Escucha reflexiva: conviértete en un espejo para solucionar los conflictos

La escucha reflexiva explicada paso a paso

Uno de los principales errores que cometemos en las relaciones interpersonales es intentar “arreglar” al otro. Es una reacción normal ya que, cuando vemos que alguien lo está pasando mal, intentamos aliviar su dolor buscando soluciones.

Sin embargo, ese intento de “arreglar” al otro a menudo puede ser visto como una intromisión. Los consejos no solicitados pueden generar una actitud defensiva. De hecho, a menudo las personas solo necesitan validación emocional. Significa escuchar con una actitud empática, sin juzgar. Para lograrlo, existe una técnica de comunicación muy potente: la escucha reflexiva.

¿Qué es la escucha reflexiva?

Escuchar es vital para construir relaciones sólidas. Por supuesto, existen muchas formas de escuchar, aunque solo una escucha atenta, empática, activa y profunda nos une, conecta y transforma. También existe una técnica de escucha en particular que nos permite evitar conflictos, aclarar malentendidos y comprender mejor a la otra persona para llegar a un entendimiento.

Este tipo especial de escucha implica prestar una atención respetuosa a la persona, tanto al contenido de sus palabras como a las emociones que intenta transmitir. Escuchar de manera reflexiva significa tanto oír y comprender como hacerle saber al otro que le estamos escuchando y comprendiendo. Por tanto, requiere responder activamente y estar plenamente presente durante el diálogo.

En la escucha reflexiva no ofrecemos nuestra opinión, sino que intentamos mantenernos enfocados en la necesidad o problema del otro. No es una escucha reactiva sino que se centra en intentar aclarar y reafirmar lo que dice nuestro interlocutor. Como resultado, no solo nos ayuda a comprender mejor la situación, sino que también le brinda a la otra persona la oportunidad de aclarar su punto de vista y, sobre todo, hace que se sienta escuchada y validada.

¿Cómo aplicar la escucha reflexiva en nuestras relaciones?

Angela Buffington resumió esta técnica de comunicación perfectamente: “cuando se emplea la escucha reflexiva, la pregunta no es ‘¿Qué puedo hacer por esta persona’, sino más bien: ‘¿Cómo se ve esa persona a sí misma?’”.

De cierta forma, la escucha reflexiva es una especie de proceso de “verificación” para determinar que ambos estamos entendiendo y nos encontramos en la misma longitud de onda. Intentamos responder la pregunta: “¿qué le está ocurriendo en este momento?” y verificamos nuestra respuesta para asegurarnos de que estamos escuchando bien y entendiendo con precisión.

Las dos técnicas principales para practicar la escucha reflexiva son la reflexión y la paráfrasis. La reflexión implica repetir frases clave de nuestro interlocutor mientras que la paráfrasis consiste en reformular sus palabras.

A través de la escucha reflexiva, en vez de intentar “arreglar” al otro o sacar conclusiones apresuradas, nos convertimos en un espejo que refleja sus sentimientos, ideas o actitudes con el objetivo de arrojar claridad sobre lo que ocurre.

Para aplicar la escucha reflexiva es fundamental tomar nota de las señales que envía la persona en tres ámbitos fundamentales:

  1. Contenido. Son las palabras expresadas y el posible significado de las mismas.
  2. Sentimientos. Son las emociones expresadas de manera implícita o explícita en la comunicación.
  3. Contexto. Todo lo que está relacionado con el tema, pero no se expresa directamente, como el pasado de la persona o la situación que ha desencadenado el conflicto.

Por ejemplo, si alguien afirma “todo es desastroso”, podemos responderle: “parece que te sientes triste porque las cosas no van bien. ¿Quieres hablar de ello?”. Si una persona nos recrimina: “nunca me escuchas”, podemos responder: “veo que estás enfadado/decepcionado conmigo, ¿quieres que hablemos de ello?”.

La clave, según Carl Rogers, uno de los principales impulsores de esta técnica, consiste en convertirse en un espejo con el objetivo de aumentar la conciencia del otro sobre sus sentimientos, pero sin cuestionarlos. Eso suele ayudar a la persona a dar un paso atrás para reconsiderar sus palabras, sentimientos o incluso puntos de vista.

Para utilizar la escucha reflexiva en nuestro día a día, podemos seguir estos pasos:

  1. Señalar la emoción que notamos.
  2. Invitar al diálogo, ya sea a través de palabras o el lenguaje corporal.
  3. Esperar en silencio para dar a nuestro interlocutor la oportunidad de hablar.
  4. Escuchar con una actitud proactiva y empática lo que tenga que decir.
  5. Replantear sus principales ideas/quejas/problemas de manera más clara y concisa.

¿En qué situaciones podemos usar esta técnica de comunicación?

La escucha reflexiva es una técnica muy útil en una amplia variedad de contextos:

  • Comprender mejor y ayudar a una persona que está experimentando una dificultad o problema.
  • Resolver problemas o conflictos en la comunicación que demandan la capacidad de ponerse en el lugar del otro y entender su punto de vista.
  • Generar un clima de entendimiento, calidez y empatía en situaciones particularmente tensas donde es necesario llegar a un acuerdo.
  • Disminuir la resistencia o la ira de los demás o lograr que bajen sus defensas para promover un diálogo constructivo.

En general, es una técnica comunicativa que se puede utilizar en cualquier situación compleja en la que deseamos comprender exactamente lo que está ocurriendo y transmitir nuestro compromiso con el diálogo y nuestra voluntad de llegar a un entendimiento a través de la empatía. Es una escucha sutil que puede marcar la diferencia en una conversación y en nuestras relaciones.

A primera vista, puede parecer un poco simple o incluso condescendiente, pero en realidad es muy eficaz porque en vez de quedarnos dando vueltas sobre las palabras vamos al meollo del asunto: los sentimientos.

De hecho, debemos recordar que muchas veces las personas se avergüenzan de reconocer abiertamente sus emociones, por lo que reflejarlas y ponerlas sobre la mesa las libera de ese peso y les demuestra que las comprendemos y estamos de su parte. Al reflejar la experiencia de nuestro interlocutor, le estamos dando algo mucho más valioso que un consejo: le brindamos un vínculo genuino desde el respeto a su individualidad.

Referencias Bibliográficas:

Buffington, A. et. Al. (2016) The Art of Listening. Minn Med; 99(6):46-8.

Arnold, K. (2014) Behind the Mirror: Reflective Listening and its Tain in the Work of Carl Rogers. The Humanistic Psychologist; 42: 354–369.

Escucha reflexiva: convertirse en un espejo para solucionar los conflictos

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