La moralidad fue desarrollada por estos gobernantes primordiales como un medio de control social. Lo bueno era lo que deseaban de la gente, mientras que lo malo era lo que deseaban suprimir. Según Nietzsche, por tanto, el cristianismo es un complot judío ideado a partir de la falsa moralidad de los sacerdotes tiránicos. Sin embargo, el elemento de veracidad inherente al cristianismo fue también su perdición, porque en su búsqueda de la verdad eventualmente descubrió que era una falsedad. Así, según Nietzsche, hemos superado el cristianismo “no porque vivíamos demasiado lejos de él, sino porque vivíamos demasiado cerca”. Así, Nietzsche afirma que la disolución del cristianismo conduce de nuevo al nihilismo, pero que no se detiene tras la destrucción de todos los valores y sucumbe a la consiguiente ausencia de sentido. Por eso Nietzsche afirma que el nihilismo como “falta absoluta de valor” o “nada tiene sentido” es “el peligro de los peligros”. Tal forma negativa de nihilismo conduciría a una existencia de apatía, donde las acciones positivas serían reemplazadas por un estado de reacción y destrucción. Esta es la profecía del libro de Nietzsche der letzte Mensch (el último hombre), el hombre más despreciable, desprovisto de valores, incapaz de autorrealizarse mediante la creación de su propio bien y mal, desprovisto de cualquier “Voluntad de Poder”. Según Nietzsche, solo cuando se supera el nihilismo básico, una cultura puede tener una base verdadera sobre la cual prosperar. La alternativa deseable es, en cambio, un nihilismo “activo”, que destruye para dar paso a algo nuevo. Nietzsche, por tanto, pregona una moral fuerte o sana, es decir, que quien la crea es consciente de que él mismo la construye, a la que distingue de la moral débil, donde la interpretación se proyecta sobre algo externo. Cada hombre crea sus propios valores, crea su propio concepto del bien y del mal, basado en su propia fuerza física e intelectual.
El Nuevo Hombre revolucionario del futuro de Nietzsche, el Übermensch o “Superhombre”, debe despojarse de todos los valores de la moralidad débil convencional, incluyendo la igualdad, la justicia y la humildad. Debemos tener una “revalorización de todos los valores”. El hombre del futuro debe ser una bestia de presa, un “artista de la violencia” que crea nuevos mitos, nuevos estados basados en la esencia de la naturaleza humana, que Nietzsche identifica como “Voluntad de Poder”, una “voluntad de guerra y dominación”. Lo que Nietzsche prescribe entonces es un retorno al pasado precristiano, anterior al monoteísmo judío, incluso anterior a Sócrates y Platón quienes demostraron que debe existir un Bien autosubsistente que está conectado a la evolución del universo. El hombre moderno debe “regresar eternamente” a los primeros estratos de la vida intelectual humana, cuando el hombre apenas comenzaba a construir sus propios dioses-mitos. En su obra La voluntad de poder, Nietzsche enfatizó el papel de una fuerza interna para el desarrollo sobrehumano. Escribió que “el rebaño” lucha por la seguridad creando moralidad y reglas, mientras que los superhombres tienen una fuerza vital interna que los impulsa a ir más allá del rebaño. Esa fuerza los necesita y los impulsa a mentirle a la manada para permanecer independientes y libres de la «mentalidad de manada«. Según Nietzsche, los ideales democráticos heredados se derivan del falso igualitarismo y la moral de esclavos del cristianismo. Toda la historia política se caracteriza como una lucha de dos voluntades por el poder. La voluntad de poder aristocrática y elitista es la voluntad de vida, a la que se contrapone la voluntad de muerte, de nada, de los débiles. La alta cultura es aristocrática, mientras que el dominio de la “multitud” conduce a la decadencia. El resentimiento es un impulso de culpar a los demás de la propia condición, y que ha motivado la débiles para arrebatarle el poder a los fuertes. Para Nietzsche, la nueva filosofía de los débiles, o del resentimiento, se llama democracia, la cual se desarrolló en los estados-nación, transformando a todo ser humano, en “un pigmeo de iguales derechos”. En realidad, no hay nada nuevo sobre el fascismo. Aunque se le ha dado una apariencia de sofisticación al disfrazarlo con jerga filosófica, el fascismo es solo barbarie y la ausencia y negación de las cualidades humanas. Se encuentra en cualquier cultura que celebra la destreza marcial como la virtud por encima de todas las demás, como la antigua Esparta, los vikingos o los mongoles. La guerra está en la naturaleza del hombre. En verdad, sin embargo, la propensión natural de un hombre es defender y proteger. El hombre alcanza una comprensión ilustrada de su naturaleza sólo cuando reconoce que el verdadero coraje es arriesgar su vida por los oprimidos, los débiles y los desfavorecidos. Debido al pesimismo del nihilismo y su negación de la responsabilidad por la justicia social, en el fascismo el instinto guerrero conduce a la veneración de la guerra por la guerra.
En el fascismo, el único valor verdadero es la búsqueda de la propia ganancia sobre la de los demás, lo que Nietzsche llamó “Triunfo de la Voluntad”. Toda preocupación por los demás se considera debilidad. Para que vayamos aprendiendo lo que nos puede traer un nuevo fascismo, como pasó con la Alemania nazi o los fascismos de Franco y Mussolini. Más bien, a través de la influencia del darwinismo social, los débiles son vistos como prescindibles, como una amenaza para la evolución del todo. Por lo tanto, la búsqueda del dominio sobre los demás a través de la guerra y la violencia se percibe como un ejemplo de coraje. La crueldad se convierte en virtud. Por lo tanto, el fascismo es la forma más grosera de machismo, que equipara la agresión militar beligerante con la máxima cualidad masculina, mientras que la caridad y la compasión son ridiculizadas como femeninas. Para el fascismo, el objetivo de la sociedad es la creación del verdadero nihilista, el Superhombre nietzscheano, que se resigna a la imposibilidad de los ideales de otro mundo. Y, dada la desigualdad natural que se produce, la democracia y todos los principios colectivistas se consideran absurdos. Sólo aquellos que han demostrado su superioridad tienen derecho a gobernar. Finalmente, la máxima gloria es un estado de soldados bien disciplinados que muestran una obediencia total absoluta a un gran proyecto imperial de “guerra total”, guiados por las élites como sus guardianes, quienes son casi adorados como dioses. Nietzsche finalmente sufrió un colapso mental total en 1889. Según cuenta la historia, dos policías se lo llevaron a causa de un altercado después de presenciar la flagelación de un caballo en el otro extremo de la Piazza Carlo Alberto en Turín. En una última pero desesperada y fuera de lugar expresión de compasión, contradiciendo todo su pesimismo anterior, Nietzsche corrió hacia el caballo, le echó los brazos al cuello para protegerlo y luego se desplomó en el suelo. Al cabo de unos días la familia de Nietzsche lo trajo de regreso a Basilea, donde fue hospitalizado y diagnosticado con sífilis. El erudito de Nietzsche, el filósofo alemán Joachim Köhler, ha intentado explicar la historia de la vida y la filosofía de Nietzsche afirmando que Nietzsche era homosexual, y argumenta que su aflicción por sífilis, que «generalmente se considera que es el producto de su encuentro con una prostituta en un burdel en Colonia o Leipzig, es igualmente probable, ahora se sostiene, que haya sido contratado en un burdel masculino en Génova”.
Con el advenimiento del darwinismo, que se percibió como que finalmente había desacreditado a la religión, cualquier creencia en lo “divino” se consideró a partir de entonces no científica y, por lo tanto, “irracional”. Este estricto empirismo, que limitaba el conocimiento humano a lo conocido y a lo demostrable por las definiciones vigentes del método científico, era evidentemente excesivo y dogmático. Es así como la dialéctica hegeliana sirvió para oponer la ciencia secular al fundamentalismo religioso, para abrir el camino a la aceptación de una “espiritualidad” alternativa, es decir, lo que vino a llamarse la “Nueva Era”, fundada sobre las enseñanzas ocultas de la Cábala. La Nueva Era tiene sus antecedentes en las antiguas tradiciones de las religiones de Asia oriental, el gnosticismo y el hermetismo, transmitidas en gran parte a través del renacimiento oculto de finales del siglo XIX. Como lo describe Nevill Drury, editor y autor australiano de más de 40 libros sobre temas que van desde el chamanismo a las tradiciones mágicas occidentales, en su libro The New Age: Searching for the Spiritual Self, hay cuatro precursores clave de la Nueva Era, que establecieron el camino para muchos de sus preceptos ampliamente difundidos. Ellos eran el filósofo y místico sueco Emanuel Swedenborg; el médico y filósofo alemán Franz Mesmer (1734 – 1815), que descubrió lo que él llamó magnetismo animal y que otros después llamaron mesmerismo; Helena P. Blavatsky (1831 – 1891), una de las fundadoras de la Sociedad Teosófica, que a su vez combinó una serie de elementos de religiones orientales, como el hinduismo y el budismo, con elementos occidentales; y el maestro místico, escritor y compositor de origen ruso George I. Gurdjieff (1866 – 1949). Emanuel Swedenborg y su pretendida comunicación con «ángeles» y «espíritus» establecieron los cimientos de las prácticas espiritualistas del Renacimiento Oculto. Otra influencia clave fue Franz Anton Mesmer (1734 – 1815), un masón y médico alemán, que se hizo muy popular por inducir artificialmente estados de trance, donde los sujetos tendían a informar sobre viajes en el tiempo y contactos con espíritus. Interesado en la astronomía, Mesmer teorizó que había una transferencia energética natural que ocurría entre todas las cosas, a la que llamó «magnetismo animal«, un fluido magnético en el cuerpo que se suponía conectaba a la humanidad, la Tierra y las estrellas. El Renacimiento Oculto representó una reacción a las tendencias secularizadoras que lo precedieron, y fue un intento de reafirmar los aspectos “espirituales” del universo. Sin embargo, los intereses del Renacimiento Oculto confundieron el espiritismo con el esoterismo. En efecto, el Renacimiento Oculto introdujo el concepto erróneo moderno de una distinción entre espíritu y materia. Dado que Dios es una entidad no física consciente, las entidades desencarnadas también se consideraban de «espíritu». Y, dado que el atributo que define a Dios es la capacidad de realizar milagros, todos los fenómenos que no son explicables a través de las leyes conocidas de la física también se interpretan erróneamente como «sobrenaturales«.
Los seguidores del Renacimiento Oculto pudieron presentarse como una respuesta ilustrada al estricto secularismo de la academia, y como valientemente explorando los límites de la realidad conocida. Aunque está explícitamente prohibido en la Biblia, la comunión con los espíritus fue rebautizada como exploración de lo “sobrenatural”, innecesariamente condenada por la Iglesia cristiana por algún tipo de intolerancia. Las sesiones de espiritismo luego se convirtieron en la moda en Europa, donde los médiums estaban demandados para entretener a los invitados con fenómenos físicos y mentales en fiestas privadas. La moda fue traída a Inglaterra por la médium Sra. Hayden, a cuyas sesiones asistía Edward Bulwer-Lytton, una personalidad preeminente del Renacimiento Oculto. Bulwer-Lytton, autor de The Coming Race, fue amigo cercano de Charles Dickens, William Godwin y Eliphas Lévi, a quienes se atribuye la fundación del Renacimiento Oculto. Eliphas Lévi (1810 – 1875), cuyo verdadero nombre era Alphonse Louis Constant, estuvo profundamente influenciado por el sabateano y destacado matemático y filósofo mesianista polaco Jozef Maria Hoene-Wronski. Eliphas Lévi también estuvo fuertemente influenciado por el destacado martinista y astrólogo francés, Antoine Fabre d’Olivet (1767- 1825), que había sido contratado por Napoleón Bonaparte como uno de sus asesores. La publicación de Eliphas Lévi de Doctrine and Ritual of High Magic influyó en todos los ocultistas que le siguieron, así como en novelistas como Victor Hugo, autor de Los miserables (1862). Fue Lévi quien creó la representación popular del “Baphomet”, el supuesto ídolo adorado por los templarios. Lo describió como “La Cabra Sabática”, heredado de las versiones del diablo que se decía que era adorado por las brujas medievales. Representó al ídolo como una figura andrógina alada con partes de macho y hembra, pero con cabeza de cabra y una antorcha en la cabeza entre los cuernos. Como Levi confesó: «Declarémonos para la edificación del vulgo y para mayor gloria de la Iglesia que persiguió a los templarios, quemó a los magos y excomulgó a los masones, etc., digamos con denuedo y en voz alta, que todos los iniciados en las ciencias ocultas han adorado, hacen y adorarán siempre lo que significa este temible símbolo. Sí, en nuestra profunda convicción, los Grandes Maestres de la Orden de los Templarios adoraron a Baphomet y lo hicieron adorar por sus iniciados«.
Según Joscelyn Godwin, compositor, musicólogo y traductor, conocido por su trabajo sobre música antigua, paganismo y música en el ocultismo, dice lo siguiente: «… en lo que respecta al esoterismo en la Gran Bretaña victoriana, no hay obra literaria más importante que Zanoni, y ninguna figura más importante que Bulwer-Lytton«. Cuando era joven, Richard Wagner estuvo influenciado por las novelas ocultas de Bulwer-Lytton en las que se basó su primera ópera exitosa Rienzi. Bulwer-Lytton escribió una novela de temática rosacruz y martinista titulada Zanoni y otra titulada The Coming Race, que contribuyó al nacimiento del género de ciencia ficción y fue muy influyente en los círculos ocultos y en las teorías raciales de los nazis. Especialmente influyente fue The Coming Race de Bulwer-Lytton, un relato de ciencia ficción de una raza maestra superior ubicada en el interior de la Tierra. La novela se centra en un joven que accidentalmente encuentra su camino hacia un mundo subterráneo ocupado por seres que se hacen llamar Vril-ya, descendientes de una civilización anterior al Diluvio. Hacen uso de una fuerza llamada «Vril» que son capaces de dominar mediante el entrenamiento de su voluntad, a un grado que depende de su constitución hereditaria. El narrador afirma que, con el tiempo, los Vril-ya se quedarán sin espacios habitables bajo tierra y comenzarán a reclamar la superficie de la Tierra, destruyendo a la humanidad en el proceso si es necesario. También según Godwin, el Renacimiento Oculto comienza con la formación de un grupo muy pequeño dentro de la Societas Rosicruciana in Anglia (SRIA), una orden cristiana esotérica rosacruz creada por Robert Wentworth Little en 1865, que era reconocible por su uso de la esvástica, que identificaron con la cruz roja de los Rosacruces. Bulwer-Lytton fue Gran Maestre de la SRIA, aunque públicamente rechazó cualquier asociación con la orden. En cambio, afirmó que, a diferencia de los diversos pretendientes de su tiempo, poseía el «signo cifrado del ‘Iniciado’«, y declaró que la «Hermandad Rosacruz» todavía existía, solo que no bajo ningún nombre reconocible por los no iniciados. A lo que se refería era a la supervivencia de los Hermanos Asiáticos, muchos de los cuales se habían convertido en iniciados de una logia masónica judía en Alemania llamada L’Aurore Naissante («el Amanecer Naciente«), fundada en Frankfurt-on- Main en 1807. Los Hermanos Asiáticos, o Fratres Lucis, se derivaron de la Orden Alemana de la Cruz Dorada y Rosada, de la cual gran parte de la estructura jerárquica se usó en la Societas Rosicruciana en Anglia (SRIA).
La mística rusa Helena P. Blavatsky es considerada la “madrina” del movimiento New Age del siglo XX. Blavatsky nació en Ucrania en el seno de la nobleza rusa. Dotada de habilidades extrasensoriales, viajó por el mundo en busca de enseñanzas ocultas y pasó muchos años en el subcontinente indio. Después de escribir obras monumentales como Isis sin velo y La Doctrina Secreta, consideradas como “biblias” de la masonería, creó la Sociedad Teosófica en 1875, para difundir sus enseñanzas por todo el mundo. La Sociedad Teosófica ganó rápidamente una gran popularidad e incluso el Gran Maestre masón Albert Pike fue miembro durante un cierto tiempo. El poeta y dramaturgo irlandés William Butler Yeats, el pintor ruso Vasily Vasílievich Kandinsky, el pintor vanguardista neerlandés Piet Mondrian, el escritor y médico británico, creador del célebre detective de ficción Sherlock Holmes, Sir Arthur Conan Doyle, así como el inventor, científico y empresario estadounidense Thomas Edison, fueron todos miembros de la Sociedad Teosófica. La filosofía de Blavatsky se basaba en la supuesta existencia de una “Gran Hermandad Blanca”, una organización secreta de místicos ilustrados, que guiaba el desarrollo espiritual de la raza humana. La idea fue iniciada a fines del siglo XVIII por el filósofo, alquimista y cabalista bávaro Karl von Eckartshausen (1752 – 1803), miembro de los Illuminati de Weishaupt, en su libro La nube sobre el santuario. Eckartshausen perteneció a una hermandad cristiana oculta, relacionada con la Fraternidad Rosa-Cruz a la que dirigió las cartas que componen este libro. En ellas se tratan los temas más importantes del esoterismo cristiano y se revelan misterios esotéricos destinados sólo a los iniciados. Según Eckartshausen la verdad absoluta no existe para el hombre de los sentidos, sino que pertenece al hombre interior y espiritual, dotado de un sentido capaz de percibirla. A lo largo de estas cartas el autor explicará cómo se llega al conocimiento de este hombre interior. Eckartshausen también mantuvo una extensa correspondencia con el filósofo francés Louis-Claude de Saint-Martin, miembro de la Orden de los Elús Cohen. Eckartshausen también fue uno de los autores recomendados para los iniciados Illuminati. Eckartshausen se refirió a un grupo de místicos, que permanecieron activos después de su muerte física en la tierra, como el Consejo de la Luz. Según Joscelyn Godwin, conocido por su trabajo sobre música antigua, paganismo y música en el ocultismo, Eckartshausen se basó parcialmente en ideas cristianas como la Comunión de los Santos y parcialmente en ideas sobre sociedades secretas de adeptos místicos ilustrados tipificadas por los rosacruces y los Illuminati.
Influyentes en el desarrollo inicial de la tradición de la Sociedad Teosófica fueron las Cartas de los Mahatmas, que comenzaron a publicarse en 1881 con información supuestamente revelada por Koot Hoomi Lal Singh, uno de los supuestos Mahatmas que inspiraron la fundación de la Sociedad Teosófica a Alfred P. Sinnett, miembro de la Sociedad Teosófica de Blavatsky. A través de Sinnett, Koot Hoomi reveló que miembros de alto rango de organizaciones místicas en la India y el Tíbet pudieron mantener un contacto telepático regular entre sí. Conocidos como «Maestros Ascendidos«, Blavatsky afirmó que había hecho contacto físico con los representantes terrenales de estos adeptos en el Tíbet, y que continuaba recibiendo enseñanzas de ellos a través de canales psíquicos, debido a sus habilidades de mediumnidad espiritual. Los más famosos Mahatmas, además de Koot Hoomi, todos supuestamente residentes en Shigatse en el Tíbet, eran Morya, Tuitit Bey, Serapis Bey e Hilarion, quienes supuestamente pertenecían a la “Hermandad de Luxor”. Según el historiador británico Paul Johnson, uno de los maestros ascendidos de Blavatsky habría sido Jamal ud Din al Afghani, quien era un supuesto líder de una orden de nombre similar, la Hermandad Hermética de Luxor. Mientras actuaba también como Gran Maestre de los masones de Egipto, Jamal ud Din Afghani fue simultáneamente el fundador de la notoria tradición fundamentalista “salafista” del Islam, movimiento islamista radical totalitario islámico suní de carácter reformista y ultraconservador que surgió en la península arábiga durante la primera mitad del siglo XIX, de la cual la Hermandad Musulmana y el ISIS, que actualmente asolan partes de Siria e Irak, son una consecuencia. Sin embargo, Jamal ud Din Afghani sorprendentemente también era un agente británico, cuyos contactos eran los principales orientalistas británicos, el escritor, poeta y diplomático inglés, crítico con el imperialismo, Wilfred Scawen Blunt, y el historiador iraníólogo británico Edward Granville Browne. Blunt era amigo de Winston Churchill y su esposa era Lady Anne, nieta del poeta Lord Byron, miembro de los Carbonari. Jamal ud Din Afghani estaba relacionado con Abdul Qadir al Jazairi (1808 – 1883), en torno a quien se centraron los esfuerzos británicos para colaborar con los masones del Medio Oriente. Abdul Qadir al Jazairi fue un erudito islámico argelino, sufí, líder militar y francmasón que finalmente se instaló en Damasco gracias a una pensión de los franceses. Abdul Qadir al Jazairi también era amigo de Jane Digby y de Sir Richard Burton, el famoso explorador británico, espía y masón, que había sido nombrado cónsul en Damasco en 1869. Jane Digby, o Lady Ellenborough (1807-1881), fue una aristócrata inglesa que vivió una vida escandalosa de aventuras románticas, habiendo tenido cuatro maridos y muchos amantes. Murió en Damasco, Siria, como esposa del jeque árabe Medjuel al Mezrab, veinte años menor que ella, y que pertenecía a la tribu de los anazaítas de Siria. Esa es la misma tribu a la que pertenecen los saudíes y a la que el autor ocultista Idries Shah, descendiente de una familia noble de Afganistán, atribuye el origen de la brujería europea.
Blavatsky también fue miembro de los Carbonari, habiéndose aliado con Mazzini alrededor de 1856. Después de publicar Isis sin velo, John Yarker, amigo tanto de Blavatsky como de Garibaldi y otro miembro fundador de la Societas Rosicruciana in Anglia (SRIA), le confirió una iniciación masónica en 1878. Yarker parece haber tenido algo que ver con la fundación de la Sociedad Teosófica, cuyos principales miembros también eran miembros de la Orden masónica Menfis-Misraïm, que estaba encabezada por Garibaldi. En 1881, el general Giuseppe Garibaldi preparó la fusión de los Ritos de Misraim y de Menfis, que sucedieron al frente Illuminati de Filadelfia. Su popularización aumentó considerablemente debido a los trabajos de John Yarker, quien se convirtió en Gran Maestre adjunto, habiéndole sido entregado por el francmasón francés Jean Étienne Marconis de Nègre. En París, John Yarker conoció a Paschal Beverly Randolph, médico, ocultista, médium y escritor estadounidense que a fines de la década de 1840 viajó por Europa y entró en contacto con el explorador y oficial de la flota mercante británica Kenneth Norman MacKenzie, el autor de The Coming Race Edward Bulwer-Lytton, el astrólogo inglés Richard James Morrison, el mago y escritor ocultista francés Eliphas Lévi y el francmasón y rosacruz británico Hargrave Jennings. En 1850, Paschal Beverly Randolph estaba en Alemania y fue admitido en la Fraternitas Rosae Crucis en Frankfurt-on-Main. En Francia, Randolph colaboró con Eliphas Lévi en la organización de la Fraternitas Rosae Crucis, conocida en Gran Bretaña como Fratres Lucis. Según su propio relato, en 1846 Randolph se convirtió en Gran Maestre de la Hermandad de Eulis, creada para comunicar estos misterios y que afirmaba descender de la Orden Rosacruz, por estatuto de la Suprema Gran Logia de Francia. Enseñaba curación espiritual, ocultismo occidental y formas de magia sexual, heredadas de las extrañas prácticas de los sabateanos. La Hermandad de Eulis se convirtió en un círculo dentro de la Hermandad de Luxor, que luego renació como la Hermandad Hermética de la Luz., que afirmaba ser una supervivencia de los Fratres Lucis («Hermanos de la Luz«). En Inglaterra y Europa, Francois Dumas, hijo del escritor Alexandre Dumas, Eliphas Levi, Kenneth Mackenzie y Hargrave Jennings fueron considerados estudiantes de las enseñanzas de Randoph. El historiador alemán Karl Richard Hermann Frick sugiere que el presidente norteamericano Abraham Lincoln, el general Ethan Allen Hitchcock y otros estadounidenses notables fueron miembros de la Hermandad de Eulis, o la Hermandad Hermética de Luxor, durante el período que precedió a la Guerra Civil norteamericana.
La Hermandad Hermética de Luxor se convirtió en la organización clave detrás del surgimiento del Renacimiento Oculto. Cuando la orden se hizo pública en 1844, muchos de sus miembros pertenecían simultáneamente a la Sociedad Teosófica. Blavatsky también fue instruida en ocultismo por el supuesto líder de la Hermandad Hermética de Luxor, que se hacía llamar Aia Aziz, también conocido como el cabalista y ocultista judío polaco Max Theon, que era hijo del último líder de la secta frankista, el rabino Bimstein de Varsovia. Theon reclutó al francmasón escocés Peter Davidson para que se uniera a él en la administración de la Hermandad Hermética de Luxor, y juntos adaptaron The Mysteries of Eros and Eulis de Randolph, poniendo más énfasis en la magia sexual práctica en el plan de estudios de la Hermandad Hermética de Luxor. Estudiando con Theon estaba el químico, inventor e industrial Carl Kellner, que además era estudiante de masonería, rosacrucianismo y misticismo oriental, así como un asociado del destacado ocultista Theodor Reuss, quien sucedió a John Yarker como Gran Maestre de la Orden de Memphis-Misraïm. Reuss trabajó con el famoso compositor Richard Wagner, participando en la primera representación de la ópera Parsifal de inspiración ocultista, que Wagner representó en Bayreuth en 1882. En 1880 en Munich, Reuss había participado en un intento de revivir la Orden de los Illuminati de Weishaupt. En Inglaterra, en 1885, se hizo amigo de William Wynn Westcott, el Mago Supremo de la Societas Rosicruciana in Anglia (SRIA), y uno de los fundadores de la Orden Hermética de la Golden Dawn. Nombrada en referencia a la Cruz Dorada y Rosada y el Amanecer Naciente, la orden se conocía simplemente como el Amanecer Dorado (Golden Dawn) y afirmaba ser una continuación de la escuela cabalística del rabino y alquimista Samuel Falk. La orden, fundada en 1888, se inspiró en las enseñanzas de Blavatsky y practicaba la teúrgia y el desarrollo espiritual. Los otros dos fundadores fueron William Robert Woodman y MacGregor Mathers, que eran masones y también miembros de la Societas Rosicruciana in Anglia (SRIA). En The Theosophical Enlightenment la historiadora Joscelyn Godwin explica que: “Así volvemos de nuevo a esa rama de los Hermanos Asiáticos y los Fratres Lucis de principios del siglo XIX, en la que se dice que Bulwer-Lytton se inició”. El Amanecer Dorado (Golden Dawn) estaba gobernado por los «Jefes Secretos«, de quienes se decía que dirigían las actividades de la orden a través de la comunicación espiritual. Los Jefes Secretos estaban relacionados tanto con los de la Estricta Observancia como con los “Maestros Ascendidos” de Blavatsky. El Amanecer Dorado estaba dirigido en ese momento por McGregor Mathers, quien rastreó la ascendencia espiritual de la orden hasta los rosacruces, y desde allí, hasta la Cábala y el antiguo Egipto, donde se creía que se había originado el hermetismo. Mathers más tarde se casó con Moina Bergson, hermana del famoso filósofo y escritor francés Henri Bergson, autor de Les deux sources de la morale et de la religion.
Carl Kellner consideró la magia sexual, que fue heredada del sabatismo a través de Randolph y la Hermandad Hermética de la Luz, como «… la clave de todos los secretos del Universo y de todo el simbolismo utilizado por las sociedades secretas y las religiones«. Como consecuencia, en 1895, Kellner comenzó a discutir con Reuss la formación de una Academia Masónica, que eventualmente se llamó Ordo Templi Orientis (Orden del Templo Oriental). El círculo interno oculto de esta orden (OTO) se organizaría en paralelo a los grados más altos del Rito de Memphis-Misraim y enseñaría las doctrinas rosacruces esotéricas de la Hermandad Hermética de la Luz, y la «clave» de Kellner para el simbolismo masónico. En 1901, Papus, cuyo verdadero nombre era Gérard Encausse, otorgó a Carl Kellner una carta que lo nombraba Inspector Especial de la Orden Martinista en Alemania. De joven, Papus estudió Cábala, Tarot, magia, alquimia y los escritos de Eliphas Lévi. Más tarde se unió a la Sociedad Teosófica francesa de Madame Blavatsky y también fue miembro de la Hermandad Hermética de Luxor y la Golden Dawn. En 1891, Papus afirmó haber tomado posesión de los documentos originales de Martínez de Pasquales y, por lo tanto, fundó la moderna Orden de Martinistas, llamada l’Ordre des Supérieurs Inconnus (Orden de los Superiores Desconocidos). Cuando Carl Kellner murió en 1905, el liderazgo de la Academia Masónica de la OTO recayó sobre los hombros de Reuss, e incorporó todas sus otras organizaciones bajo su estandarte. Westcott le había proporcionado a Reuss una carta en 1901 para el Rito de la Masonería de Swedenborg y una carta de autorización en 1902 para fundar un Consejo Superior en Alemania de la Societas Rosicruciana in Anglia (SRIA). Westcott ayudó a Reuss a ponerse en contacto con el erudito masónico inglés, John Yarker, y junto con sus asociados Franz Hartmann y Henry Klein, activó los Ritos de Menfis y Misraïm y una rama del Rito escocés en Alemania con estatutos de Yarker. Reuss recibió cartas de patente como Soberano Gran Inspector General 33 ° del Rito Escocés de Cernau de Yarker en 1902. Reuss promulgó una constitución para esta nueva OTO ampliada en 1906 en Londres y se autoproclamó Jefe Externo de la Orden. Reuss también emitió una orden de arresto contra Rudolf Steiner, un ocultista austriaco, quien ganó reconocimiento inicial a fines del siglo XIX como crítico literario y publicó obras filosóficas que incluyen La filosofía de la libertad. Steiner fue el secretario general de la rama alemana de la Sociedad Teosófica bajo la sucesora de Blavatsky, Annie Besant, y dirigía una logia de estilo occidental de Menfis y Misraïm, para dirigir un Capítulo y Gran Consejo de una OTO/Memphis/Misraïm subordinada llamada Mystica Aeterna, la Rosacruz de Rudolf Steiner.
Después de separarse de la Sociedad Teosófica, Rudolf Steiner fundó un movimiento espiritual, la antroposofía, con raíces en la filosofía y la teosofía idealistas alemanas. Otras de las influencias incluyen la ciencia de Goethe y el rosacrucismo. Steiner, quien en 1895 había escrito uno de los primeros libros alabando a Nietzsche, lo visitó cuando estaba bajo el cuidado de su hermana Elisabeth en 1897. Elisabeth incluso contrató a Steiner como tutor para ayudarla a comprender la filosofía de su hermano. Refiriéndose a la enfermedad mental de Nietzsche, Steiner dijo: “En la percepción interna vi el alma de Nietzsche como si se cerniera sobre su cabeza, infinitamente hermosa en su luz espiritual, entregada a los mundos espirituales que tanto había anhelado”. El 24 de junio de 1908, Reuss asistió a la “Conferencia Internacional Masónica y Espiritualista” de Papus en París. En esta conferencia, Reuss elevó a Papus como grado décimo de la OTO. Recíprocamente, Papus ayudó a Reuss en la formación de la Iglesia Católica Gnóstica de la OTO, basada en el Libro de la Ley de Aleister Crowley (1875 – 1947), un notorio satanismo del siglo XX, una vez referido por la prensa británica como «el hombre más malvado del mundo«. Reuss conoció a Crowley en 1910, que después de ser iniciado en la OTO ascendió hasta convertirse en el líder de su rama británica, llamada Mysteria Mystica Maxima. Aleister Crowley nació en una familia rica que pertenecía a los Hermanos de Plymouth, sucesores de los Hermanos de Moravia del Conde Zinzendorf. Después de leer el Libro de magia negra y de pactos de Arthur Edward Waite, ocultista estadounidense, cocreador del mazo de Tarot conocido como Rider-Waite, que insinuaba la existencia de un grupo secreto de iniciados que dispensaban la verdad y la sabiduría a los dignos. Un joven Aleister Crowley escribió a Waite y se le indicó que leyera el libro Tratado de la Creación y Dios es el amor más puro del escritor alemán Karl von Eckartshausen. La búsqueda de Crowley de esta sabiduría secreta finalmente lo llevó a convertirse en un neófito en el Amanecer Dorado (Golden Dawn), que pretendía ser el orden externo visible y terrenal de la Gran Hermandad Blanca.
Aleister Crowley estaba convencido de que él era la reencarnación de Eliphas Levi, quien murió el año en que nació Crowley. La versión de Levi del Baphomet de los Templarios se convertiría en una figura importante en la cosmología de Crowley, que proponía que el ídolo se derivaba del «Padre Mitra«. Baphomet también aparece en el Credo de la Iglesia Católica Gnóstica, recitado por la congregación en La Misa Gnóstica, en la oración: “Y creo en la Serpiente y el León, Misterio de Misterio, en Su nombre BAPHOMET”. Según Crowley: «El diablo no existe. Es un nombre falso inventado por los Hermanos Negros para implicar una Unidad en su ignorante embrollo de dispersiones. Un diablo que tuviera unidad sería un Dios… ‘El Diablo’ es, históricamente, el Dios de cualquier pueblo que a uno personalmente le desagrada… Esta serpiente, SATANÁS, no es el enemigo del Hombre, sino el que hizo Dioses de nuestra raza, sabiendo el Bien y el Mal; Él pidió ‘¡Conócete a ti mismo!’ y enseñó la Iniciación. Él es ‘El Diablo’ del Libro de Thoth, y Su emblema es BAPHOMET, el Andrógino que es el jeroglífico de la perfección arcana… Él es por lo tanto Vida y Amor. Pero además su letra es ayin, el Ojo, por lo que es Luz; y su imagen zodiacal es Capricornio, ese chivo saltador cuyo atributo es la Libertad«. Al mudarse a Boleskine House junto a Loch Ness (lago Ness) en Escocia, Crowley viajó a México y luego a la India para estudiar prácticas hindúes y budistas. Se casó con Rose Edith Kelly y se fueron de luna de miel a El Cairo, Egipto, en 1904. Allí, Crowley afirmó haberse puesto en contacto con una entidad desencarnada llamada Aiwass, quien dictó lo que llegó a ser su Libro de la Ley. Consideraba al ser como uno de los Jefes Secretos de la Golden Dawn, y que dijo que podría equipararse con la idea cristiana del Diablo. El libro proclamó el nuevo Eón de Horus, una era de «fuerza y fuego«, guerras globales y derramamiento de sangre universal, que había reemplazado a la obsoleta religión cristiana. Y ello se cumplió con las dos guerras mundiales. El Libro de la Ley vendría a ser la base de su nueva filosofía de Thelema. Crowley escribió en Los antecedentes de Thelema que el escritor, médico y humanista francés François Rabelais (1494 – 1553), en su obra principal Pantagruel ou les horribles et épouvantables faits et prouesses du très renommé Pentagruel roi des Dipsodes, no solo estableció la ley de Thelema de una manera similar a como Crowley la entendió, sino que también la predijo y describió en El libro de la ley. En la Iglesia Católica Gnóstica, Rabelais está incluido entre sus santos, junto con otros como el poeta romano autor de la Eneida, Virgilio, el poeta latino Catulo, el poeta inglés Algernon Charles Swinburne y el poeta y pintor inglés William Blake.
Thelema significa «voluntad» en griego. Aparte de Rabelais, Crowley también se inspiró en Nietzsche. Crowley convirtió a Nietzsche en un santo en la Iglesia Católica Gnóstica y escribió en Magick Without Tears que «Nietzsche puede ser considerado como uno de nuestros profetas…». Crowley también escribió su propia «Vindicación de Nietzsche«. El Libro de la Ley declara que sus seguidores deben adherirse al código de “Haz lo que quieras” y buscar alinearse con su “Verdadera Voluntad” a través de la práctica de la magia. Magick, en el contexto del Thelema de Crowley, es un término que se usa para diferenciar lo oculto de la magia escénica y se define como «la ciencia y el arte de hacer que el cambio ocurra de conformidad con la voluntad«. Al explicar su interpretación de la magia, Crowley escribió que «es teóricamente posible causar en cualquier objeto cualquier cambio del que ese objeto sea capaz por naturaleza«. Crowley aplica una interpretación nietzscheana a su máxima de «Haz lo que quieras«, donde en el Eón de Horus los fuertes, que se han dado cuenta de su verdadera voluntad, gobernarán sobre los esclavos cuya debilidad ha provocado su autoesclavitud. En la religión de Thelema, se cree que la historia de la humanidad puede ser dividida en series de “Eones”, cada uno acompañado por sus propias formas de “expresiones mágicas y religiosas”. El primero de estos fue el “Eón de Isis”, el cual creen los thelemitas que ocurrió durante la prehistoria y que observó a la humanidad adorar una Gran Diosa, simbolizada por la deidad egipcia antigua Isis. En las creencia thelemitas, le sucedió el “Eón de Osiris”, un periodo que tuvo lugar en los siglos clásicos y medievales, cuando la humanidad rendía culto a un solo dios masculino, simbolizado por el dios egipcio Osiris, y en consecuencia fue dominado por valores patriarcales. Finalmente el tercer eón, “Eón de Horus”, que fue controlado por una deidad infante, simbolizada por Horus. En este nuevo eón, los thelemitas creían que la humanidad entraría a un tiempo de autorrealización y auto actualización. En la religión thelemista, se creía que cada uno de estos eones eran “caracterizados por su propia específica fórmula mágica”, cuyo uso “es muy importante y fundamental para el entendimiento de la Magick Thelémica». En él encontramos las semillas de una ideología oculta fascista: «Haz lo que quieras será toda la ley… Salid, oh niños bajo las estrellas y llenaos de amor… Estos son los muertos, estos tipos; no sienten… los señores de la tierra son nuestros parientes… No tenemos nada con los marginados e incapaces: déjalos morir en su miseria… La compasión es el vicio de los reyes: aplasta a los miserables y a los débiles: esta es la ley del mal… lujuria, disfruta de todas las cosas de los sentidos y del éxtasis… No tengas piedad de los caídos… golpea duro y bajo, y al diablo con ellos… sé fuerte, entonces podrás soportar más alegría. Soy un dios de la Guerra y de la Venganza… golpea a los pueblos y ninguno se opondrá a ti… ¡Conquista! Eso es suficiente… Adórame con fuego y sangre; adórame con espadas y con lanzas… que sangre fluya a mi nombre. Pisotea a los paganos… ¡Te daré a comer de su carne!… ¡Malditos sean los que se compadecen! Mata y tortura… Yo soy el Señor guerrero… Te llevaré a la victoria y la alegría… te deleitarás en matar«.
En 1909, la OTO se consideraba un “aliado cercano” de la sociedad esotérica Argentium Astrum, que significa “Estrella de Plata”, y se refiere a Sirio, que en la masonería se conoce como la “Estrella Ardiente”. Ambas organizaciones habían aceptado la autoridad del Libro de la Ley. En 1907, Crowley había reconstituido la Argentium Astrum. El relato clásico de Argentium Astrum, que supuestamente debió haber estado presente en todas las sociedades y épocas, aunque no necesariamente bajo ese nombre, es The Cloud Upon the Sanctuary de Karl von Eckharthausen, reeditado por la Argentium Astrum como Liber XXXIII. La Argentium Astrum reclamó la autoridad de Aiwass y otros «jefes secretos» del orden espiritual planetario tras el colapso de la Golden Dawn a principios del siglo XX. Aiwass era el nombre dado a la voz que el ocultista inglés Aleister Crowley afirmó haber escuchado el 8, 9 y 10 de abril de 1904. Crowley afirmó que esta voz, que consideraba haberse originado en una inteligencia desencarnada, le dictó El libro de la ley. Sus iniciaciones son sincréticas (proceso mediante el cual se concilian o amalgaman diferentes expresiones culturales o religiosas para conformar una nueva tradición), unificando la esencia de la magia ceremonial, que abarca una amplia variedad de rituales mágicos; del budismo Theravada, una de las escuelas nikaya que formaron el budismo temprano en la India y que conservó las enseñanzas de Buda en el Canon Pāli; y del yoga vedántico, en que los Upanishads constituyen la última parte de los Vedas y contienen la llamada filosofía Vedanta, que tanto ha influido sobre grandes filósofos occidentales como Schopenhauer. La Argentium Astrum busca el logro espiritual bajo la estructura del “Árbol de la Vida” cabalístico, y enseña lo que llama «iluminismo científico”.Según el Liber LII – Manifiesto de la OTO, creado en algún momento entre 1912 y 1919, y publicado en la revista masónica de Reuss The Oriflamme, la OTO “…encarna la totalidad del conocimiento secreto de todas las Órdenes Orientales; y sus jefes son iniciados del más alto rango, y reconocidos como tales por todos los capaces de tal reconocimiento en todos los países del mundo”. La OTO afirma ser un cuerpo de iniciados en los que se concentra la sabiduría y el conocimiento de los Templarios, los Caballeros Hospitalarios, los Caballeros de Malta, los Illuminati, la Hermandad Hermética de Luxor, la Masonería de Rito Escocés, los Ritos de Menfis y Misraim, la masonería de Swedenborg y los Martinistas, entre otros. Según el Liber LII – Manifiesto de la OTO: “Habiendo llevado a la confusión la dispersión de la sabiduría secreta original, los Jefes de todas estas Órdenes determinaron recombinar y centralizar sus actividades, así como la luz blanca, dividida en un prisma, puede recomponerse”.
La OTO desarrolló un sistema de nueve grados, cuyo primeros seis fueron iniciaciones masónicas más convencionales. El séptimo, octavo y noveno, sin embargo, se centraron en la teoría de la magia sexual. Las relaciones homosexuales también parecen haber jugado un papel central en los rituales. Así, Crowley declaró: “Que todas las religiones ortodoxas son basura, y que los únicos dioses verdaderos son el Sol y su vicerregente, el pene”. Ninguna religión ha servido más poderosamente a la causa de abrir el camino para la aceptación de las filosofías de la Nueva Era que el budismo tibetano. Fue Blavatsky quien ayudó a promover la noción budista de Shambhala como el hogar legendario de la raza aria, cuya herencia se encuentra en el chamanismo de Asia Central, particularmente en las montañas de Altai. Aunque la raza aria se asocia típicamente con los nazis, la teoría de su existencia se deriva de la erudición de finales del siglo XVIII. Aunque la teoría fue moldeada por las leyendas de lo oculto, los supuestos arios han sido etiquetados desde entonces con los menos polémicos «indoeuropeos«. Sin embargo, las huellas de las influencias ocultas en la teoría aún son evidentes, ya que continúan siendo profesados como los progenitores de la raza blanca, que surgió repentinamente de la zona del Cáucaso en el segundo milenio antes de Cristo. Paradójicamente, el mito de la raza aria tiene sus raíces en la Cábala judía. Se conjeturó en interpretaciones ocultas de la historia que la enigmática historia del Libro del Génesis, de los “Hijos de Dios” antes del Diluvio, se refería a la época de la Atlántida, cuando Lucifer y sus legiones, denominados diablos, descendieron a la tierra y se cruzaron con las mujeres terrestres, que eran descendientes de Caín. Siguiendo una interpretación gnóstica, el diablo es percibido como una figura prometeica, donde “liberó” a la humanidad enseñándole los rudimentos de la magia. Conocida más tarde como la Cábala, esta «Sabiduría Antigua» fue preservada por su descendencia, los arios, quienes, después del Diluvio y el hundimiento de la Atlántida, escaparon al Cáucaso, desde donde penetraron en Asia Central, que así se convirtió en la fuente de la «Cábala Oriental«. Aunque a causa de los nazis normalmente se asocia con una visión racista de la historia, las teorías de la raza aria también están conectadas con la leyenda de las Tribus Perdidas de Israel. En el 721 a.C., los asirios conquistaron el reino del norte de Israel, después de lo cual las diez tribus que habían estado viviendo allí se dispersaron a la tierra de los medos, en Irán y Armenia. Los medos descendían de los colquídeos, en la actual Georgia. Al igual que los judíos de Palestina, a quienes se refirió como “fenicios”, Heródoto consideraba que la gente de Cólquida provenía de una “colonia egipcia”. No solo señaló la “piel oscura y el cabello lanoso” de los colquídeos, sino también su práctica de la circuncisión como evidencia.
Aunque las Diez Tribus de Israel se consideran «perdidas«, las antiguas fuentes judías las ubicaron en el sur de Rusia y Asia Central, entre los conocidos como escitas. Los escitas aparecen por primera vez en los anales asirios como Ishkuzai, palabra relacionada con el término moderno «Ashkenazi«, de Ashkenaz, quien según la Biblia era hijo de Gomer, el hermano de Magog. Como relata el historiador canadiense Andrew Colin Gow en Los judíos rojos: antisemitismo en una era apocalíptica: 1200-1600, se creía que las tribus perdidas, que llegaron a ser conocidas en la tradición judía de la Edad Media como «judíos rojos«, residían en Asia Centra y se esperaba que salieran para ayudar al nuevo Mesías en su conquista del mundo. Según Gow, la leyenda de los judíos rojos era una combinación de tres tradiciones separadas: las referencias proféticas a Gog y Magog, las diez tribus perdidas de Israel y un episodio del romance de Alejandro el Grande. En el Romance de Alejandro, Alejandro persigue a sus enemigos hasta un paso entre dos picos en el Cáucaso. Con la ayuda de Dios, Alejandro y sus hombres cierran el estrecho paso en el Cáucaso construyendo un enorme muro de acero, evitando que los bárbaros Gog y Magog saqueen las pacíficas tierras del sur. Magog es mencionado originalmente en el libro de Ezequiel, siendo el país regido por un soberano cuyo nombre es Gog. Es una tierra o región vinculada a naciones ubicadas al norte de Israel, lugar de origen de una invasión devastadora. El escritor Kevin Alan Brook, autor de The Jews of Khazaria, ha especulado entre otros que la leyenda de los judíos rojos en realidad se basó en un vago recuerdo de los jázaros, descendientes de los escitas que se convirtieron al judaísmo en el siglo VIII d.C. Al igual que sus antepasados, los jázaros también fueron descritos como pelirrojos y de ojos azules. En la Historia de la nación de los arqueros, el historiador armenio del siglo XIII d. C., Grigor Akner, afirmó que los jázaros se derivaban de los edomitas, descendientes de Esaú, cuyo nombre también era Edom, que significa rojo porque supuestamente era pelirrojo. El cabello rojo se encuentra comúnmente en regiones de ascendencia judía o de Asia Central y también se encuentra en sus concentraciones más altas en Escocia.
De los escitas proviene el haplogrupo R-M17, también conocido como R1a1, que es único por su diversidad y distribución. Los haplogrupos pueden ser usados para definir poblaciones genéticas y relatar aproximadamente la historia genética de los pueblos. Las clasificaciones de los haplogrupos humanos de cualquier clase están basados en marcadores genéticos. El haplogrupo R1a1 se encuentra en focos de concentración dispares en Polonia, el norte de la India y las montañas de Altai, en el noroeste de Mongolia. El haplogrupo R1a1 se encontró en niveles elevados entre una muestra de la población israelí que se autodenominó como judíos Ashkenazi, y lo poseen aproximadamente la mitad de los levitas Ashkenazi. Concentraciones particularmente altas se encuentran entre los pashtunes de Afganistán, que afirman descender tanto de Alejandro Magno como de las Tribus Perdidas de Israel. El haplogrupo R1a1 también se encuentra en niveles altos en las Islas Orkney en el norte de Escocia. El nombre de Escocia originalmente parece que se refería a la «tierra de los escitas«. Los habitantes de las islas Orkney descienden de los vikingos que, al igual que los sajones, según varias leyendas medievales, descendían a su vez de los escitas que emigraron al norte de Europa y Escandinavia. La idea de que los escoceses procedían de Escitia también se encuentra en la mayoría de los relatos legendarios y en versiones sin editar del monje benedictino de Northumbria, Venerable Beda, del siglo VIII y la Declaración de Arbroath, una declaración sobre la independencia de Escocia de 1320. Estas conexiones fueron afirmadas por los defensores del israelismo británico, una secta que consideraba al pueblo anglosajón como descendiente de las Tribus Perdidas de Israel. Aunque el israelismo británico se originó en la Inglaterra del siglo XIX, tuvo sus raíces en los milenarios del siglo, como el abogado inglés John Sadler, miembro del Parlamento británico y secretario privado de Oliver Cromwell, que mando ejecutar a Carlos I y se convirtió en una especie de dictador republicano. John Sadler fue miembro del Hartlib Circle y amigo a Menasseh Ben Israel. El israelismo británico también fue influenciado por la llamada hipótesis pre-adamita del teólogo y mileniarista francés Isaac La Peyrère. Según este modelo, los preadamitas eran vistos como una raza de criaturas bestiales inferiores, aparte de Adán, que fue el primer hombre blanco e hijo de Dios. La importancia de la ascendencia escocesa está relacionada con las afirmaciones de la masonería de rito escocés, que supuestamente fue fundada por «místicos orientales» traídos allí por los templarios cuando huyeron de Francia. Esa herencia supuestamente fue preservada por la familia de los Sinclair, Grandes Maestres hereditarios de la francmasonería, que fueron Condes de Orkney y los constructores de la famosa Capilla Rosslyn. Dan Brown, en su éxito de ventas El Código Da Vinci, repitiendo las afirmaciones del controvertido éxito de ventas El enigma sagrado (The Holy Blood and the Holy Grail) de Henry Lincoln, Michael Baigent y Richard Leigh, sugiere que María Magdalena dio lugar a una línea secreta de descendencia a través de su matrimonio con Jesús, que podría rastrearse a través de su cabello rojo. Dan Brown sigue el rastro de este linaje hasta los Sinclair y la Capilla Rosslyn, que se rumorea que es el lugar de enterramiento del Santo Grial, que en realidad serían los restos de María Magdalena.
En febrero de 1879, Helena Blavatsky y el coronel norteamericano Henry Olcott, ambos fundadores de la Sociedad Teosófica, partieron hacia Bombay. En 1882, fundaron una sede de la Sociedad Teosófica en Adyar, en los suburbios del sur de Madrás, en la India, que aún existe en la actualidad. Una vez en la India, Blavatsky se inspiró para ver Oriente en lugar de Egipto como la fuente de la sabiduría antigua. Pero el verdadero atractivo del budismo para los ocultistas como Blavatsky no eran las enseñanzas de la iluminación del propio Buda, sino las tendencias mágicas y ocultas que se encuentran en la rama más ecléctica del budismo del Tíbet. La fuente de Blavatsky para su conocimiento de Shambhala fue Csoma de Körös (1784-1842), un orientalista húngaro originario de Transilvania. Csoma de Körös fue el primero en informar sobre la leyenda de Shambhala en Occidente, que ubicó Shambhala en “la tierra de los uigures en Xinjiang«, una provincia actual del noroeste de China. En una carta de 1825, Csoma de Körös escribió que Shambhala es como una Jerusalén budista, y creía que probablemente se encontraría en Kazajstán, cerca del desierto de Gobi, donde más tarde Blavatsky la ubicaría. Otros más tarde también lo ubicarían más específicamente en Xinjiang o en las montañas de Altai. Por lo tanto, las montañas de Altai son la supuesta fuente de la forma temprana de espíritu o comunicación «divina» conocida como chamanismo, considerada entre los ocultistas como la «Cábala oriental«, un supuesto remanente de las migraciones de los supervivientes arios de la Atlántida. Csoma de Körös inspiró la misión del sionista húngaro llamado Arminius Vambery (1832 – 1913), quien desarrolló la misión del panturquismo, que se convirtió en la base de una ambición impulsada por el Dönmeh de Turquía para unir a todos los pueblos túrquicos, la mayoría de los cuales vivían en Asia Central, entonces bajo control ruso, en un estado panislámico. Tal como ya hemos dicho anteriormente, al ver la apostasía de Sabbatei Zevi, un rabino judío que afirmó ser el Mesías, convirtiéndose al Islam, como un misterio sagrado, algunos de los seguidores de Zevi en la Turquía otomana imitaron su conversión al Islam y llegaron a ser conocidos como Dönmeh, derivado de una palabra turca que significa “convertir”. Practicaron externamente el Islam, aunque mantuvieron en secreto sus creencias cabalísticas.
Arminius Vambery era profesor de lenguas orientales en la Universidad de Budapest, y se había convertido en asesor del sultán otomano y agente de Gran Bretaña para el control de Asia Central, trabajando en secreto para Lord Palmerston, entonces Primer Ministro de Inglaterra. Vambery también escribió una crónica de un extraño vampiro y otras leyendas de los Balcanes, y asimismo conoció al autor y miembro de la Golden Dawn, Bram Stoker, a quien asesoró sobre la cultura de Transilvania. El libro Drácula de Bram Stoker se inspiró en la novela de vampiros Carmilla de Joseph Thomas Sheridan Le Fanu (1814 – 1873), un escritor irlandés de cuentos góticos y novelas de misterio inspiradas en el filósofo y místico sueco Emanuel Swedenborg. Sheridan Le Fanu fue el principal escritor de historias de fantasmas del siglo XIX y fue fundamental para el desarrollo del género durante la época victoriana. Según un historiador ocultista, la modelo para el personaje de Carmilla, una joven hermosa y enigmática, en la novela Carmilla de Sheridan Le Fanu era la noble húngara de origen esloveno Bárbara de Celje, quien ayudó a su esposo, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Segismundo de Hungría (1387 – 1437), a fundar la Orden del Dragón en 1408. La leyenda dice que Segismundo era un vampiro que fue enseñado por Ibraham Eleazar, el guardián del libro Abramelín El Mago- El Libro de la Magia Sagrada: Cábala y Misticismo. El libro de Abramelín El Mago pretendía contener un sistema de magia enseñado por un mago egipcio llamado Abraham de Worms, un cabalista judío del siglo XIV, que recuperó popularidad en los siglos XIX y XX debido a la traducción del fundador de la Golden Dawn, MacGregor Mathers, y más tarde dentro del sistema místico de Thelema de Aleister Crowley. En el prefacio de Drácula, Bram Stoker confesó que “La extraña y espeluznante tragedia que se describe aquí es completamente cierta, en lo que se refiere a todas las circunstancias externas…”. Parece que Drácula se inspiró en los asesinatos en serie de Jack el Destripador, que implicaron al famoso actor de teatro inglés de la época victoriana, Henry Irving, quien inspiró a Bram Stoker para el personaje del Conde Drácula. Como primer actor en ser nombrado caballero, Irving dirigió el teatro Lyceum donde Bram Stoker se desempeñó como su gerente comercial desde 1878 hasta 1898. Irving también había sido iniciado en la Logia de Francmasonería de Jerusalén, que incluía al Príncipe de Gales, el hijo de la Reina Victoria, más tarde Eduardo VII Rey de Inglaterra, quien había sido inombrado Venerable Gran Maestre de la Orden Masónica en Inglaterra en 1875. Cuando se descubrió que el hijo del Príncipe de Gales, el Príncipe Alberto Víctor, tenía un hijo ilegítimo con Mary Jean Kelly o «Black Mary» («Mary la Negra»), que se convirtió en una supuesta víctima de Jack el Destripador, los amigos de Mary intentaron chantajear al Príncipe Alberto. Sus ejecuciones se llevaron a cabo en lo que parecía ser una forma ritual por un grupo extraído de la red masónica de Irving, dirigido por Lord Salisbury, quien era primer ministro en el momento de los asesinatos, e incluía a Sir William Gull, médico ordinario de la reina Victoria, y Lord Randolph Churchill, padre del futuro primer ministro, Winston Churchill.
Según Blavatsky, la preservación más pura de esta tradición chamánica se encuentra en el budismo tibetano. Como ha sido señalado por varios autores, la versión del budismo tibetano que se conoce en Occidente está modificada para crear la impresión de que es la encarnación de todos los principios espirituales y morales a los que la humanidad realmente aspira. Esto se logró, según la profesora emérita en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Lydia Aran, eliminando “una serie de características específicamente tibetanas, especialmente las más esotéricas y rituales”. Según Lydia Aran, el Dalai Lama y los líderes del budismo tibetano: «…fueron cómplices en esta tarea por iniciativas en otros lugares de los siglos XIX y XX para modernizar el budismo, por ejemplo, prescindiendo de las partes de su cosmología que estaban en conflicto con el pensamiento científico occidental. Este tipo de modernismo budista, desconocido en el Tíbet, fue adoptado por el Dalai Lama más o menos simultáneamente con su adopción de una filosofía de la no violencia derivada de Tolstoi, Gandhi y Martin Luther King, Jr. A esto finalmente agregó la retórica del mundo. paz, ecología, derechos humanos y el resto de la agenda amorfa que informa la conciencia liberal occidental«. Particularmente por sus extensos elementos de chamanismo, el budismo tibetano es visto en el ocultismo como un depósito de la «Sabiduría Antigua» de la raza aria, lo que explicaría la relación entre los Dalai Lamas y el nazismo, incluido el actual Dalai Lama, Tenzin. Gyatso. Las extrañas teorías de los nazis fueron una extensión de las tradiciones ocultas sabateanas, a través de un grupo muy pequeño dentro de la Societas Rosicruciana in Anglia (SRIA), encabezado por Edward Bulwer-Lytton, y reconocible por su uso de la esvástica, que identificaron con la cruz roja de los Rosacruces. Las ideas de The Coming Race de Bulwer-Lytton se fusionaron luego con la teoría de los orígenes atlantes de la raza aria desarrollada por Blavatsky. Estas ideas también tomaron prestadas de Ignatius L. Donnelly la teoría de una tierra perdida que alguna vez existió en el Atlántico y que fue el hogar de la raza aria, representada por la distribución de motivos de la esvástica en distintos lugares del mundo. Fue Louis Jacolliot, escritor sobre la cultura india, incluida la leyenda de la sociedad secreta de los Nueve Desconocidos, que en su libro Los Hijos de Dios, vinculó al Vril con la gente de Thule que vivía en el interior de la Tierra, quienes pensó que aprovecharían el poder de Vril para convertirse en superhombres y gobernar el mundo.
La idea de una «Cábala oriental» comenzó con Swedenborg, quien gradualmente había ubicado la fuente de sus teorías no entre los judíos, sino en Asia. Swedenborg estaba fascinado con el mito de Shambhala del budismo, y aprovechando un empleo para la Compañía Sueca de las Indias Orientales, había viajado a la India y Asia Central, trayendo consigo los ritos sexuales que entraban en su Sociedad de la Nueva Jerusalén. Influenciado por los sabateanos y sus enseñanzas de ritos sexuales, Swedenborg se sintió intrigado por la similitud de las técnicas de meditación yóguica tantra con las cabalísticas. Por lo tanto, Swedenborg argumentó que los yoguis de Asia Central descubrieron los secretos de la Cábala mucho antes que los judíos. Swedenborg registró con frecuencia su logro personal de estos estados paranormales y las técnicas yóguicas, que junto con la noción de una pre-Cábala asiática, que se infundieron en algunos ritos cabalísticos-rosacruces escoceses de la masonería. Swedenborg también fue influenciado por el viajero francés De Lã Crequinière, cuyo libro Acuerdo de las costumbres de las Indias Orientales con las de los judíos (1705), reivindicaba un origen asiático para los ritos sexuales de los judíos, que estaban representados por esculturas eróticas de figuras de fertilidad masculina y femenina. La teoría de una antigua «Cábala oriental» fue promovida especialmente por el Andrew Michael Ramsay (1686 – 1743), comúnmente llamado Chevalier Ramsay, que fue un escritor de origen escocés que vivió la mayor parte de su vida adulta en Francia, además de ser un baronet de la nobleza jacobita escocesa. Ramsay tuvo una gran influencia en Escocia y la masonería sueca. Había también una leyenda de que el teúrgo y teósofo francés Martínez de Pasqually había viajado a China para aprender tradiciones secretas que fueron asimiladas en ciertas logias del Rito Escocés en Francia. Hay algo de cierto en las afirmaciones de Swedenborg, ya que el filólogo e historiador israelí Gershom Scholem también notó que ya en el siglo XIII, en la Cábala del cabalista judío, nacido en Zaragoza, Abraham ben Samuel Abulafia, las técnicas utilizadas “para ayudar al ascenso del alma, tales como ejercicios de respiración, la repetición de los Nombres Divinos, y meditaciones sobre los colores, guardan un marcado parecido con los del yoga indio y el sufismo musulmán”. Tantra es un estilo de ritual religioso y meditación reconocido por los eruditos, que surgió en la India medieval a más tardar en el quinto siglo d. C., después de lo cual influyó en las tradiciones hindúes y se extendió con el budismo en Asia oriental y el sudeste asiático.
Las escuelas de ocultismo de Alejandría, en Egipto conocían desde hacía mucho tiempo a los filósofos ascéticos de la India como «gimnosofistas«, los cuales rechazaban la carne y la ropa por ser enemigos de la pureza de pensamiento. El Evangelio de Tomás, evangelio no canónico (considerado apócrifo) de dichos de Jesús, descubierto entre los evangelios gnósticos cerca de Nag Hammadi, Egipto, en diciembre de 1945, lleva el nombre del apóstol Tomás, de quien tradicionalmente los cristianos de Kerala, en el suroeste de la India, creen que difundió el cristianismo entre los judíos de aquella zona. Edward Conze, un estudioso británico del marxismo y del budismo, señaló que “los budistas estaban en contacto con los cristianos que conocían y usaban el Evangelio de Tomás en el sur de India«. La erudita gnóstica y profesora estadounidense de historia de las religiones en la Universidad de Princeton, Elaine Pagels, mencionó que, “Las rutas comerciales entre el mundo grecorromano y el Lejano Oriente se estaban abriendo en la época en que floreció el gnosticismo (80-200 dC); durante generaciones los misioneros budistas habían estado haciendo proselitismo en Alejandría”. Pagels también informa que Hipólito, un erudito cristiano en Roma, escribió sobre la «herejía» de los brahmanes indios. El Tantra de la Mano Izquierda, en particular, enseñó un repudio de la moralidad convencional donde los sabateanos podían ver una similitud con su propia doctrina de la «Santidad del Pecado«. Si bien los elementos que rompen tabúes son simbólicos para el Tantra del “camino de la mano derecha” (Dakshinachara), se practican literalmente mediante el Tantra del “camino de la mano izquierda” (Vamachara). Vamachara es un modo de adoración o sadhana ( práctica espiritual) que se considera herético según los estándares védicos. El ritual secreto puede incluir fiestas con sustancias prohibidas y sexo. La más importante es la unión sexual ritual conocida como Maithuna, que refleja el “matrimonio sagrado” del gnosticismo, durante el cual el hombre y la mujer se vuelven divinos, siendo ella la diosa Shakti y él el dios Shiva. La compleja cosmología del budismo tibetano es la base de un conjunto de creencias supersticiosas y altamente ritualizadas que evolucionaron a partir de una amalgama del budismo, el tantra hindú y la religión chamánica prebudista del Bön. El Bön luego se convirtió en una forma poco ortodoxa de budismo que surgió en el Tíbet durante los siglos X y XI. Según Blavatsky: «Es en los principales lamasterios de Mongolia y Tíbet donde se ha refugiado; y allí el chamanismo, si así debemos llamarlo, se practica hasta los límites más extremos de la relación permitida entre el hombre y el espíritu. La religión de los lamas ha preservado fielmente la ciencia primitiva de la magia, y produce hazañas tan grandes ahora como en los días de Kublai-Khan y sus barones«.
En la cultura tibetana prolifera una variedad de espíritus y demonios que, según los principios de la magia apotropaica, deben ser propiciados mediante diversos rituales y ofrendas. El efecto apotropaico es un término antropológico para describir un fenómeno cultural que se expresa como mecanismo de defensa mágico o sobrenatural evidenciado en determinados actos, rituales, objetos o frases formularias, consistente en alejar el mal o protegerse de él, de los malos espíritus o de una acción mágica maligna en particular, purificándose (catarsis) con este rito u objeto ritual. Como explicó la profesora emérita en la Universidad Hebrea de Jerusalén, Lydia Aran: “Tales técnicas chamánicas se encuentran en muchas sociedades, pero el Tíbet es la única sociedad alfabetizada conocida en la que forman un elemento central y no marginal”. Por tanto, según Lydia Aran: «En el budismo chamánico, la figura central no es un monje sino el lama tántrico, que no necesita ser célibe o tener una formación monástica formal, pero cuya competencia en la práctica ritual y yóguica genera en él un poder chamánico, es decir, mágico… El nexo entre la búsqueda de la iluminación por parte de una pequeña minoría y la demanda de servicios chamánicos por parte de la gran mayoría es el sello distintivo del budismo tibetano«. El budismo tibetano enseña métodos para lograr más rápidamente la Budeidad, la condición de pura e indestructible felicidad que no depende de las circunstancias personales, al incluir en Mahāyāna, una de las dos ramas principales del budismo, el camino del Vajrayana, que incluye las diversas tradiciones budistas de tantra y «mantra secreto» que son una extensión del Budismo Mahāyāna y en donde la práctica física del yoga sexual se considera necesaria al más alto nivel para tal logro. Mahāyāna se derivó de lo que se conoce como greco-budismo, que se refiere a la amalgama cultural de la antigua cultura griega y el budismo. El greco-budismo se desarrolló entre el siglo IV a. C. y el siglo V d. C. en Bactria y el subcontinente indio, correspondientes a los territorios de los actuales Afganistán, India, y Pakistán. Fue el resultado de una larga historia de interacciones que comenzó con las incursiones griegas en la India desde la época de Alejandro Magno, continuó con el establecimiento del Reino indo-griego y se extendió durante el florecimiento del Imperio Kushan de inspiración griega.
Influenciado por varios elementos heterogéneos y el Tantra hindú, el Vajrayana nació en el siglo VI o VII d.C. El Vajrayana fue luego seguido por los nuevos cultos tántricos de Sahajayana y Kalachakra. El Kalachakra, desarrollado en el siglo X, es el más alejado de las tradiciones budistas anteriores e incorpora conceptos de mesianismo y astrología que no están presentes en ninguna otra parte de la literatura budista. En la tradición budista tibetana, se afirma que el Buda histórico enseñó Tantra, pero que, dado que se trataba de enseñanzas «secretas» transmitidas solo de gurú a discípulo, generalmente se escribieron mucho después de sus otras enseñanzas. Sin embargo, los historiadores argumentan que asignar estas enseñanzas al Buda histórico es “evidentemente absurdo”. En un estudio completo, Victor y Victoria Trimondi revelaron los lados ocultos más oscuros del budismo tibetano. Victor y Victoria Trimondi son seudónimos utilizados por Mariana y Herbert Röttgen, quien era amigo personal del Dalai Lama. Según los Trimondi, en público el Dalai Lama realiza sólo los siete niveles más bajos de iniciación, mientras que los secretos de los ocho grados superiores del Kalachakra Tantra no pueden, bajo pena de un castigo tortuoso, ser discutidos con los no iniciados. En las más altas iniciaciones mágicas se emplean las llamadas “sustancias impuras”, que implican el consumo de cinco tipos de carne, incluida la carne humana, y los cinco “néctares”, como son la sangre, el semen y la menstruación. En las secretas iniciaciones superiores del Kalachakra Tantra tienen lugar ritos mágicos sexuales, cuyo fin es transformar la “sexualidad” en poder mundano y espiritual. Los rituales involucran a niñas de hasta diez años y pueden involucrar hasta diez mujeres a la vez. Los métodos de Kalachakra se basan en el conocimiento práctico de Kundalini yoga. En el tantra hindú, el objetivo del practicante es «despertar» a Shiva, el principio masculino, que yace dormido en la base de la columna vertebral. Esto da como resultado el surgimiento del poder latente llamado «Kundalini«, visualizado como una serpiente dormida enroscada. Cuando la serpiente Kundalini se eleva a través del sistema de chakras, culmina en la unión con el último y séptimo chakra de la corona, Sahastrara, el “loto de mil pétalos”. Situado en la parte superior de la cabeza, representa la energía femenina del universo. El aspirante entonces se sumerge en profunda meditación y felicidad infinita. El proceso de Kundalini a menudo se identifica con el caduceo del dios griego Hermes, que hoy en día se representa incluso en la iconografía médica moderna como dos serpientes que giran en espiral sobre un bastón central.
Una importante fuente de conocimiento sobre la experiencia Kundalini en Occidente se derivó de la influencia del Neo-Vedanta, también llamado neo-hinduismo. Durante el siglo XIX, el hinduismo desarrolló un gran número de nuevos movimientos religiosos, en parte inspirados en el romanticismo europeo, el nacionalismo, el racismo científico y la teosofía. Con el surgimiento del nacionalismo hindú, varios movimientos indios contemporáneos, denominados colectivamente movimientos de reforma hindú, se esforzaron por introducir el renacimiento y la reforma del hinduismo. El Neo-Vedanta, que se convirtió en una influencia importante en la espiritualidad occidental, fue un movimiento religioso moderno inspirado en las experiencias visionarias extáticas de Sri Ramakrishna (1836-1886), un místico bengalí a quien muchos hindúes consideran un avatar o encarnación divina, y su amado discípulo Swami Vivekananda (1863-1902), místico y líder religioso indio. Fue Vivekananda, a quien Nevill Drury, editor y autor australiano sobre el chamanismo y las tradiciones mágicas occidentales, nombró como el quinto individuo que ejerció una influencia clave en el movimiento de la Nueva Era, ya que fue quien trajo por primera vez el Vedanta y el Yoga a Occidente a fines del siglo XIX. Fue Vivekananda quien acuñó el término “hinduismo” para describir una fe de diversas creencias en la tradición india. Como explica el profesor de estudios religiosos en el Departamento de Estudios Comparados de las Universidades del Estado de Ohio, Hugh Urban, en su libro Tantra Sex, Secrecy, Politics, And Power In The Study Of Religion: “Si el hinduismo y la nación india fueran a ser defendidos como fuertes, autónomos e independientes del control occidental, entonces el profundo hedor del Tantra tendría que ser ‘desodorizado’, por así decirlo, ya sea por racionalización y purificación, o por ocultamiento y negación”. Las dos figuras más importantes en este proceso, según Hugh Urban, fueron Vivekananda y Sir John Woodroffe (1865–1936), juez de la Corte Suprema de Calcuta durante la ocupación británica, que escribió bajo el seudónimo de Arthur Avalon. The Serpent Power – The Secrets of Tantric and Shaktic Yoga de John Woodroffe es una fuente de muchas adaptaciones occidentales modernas de la práctica del yoga Kundalini. Según Hugh Urban, «Woodroffe también fue un apologista, que parecía esforzarse al máximo para defender a los Tantras de sus muchos críticos y demostrar que representan un sistema filosófico noble, puro y ético en concordancia básica con los Vedas y el Vedanta«.
También francmasón, Vivekananda enseñó la doctrina de la unidad de todas las religiones, y quizás sea mejor conocido por un discurso en el Parlamento de las Religiones del Mundo en Chicago en 1893, que causó una profunda impresión en la escritora ocultista británica Annie Besant (1847 – 1933), que fue iniciada en la masonería mixta, quien asumió el liderazgo del movimiento teosófico mundial cuando Blavatsky falleció en 1891. Después de una disputa, la sección estadounidense de la Sociedad Teosófica se dividió en una organización independiente. La Sociedad original, entonces dirigida por Henry Steel Olcott y Annie Besant, con sede en Chennai, India, llegó a ser conocida como la Sociedad Teosófica Adyar. El socio de Besant en la gestión de la Sociedad Teosófica fue Charles Webster Leadbeater, influyente miembro de la Sociedad Teosófica, autor de libros de ocultismo y cofundador junto a James Ingall Wedgwood de la Iglesia Católica Liberal. En 1909, Leadbeater afirmó haber “descubierto” al nuevo Mesías en la persona de un apuesto joven indio llamado Jiddu Krishnamurti, que se ganó la aceptación internacional entre los seguidores de la Teosofía como el nuevo Salvador. Pero el padre de Krishnamurti casi arruinó el plan cuando acusó a Leadbeater de corromper a su hijo. Krishnamurti, conocido pensador y orador en materia filosófica y espiritual, finalmente también rechazó su papel designado y pasó el resto de su vida viajando por el mundo y en el proceso volviéndose ampliamente conocido como un gran orador. Como presidenta de la Sociedad Teosófica, Annie Besant se involucró en la política india. Ella y Blavatsky conocieron a Gandhi en 1889, que en 1888 había viajado a Londres, Inglaterra, para estudiar leyes en el University College of London, cuando conoció a miembros de la Sociedad Teosófica. Lo alentaron a unirse a ellos en la lectura del Bhagavad Gita, un importante texto sagrado hinduista. En consecuencia, a pesar de no haber mostrado antes ningún interés por la religión, Gandhi inició un estudio serio del texto, que se convertiría en su reconocida guía a lo largo de su vida. Según la historiadora inglesa Kathryn Tidrick, el acercamiento de Gandhi al Bhagavad Gita era básicamente teosófico.
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Fuentes:
- Jim Marrs – Rule by Secrecy – The Hidden History
- Philip Gardiner – Secret Societies Gardiners Forbidden Knowledge Revelations About the Freemasons, Templars, Illuminati, Nazis, and the Serpent Cults
- James Jackson – The Worlds Most Dangerous Secret Societies The Illuminati, Freemasons, Bilderberg Group, Knights Templar, The Jesuits, Skull And Bones And Others
- Howells Robert – Illuminati
- David Livingstone – Transhumanism: The History of a Dangerous Idea
- Fritz Springmeier – Bloodlines of the Illuminati
- Jim Marrs The Illuminati – The Secret Society that hijacked the World
- Mark Dice – The Illuminati – Facts and Fiction
- Daniel Tubau – La Verdadera Historia De Las Sociedades Secretas
- Robert Goodman – El Libro Negro De Los Illuminati
- Josef Lewis Garilic – Enigmas De Las Sociedades Secretas
- Gustavo Fernández – Illuminati – El Poder Secreto detras de la Historia
- Paul H. Koch – Illuminati
- Peter Gitlit – El Enigma de las Sociedades Secretas
- Jan van Helsig – Las Sociedades Secretas y su Poder en el siglo XX
- Serge Hutin – Las Sociedades Secretas
- Joseph P. Farrell – The Cosmic War Interplanetary Warfare, Modern Physics, and Ancient Texts A Study in Non-Catastrophist Interpretations
- David Icke -El-Mayor-Secreto
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