Minghui.org.- A veces nos encontramos con personas que han perdido su fe en lo divino y ahora depositan su fe en la ciencia. Sin embargo, hay muchas historias relacionadas con seres divinos que la ciencia no puede explicar. He aquí una de ellas.
Después de que el ejército japonés invadiera China en 1937, una tropa de soldados se dirigió desde la ciudad de Bozhou, en la provincia de Anhui, hacia el oeste, hasta el condado de Luyi, en la provincia de Henan. El 1 de junio de 1938, los soldados estaban apostados en un pueblo a 1,5 kilómetros (una milla) de la capital del condado de Luyi. Los soldados pudieron ver dos estructuras altas en la ciudad, una en la esquina noreste y otra en la esquina sureste. Supusieron que estas estructuras eran fortificaciones militares y decidieron destruirlas. Un artillero, Umekawa Taro, derribó la estructura de la esquina sureste (Torre Kuixing) de un solo disparo. Sin embargo, tras lanzar varias ráfagas de artillería contra la estructura de la esquina noreste, ninguna detonó.
El artillero disparó contra el interior de la ciudad para asegurarse de que no había ningún problema con los proyectiles, y el proyectil explotó como se esperaba. Pero cuando disparó contra la estructura de la esquina noreste, el proyectil tampoco detonó. Después de que 12 proyectiles de artillería no explotaran, el jefe de escuadrón lo intentó una vez más, y ese tampoco detonó.
Estadísticamente imposible
Cuando entraron en la capital, los soldados japoneses vieron una estatua de Lao Zi en la terraza del salón principal de la ciudad. Algunos dijeron que probablemente el lugar estaba protegido por las deidades que los chinos habían adorado. Se arrodillaron ante la estatua y pidieron perdón por intentar destruir la estructura.
Se dice que Lao Zi vivió en el condado de Luyi durante muchos años. La terraza se construyó durante la Dinastía Song en el lugar donde Lao Zi se hizo inmortal. Con una base de 765 metros cuadrados, la terraza tenía 13 metros de altura y 33 escalones. Además de una estatua de bronce en la sala principal, también hay inscripciones, pilares de hierro y otros objetos de culto en el patio.
Los proyectiles impactaron en el lado este de la sala principal y en la pared trasera de la sala lateral este. Uno de los proyectiles se alojó en el tronco de un ciprés y dos atravesaron la pared: uno quedó alojado entre las vigas del techo y el otro cayó sobre el altar situado frente a la estatua de Lao Zi. En 2003, cuando se realizaron trabajos de mantenimiento en la esquina suroeste, los obreros desenterraron un proyectil oxidado y lo detonaron. Para entonces, ya se habían localizado los 13 proyectiles. Había dos pequeñas salas detrás de la sala principal, una de las cuales estaba llena de proyectiles negros del ejército defensor de la época. De haber detonado uno de los proyectiles, las consecuencias habrían sido inimaginables.
Estadísticamente, sería casi imposible que los 13 proyectiles no detonaran. Por ejemplo, supongamos que la probabilidad de que explote un proyectil es del 80% (un porcentaje de fallo del 20%). La probabilidad de que fallen dos proyectiles es de 0,2 x 0,2 = 0,04, y la probabilidad de que fallen los 13 proyectiles es de 0,2^13=0,00000000082 (u 8,2^(-10)). Es decir, casi imposible.
Pensar fuera de lo convencional
Muchas cosas que ocurren no pueden ser explicadas por la ciencia moderna. Por ejemplo, ¿cuál es la probabilidad de que se inunde un desierto? Pero esto ocurrió más de una vez en el desierto chino de Taklamakan en 2021 y 2022. Tifones que normalmente sólo ocurren en el sur de China también causaron grandes daños en el noreste.
Hubo muchas historias de este tipo en el pasado, desde la destrucción de Sodoma y Gomorra en la Biblia hasta la ciudad de Pompeya sepultada por cenizas volcánicas. Cuando la humanidad se corrompe moralmente, muchas cosas pueden ser destruidas, incluida una civilización. Aunque la ciencia moderna no puede explicar estas cosas, conocemos el dicho «Cosechas lo que siembras». Una expresión similar en chino es «El bien se recompensa con el bien, y el mal incurre en el mal».
Estos ejemplos de la historia nos muestran la importancia de seguir nuestros principios y nuestra conciencia.